Sus jefes en la Policía Nacional Civil quieren deshacerse de ella porque los denunció. Ella está convencida de que es así. Era una de las policías seleccionadas para formar la Unidad Táctica Especializada Policial (UTEP) en febrero de 2018, pero la dejaron fuera de un curso para especializarse y mantenerse dentro de la unidad élite. Según ella, por una sola razón: ser mujer. Este es su relato en primera persona.
Ricardo Flores, 24 septiembre 2018 / La Prensa Gráfica
Cuento mi caso porque tengo miedo que me maten. Estoy más que segura que me van a matar. Ellos mismos se encargaron de decirme que las denuncias que puse ante la Unidad de Derechos Humanos y la Inspectoría de la Policía Nacional Civil (PNC) no iban a prosperar y por eso era mejor que me quedara quieta, sin hacer ni decir nada.
Mi caso inició en diciembre del año pasado, unos días antes de que un agente del GRP matara a Carla Ayala. Yo era parte de la Sección Táctica Operativa (un grupo de la PNC que apoya en emergencias especiales) destacada en el municipio de Mejicanos cuando me seleccionaron como la única mujer del sector donde operaba para pertenecer a la Fuerza Especializada de Reacción El Salvador (FES).
En enero comenzaron las pruebas físicas y técnicas, las superé con notas sobresalientes. Hasta me sometí con éxito a la evaluación que hace la embajada de los Estados Unidos. Estaba, en teoría, lista para formar parte de la FES; pero decidieron disolver esa fuerza especializada, por la muerte de Carla.
El 11 de febrero pasado, nos convocaron a todas las mujeres STO a una reunión. Ahí nos invitaron a participar en ese nuevo grupo élite que iban a crear. Tomé a bien levantar la mano porque ya me había evaluado y había pasado todo. Sentía que estaba cumpliendo mi sueño de estar en el GRP. Me gusta ser policía y mi sueño en los cuatro años que tengo de vestir el uniforme policial era ser parte de esa unidad especializada. Me gusta lo táctico, servir a la gente, sentir la adrenalina. Dijeron que estaba bien y seleccionaron a 16 mujeres de todo el país. Yo era una de las que nos formamos en el estacionamiento del CIFCO aquel 14 de febrero. Nos pusieron un parche nuevo en el brazo con la leyenda UTEP-Jaguares.
El escándalo en el interior de la PNC tras el asesinato de Carla Ayala, la agente que fue atacada por sus mismos compañeros tras una fiesta navideña en la sede del extinto GRP, hizo que el director de la institución disolviera el grupo élite y lo renombrara como UTEP, una unidad formada por agentes destacados en la FES, GOPES y STO. El grupo fue presentado el 14 de febrero de 2018. El director de la PNC, Howard Cotto, entregó una rosa ese día a cada una de las 16 mujeres de la unidad.
Cuatro días después, los jefes de la UTEP me notificaron que iba a ir al curso avanzado de técnicas y tácticas policiales. El día que nos presentaron solo fue para mostrar el nuevo nombre de la máxima unidad élite de la PNC, pero nadie había sido capacitado. Yo estaba emocionada porque era la única mujer seleccionada para someterse a esa capacitación.
El 20 de marzo de 2018, cuando eran las 9:21 de la mañana, recibí una orden para alistar el equipo que necesitaría para el curso. Era feliz, todo estaba bien.
Tres horas después, fui al comedor de la UTEP a cenar y fue ahí cuando una compañera me dio la noticia de que yo estaba fuera de la convocatoria. En la entrada estaba uno de los jefes y le pregunté si me iban a brindar transporte para asistir al curso porque era necesario llevar armas y equipo. Me respondió que yo no iba porque era mujer.
Así comenzó mi discriminación.
El ministro de Justicia y Seguridad, Mauricio Ramírez Landaverde, dijo esto el día en que fue presentada la UTEP: «Esta unidad ofrece un mayor servicio a la mujer y también en atender la problemática interna de la mujer dentro de la PNC. Estas mujeres se comprometen a mantener un enfoque de género y en un trato igualitario de las mujeres».
Las jefaturas de la UTEP no quisieron hacer público mi retiro del curso, muchos compañeros hablaron mal de mí. Dijeron que me sacaron porque había dado el culo, porque estaba embarazada, oí muchos comentarios y les pedí que hicieran público la razón de mi separación; pero no quisieron hacerlo.
Seis días después, fui a poner la denuncia a la Unidad de Derechos Humanos de la PNC contra las jefaturas de la UTEP, el representante de los EUA y el grupo de instructores colombianos. También decidí activar el Protocolo para el Abordaje de la Violencia y Discriminación por Razones de Género contra las Mujeres al interior de la PNC. Eso desencadenó el acoso de tres de las compañeras porque «había denunciado a su jefecito».
Una de ellas me dijo en una reunión donde solo estábamos las mujeres de las UTEP que en un intercambio de disparos me iba a disparar a mí. Me llamó una mierda, un cero a la izquierda y que a partir de esa fecha nadie me iba a apoyar. Hice un informe de esa amenaza, porque no era posible que ella me tratara así.
El día en que se presentó a la UTEP, el director de la PNC dio un discurso con énfasis en el tema de género. Dijo que las mujeres «van a demostrar que es posible tener compañeras en estas unidades, no existe barrera que se sume a cualquier esfuerzo policial. Ustedes portarán este uniforme con mucho orgullo. Son parte de un todo, no están por debajo de nadie».
Después de eso, mis uniformes siempre estaban en la basura. A medianoche me movían la cama donde dormía, yo pensaba que era una emergencia. Decidí mejor dormir en el suelo, sobre una toalla, porque me bloqueaban llegar a la cama. Al verme en el piso decían «la perra está echada». El 29 de julio pasado, hubo otra convocatoria para ingresar al curso y seguir en la UTEP. Nos dijeron que las 16 debíamos ir porque necesitaban tener mujeres en la UTEP. En la primera semana me lanzaron mis pertenencias en una caja, me insultaban y por último me golpearon. Entonces, decidí desertar del curso. Hace un par de semanas, me llamaron de la subdirección de la PNC donde me dijeron que había llegado un documento para que me preguntaran si yo quería ser trasladada y dije que no. A pesar de eso, decidieron enviarme de forma arbitraria para un puesto policial en Soyapango.
Mi vida está en riesgo porque me mandan para un lugar donde varias de las jefaturas UTEP han estado y conocen bastante la zona. Quieren que me presente a un lugar donde no he solicitado estar me pone mal. Para donde me trasladaron es el infierno.
La Unidad de Derechos Humanos de la PNC ya resolvió que en mi caso hubo «vulneración de los derechos humanos por discriminación». En la Inspectoría también hay avances, pasó el caso a la Unidad de Investigación Disciplinaria que tiene potestad para enviarlo a un juzgado. A pesar de una resolución a mi favor, a ellos no les ha afectado en nada hasta hoy.
Mi vida está en riesgo por los pandilleros, por mis propios compañeros y por las jefaturas de la UTEP. No hay vida en la PNC para una mujer.