La decisión de la Mesa de Unidad Democrática MUD (la coordinadora de los partidos opositores en Venezuela) de aceptar la convocatoria del Vaticano a un diálogo entre gobierno y MUD y la suspensión temporal de las protestas de calle mientras se esté dialogando ha provocado un debate controversial sobre la estrategia a seguir de la oposición.
Hemos escogido dos artículos que representan los dos polos en este debate: Una crítica muy fuerte, escrita por el politólogo argentino y columnista de EL PAIS Héctor Schamis, titulada “La autodestrucción de la MUD”; y un análisis publicado por el secretario ejecutivo de la MUD Jesús Chuo Torrealba, titulado “¿Quiénes son los que -de verdad- le están dando oxígeno a Maduro?”
Además facilitamos una serie de links a otros participantes del debate.
Segunda Vuelta
La autodestrucción de la MUD. De Héctor Schamis
Sin libertad, “convivir en paz” solo se logra con opresión y sometimiento.
Héctor Schamis, 19 noviembre 2016 / EL PAIS
El 18 de octubre la autoridad electoral de Venezuela anunció la postergación de las elecciones regionales. Dos días más tarde comunicó que el referéndum revocatorio no se realizará antes del 10 de enero próximo. Pasada esa fecha, de haber revocatorio asumiría el vicepresidente. El oficialismo seguirá en el poder.
La oposición reaccionó con promesas de marchas y juicio político contra el presidente Maduro en la Asamblea Nacional. Con retórica combativa, los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática presentaron un programa de movilizaciones, un verdadero plan de lucha. Vulnerado el mecanismo de cambio previsto por la constitución, ahora la acción política tendría lugar en la calle. Venezuela en su día D.
Lo cual no ocurrió, sin que la MUD haya explicado las razones. Lo que sí se sabe es que entraron los enviados del Vaticano a escena, el subsecretario Shannon tomó otro avión a Caracas y entre todos pronunciaron la palabra mágica. La explosiva retórica de la MUD terminó con la pólvora mojada. Se unió Zapatero con su equipo de mediadores y se puso en marcha un nuevo capítulo—y van—de la palabra mágica: diálogo.
De la prometida madre de todas las movilizaciones a sentarse alrededor de una mesa, apenas horas después de que el gobierno anulara el derecho al voto. Producía una cierta incomodidad mirar la escena por la pantalla, con el vocero de la oposición Chúo Torrealba cubierto de abrazos cómplices. Maduro, que mide 1.90 y debe pesar sus buenos 130 kilos, lo saludaba con palmadas paternalistas. El poder no se declama y mucho menos se grita, noción ajena a varios dirigentes de la MUD. Solo se exhibe.
Esa noche Maduro bailaba en televisión. Imágenes concluyentes; del colapso de la MUD, esto es. A los pocos días siguió una incomprensible pendiente, sacrificando los principios para ser parte de esa conversación. Ello ante el estupor de muchos venezolanos tanto como de observadores internacionales. Es una negociación que se ha prolongado por más de dos años sin arrojar otro resultado—¿sin tener otro objetivo?—que la permanencia del chavismo en el poder.
A los pocos días se firmó una declaración conjunta. En la misma, la MUD aceptó trabajar con el gobierno “para combatir toda forma de sabotaje, boicot o agresión a la economía”, lenguaje oficialista que atribuye responsabilidad por la crisis económica a actores privados. Ello en lugar del gobierno, su incompetencia y la corrupción.
“La MUD se ha convertido en ficción. Han olvidado la democracia,
los derechos humanos y la Carta Interamericana que tanto invocaron”
También acordaron resolver la crisis entre la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia desincorporando tres diputados y repitiendo la elección de Amazonas, en tácita admisión de haber cometido fraude según los acusó el gobierno. Miopía mayúscula: además del riesgo de perder la mayoría parlamentaria propia, la MUD se inhabilita a sí misma para formular cualquier reclamo electoral en el futuro.
A posteriori un dirigente opositor agregó la “liberación de personas detenidas”—textual—en el acuerdo. El eufemismo produjo indignación entre los presos políticos y sus familiares, ahora convertidos en rehenes, liberados en cuentagotas y a través del chantaje del silencio. Mas aún, ello oculta que por cada preso que sale por la puerta de adelante, otro ha ingresado a prisión por la puerta del fondo. Es el estilo cubano: la represión quirúrgica, no en masa como hacían Videla y Pinochet.
Qué lejana se ve la resonante victoria de un año atrás. Es que han hipotecado su credibilidad frente a la sociedad, rifando aquel capital político al punto de la auto destrucción. Como resultado, la MUD se ha convertido en ficción. Han olvidado la democracia, los derechos humanos y la Carta Interamericana que tanto invocaron. Ya no está unida y, después de incontables claudicaciones a cambio de nada, la mesa solo tiene tres patas; mesas inestables por definición.
Paradójicamente, la declaración conjunta firmada por el gobierno y la oposición lleva por título “Convivir en Paz”. Tal vez no sepan que sin libertad y sin derechos, la paz solo se logra por medio de la opresión y el sometimiento.
¿Quiénes son los que -de verdad- le están dando oxígeno a Maduro? De Jesus Chuo Torrealba
El gobierno de Maduro está aislado, debilitado, es claramente minoritario en el país y esta intensamente desprestigiado en el campo internacional… ¡Pero no está caído!
Jesus Chuo Torrealba, 20 noviembre 2016 / UNIDAD
¿Que está pasando en este país? ¿El viernes 26 de Octubre no estábamos con un mar de gente en la autopista, y en la tarima unos líderes no estaban diciendo que el siguiente jueves 3 de noviembre íbamos a Miraflores “porque este país no aguanta más” y porque “la gente quiere algo contundente”? Entonces, ¿Qué hacemos ahora sentados en una mesa de diálogo con Tareck El Aissami , Elias Jaua y Jorge Rodríguez? ¿Es que “le perdonamos la vida a una dictadura que estaba en el suelo”? ¿Le pusimos una “bombona de oxígeno” a Maduro al acudir al diálogo?
Hay muchos, muchísimos, que se hacen estas preguntas con sincera ansiedad, con legítima angustia, con auténtico sentido de urgencia venezolana, alejados de cualquier cálculo partidista o del histrionismo de ciertos “liderazgos”. También, ciertamente, hay quienes hacen preguntas como estas con evidente intención manipuladora (son los que, aún en medio de esta terrible crisis nacional, están más interesados en disputar el liderazgo opositor que en sacar a Maduro del poder). Pero lo cierto es que esas preguntas están ahí, en la realidad, porque también en la realidad están las contradicciones que generan esas interrogantes. Y lo serio, lo responsable, es responderlas, no evadirlas.
Entonces, veamos: ¿Es verdad que hace apenas tres semanas “íbamos en ruta ascendente” y que “la transición estaba cerca”? ¿Es cierto que la Asamblea Nacional “estaba a la ofensiva” y que estábamos a punto de destituir a Maduro en un “juicio político” y convocar por nuestra cuenta a nuevas elecciones? ¿Tiene asidero en la realidad eso de que la comunidad internacional entera “reconoció como golpe de estado” la decisión del régimen de secuestrar judicialmente el RR el pasado 20 de Octubre, y que el diálogo con el Vaticano hizo que esa solidaridad internacional se enfriara o se perdiera?
La verdad verdadera, punto por punto, es que NO es así: Muchos países y diversos organismos internacionales expresaron su “preocupación” por el secuestro judicial del Referendo Revocatorio, pero ninguno acusó al gobierno de haber perpetrado un “golpe de estado”, aunque lo fue, y todos (desde la OEA hasta el Parlamento Europeo, desde el Departamento de Estado Norteamericano hasta las cancillerías de Brasil, Argentina, México, Colombia, Perú, Uruguay, Paraguay y Canada, entre otras) manifestaron su respaldo al diálogo convocado por el Vaticano como mecanismo para destrabar el conflicto venezolano y construir una solución pacífica, constitucional y electoral.
La verdad verdadera es que en la Constitución Nacional NO EXISTE la figura del “juicio político” o “impeachment”, como el que sacó del poder a Richard Nixon en Estados Unidos o a Dilma Rousseff en Brasil, sino la posibilidad de investigar, debatir y determinar en el parlamento la RESPONSABILIDAD POLÍTICA del presidente en la crisis, tras lo cual tocaría actuar… a los órganos del llamado “Poder Moral”.
La verdad verdadera es que hace tres semanas no íbamos “en ruta ascendente” ni estábamos “más cerca de la transición”. Hace tres semanas el pueblo venezolano lo que estaba era justamente indignado, furioso, porque el régimen de manera irresponsable había bloqueado la salida electoral, y en vez de encontrarse con un liderazgo que claramente le dijera que lo que viene es una lucha que será muy dura y que puede no ser breve, se encontró con una no consensuada convocatoria para marchar “a Miraflores”, que se cayó no por la solicitud del Vaticano para suspenderla, sino por la irracionalidad misma de convocarla.
Y aquí llegamos al punto: En la historia reciente venezolana una marcha a Miraflores no es una protesta más, sino un evento que puede desencadenar otros que a su vez pueden generar hasta un cambio de gobierno. Un sector del país (no los “radicales” de siempre, no los “guerreros del teclado”, sino muchos venezolanos verdaderamente urgidos por lo desesperante de la crisis) tiene derecho hoy a preguntarse: “¿Si hace quince días supuestamente podíamos sacar del poder a estos tipos con una marcha, porque ahora tenemos que dialogar con ellos?”. Por respeto a esos venezolanos hay que hablar con claridad y responsabilidad, y decir lo siguiente:
El gobierno de Maduro está aislado, debilitado, es claramente minoritario en el país y esta intensamente desprestigiado en el campo internacional… ¡Pero no está caído! El régimen tiene aún todos los recursos de la violencia legal e ilegal, tiene el control absoluto de todas las instituciones salvo la Asamblea Nacional, tiene el control de todas las palancas de la economía y, aún siendo minoritario, tiene todavía el respaldo de casi 20% de la población. Para tener una idea de lo que significa un apoyo de ese tamaño quizá baste recordar que en su segundo periodo el presidente Rafael Caldera ejerció buena parte de su mandato con un respaldo que según las encuestas de la época osciló entre el 7 y el 9%.
Derrotar a un gobierno en esas condiciones además de posible es necesario, pero su salida no será consecuencia de un “evento traumático” determinado sólo por el voluntarismo o la testosterona. Ya el campo democrático le quitó la mayoría al régimen, lo que lo obligó a violar la Constitucion para secuestrar el RR y a sentarse luego con quien no quería, con la Unidad Democrática y con el Vaticano, para negociar una solución al callejón sin salida en que ellos mismos se metieron. Todo eso se ha logrado hasta ahora gracias a dos cosas: Una estrategia clara y una unidad consistente. Abandonar la estrategia hasta ahora victoriosa (constitucional, pacífica, electoral y democrática) y dividir o debilitar la Unidad que hasta ahora nos ha permitido avanzar, sería un error trágico e imperdonable.
Hay que mantener la estrategia, porque es victoriosa, pero hay que variar la táctica, porque las condiciones en que se da la lucha también cambiaron. Ya no hay un horizonte electoral inmediato. La lucha hoy es por recuperar el derecho al voto para poder lograr el cambio urgente en paz. En consecuencia, ahora la táctica pasa entonces por combinar acertadamente la presión de calle, el combate político en la Asamblea Nacional, la negociación asertiva y dura en la Mesa de Diálogo y el activismo intenso en el ámbito internacional.
Estemos claros, entonces. Aquí no se “enfrió la calle”: Se desconvocó una marcha y el error, como dijo el Padre Luis Ugalde, sólo estuvo en convocarla; Aquí no “se entregó el juicio político” porque no se puede entregar lo que no existe; Aquí no “se entregó el RR” porque quien lo secuestró fue el gobierno y todo lo que se está haciendo es precisamente para recuperar el voto y conquistar la solución electoral. Aquí lo que viene no es histeria, desmoralización y desmovilización, sino razón, pasión y lucha.
Lucha que va a durar lo que tenga que durar: Hay que superar el infantilismo demagógico de estarle diciendo al país que “el próximo jueves, el martes siguiente, la quincena entrante” tendrá lugar la famosa “batalla final”. Esos ultimátum hasta ahora no han servido para impactar al gobierno sino para afectar a la oposición, ilusionándola primero y frustrándola después. Esta lucha va a durar lo que tenga que durar, repetimos. Pero durará menos si en esta nueva y terminal fase de la crisis política nos mantenemos unidos y coherentes, es decir, si lo que hacemos en un escenario (por ejemplo: la calle) fortalece y respalda lo que hacemos en otro (por ejemplo: el diálogo) y viceversa.
Pero si, como en días recientes, lo que unos hacen en las redes insulta y descalifica lo que otros hacen en la Mesa; Si en vez de hacerle presión al gobierno se le hace presión a la MUD; Si en vez de tener un liderazgo avanzando cohesionado quitándole terreno al gobierno, tenemos a individuos y partidos contradiciéndose (“me siento, me paro, sigo, me voy, llamo a Miraflores, desconvoco a Miraflores”, etc.) por estar más interesados en preservar el interés electoral de sus parcelas que en el avance de la estrategia de todos, si eso sigue ocurriendo, ya usted sabrá quienes de verdad le están poniendo una bombona de oxígeno a la dictadura.
Y el pueblo democrático encontrará la manera de seguir luchando y salir de esta catástrofe con claridad y sin demagogia, con unidad y sin protagonismos, con un proyecto de país y no con las costosas ocurrencias de los “iluminados” e “iluminadas” de siempre. ¡Palante!