Salvador Sánchez Cerén

A diez años de “el cambio”. De Erika Saldaña

27 mayo 2019 / EL DIARIO DE HOY

Hace casi diez años el FMLN llegó a la Presidencia de la República. Arribó acompañado del gran interés que generó la primera alternancia de partido político en el poder en la época post Acuerdos de Paz; con la ilusión de más o menos 1,354,000 personas que les dieron el voto y con el beneficio de la duda de muchos otros con altas expectativas en el autodenominado “cambio”. La primera presidencia del FMLN abría la posibilidad de corregir los errores de los gobiernos de ARENA. Diez años han pasado de esa histórica fecha, el cambio no llegó.

Cuando el FMLN era oposición —rol que manejó con mucha destreza por veinte años— nunca faltaron las fuertes críticas hacia las decisiones de los gobiernos de ARENA en nombre del pueblo salvadoreño. De los miembros del partido, de los simpatizantes y de las organizaciones sindicales y gremiales afines a la izquierda. Una vez el FMLN llegó al poder y durante los diez años que han pasado, estas voces se enterraron en la negación o el miedo a discrepar de la organización que apoyaron durante la época de la derecha en el poder. Fueron incapaces de criticar las decisiones que en otros años habrían sido duramente escrutadas. Quizá porque temían ser tachados de traición o de tintes areneros, o porque siempre es más fácil ver la viga en el ojo ajeno que en el propio. O porque a algunos les convenía.

Para muchos simpatizantes de la izquierda era más importante mantener la consigna de “ARENA nunca más” a enfrentar los señalamientos de corrupción que se realizaban hacia los repentinamente acaudalados dirigentes de su partido. Siempre he creído que los principales llamados a criticar y exigir a los funcionarios en el poder son las personas que votaron por ellos; sin embargo, no es extraño escuchar decir a los simpatizantes de una organización política que el enemigo es el partido opuesto, aunque la más urgente de limpiar sea la casa propia. A la izquierda le hizo falta alzar la voz crítica dentro de ella, que habría generado cambios antes de convertirse en el gran perdedor de las elecciones de 2018 y 2019.

El FMLN-oposición criticó fuertemente el uso de la partida secreta de la Presidencia de la República que permitía los gastos discrecionales. Juzgó fuertemente temas como la Ley de Amnistía para la Consolidación de la Paz, las elecciones adelantadas por parte de asambleas dominadas por la derecha, la corrupción de la que se señalaba a los gobiernos de ARENA. La llegada de “el cambio” al poder suponía que se enderezaría el rumbo de estos asuntos tan criticados.

El FMLN-gobierno continuó con el uso de la partida secreta de la Presidencia, a pesar de que la Sala de lo Constitucional la declaró inconstitucional. Cuando también la Ley de Amnistía fue declarada inconstitucional, el presidente Sánchez Cerén criticó la decisión, acusando a los magistrados de no medir el impacto de sus decisiones.

En 2012, dio impulso a las dobles elecciones de funcionarios por una misma Asamblea Legislativa, al filo del fin de período, práctica de la derecha que tanto había criticado en el pasado. El FMLN-gobierno se ha hecho del ojo pacho con la corrupción de la que han sido señalados muchos de sus dirigentes.

Una izquierda renovada es un imperativo en El Salvador. Una izquierda coherente con la defensa del interés social, que trabaje por alcanzar la mayor igualdad posible para todos los ciudadanos y el progreso de los derechos de la clase trabajadora. Esta vez no pudo ser, pero ojalá los verdaderos simpatizantes de la izquierda algún día logren reivindicar los principios y las promesas con las que fue fundado su partido.

Legado de irrelevancia. De Cristina López

27 mayo 2019 / EL DIARIO DE HOY

Se acabó. Con más penas que glorias, a Salvador Sánchez Cerén se le terminó su gestión como presidente de la República. Según quienes le escriben los discursos, le deberíamos estar agradeciendo por la disminución en la cantidad de homicidios, o por haberle dado un golpe al narcotráfico con los “cientos de toneladas de drogas incautadas” durante su administración. Desafortunadamente, las cifras del discurso de despedida de Sánchez Cerén no coinciden con las estadísticas oficiales disponibles, y cualquiera con la buena intención de escrutar la propaganda y llegar a la verdad podría darse cuenta.

Y haber llenado el discurso final en el que defendía su legado con mentiras comprobables —que debería ser un escándalo por la audacia de mentir tan descaradamente— será algo prontamente olvidado, de la misma manera que el legado irrelevante de Sánchez Cerén.

La que podría ser una inspiradora historia del profesor con padres artesanos que llegó a ser presidente es en vez la historia del educador que no hizo nada por mejorar tangiblemente la educación pública en el país. Lo que se podría decir de la valentía de un comandante guerrillero que se lanzó al combate para desmontar las injusticias de un Estado autoritario queda más bien opacado por la realidad de un burócrata que se apoltronó de manera inerte en el poder, cuyo coraje asemeja la débil y airosa consistencia del carbohidrato dulce que la opinión popular para siempre conectará con su imagen.

¿O no es demostrar un carácter con resistencia comparable a la de un nuégado ser incapaz de pronunciarse con independencia para condenar las violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo por los regímenes de Venezuela y Cuba? No, Sánchez Cerén jamás se atrevió a levantar la voz contra las corruptelas y atrocidades autoritarias de sus compadres: más bien, las trató de endulzar con mensajes solidarios y de traducir al sistema salvadoreño disfrazándolas de un buen vivir que solo disfrutó la dirigencia del Frente y la oligarquía de ALBA, pero no el salvadoreño de a pie por quien, en teoría, se alzó en armas el comandante Leonel.

Lo que deja, luego de su irrelevante permanencia de una década en el Órgano Ejecutivo (¿o se les olvidó que fue el vice de Mauricio Funes, aparentemente durmiendo en feliz ignorancia del saqueo sistemático de las arcas del Estado?) y otros lustros más como diputado, es un país donde se asesina a más gente que en cualquiera de las tres administraciones anteriores, donde el crecimiento económico se ha estancado y donde gran parte de la población prefiere aventurarse a emigrar que buscar la movilidad social dentro del territorio.

Será tristemente más recordado por medir el agua en kilovatios que por resolver la crisis hídrica, por inspirar más memes virales que por avanzar el acceso a internet para el mayor número posible de salvadoreños, por parecerse más a un postre típico que a un prócer de la Patria. Un legado de irrelevancia, cuando se considera la cantidad de tiempo que dedicó al servicio público y lo poco que tiene para adjudicarse en la historia del progreso de nuestro país. Adiós, y que le aproveche.

@crislopezg

Carta abierta al Sr. presidente de la República. De Rubén Zamora

Con mucha tristeza y preocupación he leído sus declaraciones en La Habana sobre la situación que el pueblo hermano de Nicaragua está pasando y en las que expresa su apoyo a Daniel Ortega y su régimen.

28 julio 2018 / La Prensa Gráfica

Sr. Presidente Sánchez Cerén:

Me he sentido muy defraudado, pues por décadas, antes y durante la guerra, la defensa de los derechos humanos fue una de nuestras tareas principales; cuando las fuerzas armadas y la policía los violaban sistemáticamente, supimos levantar nuestra voz y luchar por su respeto; en aquel momento a muchos de nuestros compañeros y amigos esto les costó cárcel, torturas e incluso la misma vida, pero siempre creímos que luchar por el respeto a la voluntad del pueblo y a su integridad valía la pena el sacrificio; escucharlo ahora defendiendo al régimen de Ortega que día a día y en forma creciente está pisoteando por lo que durante tantos años luchamos me entristece, sobre todo cuando lo escucho de su boca como presidente de la República. Sepa, señor presidente, que, al declarar su apoyo incondicional a Ortega, Ud. no está hablando por la mayoría del pueblo salvadoreño, sino para mantener intereses materiales y políticos mezquinos de un grupo que depende de que Ortega siga en el poder.

No puedo entender su posición cuando para todo el mundo está claro que Ortega y Murillo se aferran al poder frente a un pueblo que les está pidiendo se vayan; hablan de paz, pero es claro que sus acciones buscan no un acuerdo político, sino que los salve el cansancio de los ciudadanos y que se rindan para lograr la paz de los muertos. Ud., por su propia experiencia, sabe que el pueblo, cuando se rebela, es muy difícil calmarlo con palabras y mucho menos cuando, semana tras semana, el número de asesinados por la policía y las bandas paramilitares Orteguistas lo masacran: esta es la experiencia que Ud., junto con miles de salvadoreños, vivimos y que nos permitió unos Acuerdos de Paz dignos, tuvimos confianza y lo logramos; la esperanza en la paz de los cementerios lo único que logra es aumentar la responsabilidad criminal de los gobernantes.

Es muy difícil aceptar, Sr. presidente, que por un lado Ud. se declara en favor de Ortega y al mismo tiempo, su embajador ante la OEA se abstiene de votar a favor o en contra de una resolución censurando a Ortega,… ¿es falta de coordinación entre San Salvador y Washington?, ¿o fue simplemente evitar ser el tercer voto en contra de una resolución aprobada por 21 países aunque esto hubiera sido coherente con lo que Ud. dijo en La Habana?

Es muy difícil aceptar, Sr. presidente, que, en medio de esta crisis, no se dimensione su impacto a nuestra región, especialmente, cuando todos los gobiernos de la región votaron a favor de la condena y solo nosotros nos abstuvimos. La crisis en Nicaragua está afectando seriamente a todos los países hermanos y no es con apoyos internacionales a Ortega que se resolverá, al contrario, esos apoyos, lo único que consiguen es hacer a su gobierno cómplice de los abusos que Ortega e impedir que nuestro país pudiera jugar un papel positivo en la solución del conflicto. Lo que en Nicaragua se necesita es una salida política a una situación en la que el gobierno ha perdido el control de la mayor parte de su territorio y que solo puede parcialmente recobrarlo a base de sangre y fuego, y que, al no contar con sus fuerzas armadas, que se han retirado del conflicto argumentando que su deber es proteger a la población y no reprimirla, recurre al paramilitarismo, que es internacionalmente condenado por ilegal y bárbaro.

Finalmente, Sr. presidente, estamos frente a un proceso electoral interno, que la situación de su partido no es la más fácil, después de la derrota de hace unos meses y ante un elección que se avecina; si alguien debería levantar su voz es el candidato a la presidencia, pero está claro que después de las desafortunadas declaraciones, primero del secretario general del partido en el gobierno y ahora de sus declaraciones, lo único que le queda al candidato es o desautorizarlo o callar y estas son opciones no ganadoras para ningún candidato. Lo que muchos nos preguntamos es si la posición que Ud. y el secretario del partido han adoptado, se produce por adherirse a una solidaridad con quien fue su aliado en la lucha por la democracia, la cual me parece mal entendida, pues esta nunca puede ser excusa para encubrir crímenes como el que los Ortega Murillo están cometiendo contra su pueblo ni puede anteponerse a principios tan fundamentales como el respeto a los Derechos Humanos o si lo es por mantener arreglos previos con los Ortega.

Créame, Sr. presidente, he pensado mucho antes de escribir estas letras y párrafo tras párrafo me ha costado mucho lograrlo, por el respeto que le tengo y la consideración que Ud. siempre me ha otorgado; sin embargo, está la conciencia del deber de luchar, como lo hicimos por muchos años, por el respeto a la vida humana.

El Presidente y la democracia. De Luis Mario Rodríguez

7 junio 2018 / El Diario de Hoy

El empeño del Gobierno por respaldar a los regímenes de Venezuela y Nicaragua ensombrece por completo el compromiso del presidente Sánchez Cerén con la democracia. Lo hace cómplice de quienes tuercen el Estado de derecho, reprimen a sus opositores, impiden la celebración de comicios libres, transparentes y justos, violentan la independencia de las instituciones y concentran el poder político. Al avalar semejantes atropellos a los fundamentos de todo sistema democrático, el gobernante salvadoreño y su partido aplauden como normales las conductas de Daniel Ortega y Nicolás Maduro. Significa una aceptación expresa de los métodos y actuaciones que han servido durante años para manipular la política y particularmente las elecciones transformándolas en instrumentos que les permiten perpetuarse en el poder.

La posición del profesor Sánchez Cerén reconociendo la legitimidad de su colega venezolano contradice el rechazo a la reelección de Maduro expresado, entre otros, por el “grupo de Lima”, integrado por 14 naciones, por la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), en el que participan 37 exjefes de Estado y de Gobierno, y por la Organización de los Estados Americanos (OEA) que recién aprobó una resolución, con el concurso de 19 Estados parte, en la que desconocen los resultados de las pasadas elecciones en Venezuela. Con su postura el Ejecutivo ubica a El Salvador en el grupo de países que secundan a las tiranías y amparan prácticas autoritarias.

La resolución de la OEA sobre la situación venezolana acordada durante la Asamblea General celebrada esta semana no contó con el voto de El Salvador. De nuevo nuestras autoridades prefirieron abstenerse y con ello dieron la espalda a los postulados de la Carta Democrática Interamericana. Es una muy mala noticia que el país se sume a quienes ignoran el sufrimiento de cientos de miles de ciudadanos que padecen ahora mismo la represión gubernamental. Lamentablemente la cancillería salvadoreña no ha suscrito ni una tan sola declaración de la OEA en la que se condena el proceder totalitario de Maduro. Cualquier elogio al presidente Sánchez Cerén por su respeto a la Constitución y por abstenerse de impulsar cambios a la forma de gobierno durante el tiempo que lleva como inquilino de casa presidencial, se desvanece al confirmar su predilección por sistemas en los que se calla la voz de los opositores, se les encarcela y además se les restringen todas sus libertades.

Las posturas respecto de Nicaragua siguen el mismo patrón que las efectuadas sobre Venezuela. El Gobierno se ha limitado a publicar un comunicado en el que felicita a los distintos actores por la instalación de una “mesa de diálogo”. En ese mensaje se ignoraron por completo las decenas de manifestantes asesinados por parte de las fuerzas de seguridad, las desapariciones y los reclamos de diferentes sectores.

El prestigioso periodista nicaragüense, Carlos Fernando Chamorro, en una síntesis muy apretada, presenta una radiografía de la represión orteguista: “primero, el exceso de violencia policial, segundo, los ataques de las bandas paramilitares, tercero, aparecen los francotiradores, cuarto, crean el caos y el terror, quinto, criminalizan la protesta cívica con acusaciones y represalias”. Nada de eso impresiona a quienes lideran la política exterior salvadoreña. No existe ni el menor asomo de solidaridad con las “madres de abril”, ni con los estudiantes que libran una batalla desigual con el oficialismo, ni lo hubo en el pasado ante las denuncias internacionales de fraudes electorales y de cooptación de las instituciones públicas. Por el contrario el abrazo fraternal y amistoso, sin reparo alguno por parte del presidente Sánchez Cerén, que recuerda la camaradería del FMLN con su par en Nicaragua, ha sido dirigido hacia los Ortega y Murillo.

Este comportamiento siembra la duda acerca del interés del partido oficial en elegir magistrados independientes para la Corte Suprema de Justicia, un Fiscal que continúe con el combate a la corrupción y un Tribunal Supremo Electoral que custodie celosamente el derecho de los ciudadanos a designar a sus representantes. El candidato presidencial del Frente debe sentar posturas claras al respecto, alejarse expresa y públicamente de las apuestas despóticas de los líderes actuales de su organización partidaria y esforzarse por conducir a esta última hacia posiciones moderadas, que respeten el sistema republicano, democrático y representativo.

Carta a las madres que se niegan a ser ‘abnegadas’. De Paolo Luers

12 mayo 2018 / MAS! y El Diario de Hoy

Estimadas mujeres:
El pasado 10 de mayo las redes sociales se llenaron de mensajes a las madres en su día. También había una del presidente de la República y su señora esposa. Decía: “En este día tan especial, junto con mi esposa, Margarita, nos unimos a la celebración y enviamos nuestra felicitación y agradecimiento a todas las abnegadas madres, pilar en el que se sustentan las familias y la sociedad”.

¿Y las madres que no son ‘abnegadas’, sino que luchan todos los días a cumplir con su rol de madre, pero sin renunciar a sus deseos e intereses? Porque esa es la definición de ‘abnegado’: renunciar a perseguir sus propios deseos e intereses.

Hay muchas madres ‘abnegadas’, y merecen nuestras felicitaciones y el apoyo del Estado. Como también los merecen las madres sufridas, que lamentablemente son demasiadas en nuestro país. ¿Será que a estas que se refieren los que mandan sus saludos a ‘las madrecitas’, lo que siempre suena a ‘pobrecitas’?

¿Porqué el presidente, hablando de los ‘pilares en que se sustentan las familias y la sociedad’, solo se refiere a las madres ‘abnegadas’? Igual o más son pilares de la sociedad las mujeres que luchan por combinar su rol de madre con su propia superación profesional.

A veces en una sola palabra, puesta sin mucha reflexión, se revela la concepción que uno tiene de la familia, de la mujer, de la maternidad, y de la sociedad. Puede pasar a cualquiera, pero no al hombre que como presidente de la República es el responsable de las políticas pública. Nuestro mandatario, en su saludo a las madres, lamentablemente revela una imagen de la madre muy tradicional – y muy injusta con las aspiraciones de muchas mujeres.

Por suerte hay muchas mujeres que ya no se identifican con el concepto de la madre ‘abnegada’. Estudian, se superan, trabajan, y por esto no son malas madres. Si el Estado las apoyaría más, por ejemplo con más guarderías, más escuelas de tiempo completo, más incentivos fiscales, serían mucho más mujeres que lograrían esta difícil combinación de roles.

Muchas madres, sobre todo las solteras, son ‘abnegadas’, pero no por propia decisión, sino porque las circunstancias les niegan alcanzar sus propios deseos e intereses. A estas medres el presidente debería echarles la mano del Estado. En vez de celebrar su condición de ‘abnegadas’, debería facilitarles a superarla. Y cuando es un presidente que se llama ‘de izquierda’, esto debería ser una de sus prioridades.

Por esto, les mando un especial saludo a ustedes, las mujeres que ya no aceptan ser ‘abnegadas’, sino buscan su plena realización personal, profesional, y económica. Sé que están en esta lucha no para sacrificarse menos por sus hijos y su familia. Por lo contraria: Son las mujeres que sacan a sus familias del circulo vicioso de la pobreza.

Felicidades a estas madres que se niegan a ser ‘abnegadas’.

Carta al presidente: Como ciudadano, le presento 11 puntos para mejorar la política de Seguridad. De Paolo Luers

Paolo Luers, 31 marzo 2018 / MAS! y El Diario de Hoy

Estimado señor presidente en Cuba:
Encontré una noticia interesante en CoLatino: “Gerson Martínez, en su calidad de ciudadano, presentó una propuesta con 11 puntos para mejorar la economía familiar.”

Que bueno que la Pravda del FMLN nos aclare este punto. Algunos malpensados ya asumimos que Gerson presentó estos 11 puntos al presidente en calidad de candidato a la presidencia. O sea: que el FMLN, analizando las causas de su derrota electoral, le encarga a su candidato presidencial de dar a conocer las correcciones de las políticas públicas que más han golpeado a la ciudadanía.

Que bueno saber que no es así. La verdad, según el CoLatino y Gerson Martínez, es que cualquier ciudadano puede ir a Casa Presidencial, entregarle al presidente un plan de mejorar al gobierno – y en su sabiduría e infinito amor al pueblo, lo va a tomar en cuenta.

Entonces, como ciudadano le entrego por esta vía mi “propuesta con 11 puntos para mejorar la seguridad y combatir la violencia”.

1. Restablecer el control civil sobre la PNC, nombrado al frente del Ministerio de Justicia y Seguridad a un ministro y viceministros a profesionales del derecho, en sustitución de oficiales de la PNC y militantes del partido.

2. Disolver el actual Concejo de Seguridad Ciudadana y Convivencia y crear una mesa de expertos que ayude al Gabinete de Seguridad a elaborar un Plan Nacional de Seguridad Único, tanto para la persecución del delito, como para la prevención. No podemos seguir trabajando con un plan “filosófico” (el famoso Plan El Salvador Seguro) y otro operativo, nunca discutido, controlado por la PNC e Inteligencia.

3. Nombrar a un director general que pueda recuperar la unidad y la mística de la corporación policial.

4. Disolver la actual SIP, que se dedica a inteligencia política, y crear una unidad que provea inteligencia operativa para focalizar las investigaciones y operativos.

5. Ordenar al nuevo director de la PNC a modificar la distribución de recursos humanos y materiales en la PNC, dando prioridad al fortalecimiento de las unidades territoriales.

6. Erradicar todos los incentivos para jefes que midan su eficiencia por la cantidad de detenciones.

7. Poner en vigencia claras reglas para el uso de fuerza, con cero tolerancia hacia abusos de fuerza, ejecuciones extralegales y detenciones arbitrarias.

8. Reforzar los mecanismos y unidades de control interno, supervisadas por el Ministerio de Justicia.

9. Redefinir el concepto de prevención. La única prevención que funciona es que todas las dependencias del gobierno cumplan con su responsabilidad de brindar servicios de calidad a la ciudadanía. Redefinir las prioridades en el presupuesto nacional, focalizando todas las inversiones sociales en los territorios donde el Estado ha perdido presencia y control.

10. Sustituir las “medidas extraordinarias” con una política penitenciaria que establezca un equilibrio entre la necesidad de seguridad con el mandato constitucional de la rehabilitación.

11. La decisión clave: La única manera de cumplir estos 10 puntos es que el presidente de la República asuma la responsabilidad, el mando y el estricto control sobre el gabinete de seguridad y sobre la implementación del nuevo concepto de prevención.

Atentamente,

 

 

 

Posdata: Si no puede cumplir con el punto 11, le recomiendo que se quede mejor en Cuba.

 

Columna Transversal: ¿Cuándo se jodió el FMLN? De Paolo Luers

Paolo Luers, 11 marzo 2018 / El Diario de Hoy

Para explicar (y otros para explotar) el descalabro que sufrió el FMLN en las urnas el 4 de marzo, hoy muchos lo contraponen al “FMLN histórico” de la guerra, constatando que en el camino al poder –y luego ejerciéndolo- este partido ha abandonado sus virtudes revolucionarias, democráticas y emancipativas, convirtiéndose en un partido cerrado, autoritario, e incluso corrupto.

Una narrativa falsa

Es una narrativa muy simplista. No es nueva, Nayib Bukele la adoptó desde el momento que decidió provocar su separación del FMLN. En la lógica del pleito del divorcio, donde se trata de quien se queda con los hijos, los chuchos y el capital, Bukele tildó al FMLN de Medardo González y Salvador Sánchez Cerén como Arena.2 – y su propio movimiento como verdadero heredero del FMLN histórico y guerrillero. Con este discurso se fue a San Francisco Gotera, sabiendo que es en Morazán donde es más profundo el distanciamiento de las bases históricas del Frente con el actual partido FMLN.

La misma narrativa retoman, después de las elecciones, otros amantes frustrados del mito FMLN, como por ejemplo Dagoberto Gutiérrez. Ricardo Vaquerano escribe en Factum, en un una nota titulada “¿Por qué perdió el (ex) FMLN?” la siguiente frase: “Paradójicamente, cuando el partido que surgió de la guerrilla finalmente se llenó de poder, comenzó a vaciarse de contenido.” Vaquerano describe como el Frente, antes una fuerza revolucionaria y comprometida con la lucha contra la corrupción y las mañas de la derecha de pisotear la independencia judicial, se convirtió en algo corrompido que él llama “(ex) FMLN”. En este cuento, la desgracia del FMLN comienza con la muerte de Schafik Handal, a quien presenta como el guardián de la ética del Frente, quien nunca hubiera permitido el ascenso al poder de un corrupto como Mauricio Funes. Pero Schafik murió, llegó Funes, lleva al FMLN al poder – y a partir de ahí el FMLN se jodió. Así va la el cuento. Así de simple. Así de falso.

El mito de Schafik como guardián de la ética

Aunque estoy de acuerdo que Funes arruinó al país, pero él no arruinó al FMLN. Se montó encima de un partido ya transformado. Para contar la historia real hay que desmontar algunos mitos. El FMLN no se jodió por la ausencia de Schafik, se jodió bajo el liderazgo de Schafik y Sánchez Cerén. Y tampoco es cierto que antes de esto en el FMLN, durante la guerra y en la postguerra, no hubo verticalismo, autoritarismo, corrupción, imposición, y todos estos pecados que hoy destacan en los diferentes obituarios que se escriben sobre el FMLN. Estos fenómenos siempre han existido en el seno del Frente histórico.

La diferencia entre este Frente histórico y el partido FMLN actual no es que el primero haya sido libre de los pecados que ahora al FMLN le causaron la derrota. La diferencia es que el Frente, antes de que Schafik y Sánchez Cerén tomaron control total del partido, no era monolítica sino pluralista. No era un partido vertical, sino un frente de varias organizaciones con diferencias ideológicas y distintas formas de organización interna. Era un frente con constante lucha interna entre autoritarismo y democracia.

El mito del Frente Histórico

Siempre hubo en este frente plural, incluso en medio de la guerra, actos de corrupción, abuso de poder, tendencias dictatoriales, desprecio a la democracia – pero hubo corrientes y dirigentes que hacían contrapeso. A la par de leninistas, estalinistas, maoístas y castristas hubo tendencias antiautoritarias, socialdemócratas, socialcristianas y hasta liberales. Estas contradicciones existían dentro de cada una de las 5 organizaciones y entre ellas. Hubo asesinatos y purgas dentro del Frente, como en la tragedia entre Marcial y Mélida Anaya; hubo masacres como las de San Vicente, cuando las FPL, bajo el mando de Sánchez Cerén, mandaron a matar a cientos de sus propios combatientes y simpatizantes bajo la sospecha de desviaciones ideológicas. Pero estos casos despertaron fuertes debates internos, que casi llevaron a romper al Frente, porque la mayoría de sus militantes no estaban de acuerdo con estas prácticas dictatoriales. Igual que no estaban de acuerdo con la decisión de las FPL y del PC de asesinar a políticos e intelectuales de la derecha, o de ejecutar secuestros durante las negociaciones de la paz. Siempre hubo en la militancia del Frente histórico debate interno, incluso rebeldía, siempre hubo un contingente de intelectuales críticos; nunca hubo pensamiento único, sino pluralidad.

La transformación del FMLN en un partido autoritario no comenzó con la muerte de Schafik, tampoco con su ascenso al poder. Comenzó cuando los cuadros del Partido Comunista y los dirigentes principales de las FPL se unieron para convertir al FMLN en un partido centralizado, vertical, sin tendencias, sin debate interno, y sin apego a la democracia republicana. Comenzó con la salida escalonada de toda la dirigencia y militancia crítica y democrática del partido. Dirigentes como Salvador Samayoa, Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos, Facundo Guardado, Héctor Silva, y miles de intelectuales y profesionales con sentido crítico, con tendencias liberales o socialdemócratas ya no cabían en el esquema de un partido vertical. Algunos se fueron, otros fueron marginados, otros expulsados. El Frente se jodió cuando los ortodoxos y autoritarios se quedaron con el control total del partido, y este proceso se terminó cuando los contingentes renovadores que no habían salido se sometieron y adaptaron. Esta es la triste historia de Gerson Martínez, Hugo Martínez, Violeta Menjívar y Oscar Ortiz, quien fue el último en dar batalla, hasta que lo hicieron vicepresidente.

La falsa nostalgia

Es falsa la narrativa de la transformación de unos revolucionarios impecables en un partido oportunista. Para ilustrar lo absurdo de este mito, cito lo que los editores de Factum pusieron como encabezado al obituario de Ricardo Vaquerano:

“FMLN mío no existes
solo eres una mala silueta mía…
Ahora sé que no existes
y que además parece que nadie te necesita
no se oye hablar a ninguna madre de ti…”
Tuit que posiblemente dedicaría hoy Schafik Hándal al FMLN
(adaptación del poema El Gran Despecho, de Roque Dalton)

Este es pura mitología. Es falsa nostalgia. La real historia es que se impuso una corriente que siempre fue antidemocrática y represiva, encabezada por Schafik, Sánchez Cerén. José Luis Merino y Medardo, y que todos los demás o se fueron o se subordinaron. Ahora surgen voces internas que exigen revertir este lamentable proceso, y posiblemente Oscar Ortiz se pondrá a la cabeza de esta exigencia. Veo difícil que la transformación de una izquierda plural en un partido vertical se pueda revertir. Nuevamente tengo que decir: Me encantaría que resultara equivocado.

Carta a Salvador Sánchez Cerén: Limpieza general del gabinete. De Paolo Luers

Paolo Luers, 10 marzo 2018 / MAS! y El Diario de Hoy

Señor presidente:
Todos las figuras de su partido están hablando sobre el resultado desastroso que sacaron en las elecciones. Tratan de explicarlo, hacen algunos mates de autocrítica, prometen escuchar al mensaje de sus bases. Todos menos usted.

Tal vez usted piensa que quedarse callado demuestra actitud presidencial. Tal vez piensa que como presidente está encima de estas discusiones. Gran error: lo que la gente, incluyendo muchos militantes y bases del FMLN, están exigiendo son cambios en el gobierno, tanto en la composición del gabinete, como en las prioridades y políticas públicas. Ustedes pueden hacer cambios en la dirección del partido. Deberían. Pero lo que urge a la gente es un mejor gobierno. Más allá de los militantes, a los ciudadanos no les importa el partido, les importa el gobierno y los servicios que da – o más bien no da.

A la gente, también a mi, les da igual si Medardo, Ramiro, Norma y Sigfrido sigan mandando en el FMLN. Esto no nos afecta. Tienen que discutir internamente en el partido si les conviene o no, con vista a las elecciones del 2019. Lo que la gente pidió a gritos el 4 de marzo, incluyendo las bases del FMLN, son cambios en el gobierno. Y esto, señor presidente, es asunto suyo. Solo usted puede poner orden en el gobierno, puede sustituir a ministros y funcionarios que manejan las instituciones como si fueran feudos de ellos.

No es nada difícil saber a quiénes tiene que sustituir. Sólo vea dos cosas: los resultados y los reclamos de la gente. Haciendo esta evaluación, le sale la lista de los ministros y funcionarios que tiene que despedir.

Primero, sus encargados de Seguridad. Empezando con su secretario Manuel Melgar, con el ministro-comisionado Ramírez Landaverde, y con el director de la PNC, Howard Cotto. No le tengo que explicar porqué, es obvio que han fracasado.

Segundo, el presidente de CEL, David López, que no ha logrado aumentar la capacidad de generación de energía eléctrica del país, a pesar de cientos de millones de dólares invertidos. El problema: los han invertido mal. Y el daño lo pagamos todos los meses los ciudadanos y los empresarios, porque CEL no ha logrado bajar los costos de energía.

Tercero, el presidente de CEPA, Nelson Vanegas, en cuya administración se ha saboteado la concesión de nuestros puertos y la ampliación de nuestro aeropuerto, con enormes costos para el desarrollo del país.

Cuarto, el presidente ANDA, Marco Fortín, cuya arrogancia, incompetencia y falta de transparencia le han costado al FMLN buena parte de los votos que perdió.

Quinto, el viceministro de Transporte, Nelson García, quien es tal vez el personaje más odiado por los millones de afectados del caos en nuestras ciudades.

Sexto, el ministro de Hacienda, Carlos Cáseres, quien nunca ha sido capaz de presentar presupuestos equilibrados y completos.

Séptimo, el jefe de PROESA, Sigfrido Reyes, a quien urge sustituir por un funcionario con capacidad profesional y capacidad de atraer inversiones. Ahí va en la cola José Luis Merino, a quien no hay que sustituir con nadie, porque tiene una plaza de viceministro fantasma que inventaron para conseguirle fuero.

Hay más que ya no me caben en esta carta: en la Lotería Nacional, en CORSAIN, en Economía y Salud.

Así que, cuando al fin decida romper su silencio, que sea con el anuncio de una limpieza radical de su gabinete. Y luego para anunciar nuevas políticas en estos ministerios y dependencias.

Estamos pendientes. Saludos,

Carta sobre los comisionados Cotto y Landaverde, su jefe máximo, y la falta de control civil sobre la PNC. De Paolo Luers

paolo luers caricaturaPaolo Luers, 3 marzo 2018 / MAS! y El Diario de Hoy

Me han dicho que he sido injusto con Howard Cotto, pidiéndole su renuncia. Es cierto, lo lamento. Hubiera tenido que pedir la renuncia también a Mauricio Ramírez Landaverde, el ministro de Seguridad, quien tiene el mandato constitucional de ejercer el control civil sobre la PNC. Cosa que difícilmente puede hacer, siendo policía.

Hubiera tenido que resaltar que según nuestra Constitución el máximo responsable de la PNC no es el director general, ni el ministro, sino el presidente de la República.

Art. 168.- Son atribuciones y obligaciones del Presidente de la República:
17.- Organizar, conducir y mantener la Policía Nacional Civil (…) con estricto apego al respeto a los Derechos Humanos y bajo la autoridad la autoridad de autoridades civiles.

logos MAS y EDHEl problema es que el actual presidente no ejerce este mandato constitucional. Lo delega a su secretario Manuel Melgar, quien en el gobierno de Funes fue ministro de Seguridad y tuvo que ser sustituido por incapacidad. Es a él, no al presidente, que los miembros del gabinete de Seguridad reportan. Pero delegar a su secretario no exime al presidente Salvador Sánchez Cerén de la responsabilidad sobre la PNC.

Para hacer justicia al serio problema que tiene la PNC, yo hubiera tenido que exigir a los diputados de la Asamblea Legislativa que hagan un tiempito en medio de su campaña proselitista para interpelar al ministro de Seguridad y al director de la PNC y pedir explicaciones sobre las situación del GRP, sobre investigaciones internas, y sobre las responsabilidades de los oficiales superiores. Lastimosamente, la Asamblea no tiene derecho de interpelar al presidente de la República, pero si le podemos exigir que le pida explicaciones sobre como ejerce el control de la PNC.

Entonces, para hacer justicia al problema de la PNC (y ser justo también con el comisionado Cotto), hay que concluir que lo que observamos no solamente es una crisis de la conducción de la PNC, sino es una crisis institucional, en la cual ni el ministerio de Justicia y Seguridad, ni el presidente de la República, ni la Asamblea Legislativa cumplen sus responsabilidades. Un problema institucional, tienen razón los que criticaron mi carta a Howard Cotto, no se resuelve con la renuncia o el despido del director de la PNC. Hay que remover también al comisionado policial al mando del ministerio y volver a establecer el control civil sobre la policía. Sólo así será posible una reestructuración profunda de la organización interna y la conducción de la PNC, recuperando su carácter apolítico y profesional que exige el artículo 159 de la Constitución.

El debate sobre este desafío hay que comenzarlo desde ya, pero resolver este problema le tocará al próximo gobierno que elegiremos en marzo del 2019.

Saludos,

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La carta anterior, a Howard Cotto