Sergio Ramírez

El delito de ser ciudadano . De Sergio Ramírez

El verdadero golpe de Estado en Nicaragua lo ha dado el Gobierno al suprimir los derechos y las libertades.

Sede del canal de televisión 100% Noticias. MAYNOR VALENZUELA AFP
Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

27 diciembre 2018 / EL PAIS

Frente a la resistencia ciudadana en Nicaragua, el régimen ha insistido en crear una verdad alternativa paralela a la de los hechos reales: la invención de un golpe de Estado organizado por terroristas de profesión que actúan “movidos por el odio”. Esa es la historia que repiten los medios fieles al Gobierno, y que los fiscales y jueces utilizan para acusar y procesar a los ciudadanos. Cerca de 600 “golpistas” están en las cárceles.

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El demoledor informe presentado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) viene a desmentir de manera rotunda esta verdad alternativa, al concluir que no existe ninguna evidencia que sustente el golpe de Estado.

Por el contrario, para el GIEI, el Estado de Nicaragua ha llevado a cabo conductas que de acuerdo con el derecho internacional deben considerarse crímenes de lesa humanidad, particularmente asesinatos, privación arbitraria de la libertad y el crimen de persecución”.

La insistente propaganda alrededor del golpe de Estado no va dirigida a la ciudadanía en general, sino a la clientela partidaria que rodea a la pareja presidencial, a fin de crear justificaciones y motivos “legítimos” a la represión que el informe desnuda y condena.

El Grupo de Expertos de la OEA desmonta claramente la falacia. A partir del 18 de abril de este año lo que se creó en Nicaragua fue un movimiento espontáneo, que creció y se multiplicó sin la dirección de nadie en particular, menos que tuviera una línea estratégica conspirativa.

«A partir de abril de este año lo que se creó fue un movimiento espontáneo, que creció y se multiplicó sin la dirección de nadie en particular»

Los golpes de Estado no se urden en las calles, entre estudiantes y pobladores de barrios, sino en la sombra; se preparan en los cuarteles, y se planean en secreto. No los ejecuta tampoco gente desarmada, muchachos que pelean con piedras y morteros caseros, y hasta con tiradoras de hule.

A estas alturas, queda claro que la verdad alternativa del golpe de Estado fue creada directamente en contra del concepto de ciudadanía. Hay una tachadura negra sobre la palabra ciudadano para oscurecerla, o borrarla.

Es un castigo impuesto desde el poder: si quienes salieron a protestar de manera masiva fueron los ciudadanos, en uso de las libertades públicas inherentes a su soberanía individual, libertad de movilización y libertad de expresión, para empezar, y fueron reprimidos por eso, los presos políticos han perdido también el derecho al debido proceso: detención dentro del término de ley, derecho a la defensa, a un juicio público, a jueces imparciales. El poder dicta que los golpistas y terroristas no tienen ningún derecho, lo que se puede leer como: los ciudadanos no tienen ningún derecho.

Las garantías constitucionales se encuentran suspendidas de hecho, y está prohibido manifestarse. Aún para las procesiones religiosas se exige permiso policial. Es obligatorio entregar los teléfonos móviles si son requeridos, y los mensajes en redes sociales que guardan son examinados o copiados, con lo que el derecho a la privacidad de la correspondencia ha quedado abolido.

Debido a la que bandera de Nicaragua se volvió un símbolo subversivo, porque el azul y el blanco son los colores de la resistencia ciudadana, está prohibido exhibirla o portarla, lo mismo que elevar globos con esos colores.

Está suspendido el derecho ciudadano de informar libremente y recibir información. Por eso fue asaltada la Redacción del periódico Confidencial y la de los programas de televisión Esta semana y Esta noche de Carlos Fernando Chamorro, y sus bienes y equipos confiscados. Por eso fueron asaltadas también las instalaciones de la televisión 100% Noticias y su director, Miguel Mora, apresado y puesto a la orden de los tribunales, por cometer “delitos impulsados por el odio como consecuencia de la provocación, apología e inducción al terrorismo”: El terrorismo de informar.

En las aduanas se retiene el papel y los insumos para los periódicos escritos, al estilo Venezuela, y los dos diarios del país, La Prensa y El Nuevo Diario, apenas tienen mes y medio de existencias para imprimir. Luego, les tocará desaparecer.

De las organizaciones de la sociedad civil que promueven la libertad de expresión, los derechos humanos, la democracia, las encuestas de opinión, y hasta la defensa de la naturaleza, nueve han sido ilegalizadas, obligadas a cerrar por decreto y sus bienes también confiscados.

Entonces, el verdadero golpe de Estado se ha dado contra los ciudadanos, contra su condición de personas libres. Sus derechos han sido suprimidos. Se les discrimina, y se les anula. Esos derechos solo existen para quienes están en las filas del régimen y son parte del aparato de poder, y disfrutan, además, de un derecho exclusivo: el de la impunidad.

Parque Jurásico. De Sergio Ramírez

La defensa de la represión en Nicaragua que ha hecho el Foro de Sao Paulo es retórica vacía y contraria al espíritu humanista de la izquierda.

Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

25 julio 2018 / EL PAIS

Hace poco el senado uruguayo votó por unanimidad una resolución de condena a la represión sangrienta que sufre Nicaragua. El Frente Amplio que cobija a la izquierda de distintos matices, el Partido Nacional y el Partido Colorado, de derecha y centro derecha, y los socialdemócratas, liberales, socialcristianos, todos concurrieron en reclamar a Ortega «el cese inmediato de la violencia contra el pueblo nicaragüense». Durante el debate, el expresidente José Mujica, al referirse a los cerca de 350 muertos de la masacre continuada, dijo unas palabras que suenan ejemplares: «me siento mal, porque conozco gente tan vieja como yo, porque recuerdo nombres y compañeros que dejaron la vida en Nicaragua, peleando por un sueño…y siento que algo que fue un sueño cae en autocracia…quienes ayer fueron revolucionarios, perdieron el sentido en la vida. Hay momentos en que hay que decir ‘me voy'».

Son palabras ejemplares porque representan lo que siempre he creído son los fundamentos éticos de la izquierda, basados en ideales permanentes más que en ideologías que se quedan mirando hacia el pasado. Una postura similar la han asumido partidos y personalidades de izquierda en España, Chile, Argentina, México, que rechazan el fácil y trasnochado expediente de justificar la violencia del régimen de Ortega contra su propio pueblo, echando las culpas al imperialismo yanqui, según la cartilla.

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Es lo que ha hecho el Foro de Sao Paulo, reunido en La Habana, al emitir una declaración en la que, con pasmoso cinismo, se rechaza “el injerencismo e intervencionismo extranjero del gobierno de Estados Unidos a través de sus agencias en Nicaragua, organizando y dirigiendo a la ultraderecha local para aplicar una vez más su conocida fórmula del mal llamado “golpe suave” para el derrocamiento de gobiernos que no responden a sus intereses, así como la actuación parcializada de los organismos internacionales subordinados a los designios del imperialismo, como es el caso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)”.

Hay que leer en voz alta a estos señores reunidos en La Habana la declaración de Podemos emitida en Madrid: “reclamamos la investigación y el esclarecimiento de todos los hechos sucedidos durante las movilizaciones, incluyendo la rendición de cuentas ante los tribunales por parte de las autoridades policiales y políticas que se hallen responsables de las violaciones de los Derechos Humanos cometidas”.

El coro burocrático en La Habana termina justificando crímenes
en nombre de una ideología férrea que no acepta los cambios de la historia

A un discurso trasnochado lo acompaña siempre un lenguaje obsoleto. ¿Esta del Foro de Sao Paulo es la izquierda, o lo es la que representa el pensamiento humanista de José Mujica? Aquella pesada diatriba nada tiene que ver con la realidad de Nicaragua. Es la retórica hueca, lejana a todo contacto con la verdad, que se quedó perdida en las elucubraciones de una ideología fosilizada. En el parque jurásico no hay pensamiento crítico.

El oficio ético de la izquierda fue siempre estar del lado de los más pobres y humildes, con sentimiento y sensibilidad, como lo hace Mujica. En cambio, el coro burocrático termina justificando crímenes en nombre de una ideología férrea que no acepta los cambios de la historia. Defender el régimen de Ortega como de izquierda, es solo defender su alineamiento dentro de lo que queda del ALBA, que ya no es mucho, tras el fin de la edad de oro del petróleo venezolano gratis, y el golpe mortal que le ha dado, también desde una posición ética, el presidente Moreno de Ecuador.

Para entender el lenguaje perverso de quienes redactaron la resolución del Foro de Sao Paulo, y los sentimientos de quienes la aprobaron, hay que ponerse la capucha de los paramilitares que sostienen a sangre y fuego al régimen en Nicaragua, y olvidarse de las centenares de víctimas, entre ellos niños y adolescentes.

No puedo imaginar a un ultraderechista aliado del imperialismo yanqui más atípico que Alvarito Conrado, el niño de 15 años, estudiante de secundaria, que por un natural sentido de humanidad corría a llevar agua a unos muchachos desarmados que defendían una barricada en las cercanías de la Universidad Nacional de Ingeniería, y le dispararon un tiro en el cuello con un arma de guerra. Fue al mediodía del 20 de abril, muy al inicio de las protestas que ya duran tres meses. Lo llevaron, herido de muerte, al hospital Cruz Azul del Seguro Social, y se negaron a atenderlo. Murió desangrado. Alvarito es hoy un icono, con su sonrisa inocente y sus grandes lentes. Agente del imperialismo, conspirador de la ultraderecha empeñado en derrocar a un gobierno democrático de izquierda. La izquierda jurásica.

Cambia, todo cambia. De Sergio Ramírez

Lo único que no ha cambiado en Nicaragua es la esperanza por una vida nueva, y la fe en un país democrático, justo y libre.

Manifestantes disparan morteros caseros, el pasado 9 de junio, durante los enfrentamientos entre manifestantes y policias en Masaya (Nicaragua). Foto: Bienvenido Velasco Blanco EFE

Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

11 junio 2018 / EL PAIS

Nicaragua es hoy un país distinto. Otro país. Quien lo vio antes del 18 de abril, cuando comenzaron las matanzas indiscriminadas de jóvenes, hoy no lo reconocería. Pero tampoco lo reconoce, menos de dos meses después, quien estuvo para esos primeros días infernales. Así me lo dice el periodista salvadoreño Carlos Dada, testigo de aquella primera rebelión desarmada reprimida salvajemente en las calles de Managua, y ha vuelto ahora, más de un mes después, y se aloja en el mismo hotel donde, si antes había alguno huéspedes, hoy él es el único, y la penumbra en la sala de estar ha crecido en medio de la soledad

Para finales de abril la Cid Gallup publicó una encuesta donde el 70% de la gente rechazaba la permanencia del matrimonio presidencial en el poder. Lo primero que la firma encuestadora reconocía es que ahora sí la gente se había expresado con libertad, diciendo lo que pensaba, sin miedo ni dobleces. Primer gran cambio a anotar.

Para entonces los asesinados eran 35; ahora que ya vamos llegando a los 140, ese 70% de repudio debe haber seguido creciendo, sobre todo después del fatídico 30 de mayo, cuando la gigantesca marcha en homenaje a las madres de los caídos, que congregó en Managua a cerca de medio millón de nicaragüenses, terminó en una despiadada masacre bajo el fuego de francotiradores apostados en las alturas del estadio nacional de béisbol Denis Martinez.

Denis, el pitcher latinoamericano de grandes ligas con el récord de mayor número de juegos ganados, y dueño de la hazaña de haber lanzado un juego perfecto, protestó con firmeza porque el estadio que lleva su nombre fuera empleado para actos de violencia contra el pueblo que lo venera como un héroe nacional.

Luego, cuando las temibles camionetas Hilux de doble cabina, con sicarios cubiertos con pasamontañas que disparan sin piedad ni contemplaciones desde la tina, empezaron a multiplicar sus recorridos por las calles, y crecieron los asaltos y saqueos, la vida nocturna empezó a apagarse y los restaurantes y los bares a cerrar sus puertas. Hoy hay un toque de queda voluntario después de las seis de la tarde.

«Nicaragua es hoy un país distinto. Otro país»

¿Cómo ha seguido cambiando el país? En los barrios de Managua, para impedir el paso de las funestas Hilux, la gente levanta barricadas de adoquines o cualquier material a mano. Y las carreteras están cortadas por más de 80 tranques que son el aviso de un verdadero paro nacional. Mientras en el diálogo nacional mediado por los obispos de la iglesia católica, ahora interrumpido, el Gobierno no acepte negociar la democratización, —que empieza por parar la violencia policial y de las fuerzas paramilitares, y adelantar para una fecha inmediata las elecciones, con un nuevo tribunal electoral y con garantías internacionales, sin Ortega ni su esposa de candidatos—, el paro nacional va a seguirse consolidando, sin que nadie lo decrete.

Los tranques en las carreteras, que son la expresión más evidente de la protesta ciudadana, van paralizando al país. Los suministros básicos y el combustible comienzan a escasear, y miles de furgones de carga, que atraviesan Nicaragua para ir desde Guatemala a Panamá y viceversa, se han quedado entrampados en las carreteras. Las fronteras al norte y al sur del país, están cerradas. Y los tranques son un verdadero cerco alrededor de Managua.

«Los suministros básicos y el combustible comienzan a escasear»

Entonces, tampoco la ciudad de Masaya, cercana a la capital, era hoy lo que es, un bastión de la resistencia civil. Trancada por todos sus costados con parapetos de compleja construcción, las calles cortadas a trechos en cada barrio por barricadas, la autoridad real, porque ahora la autoridad moral es lo que más pesa, la tiene el sacerdote Edwin Román, párroco de la iglesia de San Miguel. Mientras tanto, la fuerza policial se halla sitiada dentro de su cuartel.

La ciudadanía desarmada controla ahora una ciudad entera donde la represión se ha enseñado no solo matando jóvenes, sino también incendiando, y saqueando comercios de todo tamaño. El baluarte es el barrio indígena de Monimbó, como lo fue durante la insurrección que derrocó a Somoza.

Una ciudad tapiada hacia afuera, pero donde la vida ciudadana se hace con la normalidad que se puede. Un amigo me dice que sortea las barricadas para ir por el pan y los nacatamales del desayuno del domingo. Solo hay que cuidarse de los francotiradores.

Lo único que no ha cambiado en Nicaragua es la esperanza por una vida nueva, y la fe en un país democrático, justo y libre.

Fantasmas despiertos. De Sergio Ramírez

El populismo que Evita Perón inventó en Argentina sigue vivo en Venezuela con el chavismo.

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va Perón saluda a sus seguidores durante un acto público en Buenos Aires EN 1950. AP

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Felicitamos a Sergio Ramírez por el Premio Cervantes 2017

Sergio Ramírez, 17 noviembre 2017 / EL PAIS

Hay un parentesco directo entre lo que podríamos llamar el modelo chavista, copiado con variantes en Nicaragua, Bolivia o Ecuador, y el peronismo de mediados del siglo pasado en Argentina. Sólo que Chávez se valió solo, como cabeza única, y el general Perón necesitó del auxilio invaluable de su esposa, la Evita icono de musicales, novelas y posters, entronizada en los mismos altares donde se venera al Che Guevara, a John Lennon o a Marilyn Monroe.

Ella inventó la insignia del populismo: abrir las arcas del Estado para dar, sin control ni medida, haciendo de la beneficencia pública una gran función de Estado envuelta en una formidable parafernalia. Una gran caja chica donde el benefactor también puede meter las manos para su propio beneficio. La caridad con el paiscategoría institucional, para atraer la adhesión política de los desposeídos, que al recibir algo despiertan en los demás la esperanza de que también van a ser parte del magnánimo botín, aunque nunca les llegue el turno de recibir una máquina de coser, una cama, una beca, unas bolsas de cemento, un techo de zinc, unas aves de corral, una vaca parida.

En la Fundación Eva Perón, creada en 1948 como una gran maquinaria demagógica de regalar muñecas y triciclos para los niños, muletas y prótesis a los ancianos, bicicletas y cocinas, sin que las estructuras sociales dejaran de ser tan injustas como siempre, está la raíz de todo lo que hemos conocido como socialismo del siglo XXI, multiplicado con creces por Chávez y sus imitadores populistas.

Evita se valió para sus dispendios colosales de las reservas de oro de Argentina, entonces las más grandes del mundo; Chávez, ya lo sabemos, del petróleo de Venezuela, también las reservas más grandes del mundo. Y ambas economías, que parecían inconmovibles, quedaron en quiebra.

Pude ver algo de lo que son estas raíces del populismo en mi visita al Museo Evita en Palermo, que ahora funciona donde estuvo el Hogar de Tránsito número 2, destinado a socorrer a las mujeres necesitadas y a sus hijos. Esta era una de las decenas de instituciones de caridad que la Fundación tenía abiertas en Buenos Aires. Cuando Evita lo inauguró en 1948 como asilo, en su discurso ofreció a las mujeres y niños “una puerta abierta, una mesa tendida, una cama limpia”, y “consuelo y estímulo, aliento y esperanza, fe y confianza en sí mismo, hasta tanto la ayuda social les encuentre trabajo y vivienda”.

«Regaló muñecas y triciclos para los niños, muletas y prótesis a los ancianos, bicicletas y cocinas, sin que las estructuras sociales dejaran de ser tan injustas como siempre»

La Fundación Eva Perón es el modelo de las Misiones de Chávez. Manejaba además de albergues, una red de hospitales y clínicas, dispensaba becas de estudio, pagaba subsidios, era también una agencia de empleos y, sobre todo, regalaba a manos llenas. La gente hacía largas filas desde la madrugada para pedirle personalmente a Evita y, quienes lograban llegar ante ella antes de que se cerraran las puertas, no salían con las manos vacías. Era una minoría de beneficiarios entre millones de pobres y necesitados, pero los diarios, las revistas oficiales y los noticieros de cine multiplicaban su número.

El Museo Evita enseña cómo funcionaba el albergue de acogida, un dechado de abundancia: en la cocina, amplia e iluminada, unos bifes plásticos se doran en las parrillas. También hay ejemplos de los programas sociales del peronismo: un refrigerador Siam para cada familia obrera, y se exhibe uno con la puerta abierta, lleno de alimentos, sin faltar una botella de champaña.

Y piezas de propaganda política: folletos con discursos de los esposos, cartillas escolares que los ensalzan, documentales donde aparecen ambos en el balcón de la Casa Rosada, la voz estridente de él, la aguda voz de ella, y la multitud que agita sus banderas y carteles y enronquece de gritar. También se exhiben ejemplos del glamour de Evita, y es lo que más abunda en las vitrinas: sus trajes de gala y de calle confeccionados por Jacques Faith, Pierre Balmain, Marcel Rochas; zapatos exclusivos, sombreros de variadas texturas; perfumes Caron y Schiaparelli en frascos de baccarat.

Una demanda de la masa de pobres partidarios suyos, sus “cabecitas negras”, argumentaba ella: le exigían que al representarlos no faltara el lujo, porque eso los dignificaba. Sus pobres. Los otros, si no eran contados entre los fieles de carnet, no recibía nada; el objetivo era mantener aceitado el mecanismo de adhesión al peronismo, para que las plazas pudieran llenarse.

En los viejos documentales ambos parecen fantasmas. Perón y Evita en blanco y negro, ya tan antiguos. Pero fantasmas sin quietud, que no dejan de resucitar.

La función ha terminado. De Sergio Ramírez

Maduro amenaza con entregar armas a sus partidarios, pero su guerra ya está perdida.

Policías antidisturbios durante una protesta en Caracas contra el régimen de Maduro. LUIS ROBAYO AFP

Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

Sergio Ramírez, 3 junio 2017 / EL PAIS

Un amigo que ha visto el vídeo donde aparece Nicolás Maduro empuñando una poderosa arma de guerra, de esas de las películas de Van Damme, me explica que se trata de un fusil automático Fara 83. Lo sabe porque participó en la guerra de los ochenta en Nicaragua entre contras y sandinistas, que costó más de 30.000 muertos.

Maduro, que aparece sentado en una plataforma móvil, demuestra su ignorancia en cuanto a armas, afirma mi amigo: tiene la mano izquierda colocada en medio de la manivela de recarga, y lo menos que le puede pasar apenas hiciera el primer disparo, es que se le desgonce el dedo.

Quien desconoce cómo se manipula un fusil que tiene una cadencia de tiro de 750 cartuchos por minuto, puede causar una verdadera mortandad; excepto que sus subalternos le hayan entregado el arma descargada al comandante supremo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Y mientras apunta el cañón hacia arriba, como si buscara aviones enemigos en el cielo de Caracas, dice:

“De estas podemos llevar unas 10.000 o 20.000 a todos los barrios, los campos, para defender el territorio de Venezuela, la patria, la soberanía, junto con otro tipo de armamento que estamos preparando en secreto para poder moverse en los barrios, campos, todos lados”. No me culpen de la prosa de Maduro; lo único que hago es transcribir sus palabras enardecidas de héroe de película de guerra.

Para un hombre acosado, que ve como el mundo se desmorona alrededor suyo, estos alardes no deben tomarse a risa. También habló del “derecho histórico de combatir en todo el territorio americano. Nadie nos quitaría ese derecho… retroceder nunca, rendirse jamás”. Esto último, título de una película de Van Damme.

Fusil en mano, amenaza con una guerra total, sin fronteras. Maduro resucita en Simón Bolívar para librar una nueva batalla por la independencia de los países del continente, que nadie le está solicitando. Y además de hallarse bastante pasado de peso como para marchar a la cabeza de sus ejércitos libertadores, eso es algo que solo puede decir quien ya no tiene control de sí mismo.

Pero eso no es todo. También anuncia que ha aprobado “al ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, planes para expandir la Milicia Nacional Bolivariana a 500.000 milicianos y milicianas con todos sus equipos”. El pueblo en armas a las calles, a los campos; y cuando sea necesario, más allá de las fronteras.

Una de las clásicas manifestaciones de la esquizofrenia del poder es cuando alguien que gobierna se refiere a sus partidarios como “el pueblo”. El pueblo que votó masivamente en contra del partido de Maduro en las elecciones legislativas y dio a la oposición la mayoría calificada, que hasta ahora le ha sido birlada, no existe.

El pueblo que sale desarmado todos los días a las calles a exigir que le devuelvan sus derechos confiscados, entre ellos el de vestirse, curarse, comer, no existe. Las víctimas mortales de la represión de los paramilitares tampoco entran en esa contabilidad sectaria de lo que es “el pueblo”. Todos ellos son enemigos. Traidores. Millones de traidores.

El único pueblo que vale es el que viste las camisas rojas del Partido Socialista Unido, y aún está por verse si la lealtad entre las filas de partidarios del régimen es tan sólida como Maduro cree, o aparenta creer. ¿La Fuerza Armada estaría de verdad dispuesta a repartir medio millón de fusiles entre civiles, lo que triplicaría en número a los efectivos militares regulares? ¿Tendría la capacidad de controlarlos? Ese acto podría significar nada menos que la invitación a una verdadera guerra civil.

En lugar de buscar cómo desarmar a tantos miles en posesión ilegal de armas, incluidas las que están en poder de las propias bandas del Gobierno, delincuencia común más delincuencia política, Maduro anuncia, con extravagante lógica, que apagará el fuego con pólvora viva.

Los muertos en las calles son, hasta ahora, víctimas de las bandas paramilitares, y aunque la Fuerza Armada ha declarado su lealtad a Maduro, eso solo se sabrá de cierto cuando ordene que las tropas salgan a la calle a disolver a balazos a los manifestantes.

Todas las batallas para Maduro están ya perdidas. La batalla diplomática, la batalla de la opinión pública, la batalla económica, la batalla social, con los antiguos barrios baluartes del chavismo ahora en contra. La batalla en las calles.

Alguien de los suyos debería poder decirle que es hora de hacer mutis por el foro. La función ha terminado.

 

Chapomania. Posiciones de Sergio Ramírez y Gerardo Reyes

La superproducción más cara de la historia
De Sergio Ramírez

Ya no sabemos cuánto hay en el ‘Chapo’ de verdad o de mentira. Es un aspirante al glamur de Hollywood con muertos a cuestas.

Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

Sergio Ramírez, 19 enero 2016 / EL TIEMPO

Estamos en plena chapomanía. Siendo el muy mentado ‘Chapo’ Guzmán un mito, ya no sabemos cuánto hay en él de verdad o de mentira. Su grueso bigote, por ejemplo, ¿es real, o pintado al carbón, como el de Groucho Marx? Un aspirante al glamur de Hollywood con muertos a cuestas, que solo pueden contarse de manera estadística: 67 por ciento de los 45.000 que ha costado la guerra narco en México: y no con balas de mentira, con las que mataba John Wayne en las batallas de tramoya de la guerra de Vietnam.

Las telenovelas nos ofrecen argumentos ya viejos. La campesina que entra en la mansión suntuosa como empleada doméstica, y saldrá casada con el hijo de los patrones venciendo la maldad de la suegra. Caminos para llegar al dinero fácil, pero a la postre inocentes.

Ahora el guion se ha pervertido, nos lo dice el mismísimo Sean Penn: el héroe, sumido en la miseria campesina desde su infancia, ha sido empujado desde los 15 años a vender drogas para poder sobrevivir. Y se ha hecho a sí mismo, como aquellos magnates que enmarcan el primer dólar ganado, a lo Rico McPato.

Screen Shot 2016-01-20 at 5.19.31 PM“El día que yo no exista, no va a mermar lo que es nada el tráfico de droga”, nos advierte, lo cual no deja de servirnos de consuelo moral. Sería un honrado labriego o pastor de cabras en Badiraguato, si los viciosos consuetudinarios de Wall Street y Beverly Hills no fueran tan buenos clientes. De su parte, no prueba drogas, una de las formas de reclamar honestidad. Comercia con ellas, pero no es un adicto como sus clientes ricos.

El guion de esta formidable superproducción ya está siendo escrito, y de la telenovela hogareña recibe los toques maestros: “No duermo mucho desde que te vi. Estoy emocionada con nuestra historia. Es en lo único que pienso…”, susurra Kate, la heroína, en un mensaje de texto. Y el galán del bigote poblado responde: “Eres lo mejor de este mundo. Te cuidaré más que a mis ojos”. Y entonces, ella: “Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jamás nadie me ha cuidado”.

El galán tiene un corazón sentimental: 7 esposas, 18 hijos, amantes a granel. Un semental que para no desmerecer de su fama, antes de ir una vez más a prisión, se había hecho una cirugía de los testículos para mejorar su rendimiento sexual. Pero el arrepentido Sean Penn no fue en su búsqueda para encontrarse con un garañón patriarcal, sino con alguien enlistado por la revista Forbes entre los supermillonarios, y por la revista Foreign Policy entre los superpoderosos. Él mismo lo revela con toda candidez, cuando nos dice que en México hay dos presidentes, uno de ellos su entrevistado. Dos sillas del águila.

Había visto, dice, “videos y fotografías de decapitados, reventados, desmembrados o acribillados a balazos: inocentes, activistas, periodistas valientes y enemigos por igual del cártel”, pero eso no ataja su seducción por la erótica del poder, precisamente porque su entrevistado tiene poder de vida o muerte, que ejerce a través de redes secretas, de órdenes que llegan al último rincón y se cumplen puntuales.

Los asesinatos en serie, los crímenes masivos no atajan tampoco nuestra fascinación porque vivimos frente a la gran pantalla, donde la épica nunca deja de estar teñida de sangre, y vivimos frente a la pequeña, donde se celebra el ascenso de los pobres hacia la riqueza, cualquiera que sea el camino. Y en ambos casos, nos conectamos sin pudor al mercado que espera a todos con sus fauces abiertas.

La firma Barabas agotó las existencias del modelo Fantasy de sus camisas, que el ‘Chapo’ luce al lado de la estrella de cine. Una extravagante prenda de sicario, de esas muy apropiadas para lucirse abiertas y enseñar la gruesa cadena de oro en el pecho, y para usarse por fuera, de modo que el faldón pueda esconder la pistola de grueso calibre. Si hay novelas, telenovelas, series, música de grupera y altares para los narcos, ¿por qué no camisas? El glamur debe ser total.


@sergioramirezm
www.sergioramirez.com

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Por qué decidí no entrevistar a ‘El Chapo’
Por Gerardo Reyes

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Gerardo Reyes, director de la unidad de investigación de Univision

Gerardo Reyes, 19 enero 2016 / UNIVISION

En septiembre de 2013, una fuente confidencial que actuaba como intermediaria del más poderoso barón de la droga de México, Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo”, me dio una noticia que yo esperaba desde hace años: Guzmán había aceptado darme una entrevista personal en cámara. Me entusiasmé y preocupé a la vez, pues el mensaje venía con una condición.

Cuando aceptó nuestra solicitud de una entrevista, Guzmán hizo un pedido propio: todo lo que se trasmitiera debía contar con su aprobación.

En la sala de reuniones de la redacción de Univision en Miami, me senté a conversar con el vicepresidente de noticias de la cadena, Daniel Coronell, un veterano periodista de investigación que había refinado su instinto de reportero durante los días más sombríos del reino de Pablo Escobar en Colombia. Hablamos sobre la oferta de Guzmán. Univision llevaba mucho tiempo en pos de la historia de Guzmán y finalmente tenía la oportunidad de hablar con el propio fugitivo.

Screen Shot 2016-01-20 at 5.32.09 PMEra tentador aceptar. Ese año los productores Margarita Rabin y Tomás Ocaña, un camarógrafo y yo habíamos viajado al corazón del reino de “El Chapo” en el oeste de México, la Sierra Madre, una cordillera aislada, sin leyes, donde solo interrumpen la frondosa selva los caminos de tierra que serpentean por ella y algunos pueblitos abrazados a las faldas de la montaña. Allí es obvia la presencia de quiénes vienen de fuera y con frecuencia se les considera intrusos de carteles rivales o las fuerzas de la seguridad. Por eso viajamos con un lugareño al volante de la furgoneta de una funeraria.

En el camino contamos chistes para calmarnos los nervios; no pasó desapercibida la ironía de usar un vehículo acostumbrado a la muerte por el territorio del criminal más buscado de México.

Durante varios días, filmamos en una parte pobre y desolada de Sinaloa, donde no se veía por ninguna parte la legendaria generosidad que se le atribuye a Guzmán. Visitamos la zona cercana a la casa de su madre en el pueblo de La Tuna, donde Guzmán creció con un padre abusivo que gastaba en licor y prostitutas lo que ganaba vendiendo su cosecha de marihuana, y donde Guzmán le encontró el gusto al dinero vendiendo naranjas.

Visitamos Culiacán, la capital del estado, y también el epicentro comercial del imperio internacional de la droga de Guzmán. Tomamos video de moteles de la ciudad, registrados a nombre de testaferros y empresas ficticias que lavan la fortuna de Guzmán, que se calcula asciende a $3 mil millones; y fuimos a las casas de sus muchas esposas, amigos y enemigos.

Fuera de cámara, los meseros en restaurantes populares explicaban orgullosamente que Guzmán con frecuencia bajaba de la sierra para comer sus platos preferidos mientras se ordenaba cordialmente a los demás comensales que entregaran sus celulares.

Mientras reportábamos, con frecuencia nos daba la impresión de que nos seguían, que observaban nuestros actos y escuchaban nuestras conversaciones. El refrán era que nada se movía en Sinaloa sin que Guzmán lo supiera. Bromeábamos sobre nuestra paranoia.

Un día, estábamos grabando en el camino que llevaba a la municipalidad de Badiraguato, cerca del lugar donde nació Guzmán. Grabábamos un reportaje en el que yo decía ante cámara, “tras crecer ‘El Chapo’ en extrema pobreza, ahora esto se conoce como territorio Chapo”. Esa noche, Guzmán nos envió un mensaje: “Díganles a los periodistas que están equivocados sobre el territorio de ‘El Chapo’”, explicó la fuente cercana a Guzmán. “Es todo México”.

El ámbito de influencia de Guzmán nos llevó de México a los Estados Unidos, donde su cartel ha excavado cientos de túneles para traficar drogas debajo de la frontera más vigilada del mundo, la misma que lo separa de su mercado de consumidores favorito. En Chicago, el punto central de la franquicia de Guzmán en los Estados Unidos, le tienen tanto respeto como en Sinaloa.

No importaba para nada que la ciudad había declarado a Guzmán el enemigo público número 1, una designación que no se oía desde los tiempos de Al Capone. Las mujeres se hacían pintar el rostro de su “héroe” en las uñas y los hombres se tatuaban la espalda con dibujos artísticos de las famosas hazañas de Guzmán, como la primera vez que se escapó de prisión en el año 2001, con falda y peluca.

En Miami, hablamos sobre la oferta de Guzmán y rápidamente llegamos a la conclusión de que no someteríamos nuestra labor periodística a modificaciones impuestas por el entrevistado. Enviamos ese mensaje a Guzmán y esencialmente rechazamos una entrevista con el fugitivo más buscado y quizá más poderoso del mundo.

Nuestra investigación se trasmitió en noviembre de 2013 en Univision, la principal cadena en español del país, como un especial de televisión de una hora. Reveló que Guzmán había consolidado su organización internacional de la droga con astucia empresarial y violencia despiadada, desde México hasta los Estados Unidos e incluso Europa, Australia, China y Argentina.

Y si bien la mayoría de los criminales habrían detestado la publicidad, a Guzmán le encantaba. La fuente con contacto directo con Guzmán me dijo que el jefe del cartel había proyectado el programa de Univision en una pantalla gigante, instalada al aire libre en uno de sus campamentos en la cima de las montañas, para que sus guardaespaldas lo pudieran ver.

A pesar de que decenas de empleados de Guzmán vitorearon en varias ocasiones durante la trasmisión —particularmente durante la parte que detallaba su primera fuga de la cárcel en 2001— la fuente dijo que a Guzmán le desagradó la animación en la que se le mostraba en la parte de atrás de una camioneta con las manos y pies amarrados, “como un cerdo al que llevaban al matadero”. (Fue así que las fuerzas de seguridad de Guatemala trasfirieron a Guzmán a México después de su arresto en 1993).

Guzmán fue recapturado posteriormente y se escapó de prisión una segunda vez en julio pasado. Un mes después del escape, la fuente cercana a Guzmán se comunicó con nosotros, nos mostró nuevas fotos de Guzmán fugitivo y dijo que Guzmán estaba interesado en la entrevista nuevamente. Pero Guzmán quería grabar el encuentro con cámaras que él proporcionaría.

Fue en esa época que nos enteramos de que Guzmán estaba en conversaciones con la actriz mexicana Kate del Castillo sobre la producción de una película basada en la vida del capo. Nos dijeron que se produciría una reunión entre del Castillo y Guzmán en cuestión de días.

Nos negamos a hacer lo que Guzmán sugería e insistimos en que un equipo de Univision produjera la entrevista sin restricciones editoriales.

Durante los meses posteriores, tratamos de concretar la entrevista pero la comunicación fue casi imposible debido a que las autoridades mexicanas realizaban operativos cada vez más frecuentes para volver a capturar a Guzmán.

El viernes, 8 de enero, Guzmán fue capturado en Sinaloa por las fuerzas de seguridad mexicanas; el procurador de México aseguró que había contribuido al arresto de Guzmán el contacto con el equipo de filmación. Una fuente mexicana con información de primera mano sobre la redada confirmó que Castillo fue parte de ese equipo de rodaje. Al día siguiente, llamé a la actriz. Afirmó nerviosamente que en el debido momento explicaría su papel. “No me vuelvas a llamar”, dijo antes de colgar.

A pocas horas, la revista Rolling Stone publicó un artículo escrito por el actor Sean Penn en el que describía su encuentro con Guzmán, del Castillo y otros asociados. En segmentos de una entrevista que Penn dio a CBS, Penn le dijo a Charlie Rose que logró obtener acceso a Guzmán debido a que no es un periodista convencional y que pensaba que ningún periodista convencional habría logrado la entrevista. En la parte superior del artículo de Penn se revela: “Se llegó a un acuerdo con el entrevistado conforme al cual este artículo se sometería a su aprobación antes de publicarse”.

Apenas me enteré de la entrevista de Penn sentí que había perdido una larga y difícil carrera de obstáculos. Pero nunca lamenté rechazar las condiciones de Guzmán pues sabía que el capo habría omitido demasiado, especialmente su papel en las violentas guerras de la droga en México.

(*) Ganador de varios galardones por su trabajo, entre ellos los premios Pulitzer, Peabody, Emmy, y Ortega y Gasset. Este artículo se publicó originalmente en The Washington Post y se puede leer aquí.