Gerardo Reyes

Chapomania. Posiciones de Sergio Ramírez y Gerardo Reyes

La superproducción más cara de la historia
De Sergio Ramírez

Ya no sabemos cuánto hay en el ‘Chapo’ de verdad o de mentira. Es un aspirante al glamur de Hollywood con muertos a cuestas.

Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

Sergio Ramírez, novelista y columnista nicarguense, fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista

Sergio Ramírez, 19 enero 2016 / EL TIEMPO

Estamos en plena chapomanía. Siendo el muy mentado ‘Chapo’ Guzmán un mito, ya no sabemos cuánto hay en él de verdad o de mentira. Su grueso bigote, por ejemplo, ¿es real, o pintado al carbón, como el de Groucho Marx? Un aspirante al glamur de Hollywood con muertos a cuestas, que solo pueden contarse de manera estadística: 67 por ciento de los 45.000 que ha costado la guerra narco en México: y no con balas de mentira, con las que mataba John Wayne en las batallas de tramoya de la guerra de Vietnam.

Las telenovelas nos ofrecen argumentos ya viejos. La campesina que entra en la mansión suntuosa como empleada doméstica, y saldrá casada con el hijo de los patrones venciendo la maldad de la suegra. Caminos para llegar al dinero fácil, pero a la postre inocentes.

Ahora el guion se ha pervertido, nos lo dice el mismísimo Sean Penn: el héroe, sumido en la miseria campesina desde su infancia, ha sido empujado desde los 15 años a vender drogas para poder sobrevivir. Y se ha hecho a sí mismo, como aquellos magnates que enmarcan el primer dólar ganado, a lo Rico McPato.

Screen Shot 2016-01-20 at 5.19.31 PM“El día que yo no exista, no va a mermar lo que es nada el tráfico de droga”, nos advierte, lo cual no deja de servirnos de consuelo moral. Sería un honrado labriego o pastor de cabras en Badiraguato, si los viciosos consuetudinarios de Wall Street y Beverly Hills no fueran tan buenos clientes. De su parte, no prueba drogas, una de las formas de reclamar honestidad. Comercia con ellas, pero no es un adicto como sus clientes ricos.

El guion de esta formidable superproducción ya está siendo escrito, y de la telenovela hogareña recibe los toques maestros: “No duermo mucho desde que te vi. Estoy emocionada con nuestra historia. Es en lo único que pienso…”, susurra Kate, la heroína, en un mensaje de texto. Y el galán del bigote poblado responde: “Eres lo mejor de este mundo. Te cuidaré más que a mis ojos”. Y entonces, ella: “Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jamás nadie me ha cuidado”.

El galán tiene un corazón sentimental: 7 esposas, 18 hijos, amantes a granel. Un semental que para no desmerecer de su fama, antes de ir una vez más a prisión, se había hecho una cirugía de los testículos para mejorar su rendimiento sexual. Pero el arrepentido Sean Penn no fue en su búsqueda para encontrarse con un garañón patriarcal, sino con alguien enlistado por la revista Forbes entre los supermillonarios, y por la revista Foreign Policy entre los superpoderosos. Él mismo lo revela con toda candidez, cuando nos dice que en México hay dos presidentes, uno de ellos su entrevistado. Dos sillas del águila.

Había visto, dice, “videos y fotografías de decapitados, reventados, desmembrados o acribillados a balazos: inocentes, activistas, periodistas valientes y enemigos por igual del cártel”, pero eso no ataja su seducción por la erótica del poder, precisamente porque su entrevistado tiene poder de vida o muerte, que ejerce a través de redes secretas, de órdenes que llegan al último rincón y se cumplen puntuales.

Los asesinatos en serie, los crímenes masivos no atajan tampoco nuestra fascinación porque vivimos frente a la gran pantalla, donde la épica nunca deja de estar teñida de sangre, y vivimos frente a la pequeña, donde se celebra el ascenso de los pobres hacia la riqueza, cualquiera que sea el camino. Y en ambos casos, nos conectamos sin pudor al mercado que espera a todos con sus fauces abiertas.

La firma Barabas agotó las existencias del modelo Fantasy de sus camisas, que el ‘Chapo’ luce al lado de la estrella de cine. Una extravagante prenda de sicario, de esas muy apropiadas para lucirse abiertas y enseñar la gruesa cadena de oro en el pecho, y para usarse por fuera, de modo que el faldón pueda esconder la pistola de grueso calibre. Si hay novelas, telenovelas, series, música de grupera y altares para los narcos, ¿por qué no camisas? El glamur debe ser total.


@sergioramirezm
www.sergioramirez.com

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Por qué decidí no entrevistar a ‘El Chapo’
Por Gerardo Reyes

cdn1.uvnimg.com

Gerardo Reyes, director de la unidad de investigación de Univision

Gerardo Reyes, 19 enero 2016 / UNIVISION

En septiembre de 2013, una fuente confidencial que actuaba como intermediaria del más poderoso barón de la droga de México, Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo”, me dio una noticia que yo esperaba desde hace años: Guzmán había aceptado darme una entrevista personal en cámara. Me entusiasmé y preocupé a la vez, pues el mensaje venía con una condición.

Cuando aceptó nuestra solicitud de una entrevista, Guzmán hizo un pedido propio: todo lo que se trasmitiera debía contar con su aprobación.

En la sala de reuniones de la redacción de Univision en Miami, me senté a conversar con el vicepresidente de noticias de la cadena, Daniel Coronell, un veterano periodista de investigación que había refinado su instinto de reportero durante los días más sombríos del reino de Pablo Escobar en Colombia. Hablamos sobre la oferta de Guzmán. Univision llevaba mucho tiempo en pos de la historia de Guzmán y finalmente tenía la oportunidad de hablar con el propio fugitivo.

Screen Shot 2016-01-20 at 5.32.09 PMEra tentador aceptar. Ese año los productores Margarita Rabin y Tomás Ocaña, un camarógrafo y yo habíamos viajado al corazón del reino de “El Chapo” en el oeste de México, la Sierra Madre, una cordillera aislada, sin leyes, donde solo interrumpen la frondosa selva los caminos de tierra que serpentean por ella y algunos pueblitos abrazados a las faldas de la montaña. Allí es obvia la presencia de quiénes vienen de fuera y con frecuencia se les considera intrusos de carteles rivales o las fuerzas de la seguridad. Por eso viajamos con un lugareño al volante de la furgoneta de una funeraria.

En el camino contamos chistes para calmarnos los nervios; no pasó desapercibida la ironía de usar un vehículo acostumbrado a la muerte por el territorio del criminal más buscado de México.

Durante varios días, filmamos en una parte pobre y desolada de Sinaloa, donde no se veía por ninguna parte la legendaria generosidad que se le atribuye a Guzmán. Visitamos la zona cercana a la casa de su madre en el pueblo de La Tuna, donde Guzmán creció con un padre abusivo que gastaba en licor y prostitutas lo que ganaba vendiendo su cosecha de marihuana, y donde Guzmán le encontró el gusto al dinero vendiendo naranjas.

Visitamos Culiacán, la capital del estado, y también el epicentro comercial del imperio internacional de la droga de Guzmán. Tomamos video de moteles de la ciudad, registrados a nombre de testaferros y empresas ficticias que lavan la fortuna de Guzmán, que se calcula asciende a $3 mil millones; y fuimos a las casas de sus muchas esposas, amigos y enemigos.

Fuera de cámara, los meseros en restaurantes populares explicaban orgullosamente que Guzmán con frecuencia bajaba de la sierra para comer sus platos preferidos mientras se ordenaba cordialmente a los demás comensales que entregaran sus celulares.

Mientras reportábamos, con frecuencia nos daba la impresión de que nos seguían, que observaban nuestros actos y escuchaban nuestras conversaciones. El refrán era que nada se movía en Sinaloa sin que Guzmán lo supiera. Bromeábamos sobre nuestra paranoia.

Un día, estábamos grabando en el camino que llevaba a la municipalidad de Badiraguato, cerca del lugar donde nació Guzmán. Grabábamos un reportaje en el que yo decía ante cámara, “tras crecer ‘El Chapo’ en extrema pobreza, ahora esto se conoce como territorio Chapo”. Esa noche, Guzmán nos envió un mensaje: “Díganles a los periodistas que están equivocados sobre el territorio de ‘El Chapo’”, explicó la fuente cercana a Guzmán. “Es todo México”.

El ámbito de influencia de Guzmán nos llevó de México a los Estados Unidos, donde su cartel ha excavado cientos de túneles para traficar drogas debajo de la frontera más vigilada del mundo, la misma que lo separa de su mercado de consumidores favorito. En Chicago, el punto central de la franquicia de Guzmán en los Estados Unidos, le tienen tanto respeto como en Sinaloa.

No importaba para nada que la ciudad había declarado a Guzmán el enemigo público número 1, una designación que no se oía desde los tiempos de Al Capone. Las mujeres se hacían pintar el rostro de su “héroe” en las uñas y los hombres se tatuaban la espalda con dibujos artísticos de las famosas hazañas de Guzmán, como la primera vez que se escapó de prisión en el año 2001, con falda y peluca.

En Miami, hablamos sobre la oferta de Guzmán y rápidamente llegamos a la conclusión de que no someteríamos nuestra labor periodística a modificaciones impuestas por el entrevistado. Enviamos ese mensaje a Guzmán y esencialmente rechazamos una entrevista con el fugitivo más buscado y quizá más poderoso del mundo.

Nuestra investigación se trasmitió en noviembre de 2013 en Univision, la principal cadena en español del país, como un especial de televisión de una hora. Reveló que Guzmán había consolidado su organización internacional de la droga con astucia empresarial y violencia despiadada, desde México hasta los Estados Unidos e incluso Europa, Australia, China y Argentina.

Y si bien la mayoría de los criminales habrían detestado la publicidad, a Guzmán le encantaba. La fuente con contacto directo con Guzmán me dijo que el jefe del cartel había proyectado el programa de Univision en una pantalla gigante, instalada al aire libre en uno de sus campamentos en la cima de las montañas, para que sus guardaespaldas lo pudieran ver.

A pesar de que decenas de empleados de Guzmán vitorearon en varias ocasiones durante la trasmisión —particularmente durante la parte que detallaba su primera fuga de la cárcel en 2001— la fuente dijo que a Guzmán le desagradó la animación en la que se le mostraba en la parte de atrás de una camioneta con las manos y pies amarrados, “como un cerdo al que llevaban al matadero”. (Fue así que las fuerzas de seguridad de Guatemala trasfirieron a Guzmán a México después de su arresto en 1993).

Guzmán fue recapturado posteriormente y se escapó de prisión una segunda vez en julio pasado. Un mes después del escape, la fuente cercana a Guzmán se comunicó con nosotros, nos mostró nuevas fotos de Guzmán fugitivo y dijo que Guzmán estaba interesado en la entrevista nuevamente. Pero Guzmán quería grabar el encuentro con cámaras que él proporcionaría.

Fue en esa época que nos enteramos de que Guzmán estaba en conversaciones con la actriz mexicana Kate del Castillo sobre la producción de una película basada en la vida del capo. Nos dijeron que se produciría una reunión entre del Castillo y Guzmán en cuestión de días.

Nos negamos a hacer lo que Guzmán sugería e insistimos en que un equipo de Univision produjera la entrevista sin restricciones editoriales.

Durante los meses posteriores, tratamos de concretar la entrevista pero la comunicación fue casi imposible debido a que las autoridades mexicanas realizaban operativos cada vez más frecuentes para volver a capturar a Guzmán.

El viernes, 8 de enero, Guzmán fue capturado en Sinaloa por las fuerzas de seguridad mexicanas; el procurador de México aseguró que había contribuido al arresto de Guzmán el contacto con el equipo de filmación. Una fuente mexicana con información de primera mano sobre la redada confirmó que Castillo fue parte de ese equipo de rodaje. Al día siguiente, llamé a la actriz. Afirmó nerviosamente que en el debido momento explicaría su papel. “No me vuelvas a llamar”, dijo antes de colgar.

A pocas horas, la revista Rolling Stone publicó un artículo escrito por el actor Sean Penn en el que describía su encuentro con Guzmán, del Castillo y otros asociados. En segmentos de una entrevista que Penn dio a CBS, Penn le dijo a Charlie Rose que logró obtener acceso a Guzmán debido a que no es un periodista convencional y que pensaba que ningún periodista convencional habría logrado la entrevista. En la parte superior del artículo de Penn se revela: “Se llegó a un acuerdo con el entrevistado conforme al cual este artículo se sometería a su aprobación antes de publicarse”.

Apenas me enteré de la entrevista de Penn sentí que había perdido una larga y difícil carrera de obstáculos. Pero nunca lamenté rechazar las condiciones de Guzmán pues sabía que el capo habría omitido demasiado, especialmente su papel en las violentas guerras de la droga en México.

(*) Ganador de varios galardones por su trabajo, entre ellos los premios Pulitzer, Peabody, Emmy, y Ortega y Gasset. Este artículo se publicó originalmente en The Washington Post y se puede leer aquí.