Diego Echegoyen

Pensar en El Salvador del futuro es una tarea seria. De Diego Echegoyén Rivera

El 4 de diciembre publicamos una recensión crítica, escrita por Paolo Luers, del libro «El país que viene». Le contesta Diego Echegoyén, el impulsor del proyecto  y editor del libro.

Segunda Vuelta

Diego Echegoyen es coordinador y editor de la iniciativa El País Que Viene.

Diego Echegoyen es coordinador y editor de la iniciativa El País Que Viene.

Diego Echegoyén Rivera, 8 diciembre 2015 / EDH

diario hoyLos 40 jóvenes de diversos sectores que escribieron para el libro “El País Que Viene”, plasmaron su historia de vida, sus críticas, aspiraciones y propuestas para El Salvador que vamos a tener en los siguientes años. Se trata de voces propositivas de la generación joven de una nación, donde el 60% de la población tiene menos de 35 años.

En su columna del 4 de diciembre Paolo Lüers lo tilda de aburrido. Pensar sobre El Salvador de los siguientes años es una tarea seria y compleja, ese futuro no se construye con chistes  ni con simple crítica de escritorio. Los salvadoreños hemos aprendido muy bien cómo debemos pensar en nuestro futuro: primero con los pies en la tierra y luego con el sobrado esfuerzo y tenacidad que nos caracteriza. Pensar en quienes vamos a ser es un ejercicio serio, no de diversión.

Unir a 40 mentes diferentes en un libro es un proceso interesante. Que parezca aburrido es una apreciación personal y demuestra el desconocimiento de un proceso de nueve  meses de trabajo y de la apuesta para llevar estas ideas al territorio salvadoreño en 2016.

2015-12-04 09.23.07En esa misma columna aduce al equivocado “uso de la corrección política (political correctness)”. Los salvadoreños estamos cansados de la confrontación y la división. Ya reconocemos defensa ciega de la ideología y de la legitimación política que depende de la aritmética en detrimento del consenso. Valoramos cada vez más el diálogo, las ideas compartidas y el sueño común.

Un libro que confronte solo serviría de almohada para los que añoran los tiempos de la guerra. El adecuado diálogo junto con el conocimiento y la creatividad son elementos claves para un país que camine unido. He aquí una regla no escrita de la práctica democrática: Las formas y el fondo son igual de importantes.

“Demasiado ceremonioso; demasiado bien adaptado a los códigos del poder y los padrinos.” Transformar El Salvador que tenemos para convertirlo en El Salvador que queremos pasa por el diálogo intergeneracional. Tenemos tantas cosas buenas que aprender de hombres y mujeres intachables que han aportado, y desde su juventud vieron el país que venía. El relevo generacional es inminente, pero sin la sabia de los adultos, la generación joven solamente será un ensayo. Reconocer el legado es una actitud responsable de las nuevas generaciones.

La falta de atrevimiento de “provocar y expresar rebeldía y los autores que no tienen nada que decir más que contar sus vidas.” Este país que queremos lo vamos a construir entre todos. Qué lamentable es considerar una condescendencia intelectual el que un salvadoreño cuente su historia de éxito. En el florido lenguaje del populismo, provocar y ser rebelde es una buena señal, pero si aspiramos a una nación fuerte y posicionada en el mundo, debemos promover las ideas disruptivas que nos permitan crecer, no las que nos dividan. Cada historia cuenta.

“Sin la clara confrontación de ideas nunca surgen acuerdos o visiones comunes sostenibles.” En el desmesurado mundo de la crítica y el humor negro seguramente solo se pueden defender las ideas con la provocación y la confrontación. El país al que los jóvenes aspiramos debe estar lleno de coincidencias y diálogos.

Extraña el “Espíritu combativo y la irreverencia necesaria.” Definitivamente el Sr. Lüers y yo coincidimos en que se debe renovar la política pero discrepamos en cuál debe ser la actitud de los jóvenes ante este reto. Él apela al combate y la confrontación, reniega del dialogo respetuoso y las coincidencias.

Parece que conocemos a distintos salvadoreños. Yo conozco jóvenes con ganas de oportunidades, con ganas de aportar proactivamente. Algunos se equivocaron y quieren una segunda oportunidad, a ellos también les conozco. ¿Qué jóvenes conoce usted?

Los autores “No son aventureros que se arriesgan para construir su propio futuro.” Los jóvenes que escriben El País Que Viene son un claro ejemplo como muchísimos más salvadoreños, que sí están labrando su propio camino. Con aporte en el libro inspiran a la juventud salvadoreña. Ellos han vencido muchas barreras para salir adelante. Han arriesgado y han demostrado su gran talento, tacharlos de lo contrario es solamente un vicio de crítica.

Si caemos en la falsa necesidad de imponer ideas a la fuerza para construir el futuro, estaremos replicando la década pérdida de los ochenta, esa que nos separó.

El consenso y el disenso deben tener reglas claras en un país en democracia. Un país dividido solo beneficia a los mercenarios, a los que añoran la vieja política y a los que viven de los retoños grises de la verdad absoluta.

El País Que Viene es un primer esfuerzo de unir las voces de la generación joven. Por algo hay que empezar para reformular cómo pensamos en el futuro de nuestro país.

El Salvador del futuro se va a construir con la pasión y la energía de los jóvenes, no con la confrontación y la división.

@elpaisqueviene

A los salvadoreños que nacieron después de 1980. De Diego Echegoyen

Haber nacido entre 1980 y 2000 nos convierte en jóvenes con una vida inconclusa y cualquier idea cabe. Somos permeables, abiertos y con una necesidad natural de respuestas, somos de gustos nuevos y protagonistas de historias que se pueden extender por la red de manera infinita. No se nos puede negar el apodo de hippies, hipsters, muppies, millenials o yuppies: somos jóvenes, somos salvadoreños. 

Diego Echegoyen es coordinador y editor de la iniciativa El País Que Viene.Diego Echegoyen, 21 octubre 2015 / EDH

Nuestra juventud está en un punto de inflexión. Somos un país joven. Cerca del 30 % de la población salvadoreña tiene menos de 29 años; somos testigos de una realidad abrumadora: 60,000 jóvenes son miembros de las maras.

Con el promedio de muertes diarias que tenemos, pedir que hagamos brillar nuestro optimismo podría considerarse un abuso, pero ¿no somos los jóvenes los que cruzamos fronteras físicas e imaginarias con la fuerza y frescura de la juventud? ¿Acaso no somos nosotros los intrépidos, los fuertes, los que se nos permite equivocarnos? Sí. Seamos optimistas.

No permitamos que la ceguera intelectual vacíe la sabia de nuestro importante tránsito por esta tierra con olor a pino y sabor de horchata. Que no destruya el contenido de nuestros aportes, que no desaparezca nuestra capacidad de hacer, que nuestro sueño más profundo encuentre satisfacción en las buenas ideas, el diálogo y la visión del futuro.

Todo lo que pensemos, repensemos y hagamos como jóvenes repercutirá en quienes seremos como nación en los siguientes 20 años.

EL-DIARIO-DE-HOY-LOGODebemos apostar por un crecimiento intensivo basado en la creatividad y el conocimiento; un país grande y con oportunidades para todos, se logrará en la medida que apostemos por escuchar y no atacar a  personas y debatir propuestas. Debemos poner por delante la capacidad inventiva de los salvadoreños y dibujar juntos el país al que aspiramos.

Necesitamos tener la convicción de que se puede tener éxito y que en El Salvador hay oportunidades. Requerimos tener referencias positivas, y si no las hay, ¡construyámoslas!

¿Cómo motivar la sana ambición y las ganas de estar mejor? Esa pregunta debería ser una materia en las escuelas y una estrategia presidencial obligatoria.

Apoyemos al “diferente” de la clase, incentivemos al maestro que hace las cosas distintas. Humillemos el miedo, avergoncemos la tristeza.

A cada generación le ha correspondido tomar decisiones, apretarse el cinturón y ver hacia el futuro. En este tiempo también hay personajes como Claudia Lars, Roque Dalton, Alfredo Espino, Prudencia Ayala, Salarrué, Matilde Elena López… La diferencia es que los talentos contemporáneos pasan inadvertidos, y plasman su aporte a nuestra cultura desde el asiento de un bus, en las praderas de San Pedro Nonualco, o en las arenas de la Barra de Santiago.

A nadie le interesa más este extraordinario pedazo de tierra que a nosotros los guanacos, los alegres, los trabajadores, los chiquitos, los trigueños… Nadie va a venir a contarnos nuestra historia, somos los únicos responsables y los únicos que podemos comprometernos.

Lograr el país que queremos solamente es posible si la juventud suma ideas y las convierte en proyectos y plataformas incluyentes. La desconexión entre la realidad y la agenda política-pública debe abastecerse de savia nueva. Este país necesita jóvenes líderes comprometidos con su generación y con el futuro, no con la ideología política.

Se acerca una batalla de ideas y no es contra compañeros o contra hermanos. Es contra nosotros mismos. Frente a los desafíos y demandas de la realidad actual se hace indispensable contar con una dosis de ánimo propositivo que solamente nuestra energía puede dar.

Reneguemos de la irresponsabilidad que significa ver pasar la vida. Aferrémonos a los ideales y transformemos nuestra vida. Para construir, reconstruir y deconstruir este país se hace necesario hacerlo, primero, en nuestro interior.

En 20 años, cuando nos releven los jóvenes nuevos, sabremos responder a ¿qué hiciste por este país?

No matemos a nuestros hijos. Salvemos a nuestros nietos.

@diegoechegoyen