Albert Rivera

Macron: El liberalismo es progreso. De Albert Rivera

El presidente electo ha demostrado que en la nueva era política ya no valen muchas viejas premisas.

Emmanuel Macron posa junto a unas seguidoras este miércoles en París. Foto: Eric Feferberg AP

Albert Rivera es presidente del partido español Ciudadanos.

Albert Rivera, 11 mayo 2017 / EL PAIS

La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales de Francia ha demostrado que el liberalismo progresista gana terreno en Europa y empieza a dibujarse como la única opción política de futuro para poder afrontar los retos que nos plantea el Siglo XXI. Este joven economista de 39 años ha sido capaz de llevar a cabo una gesta electoral sin precedentes, a una velocidad de vértigo, apoyándose en un movimiento civil, En Marche!,y prescindiendo de las obsoletas estructuras de los viejos partidos. Además, ha logrado que en Francia se vote con ilusión y esperanza y no solo con miedo, al proponer a los franceses un programa liberal, moderno, reformista, progresista y europeísta.

Macron ha sabido hacer frente al populismo xenófobo del Frente Nacional y ha plantado cara a aquellos que como Le Pen o Mélenchon pretendían arrastrar a Francia hacia la autarquía y el aislacionismo. Pero la victoria electoral de Macron, además, ha puesto de manifiesto que los viejos partidos, el conservador y el socialista, no tienen respuestas ante las nuevas preguntas que inquietan a la sociedad francesa y europea.

Macron ha demostrado a su vez que en la nueva era política que vivimos muchas de las viejas premisas ya no son válidas y que la sociedad europea apuesta por nuevos proyectos que sean capaces de modernizar la economía, garantizar el bienestar y reformar las instituciones.

Es cierto que el nuevo presidente de Francia deberá ahora ahormar un equipo de gobierno preparado y potente, y de cara a las elecciones legislativas del próximo mes de junio Macron deberá conformar sus listas electorales. Pero me parecen desafíos alcanzables teniendo en cuenta la ilusión que ha despertado tanto en su país como en el resto de la Unión Europea.

El resultado de las elecciones francesas constata algo más profundo; que allí donde nació la idea de dividir el arco parlamentario entre izquierda y derecha es precisamente donde ha muerto esa dicotomía. Los nuevos ejes de la política mundial se han situado en la libertad frente al proteccionismo, en la esperanza frente al miedo, en la modernidad frente al inmovilismo, en la sociedad conectada frente a quienes reniegan de las nuevas tecnologías y en la competencia y el talento frente al monopolio y la mediocridad.

En estos tiempos de incertidumbre sobre nuestro futuro común es necesario que el liberalismo continúe en su senda ascendente para hacer frente a estos y otros muchos retos. Los liberales debemos conformar proyectos ganadores y de futuro para que los ciudadanos no se tengan que conformar con votar a partidos anquilosados en el pasado ni tampoco a formaciones que venden soluciones fáciles y fraudulentas ante problemas complejos.

«Allí donde nació la idea de dividir el parlamento entre izquierda
y derecha es donde ha muerto esa dicotomía»

Soy consciente de que la tarea que tiene por delante Macron no es fácil. Es la misma tarea a la que debemos atender los líderes políticos en toda Europa. Es necesario recuperar a la clase media trabajadora para que pueda volver a levantarse después de la crisis, es necesario sentar las bases de un mercado laboral justo y flexible, es necesario dar respuesta a la crisis de los refugiados que se hacinan a las puertas de nuestras fronteras en condiciones lamentables. Y también es necesario combatir sin tregua y unidos al terrorismo yihadista que tanto dolor está sembrando en el corazón de la UE.

Pero a pesar de los desafíos que tenemos por delante en Europa, que Francia haya apostado por un proyecto nuevo e ilusionante es un aliento de esperanza para los que defendemos la libertad, la igualdad y la fraternidad. Macron representa una oportunidad no solo para Francia sino también para la UE. Una oportunidad para renovar y relanzar nuestra unión y culminar en un futuro el proyecto de los Estados Unidos de Europa.

Finalmente, la victoria de Macron supone que uno de los países fundadores de la UE tenga por fin un gobierno liberal, sumándose a otros países como Finlandia, Holanda, Dinamarca, Bélgica, Luxemburgo, Estonia y Eslovenia.

Ahora el reto para los liberales españoles es ser capaces, no solo de estar en las instituciones y ser decisivos, sino también culminar un proyecto ganador que reagrupe a la mayoría de españoles desde el centro político en un nuevo proyecto para España. Un proyecto que pueda ofrecer nuevas respuestas ante las nuevas preguntas que genera un mundo global. Nos ponemos en marcha.

 

“Mi palabra ha perdido valor, seguro”. Entrevista a Albert Rivera

El candidato de Ciudadanos analiza la campaña a siete días de los comicios.

Albert Rivera, durante la entrevista. J. JIMÉNEZ / J. CASAL EDICIÓN: QUALITY

Albert Rivera, durante la entrevista. J. JIMÉNEZ / J. CASAL EDICIÓN: QUALITY


Rubén Amó, 20 junio 2016 / EL PAIS

Albert Rivera (Barcelona, 1979) convive con las imágenes eufóricas de sí mismo en la flamante sede madrileña de Ciudadanos. La única concesión iconográfica ajena consiste en un cartel electoral de Kennedy, cuya sonrisa de ganador predispone como una superstición a la ambición política del líder de Ciudadanos. Todavía no se ve presidente. Todavía.

Pregunta.– ¿Por qué Albert Rivera es el líder más querido y el menos votado?

el paisRespuesta.- Es bastante razonable. Somos un partido nuevo, que está en el centro y que tiene mucho voto colindante. Podemos ha tenido que hacer coaliciones para crecer. Nosotros no las hemos hecho. El problema es que las coaliciones son luego difíciles de gestionar. Nuestro modelo es ir creciendo a medio plazo, de manera consistente. Un proyecto, un partido, un espacio. Nos vota un 15% de la población, pero es muy interesante que muchos más españoles nos vean con buenos ojos y como una alternativa. Tengo 36 años.

P.- ¿Es Albert Rivera el líder que necesita el Partido Popular? ¿Le molesta la pregunta?

R.- Sentir que alguien te reconoce como su líder no es un problema. Lo que ocurre es que hay partidos, como el PP y PSOE, que tienen una crisis interna, y que se hallan en la situación de regenerarse, de entender a la sociedad. Pero me temo que están en la posición de no moverse. Las urnas nos dieron una lección a todos los partidos. A los nuevos nos dijeron que entrábamos con fuerza, pero no gobernábamos. A los viejos les dijeron que habían perdido el esquema de las mayorías absolutas. No hemos estado a la altura del cambio que la sociedad pide. Quien piense que va a haber otras elecciones, que se quite la idea de la cabeza.

P.- ¿Está seguro?

R.- No estoy seguro porque no depende de mí. Pero es insostenible un bloqueo que se ha producido por los sillones, los personalismos. He estado en todas las negociaciones. Y si hemos llegado a esta situación ha sido porque Rajoy ha defendido su castillo del PP, porque Sánchez tenía que conservar su liderazgo y porque la intransigencia de Iglesias obedecía al reparto de los sillones.

P.– ¿Cree que el próximo presidente del Gobierno estuvo el otro día en el debate a cuatro?

R.– A lo mejor no. España tiene que superar un bloqueo en el que los líderes son los escollos. Lo tengo muy claro. Yo no voy a ser un obstáculo a la formación de un gobierno, me quito del medio. Y esa reflexión la deberíamos hacer todos. Hemos llegado a un punto en que urgen las reformas —justicia, educación, administración, de transparencia, ley electoral, pacto constitucional…— y en que los personalismos no pueden bloquearlas. Hablo de una transición, de una mayoría parlamentaria, de un consenso, de un paréntesis reformista. Y para eso, tenemos que ser humildes y dar un paso atrás todos. Los españoles no se equivocaron votando. Nos equivocamos quienes no supimos ponernos de acuerdo.

P.– Lo que no está en su horizonte es apoyar a Rajoy.

R.– No está en mi horizonte porque conozco a mis votantes. Quieren cambiar las cosas. Estamos en un fin de ciclo. Rajoy no es la respuesta al revulsivo que necesita España. La respuesta a la indignación es una nueva etapa, unas nuevas políticas. Cuanto más inmovilismo haya, más crecerá la indignación y más ventaja obtendrá el populismo.

P.– ¿Cuándo se rompió y por qué lo suyo con Iglesias? De colegas y adalides generacionales han pasado a la total beligerancia.

R.– Nos llevamos bien en lo personal. Hay buena relación, pero después del 20-D no me ha gustado su comportamiento en la tribuna, la utilización del espacio público del Congreso, la criminalización del acuerdo con el PSOE al que estaba invitado. Me decepcionó. Entiendo la dialéctica política, pero no me gusta el enfrentamiento de los buenos contra los malos. Duelen las puyas. Y me desconcertó que Podemos ni siquiera se abstuviera en la investidura de Sánchez. Había suficientes puntos en común como para consentirla. En esas conversaciones, se rompió la confianza con Pablo Iglesias. No me gusta el juego táctico de Pablo Iglesias. Es listo, hábil, pero demasiado táctica y calculadora. Iglesias a veces hace trampas. Me moría de risa por dentro cuando le escuchaba susurrar en el debate: “No somos el enemigo, Pedro…”. El del CNI, el de la cal viva, hablaba como si fuera un cordero…

P.– ¿Por qué usted se trata con el PSOE como un aliado cuando es en realidad el adversario político más directo y concreto? ¿Los politólogos dicen que las pérdidas del Ciudadanos van al PP y las ganancias proceden del PSOE?

R.- Es una simplificación del mapa político que no tiene en cuenta, por ejemplo, la importancia de los indecisos. Que son un 20% a una sola semana de las elecciones. Por eso necesitamos la movilización. No reniego del acuerdo con el PSOE y asumo que pueda penalizarse en las urnas. Los políticos estamos obligados a un papel pedagógico. Y ese acuerdo demostraba una voluntad de consenso. Por eso pienso ahora que votar al PP y a Podemos es votar el bloqueo político. El voto potente por centro garantiza cambio y diálogo.

P.– ¿Ha perdido valor la palabra de Albert Rivera?

R.- Seguro que ha perdido valor mi palabra, sí. Cuando dije que si no gobernaba me iba a la oposición estaba convencido de ello. Nunca imaginé que ni el PP ni el PSOE fueran a ser incapaces de desencallar la situación. Ni pensé que Rajoy iba a rechazar el encargo del Rey. La realidad se hizo mucho más compleja. Me he vuelto más realista. Mis votantes saben ahora que estoy dispuesto a acuerdos, pero en condiciones muy concretas. Rajoy tendrá que negociar. Para gobernar hará falta mucha capacidad de seducción y de diálogo. Rajoy no sabe gobernar sin la mayoría absoluta.

P.- ¿Tiene Rivera menos tamaño del que aparenta?

R.- Depende de con quién me compare. Y lo tomo como un piropo. Hemos dado mucho peso a nuestros 40 diputados. Y no siendo decisivos, hemos tenido una gran influencia. Hemos sido una fuerza de diálogo. Ciudadanos crecerá en el parlamentarismo.

P.– ¿Y no le preocupa que se convierta en un partido irrelevante?

R.– Queremos ser decisivos. Si no lo somos, podemos consolidar un proyecto. No tenemos prisa. Queremos ser la palanca de cambio, pero aceptamos no serlo.

El viaje a Venezuela

P.– ¿Fue una frivolidad el viaje a Venezuela? Sobre todo por convertir la crisis de allí en una excusa para hacer campaña aquí.

R.– Me lo pensé mucho. Y pude haber ido en otros momentos. Pero, de hecho, siempre estoy en campaña. Me alegro de haber ido. Es una cuestión de empatía, de solidaridad, de compromiso. Impresiona ver a políticos en la cárcel o en arresto domiciliario. Conmueve el sufrimiento de esas familias. Intenté ser útil. Ayudar. Y creo que lo hice en mi discurso de la Asamblea.

P.– ¿Es Podemos la marcha chavista de España?

R.– Podemos es una sucursal chavista en España. Lo sigo pensando. Por ideología y por el impulso político y económico que ha recibido. Lo he visto. Ahí están las cuentas, los pagos, las conferencias. Y no pasa nada. Pero como no les va bien admitirlo, tratan de taparlo. No tendrían que esconderlo.

El proceso soberanista

P.- ¿En qué situación se encuentra el proceso soberanista después de la ruptura de la CUP?

R. El soberanismo ha llegado a su fin. Es un trayecto en vía muerta. Pero los líderes independentistas han fingido la realidad. No hay una mayoría social. Y sí hay un marco jurídico al que atenerse. Por eso no han encontrado puntos de apoyo fuera. La gran ficción fue el 27-S. Habían perdido y fingían la victoria. Habían perdido el plebiscito.

P.– ¿Y cuál es el siguiente movimiento?

R.– La solución es una reforma constitucional, el Estatuto de Cataluña, aunque es cierto que Podemos les ha insuflado aire con el referéndum, rompiendo el consenso de los partidos nacionales. Y es una vía. Podemos ha sido irresponsable. En lugar de escoger el camino de una reforma constitucional elige el cara o cruz.

Rivera hacia dentro

P.– Este es un partido muy identificado con su líder. Ciudadanos es Rivera. ¿Se ha sentido solo?

R.– Me he sentido solo, sobre todo al principio, cuando pusimos el partido en marcha. Tenía mucha gente alrededor, pero me sentía solo. Para tomar decisiones, en las dificultades. Y cuando te ves solo, en lugar de abrirte, te cierras. Y cuando te cierras no escuchas. He ido aprendiendo, dotándome de equipo. Tengo un núcleo de siete ocho personas al que llamo el grupo de la verdad. Y les exijo que me la digan. Estoy más arropado y más tranquilo. El Congreso me ha hecho madurar de golpe.

P.– ¿Ha tenido la tentación de dejar la política?

R.– Sí, un par de veces o tres. Al principio del proyecto. En 2009, cuando hubo una crisis. La gente que me quería me decía que lo dejara. Tuvimos un 0,7% de expectativa en Cataluña.

P.- ¿Qué haría si pudiera escaparse?

R. Me iría a una playa de las Baleares, con un libro, con mi chica, mi hija. Cenar tranquilo.

“El 27-S fue una gran ficción»

Pese a las obligaciones nacionales de Albert Rivera, no descuida su preocupación política en Cataluña. Preocupación y tranquilidad, toda vez que considera que el independentismo va a quedarse en vía muerta.

“Hasta ahora, los líderes independentistas han fingido la realidad. No hay una mayoría social y sí hay un marco jurídico al que atenerse. Por eso, no han encontrado puntos de apoyo fuera. La gran ficción fue el 27-S. Habían perdido y fingían la victoria. Habían perdido el plebiscito”, dice.

¿Qué remedios se advierten ahora? ¿Es posible retroceder el camino andado? “La solución es una reforma constitucional, el Estatuto de Cataluña, aunque es cierto que Podemos les ha insuflado aire con el referéndum, rompiendo el consenso de los partidos nacionales. Y es una vía. Podemos ha sido irresponsable. En lugar de escoger el camino de una reforma constitucional, elige el cara o cruz”, responde.

MI PLAN PARA ESPAÑA (III): Nuestro proyecto es España. De Albert Rivera/Ciudadanos

El periódico español El País publicó la serie «Mi plan para España», con una columna de cada uno de los candidatos a presidente de gobierno en las elecciones del 20 de diciembre 2015. Reproducimos los 5 artículos porque nos parecen de gran importancia también para el debate político en nuestro país.

Segunda Vuelta

Nuestro proyecto es España.
De Albert Rivera/Ciudadanos

Hemos superado juntos momentos muy difíciles. Tenemos un nuevo reto ante nosotros: volver a levantarnos y competir de nuevo con las mejores naciones.

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Albert Rivera, 10 diciembre 2015 / EL PAIS

Cuando los españoles nos hemos unido y superado nuestras diferencias hemos alcanzado grandes logros. En la Transición, los que pensaban diferente fueron capaces de dialogar y demostrar que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Esas mujeres y hombres pensaron antes en España y en el país que querían dejarles a sus hijos que en sus intereses, que en sus siglas.

Adolfo Suárez encabezó, junto a otros líderes políticos, una Transición que dejó asentados los pilares de nuestra democracia. Con la llegada al Gobierno del PSOE de Felipe González se afianzó el Estado de bienestar y entramos en la Unión Europea. En los años noventa, con el PP de Aznar se aplicaron políticas para modernizar la economía y cumplir los criterios de convergencia para entrar en el euro. Tres proyectos de país con sus luces y sombras, con sus aciertos y sus errores, pero de los que la mayoría de españoles se sintieron partícipes. A partir de entonces se acabaron los proyectos para España y empezaron los proyectos de partido. Y esa es la razón por la que quiero liderar un nuevo proyecto común para España.

A mí me importa más España que mi partido. En esta nueva etapa propondré un Gobierno de apertura del que formen parte los mejores, procedan de la sociedad civil o sean de Ciudadanos; o, incluso, incorporaré a personas de otros partidos políticos. Porque el talento tiene que estar al servicio de los ciudadanos más allá de las siglas.

Ha llegado la hora de ser ambiciosos, con un equipo de mujeres y hombres con las manos libres y limpias, que se pregunten, como hizo J. F. Kennedy, qué van a hacer por su país, y no solo qué va a hacer su país por ellos. Desde 2004 en España solo 13 de los 54 ministros han tenido experiencia laboral más allá de la política, personas que saben lo que es hacer una entrevista de trabajo, estudiar para una oposición o poner en marcha un negocio. Tanto PP como PSOE han convertido las instituciones en cotos cerrados donde colocar a los de su partido, en vez de valorar la capacidad y el talento.

Nuestra propuesta de un Gobierno de apertura ya es una realidad en muchas naciones democráticas. El nuevo presidente de Canadá, Justin Trudeau, ha incorporado a su Gobierno a médicos, empresarios, investigadores y, en definitiva, gente con experiencia laboral más allá de la política, personas que saben levantarse cada día para tirar adelante de un negocio, para cumplir un sueño. Profesionales exitosos que saben lo que es caerse, pero también, volver a levantarse.

Nos merecemos volver a confiar en las instituciones
y volver a ilusionarnos con nuestro país

Otros líderes como el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, o el expresidente francés, Nicolás Sarkozy, también incorporaron en sus Gobiernos a miembros de otros partidos, personas que no pensaban exactamente igual en todo, pero que compartían el sueño de construir un país mejor para sus ciudadanos.

Ciudadanos nació de esa manera. De una plataforma civil formada por un grupo de personas libres de distintos orígenes, profesiones y formas de pensar, pero con un mismo objetivo, transformar España. Esta corriente de opinión que hoy representamos ha abierto sus puertas a economistas, académicos, investigadores, servidores públicos, líderes sociales e incluso personas válidas de otros partidos que han querido venir a sumar y a aportar su esfuerzo y su talento. La nueva etapa que comienza necesita una nueva visión: integradora, abierta, responsable y que mira al futuro.

No va a ser fácil, pero estoy convencido de que solo de esta manera seremos capaces de poner en marcha las grandes reformas que necesita España. Porque muchas de las soluciones a los problemas de los españoles solo las lograremos juntos. Ha llegado la hora de que en los temas esenciales nos pongamos de acuerdo todos. Así lo hacen los Gobiernos de las grandes naciones del mundo, que piensan antes en las futuras generaciones que en sus propios intereses.

Impulsaré un Pacto Nacional por la Educación para que en un futuro, gobierne quien gobierne en nuestra nación, la formación de los futuros trabajadores y empresarios de España no dependa de la estrategia de los partidos, y sí de las estrategias de país. No podemos resignarnos a que en pleno siglo XXI nuestros jóvenes no puedan estudiar por falta de recursos, o que acaben la educación obligatoria sin saber inglés. PP y PSOE han sido incapaces de ponerse de acuerdo en algo tan importante, y su única propuesta siempre ha sido derogar la ley anterior. Con un Gobierno de apertura como el que proponemos y desde el centro político podremos liderar estos grandes acuerdos que necesitamos todos los españoles.

No habrá cambio sin responsabilidad y valentía
para hacer las reformas necesarias y urgentes

Además de reformar un pilar fundamental como la educación, será necesario llegar a grandes acuerdos de Estado para abordar las reformas estructurales que necesita España después de casi 40 años de democracia: un nuevo modelo económico, basado en el aumento de la productividad, en la innovación y en el conocimiento; una justicia despolitizada, ágil y eficaz, donde los jueces sean elegidos por mérito y capacidad y no por afinidad política; una democracia más fuerte con un nuevo sistema electoral donde los votos de los españoles valgan igual, donde los partidos hagan primarias y sean transparentes, y para que podamos escoger en un sistema con doble urna tanto a nuestros partidos como a nuestros representantes en listas abiertas. Y finalmente, una reforma que modernice nuestra Administración pública como ya han hecho los principales países de Europa en los últimos años, eliminando duplicidades, cargos de confianza y burocracia, con el objetivo de mejorar nuestros servicios públicos.

No impulsaremos un verdadero cambio si los que queremos gobernar España no somos valientes y responsables para afrontar estas reformas tan necesarias como urgentes.

Los españoles somos afortunados porque, a pesar de todo, tenemos en nuestras manos y en nuestro voto la posibilidad de abrir una nueva etapa para España. Nos encontramos ante la oportunidad histórica de volver a poner por delante lo que nos une, y de dejar de preguntarnos qué somos y empezar a trabajar por lo que queremos ser. No podemos desaprovecharla. Los ciudadanos nos merecemos volver a confiar en nuestras instituciones y volver a ilusionarnos con nuestro país. Hemos vivido momentos muy difíciles, pero siempre los hemos superado juntos. Tenemos un nuevo reto ante nosotros: volver a levantarnos y competir de nuevo con las mejores naciones del mundo. Porque nuestro proyecto no es solo ganar las elecciones, nuestro proyecto es cambiar España. Nuestro proyecto es España.

Albert Rivera es el cabeza de lista de Ciudadanos en las elecciones del 20-D.

LOS CINCO CANDIDATOS:

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Una nueva Constitución, un nuevo país

La crisis es una oportunidad para repensar la política y abrir una etapa con derechos sociales blindados, un sistema de renta básica y una economía que reparta el trabajo. Por ALBERTO GARZÓN (IU).

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Un nuevo compromiso histórico

En este momento crucial de la nueva Transición, Podemos y otras fuerzas deben concretar constitucionalmente con sus adversarios los términos de un gran acuerdo. Por PABLO IGLESIAS (Podemos)

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Nuestro proyecto es España

Hemos superado juntos momentos muy difíciles. Tenemos un nuevo reto ante nosotros: volver a levantarnos y competir de nuevo con las mejores naciones. Por ALBERT RIVERA (Ciudadanos)

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La España que queremos

Tenemos que renovar el pacto constitucional. La mejor enseñanza que nos dejaron las generaciones anteriores es que solo entre todos podremos construir este país. Por PEDRO SÁNCHEZ (PSOE)

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Veinte millones de razones

Esta cita con las urnas tiene una trascendencia particular. Nos jugamos consolidar o abandonar la línea ascendente que hemos seguido desde 2011. Por MARIANO RAJOY (PP)