Bukele

Escoger las batallas. De Cristina López

Con los demagogos sobran las batallas, hay que saber escoger las que valen la pena. No todas las provocaciones ameritan histeria al nivel 100…

8 abril 2019 / EL DIARIO DE HOY

Una cosa que saben hacer bien los demagogos es provocar. A veces con las políticas que deciden priorizar, a veces a través de Twitter, a veces a través de criticar a los medios de comunicación cuando resienten cobertura crítica o negativa que maltrecha sus egos. Provocar es el fin y no el medio, porque la motivación de la provocación es surfear en la ola de histeria crítica de sus oponentes y energizar a su base de fanáticos para mantener la polarización en la opinión pública permanentemente en estado de ebullición.

Y este ciclo permanece de provocación – cobertura mediática de la provocación – reacción histérica de la oposición y sus simpatizantes – contra-reacción defensiva de los fanáticos – cobertura propagandística por parte de medios aliados – burla del provocador ante la reacción que califica como desproporcionada por parte de los medios, termina resultando en una ciudadanía exhausta y con ciclos de atención cada vez más cortos, en medios de comunicación con credibilidad reducida y en oposiciones partidarias desgañitadas de tanto gritar. La bomba de humo perfecta para que cada vez se vuelva más difícil prestar atención a las cosas que importan: la lucha contra la corrupción y el nepotismo, violaciones a la Constitución, enriquecimiento ilícito, el combate a la pobreza, las brechas de desigualdad estructural y las injusticias escandalosas del sistema de justicia, etc.

Porque con los demagogos sobran las batallas, hay que saber escoger las que valen la pena. No todas las provocaciones ameritan histeria al nivel 100. Algunas no son más que bravuconadas en Twitter, propias de alguien que ha pagado con dinero familiar la gran mayoría de oportunidades que le han llevado al lugar inmerecido que tiene. La gran mayoría de estas bravuconadas denota un ego maltrecho, una soberbia exacerbada, una inteligencia emocional inexistente y un círculo de lambiscones que jamás le han sugerido que lea lo que le permite hacer la Constitución antes de andarse con amenazas, promesas y ambiciones de dictadorzuelo, típicas de quien, sin saber, opina lo que asume son el tipo de ideas que tendría un genio (sin haberse en su vida cruzado con las ideas de un genio por la mediocre alergia académica que le caracteriza). Cuando se comienzan a entender las provocaciones como lo que son, los berrinches de un niño consentido en plena borrachera de poder, se va volviendo más fácil calibrar cuáles merecen indiferencia y cuáles merecen histeria nivel uno, cinco, o cien.

Porque en el ciclo presidencial del demagogo habrá batallas por las que habrá que apostarlo todo y dejar la piel como ciudadanos comprometidos. Por ejemplo, las que se refieran a defender nuestra Constitución, aquellas en las que hay que cuidar el patrimonio del Estado, o aquellas en las que se trate de proteger a los más vulnerables entre nosotros de abusos de poder. Y para hacerle ganas a estas, hace falta que la prensa mantenga su credibilidad para que la ciudadanía continúe teniéndole confianza (si a las provocaciones de Twitter reaccionan con histeria 100, nadie pondrá atención cuando lo que peligre sea el estado de derecho o la continuidad de la República) y que la oposición sepa hacer oposición de manera estratégica y planeada y no como mera reacción.

Y aunque este tipo de análisis pareciera de mero sentido común en un país con tanto adulto sensato y mesurado, Donald Trump continúa controlando el ciclo mediático a base de estupideces tuiteadas, creando conmoción y caos y destrozando la capacidad de muchos medios de comunicación de enfocarse en exigir cuentas por lo verdaderamente importante. Porque estoy hablando de Trump. Si pensaron en otro, es pura coincidencia.

@crislopezg

Carta sobre el emperador, el papa y la coronación. De Paolo Luers

30 marzo 2019 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

El 2 de diciembre del año 1804, Napoleón Bonaparte fue coronado emperador en la Catedral de Notre Dame de Paris. Supuestamente iba a coronarlo el papa Pio VII, a quien para este fin Napoleón lo mandó a traer desde Roma. El papa hizo caso a la orden de Napoleón, quien a esta altura ya tuvo bajo su poder a Italia, dejando solo al Estado Pontifico con cierta soberanía.

Lo que realmente quería Napoleón era humillar al papa, quien representaba la única institucionalidad que podía hacerle contrapeso a él como emperador. Luego de traerlo bajo amenaza a Paris, para supuestamente coronar al emperador, lo único que lo dejó hacer en Notre Dame fue bendecir al ‘revolucionario’ acto de auto coronación de Napoleón. Ni siquiera dejó al papa tocar la corona antes de ponérsela él mismo…

Luego de la coronación, Napoleón quiso obligar a Pio VII a quedarse en Francia, pero el papa había venido preparado: Había instruido a sus cardenales en Roma a declarar vacante el papado si no regresaba a Roma, y proceder a elegir otro Santo Padre. Napoleón lo dejó regresar a Roma, pero en 1808 mandó a sus tropas a ocupar al Estado Pontifico, y en 1809 decretó su anexión a Francia. Al papa Pio VII lo arrestaron y lo llevaron a Francia, donde permaneció rehén de Napoleón hasta el año 1814. Pero nunca se doblegó ante el hombre que por plebiscito había llegado a proclamarse y luego auto coronarse emperador.

Hoy ya no hablamos de coronación, sino de alternancia del poder, porque somos República. Hoy ya no le toca a la Iglesia Romana, como único contrapeso al poder del monarca, juramentar al nuevo jefe del Estado, sino al parlamento, que hoy en día es el contrapeso al poder del presidente. 

Pero sigue siendo importante quien controla los actos de traspaso de poder y puede llenarlos de significado o manipularlos. Parecen formalidades, pero tienen impacto en la manera como la ciudadanía percibe el poder y los contrapesos.

La fuerza simbólica de los actos relacionados al poder es importante: Pueden exhibir el poder total y arrogante – o el poder democrático, limitado y contrarrestado, dependiendo como se pongan en escena los eventos. De esto se trata el pleito sobre el traspaso del poder al presidente electo.

Unos quieren proyectar el 1 de junio la institucionalidad del estado administrando la alternancia democrática. Otros quieren proyectar una ruptura histórica – y la relación directa del gobernante con ‘el pueblo’, dejando al parlamente en la misma irrelevancia en la que dejó Napoleón al papa.

Si queremos, podemos aprender de la historia. Saludos,

Carta a los cabezas calientes: ¿Guerra religiosa o debate racional? De Paolo Luers

21 marzo 2019 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

Es impresionante el poder de la fantasía, o más bien del engaño. Para combatir heroicamente la privatización del agua (aunque en el fondo todo el mundo sepa que es un fantasma), se cancelan reuniones de concertación entre el futuro presidente y la oposición; se derraman ríos de discursos indignados; se arman manifestaciones; y cuando la PNC detiene a algunos patanes, quienes aprovecharon estas marchas para cometer delitos violentos, el presidente electo usa su cuenta en Twitter para ordenar a la PNC su “inmediata liberación”, dándole un plazo de 2 horas. Y en caso que a la policía se le ocurriera a no hacerle caso, ya que como presidente electo no tiene ningún poder de mando, dijo: “De lo contrario se abrirá un expediente a los involucrados a partir del 1 de junio”, fecha en que tomará posesión de su cargo.

Todo este derroche de pasiones porque la comisión legislativa que discute la Ley de Agua había votado por mayoría que en el futuro ente regulador de agua estarán representados los sectores privados afectados.

Voy a decir de antemano mi opinión personal: No estoy a favor de crear nuevas instituciones burocráticas y reguladoras, sea con y sin representantes de la empresa privada. Creo que el estado tiene suficiente instituciones que pueden asumir las tareas de regulación. Por esto, no me gusta esta Ley de Agua. Sin embargo, es una locura que quieran decirnos que la propuesta de composición del ‘ente regulador’ sea el inicio de la ‘privatización del agua’.

El problema es que en nuestro país no se puede discutir ciertos asuntos urgentes sin que se desate una guerra religiosa sobre ‘privatización’ versus ‘nacionalización’. Para unos, cualquier medida de privatización -o incluso la participación de privados en asuntos del Estado- es obra del diablo. Y para otros, cualquier medida de nacionalización –o incluso cualquier intervención del Estado en asuntos de mercado- es sacrilegio. Y así se arman las batallas, sin ninguna racionalidad, a pura pasión, y siempre sujeto de horrenda manipulación.

Si el tema realmente fuera el agua, ¿por qué la Universidad de El Salvador y las organizaciones rojas y celestes no van en la madrugada a la carretera de Oro para apoyar a los habitantes de las colonias de San Martin cuando protestan porque ANDA los tiene sin agua desde hace meses? ¿Por qué arman el pleito por una decisión preliminar y además poco sustantiva de una comisión legislativa? La institución que diariamente viola el tan apasionadamente reclamado ‘derecho humano al agua’ se llama ANDA.

Si su preocupación realmente fuera por el agua, el presidente electo, en su afán de llamar la atención y proyectarse como ‘superman’, no mostraría su desprecio al estado de Derecho dándole ordenes y plazos a la PNC, sino a ANDA, pidiéndole a conectar las colonias de San Martín al agua potable. De paso sea dicho: Incluso luego de asumir la presidencia, el hombre tendría que abstenerse a intervenir así en el trabajo de la PNC. Hacerlo como presidente electo simplemente es otra muestra de arrogancia.

Tenemos que aprender a llevar discusiones racionales sobre los conceptos de privatización y control estatal. No son asuntos de fe y dogma, sino de eficiencia, transparencia y conveniencia práctica.

En el asunto del agua no veo necesidad de pensar en privatización. Pero aunque a muchos les parezca sacrilegio, en el Seguro Social sí nos convendría considerar seriamente privatizar varios servicios. Pero esto no se puede discutir sin desatar guerras religiosas y batallas callejeras – igual que otros permiten discutir en serio la necesidad de nacionalizar el transporte público y el negocio de la basura.

Calma y cabeza fría en vez de falso drama. Saludos,

Carta a los amigos de una CICIES: Cuidado con lo que pidan. De Paolo Luers

19 marzo 2019 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

Hay un dicho muy sabio que dice: “Be careful what you wish for, you just might get it – Cuidado con lo que pidan, peligroso que se les cumpla…” Aplica perfectamente a estos deseos que de repente se ponen populares, promovidos por personas muy ágiles para recoger las frustraciones y los sentimientos de la gente, para convencer a la gente que acepten soluciones, a pesar de los riesgos evidentes que conllevan.

Por ejemplo: Ante la crisis de violencia, surge la demanda de que la policía responda con más fuerza, y comenzamos incluso a pedir que la autoridad pueda usar métodos fuera de la ley – con tal que ponga orden. Pero cuando nos cumplen estos deseos, de repente nos damos cuenta que la represión puede afectar a cualquiera.

Todos lamentamos la corrupción. Muchos piden una Comisión Internacional contra la Impunidad, la famosa CICIES. Bukele la ofreció en su campaña, como receta para combatir la corrupción y la impunidad. Y muchos le aplauden. Pero no se dan cuenta de los riesgos que implica una CICIES, cuando la promueven para debilitar las instituciones del Estado que le pueden hacer estorbo al presidente entrante. Bukele tendrá una gobernabilidad difícil, porque la oposición (ARENA y FMLN) controla el Legislativo, y porque las instituciones que controlan al poder (como la Corte Suprema, la Sala Constitucional, la Fiscalía), son independientes por diseño constitucional, pero además surgieron de la actual correlación de fuerzas en el Asamblea Legislativa.

Entonces, surge una ‘nueva idea’: Aprovechar la indignación contra la corrupción para instalar una CICIES que puede corregir decisiones de la Fiscalía General y de la Corte Suprema. O sea, un CICIES encima de las instituciones y sus poderes constitucionales. Y ahí se vuelve peligroso el grito por la CICIES, en boca de gente con tan poco respeto por la Constitución y la independencia de las instituciones. Ahí es donde tenemos que decir: “Cuidado con lo que pidan, peligroso que se les cumpla…”

¿Estamos viendo fantasmas? No. Hay indicios preocupantes. A ver:

El secretario general de Nuevas Ideas, Federico Anliker, escribe en Twitter: La reciente resolución de la CSJ de El Salvador, de prohibir a la sección de Probidad de investigar los delitos de corrupción antes del 2009, es una burla al pueblo Salvadoreño y al combate contra la corrupción. #CiciesYa”.

Está perfectamente en línea con su líder Bukele, quien el día anterior tuiteó lo siguiente: “Uno de los indicadores donde más ha caído El Salvador, es en el de corrupción e impunidad. Luego de la resolución de hoy de la Corte Suprema de Justicia, queda claro que ese indicador solo irá aún más a la baja. Urge una CICIES.”

Se confirma una sospecha que algunos tuvimos hace ratos: que la CICIES, versión Félix Ulloa/Nayib Bukele, no será supeditada a la institucionalidad constitucional, sino diseñada para alterarla. Cuando expresé esta sospecha en Twitter, varios partidarios de Bukele la confirmaron sin ningún tapujo: No estamos obligados a obedecer autoridades corruptas. Pueden haber sido electos con requisitos y procedimientos “legales”, pero si son corruptos no hay que someterse,” dijo Bertha María Deleon.  

Y a mi pregunta ¿Cuál es la alternativa que propones? ¿Poner una CICIES que opere al margen de CSJ y FGR?”, el ingeniero Jacinto Bustillo, antiguo compañero y (pensaba yo) amigo mío, ahora defensor de Bukele, contestó de manera aun más descarada: “No al margen. Por encima. Declarar Estado d Excepción y destituir a la CSJ, FGR, funcionarios de justicia. Reforma a la Constitución.”

Esta discusión surgió a raíz del debate sobre la decisión de la Corte Suprema de no seguir investigando en Probidad las declaraciones de patrimonio de épocas que ya caen bajo prescripción para cosos civiles.

Esta discusión con expertos jurídicos la resumí de esta forma: “Entonces, como las investigaciones de Probidad tienen como finalidad, cuando hay indicios, una acción civil, es correcto que Probidad respete prescripción de acción civil (10 años). Esto no impide que FGR tome acción penal.”

Esta lógica legal no les gusta a todos los seguidores de Bukele. Uno de ellos, llamado @gabriel9085, tuiteó: “Y que importa la inconstitucionalidad cuando se trata de hacer justicia ya es tiempo que haya en este país serias acciones…”

Es evidente que quieren instalar una CICIES con facultades fuera del margen constitucional, encima de la Corte, la Sala Constitucional y la Fiscalía. Piensen bien lo que pidan. Podría hacerse realidad.

Saludos,









Carta al ego dañado. de Paolo Luers

9 marzo 2019 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

El jueves pasado fue un mal día para el presidente electo. Le cayeron dos desgracias, y ambas por su soberbia.

Aunque no quiso, tuvo que presentarse ante un juez como cualquier ciudadano que es demandado por calumnia. Trató hacer valer el fuero presidencial, pero en vano porque aun no es presidente. Llegó con actitud desafiante, diciendo que como presidente electo no tenía tiempo que perder con este juicio; que venía sin abogados, solo para que el juez le pusiera la máxima pena; que la pagaría con gusto, pero que jamás pediría disculpas al ofendido…

Esta actitud se llama soberbia. Y muchas veces, la soberbia procede a la desgracia. Cabal, dos horas después, Bukele tuvo que hablar a su abogada, quien tuvo que venir corriendo para formalizar ante el juez el acuerdo de “conciliación”. Y el presidente electo se tuvo que tragar su orgullo y públicamente pedir disculpas al ofendido que lo había demandado por calumnia. Y no solo esto, le tuvo que entregar 5 fajos de efectivo, de 10 mil dólares cada uno. Y hasta esto lo hizo con soberbia. Entró a la audiencia con cara de bravo, pisto en mano, como para decir “¡y qué!”, tiró los fajos en frente de su abogada (quien inmediatamente se los devolvió) y luego dijo en Twitter: “No hay tiempo que perder. Y si cuesta bajar el ego y un poco de dinero, pues que cueste.”

Dos errores, señor presidente electo: ‘Bajar su ego’ sería otra cosa y 50 mil NO es poco dinero, excepto para alguien como usted…

El tuit del ‘poco dinero’ salió a las 10.59 am. Horas después, a las 19.30 del mismo día jueves, como para subir otra vez su ego luego del bajón sufrido en la corte, el presidente electo, otra vez triunfante, tuiteó: “Escuelas en camino…”, y reprodujo dos notas, una oficial y formal del ministro de Hacienda, transmitiendo al banco BCIE la consulta de un grupo de diputadas sobre si se podía reorientar a otros usos (escuelas y bibliotecas) 16 de los 32 millones aprobados para el nuevo edificio legislativo. Y la segunda nota parecía ser la respuesta, aunque de una forma muy inusual, una nota escrita a mano en una tarjetita, firmada por el presidente del BCIE, diciendo: “Le comparto la noticia de la reorientación…”.

Parecía rara la nota, no solo por la forma tan informal. Primero, porque hasta la fecha no existe una solicitud al BCIE de reorientar los fondos. Tendría que ser una solicitud hecha por el gobierno salvadoreño. Tampoco existe un solicitud de la Asamblea Legislativa al gobierno solicitando que pida al BCIE la reorientación de 16 millones. Lo único que existe hasta la fecha es una propuesta del presidente electo de reorientar la mitad de los fondos aprobados para el edificio legislativo a la construcción de 50 escuelas y 14 bibliotecas, sin ninguna fundamentación técnica. Esta iniciativa fue recogida por un grupo de diputados, la Junta Directiva de la Asamblea mandó el escrito al ministro de Hacienda, no como solicitud del gobierno de reorientar fondos, sino como solicitud de sondear con el BCIE si sería posibles este tipo de reorientaciones.

Entonces, el presidente electo, queriendo acortar el camino, habló con el presidente del BCIE y luego recibió de él una tarjetita informal que parece un aval.

El presidente electo, reconfirmado en su ego dañado por la disculpa, vuelve a proyectarse como alguien encima de los tediosos procedimientos legislativos, institucionales y bancarios, tuitea triunfante: “Escuelas en camino…”.

Su recién formado “petit comité de aplausos” en la Asamblea inmediatamente se activó: “¡Sí se pudo!”.

Pero resulta que “no, no se pudo.” Por lo menos no así, saltándose las competencias de los diputados de a Asamblea y de los gobernadores del BCIE. Pocos minutos después, el BCIE publicó su respuesta formal, no en una tarjetita de presidente a presidente, sino en un comunicado institucional: “La solicitud de renegociar las cláusulas estipuladas en el contrato no puede ser atendida”.

La segunda desgracia para Nayib Bukele. Ambas provocadas por soberbia.

Saludos,

Redes. De Cristian Villalta

3 febrero 2019 / LA PRENSA GRAFICA

Boquiabiertos por el método de trabajo de Nayib Bukele, los analistas políticos cuscatlecos reparan poco en la estrategia de su proyecto político. No es una nimiedad, estamos hablando de la agenda de trabajo del presidente electo de la República de El Salvador.

Bukele no tiene «copyright» de ese método, novedoso en sus herramientas pero de viejo cuño y repetido en decenas de democracias en este siglo y en el pasado. Por herramientas no me refiero al Facebook ni al Instagram, sino a la simplificación, a la generalización y a la desacreditación. Echando mano a esas técnicas del discurso, y multiplicando su penetración gracias a una quirúrgica inversión en redes sociales, ha puesto en jaque a sus contendientes políticos, que siguen creyendo que el campo de batalla en el que deben hacerle contrapeso es ideológico.

Una vez concluida la campaña y electo el presidente es una lástima que un apreciado sector de los opinadores políticos continúe elogiando su uso propagandístico de las redes sociales y afirmando temerario que lo digital mata al territorio. Son líneas de análisis pretenciosas, oportunistas y desgraciadas: la partidocracia ha sido suficientemente estéril como para validar ahora la posibilidad que un ciudadano aspire a un cargo de elección popular sin tener contacto con los ciudadanos. Eso equivaldría a prostituir totalmente la noción representativa de la política, a reducir los procesos electorales a algo tan inane como una encuesta en Twitter sin ponderar la utilidad del debate, inalienable en una democracia.

Bukele simplifica consistentemente, y lo hace con definiciones asimétricas. De ahí que la lista de sus contrincantes sea borrosa pero que en ella quepa de todo, particularmente «los mismos de siempre», mientras que él lidera un «nosotros» igual de difuso en el que cabe de todo, hasta un oportunamente anónimo Guillermo Gallegos.

Un efecto de esos modos en su comunicación personal es que despierta fácilmente las emociones de su grey, y el término no es aleatorio. Es él quien etiqueta a funcionarios e instituciones, marcando la temperatura de lo que su corte digital hará acto seguido. En la última semana, a propósito de la pretensión legislativa de construir un oneroso edificio, el futuro jefe del Ejecutivo atacó frontalmente no solo al presidente de la Asamblea sino a las dos fuerzas mayoritarias en el Salón Azul.

Fue una reedición de sus manierismos de la campaña, recurriendo a su técnica argumentativa primaria: generalizar los rasgos más groseros de la política cuscacriolla y atribuírselos automáticamente a todos aquellos diputados que respaldaran el destino original de los $32 millones, por un lado; y anular ad hominem cualquiera de los argumentos de Quijano sobre la pretensión de nuevas instalaciones, por el otro.

En su ruta hacia las urnas, era fácil de entender que el candidato de GANA recurriera a esta estrategia. Técnicamente era posible, tácticamente a sus gurús les pareció necesario recrear un país maniqueo y sembrar la ilusión de que con su victoria el país será como nunca porque ya no lo gobernarían los de siempre. La ausencia de debate fue lamentable pero, bueno, como decía Héctor Silva «puedes fingir ser cualquier cosa menos demócrata».

Lo que ustedes quieran. Hasta los insultos. Pero semanas después de la elección, ¿por qué es necesario echar mano del mismo método? ¿Qué acaso la estrategia no era solo electoral? Como el más subversivo de los candidatos (difícil no la tenía…), su crítica al orden contralor y político era comprensible; como inminente primer funcionario confiemos que sus dichos de febrero sean solo remanente de la victoria y no una estrategia de debilitamiento de las instituciones, y que la sociedad civil no caiga en esas redes.

Carta sobre inmunidad, impunidad, antejucio, difamación y mafias cibernéticas. De Paolo Luers

26 febrero 2019 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

Hace un par de días en las redes se formó un tsunami de indignación. La Corte Suprema de Justicia había publicado un comunicado, para desmentir las falsas afirmaciones que se habían ventilado en Twitter sobre uno de sus integrantes, el magistrado Roberto Calderón. “La Corte ratifica que no está dispuesta a tolerar conductas reprobables que pretenden afectar la imagen de os miembros del Órgano Judicial, al difundir falsas acusaciones.”

La cuenta de Twitter llamada @_Brozo difundió una noticia inventada: “Magistrado Roberto Carlos Calderón ha sido capturado en estado de ebriedad junto a una menor de edad.” Resulta que nada de esto era cierto: El magistrado Calderón nunca fue detenido, muchos menos ebrio y con una menor de edad. 100% fake news.

Lo delicado del caso no solo es que la víctima de la calumnia es un magistrado de la Corte Suprema, sino sobre todo que la difamación proviene del círculo interno del presidente electo: la polémica cuenta @_Brozo la maneja Ernesto Sanabria, el principal ejecutivo de comunicación de Nayib Bukele.

Lo extraño es que la indignación en las redes no se encendió por la desinformación y la difamación, sino por el hecho que en el comunicado de la CSJ no se condenó a otro magistrado que sí fue descubierto ebrio y con una menor de edad, tratando de violarla. El magistrado Jaime Eduardo Escalante Díaz, detenido in flagranti por la PNC, no fue a bartolinas, por que como magistrado goza de fuero y tiene que pasar por un antejuicio en la Asamblea Legislativa, antes de que la Fiscalía pueda proceder a detenerlo y procesarlo penalmente. La PNC, como es su deber, lo entregó a la Asamblea – y esta lo mandó a arresto domiciliario para esperar su antejuicio y luego su juicio penal. La Fiscalía ya presentó el caso a la Asamblea. Todo esto no es muestra de impunidad, como muchos lo quieren pintar, sino de que las autoridades están funcionando.

Es entendible la indignación que este caso. Incluso es entendible la frustración que despierta el hecho que en este caso la justicia no opera de inmediato. Mucha gente no entiende el sentido del fuero constitucional, ni los complicados procedimientos del antejuicio – y por tanto asume que estamos ante un caso de impunidad. Esto es falso: el magistrado será debidamente enjuiciado, porque el fuero no lo protege de persecución penal por delitos que nada tienen que ver con el desempeño de su cargo. Sobre el sentido del fuero y el procedimiento del antejuicio recomiendo que lean la excelente nota de Erika Saldaña titulada “¿Cómo opera el fuero?”

Regresemos a la extraña indignación que se promovió contra la Corte Suprema. Es que la Corte no debe pronunciarse sobre un juicio pendiente, mucho menos puede intervenir en un antejuicio, que es asunto del Legislativo. En cambio, sí puede (y debe) exigir que la Fiscalía investigue una calumnia cometida contra uno de sus integrantes, así como lo hizo en su comunicado.

Yo tengo el criterio que en el caso de las miles de fake news y difamaciones que salen en las redes, hay que hacer una distinción: Si son personas privadas que, expresando su indignación, caen en difamación, no hay que perseguirlos penalmente. Yo recibo estas calumnias diariamente y no las voy a judicializar. En estos casos las redes funcionan como vía de escapa de agresiones que posiblemente evitar que se llegue a violencia física.

Pero si los difamadores están vinculados a poderes políticos, manejando operaciones masivas desinformación y calumnia sistemática desde el poder (gobierno, alcaldía, autónomas, partidos políticos), las autoridades tienen que aplicar la ley.

Esto es indudablemente el caso de la cuenta @_Brozo. Su responsable intelectual Ernesto Sanabria no actúa como individuo, haciendo uso de su libertad de expresión, canalizando sus frustraciones.

El Brozo actúa como parte de una estructura de poder – antes vinculada al ex presidente Saca, luego a la alcaldía capitalina de Nayib Bukele, y ahora el equipo del presidente electo. Esto no se vale, y espero que la Fiscalía tenga el valor de proceder contra esta mafia de desinformación y guerra sicológica, para evitar que se incruste en el próximo gobierno.

Saludos,


«Bukele tiene características de un populista»: Rubén Zamora

El excandidato a la presidencia aseguró que la elección del próximo domingo tendrá características que no han estado presentes en los últimos 25 años.

Entrevista de Gabriel Campos Madrid, 30 enero 2019 / LA PRENSA GRAFICA

El politólogo Rubén Zamora aseguró que las elecciones del próximo domingo se plantean en un escenario único y en el que el populismo es un elemento que sobresale, junto a la crisis de los partidos políticos y la ruptura de la gobernanza, la cual se mantenía desde 1963. Además consideró al candidato de GANA, Nayib Bukele, como un populista que se plantea como el salvador del país a pesar de tener un irrespeto a la institucionalidad.

¿Qué análisis hace Rubén Zamora de la elección presidencial del próximo domingo?

Estamos en un contexto electoral único con características peculiares que no se habían dado en los últimos 25 años. En primer lugar, está quebrada la gobernabilidad histórica que se había dado desde 1963 y eso ha llevado a la crisis de los partidos políticos. Segundo, la crisis de los partidos políticos se ha vuelto más palpable y ha reventado al punto que hoy estamos en la eclosión de los partidos y que se empareja con una crisis mundial de los partidos. Y un tercer elemento es el populismo. Hay que distinguir entre un líder con rasgos del populismo, que en El Salvador hemos tenido cuatro líderes: Arturo Romero, Napoleón Duarte, Roberto d’Aubuisson y Nayib Bukele. Unos en mayor medida y otros en menor medida tienen poco respeto a la institucionalidad y en el caso de Bukele es que lo hemos visto con mayor expresión por su propia carrera política; además ha sido alcalde de dos poblaciones a las que dejó endeudadas porque simplemente no pagaba. Y luego con su partido Nuevas Ideas que denunciaba y denunciaba fraude y era que simplemente no cumplía con los plazos o cumplió y el TSE sí cumplió con los plazos.

¿Es peligroso un líder populista?

No necesariamente, porque Duarte era un líder con rasgos populistas muy claros y el rasgo central del populismo (es) que puede establecer una relación muy emocional en las masas; y eso los Duarte, Romero y D’ Aubuisson lo tenían y Bukele también lo tiene.

¿Con este contexto, cambia el escenario el paso de la campaña política y sus cierres?

Juzgar cómo va a quedar una elección solo por cómo se dieron los cierres de campaña es riesgoso. Por lo general, las encuestas de opinión en este país demuestran una característica y es que en el periodo preelectoral y los resultados no hay mucha variación entre la posición general. Eso ahora yo no lo doy como receta porque esta elección es distinta a las demás, pero si todos los procesos electorales no hacen cambiar mucho la inclinación de los votantes, mucho menos lo hace un cierre de campaña. Recuerde que mi cierre de campaña de 1994 fue el más grande de todos y yo no gané la elección. Y además hay que tomar en cuenta las tácticas de campaña. La de Bukele, por ejemplo, fue de muy poco acercamiento al votante porque es el que menos mítines ha hecho con el público y los que hizo, lo hizo arreglado todo.

¿Han subido ARENA y el FMLN en preferencia?

Yo sí creo que han subido un poquito.

¿Vislumbra una segunda vuelta?

Yo la vislumbro.

¿Se atreve a vaticinar entre quiénes?

El único indicador que tenemos no es el que yo quisiera y son las encuestas, pero ellas dicen que primero Bukele, segundo (Carlos) Calleja y tercero el FMLN. Pero al mismo tiempo que lo cito digo ‘ojo’ no veamos las cosas tan fáciles, porque ya me han señalado dos fenómenos y es que el FMLN perdió más de la tercera parte de su voto duro, pero le basta con recuperar 300,000 votos para estar en una nueva situación y esto no necesariamente se refleja en una encuesta. El otro dato es que cuando Bukele fue candidato a alcalde de San Salvador arrasaba pero ganó la alcaldía por 3,000 votos.

¿El FMLN ha ido a sus orígenes para buscar rescatar esos votos?

Ahora hay que ver diversos ángulos para responder eso, porque antes de la Guerra Fría el que era de izquierda era comunista y el que era de derecha era anticomunista y ya; y por eso cada uno no criticaba a sus regímenes. Pero hoy en día los de izquierda podemos criticar a regímenes de izquierda. Pero sí, el FMLN tiene mayor insistencia en tratar de responder a demandas populares y eso históricamente se ha dado y existe todavía. Es más, al ver la trayectoria de los dos gobiernos por mucho que se critiquen lo que ha habido es una mayor atención por los pobres.

¿Qué le parecieron los debates presidenciales?

Son pasos para la legitimidad del proceso. Incluso el hecho de que cuando uno de los contendientes falló tuvo una reacción negativa muy fuerte en redes sociales. En ese sentido, en ese campo ha habido un cierto avance.

De los candidatos, a su criterio, ¿cuál sobresale por los demás?

Depende. En un esfuerzo de acercarse a la población yo diría que Calleja ha hecho el mayor esfuerzo, y eso que era más fácil para Hugo. Eso hay que reconocerlo, y en capacidad de gobernar Hugo es el que tiene la mayor capacidad. La debilidad de Calleja es que nunca ha ejercido la función pública. Y en el caso de Bukele, yo estoy en contra de todo discurso populista, porque me parece que lo que hace es convertir a la ciudadanía en niños con ese planteamiento de que es el salvador. Entonces el espacio de participación se reduce, porque es el dirigente el que va a tomar las decisiones y punto.

La recuperación del Frente. Claves electorales (2). De Salvador Samayoa

Salvador Samayoa, firmante de os Acuerdos de Paz

22 enero 2019 / EL DIARIO DE HOY/Observadores

En 2014, por primera vez en 20 años, se presentó en elecciones presidenciales una alternativa fuerte y un desafío creíble a la hegemonía del FMLN y ARENA. Hasta ese momento, los dos partidos habían obtenido en promedio el 90% de los votos válidos en primera vuelta, dejando a terceros una reducida franja de 10% de la votación. El candidato de “Unidad” fue Antonio Saca, en ese momento un formidable oponente, todavía sin demandas de corrupción, buen político, carismático, de trato agradable y entrador con la gente. Tony era ampliamente conocido en todo el país y apreciado en las clases medias por sus políticas sociales, aunque sus ex correligionarios las tildaran de populistas. Su candidatura generó una expectativa considerable y mucho ruido. Las encuestas vaticinaron apretado triple empate con probable paso de Saca a la segunda vuelta. Al final la coalición liderada por GANA obtuvo el 11.44% de los votos, lejos de los partidos mayoritarios.

Ahora tenemos de nueva cuenta un desafío a los dos grandes partidos, pero esta vez el retador, un político de menos quilates comparado con Saca, se ha mantenido durante varios meses en la primera posición. Además de plasmar esa ventaja, los sondeos de opinión han dejado claro que la suerte de Nayib Bukele está ligada a la suerte del FMLN más que a otros factores de la contienda electoral. En pocas palabras, sin negar que el candidato de GANA pueda pescar alguna trucha en otro estanque, los que afirman que marcarán la bandera golondrina son en gran medida desertores electorales del FMLN. Bukele solo sube si baja el Frente, y solo sube mucho si el Frente baja mucho, a tal grado que para ganar necesita un colapso estrepitoso del Frente a nivel nacional. En otras palabras, solo podría proclamar su victoria parado sobre la tumba del FMLN, como sepulturero de 50 años de lucha popular.

Bukele solo sube si baja el Frente. Para ganar necesita un colapso estrepitoso del Frente a nivel nacional.

Por eso la recuperación del Frente, tanto si ocurre como si no ocurre, es una de las claves más importantes del próximo evento electoral. Desde un punto de vista cuantitativo no sería muy difícil para el Frente alcanzar cotas que lo pusieran en la rampa de entrada a la segunda vuelta. En su peor versión, sumados sus votos en coalición, en marzo del año pasado, tuvo más del doble de votos que el partido de Bukele. Si no recuperara ni un solo voto de los que desertaron en marzo, pero tampoco redujera ese caudal, tomando el padrón de 2019 y suponiendo una participación similar a la primera vuelta de 2014, el FMLN tendría un piso de 20% de los votos válidos en la elección presidencial.

Los números tienen la gracia de ser exactos. Entre marzo de 2014 y marzo de 2018 el FMLN perdió más de 900,000 votos. Si de ellos recupera solo a tres de cada 10, con la misma hipótesis de participación de 55%, tendrá 30% de los votos válidos. Eso es más -tal vez mucho más- de lo que puede dar por seguro un candidato que tiene una ventaja considerable en las encuestas, pero no tiene todavía probada la conversión de sus simpatizantes en masivo voto popular.

Sería, sin embargo, un error hacer cuentas alegres con los números, porque la recuperación de la confianza ha debido enfrentar enormes resistencias, no solo en la base partidaria, sino también en la base social, tan decisiva en una contienda electoral. La estruendosa caída de 2018 tuvo causas bien diversas, algunas superables, otras no. Muchos votos se perdieron por puntuales decisiones gubernamentales, otros por la bancarrota de los programas clientelares. No vienen al caso los punteos exhaustivos, ni los balances que incluyan elementos positivos. Más que uno u otro desatino, lo que tal vez resulte difícil de perdonar es la frustración de la esperanza popular.

En esta dimensión se sitúa el resentimiento y el reclamo de muchos excombatientes y militantes históricos que se sintieron abandonados y enojados por lo que calificaron como arrogancia de funcionarios y dirigentes partidarios. Y en esta dimensión se sitúa la indignación de la gente por la corrupción y la escandalosa ostentación. Quizá la mayor parte de dirigentes del Frente no se enriqueció, pero al final fue devastadora la tibieza de su posición en materia de corrupción, agresiva cuando los corruptos fueron otros, tolerante y hasta cómplice con los propios.

La decepción en ese aspecto fue crucial, pero al votante menos militante, con clara definición de izquierda democrática, que fácilmente puso medio millón de votos en las dos últimas elecciones presidenciales, también le pesó la reiterada complicidad de la vieja guardia del FMLN con los gobernantes autoritarios de Venezuela y Nicaragua, justo en el momento en que más pisotearon las libertades públicas, anularon los mecanismos democráticos, burlaron la voluntad soberana de sus pueblos, asesinaron estudiantes en las calles y desataron la más odiosa represión contra la oposición.

Por todo esto debe renovarse el proyecto político de izquierda en el país. En el ADN de izquierda hay impulsos y agendas que difícilmente asumirán otras corrientes y que son vitales para amplios segmentos de la población. Entre otras la defensa del consumidor, la protección ambiental, la obra pública comunal, el precio de las medicinas, el alza del salario mínimo, la igualdad de género, el derecho laboral y la política social. Que esta última haya estado mal planteada y convertida en ineficiente programa clientelar, o que en otros temas los gobiernos del Frente lo hayan hecho mal, no implica que estas líneas se deban abandonar.

Debe renovarse el proyecto político de izquierda en el país. En el ADN de izquierda hay impulsos y agendas que son vitales para amplios segmentos de la población.

Pero la renovación del instrumento partidario de la izquierda solo ocurrirá desde el entusiasmo y la energía de la recuperación de su base electoral. En ese camino, Bukele no es la solución. Al contrario, para cualquier proyecto de izquierda es su destrucción. Los militantes tienen derecho a no creer en la capacidad de cambio de la actual Dirección, pero tienen a las puertas, tan pronto como el próximo año, una convención estatutaria para cambiar la situación.

A pocos días de los comicios persiste la incertidumbre sobre la recuperación del FMLN y esta es, sin duda, la clave más importante del resultado electoral. Su candidato ha hecho un gran trabajo. Ha exhibido dotes de estadista y mucho potencial. En la organización y en círculos sociales se perciben aires de remontada y una militancia más energizada, pero las encuestas siguen contándole al Frente una historia de terror. Tienen la palabra los votantes, los de izquierda en este caso. Ojalá no vayan de mal a peor.

Vea la primera entrega de la serie Claves Electorales de Salvador Samayoa en este link: El escenario electoral

Un cambio en el viento. De Manuel Hinds

15 enero 2019 / EL DIARIO DE HOY/Observadores

El nuevo año ha traído tres cambios muy marcados en la dirección del viento electoral que prometen producir resultados muy diferentes a los que las encuestas sugieren hasta este momento.

El primer cambio es el que ha dado en la actitud del FMLN con respecto a GANA y su candidato Nayib Bukele. Como lo señalé en “La extraña agonía del FMLN” [https://www.elsalvador.com/opinion/observadores/546343/la-extrana-agonia-del-fmln/], un artículo que escribí hace unas semanas, el FMLN había estado mostrando una actitud sumamente pasiva frente a la candidatura de Bukele, actitud que sus bases habían interpretado como un permiso para que votaran por Bukele y así evitar que ARENA ganara las elecciones. El resultado de esta negligencia había sido que Bukele había crecido muy rápidamente mientras el FMLN había caído igualmente rápido y por la misma magnitud. En ese momento todo el potencial de votos que Bukele tenía se lo estaba quitando al FMLN. Comparando con la votación de la primera vuelta de 2014, ARENA no había ganado ni perdido nada en términos de porcentaje del padrón, mientras que Bukele había crecido en 26.5% del padrón, de los cuales había tomado 16.0% del FMLN y el resto de los indecisos—un resto que había sido del FMLN en 2009 y que lo había perdido ya en 2014. Así, todo Bukele era tomado del FMLN. ARENA no había ni ha perdido nada a Bukele.

Pero en algún momento en las últimas semanas del año, la cúpula del FMLN cayó en la cuenta de que una victoria de Bukele representaría el fin del FMLN porque se apoderaría de sus bases, sus estructuras y su clientela de la misma forma en la que se apoderó de GANA. Como resultado, le explicó a sus bases que no deben votar por Bukele, y está en una campaña de gran intensidad de recuperación de los líderes locales y regionales para retomar sus bases y su espacio territorial. Este proceso está erosionando muy rápidamente a Bukele porque cada voto que retoma el FMLN es un voto que pierde Bukele.

El segundo cambio, que refuerza el primero, es una serie de decisiones tomadas por GANA-Bukele, que, surgiendo de una clara sensación de debilidad, han acentuado dicha debilidad al destruir la imagen del candidato. La debilidad ya venía volviéndose evidente con las acusaciones sin sentido de fraude electoral y con el uso de la violencia y la amenaza de esta. Se volvió más evidente con la respuesta nula que dieron los supuestos partidarios de GANA y Bukele al llamamiento del último para que se inscribieran para defender el voto en las urnas. De los 300,000 que llamaron, de los 80,000 que tienen cada uno de los partidos grandes, sólo llegaron 4,957.

Todavía peor fue la negativa de Bukele de participar en los debates con los otros candidatos y las circunstancias en las que esta negativa se dio—echándose para atrás cuando ya había aceptado debatir usando excusas que ni sus partidarios le creyeron, tales como decir que la Universidad de El Salvador estaba conspirando con Carlos Calleja. En vez de creer estas excusas, el público tomó la impresión de que el candidato tenía miedo de enfrentarse a los otros por falta de ideas y de habilidades para formar un plan. La impresión fue peor porque esta retirada fue acompañada de lo que sin duda trataba de ser un “reality show” en el que el candidato pretendió que estaba presentando en vivo su plan en el Auditorio de FEPADE mientras los otros candidatos debatían. La excusa era que no podía estar en el debate porque estaba en FEPADE. Pero FEPADE desmintió que él estuviera en sus instalaciones en ese momento, dejando en evidencia que hubiera podido estar en el debate que inicialmente había prometido atender. Finalmente, los que oyeron el plan que presentó en ese show se dieron cuenta de que en parte era copiado de documentos publicados por otros y en parte una exposición de la infantil idea de hacer un aeropuerto en el oriente del país—que presentó con dibujos del Aeropuerto de Abu Dhabi—como si el país no tuviera un aeropuerto funcional y como si complementar a este fuera un problema nacional por encima de la falta de seguridad, trabajos, salud, educación y servicios sociales.

El tercer cambio es el efecto acumulado de la creciente fuerza territorial de ARENA y Carlos Calleja, que han consolidado un contingente enorme de votantes, que, diferente de los de Bukele, son visibles y están dispuestos a trabajar por su partido. La visibilidad de estos partidarios y la invisibilidad de los de Bukele disminuyen la imagen de vencedor que el último ha querido proyectar, y acelera la caída causada por los dos cambios anteriores.

El resultado neto de estos cambios es una tendencia a reposicionar los candidatos en la competencia por la presidencia. La tendencia es a dejar a Calleja en primer lugar, a Martínez en segundo, a Bukele de tercero, y a Alvarado en cuarto.