Como seres humanos debemos ser abiertos, más que solo tolerantes, hacia aquellos que son diferentes a nosotros. Ya sea por raza, género, religión, ideología, u orientación sexual. Todos somos seres humanos, todos merecemos ser tratados con respeto. Todos tenemos la obligación de ser respetuosos los unos con los otros.
Rodrigo Molina Rochac, 3 julio 2017 / rodrigomolinarochac.com
Yo no soy alguien que anda buscando la polémica en redes sociales. Es más, la evito. Me considero una persona bastante abierta en mi pensamiento y empática con las ideas y creencias de otros. Siempre trato de entender la perspectiva y las circunstancias de aquellos con quienes platico para tratar de comprender de donde viene su pensamiento. Eso me ha llevado a mantener amistades con personas con diversas formas de ver el mundo y la política. Siempre he considerado que el respeto va ante todo.
Hace más de un año me retiré del ambiente político. Eso inclusive incluyó mi participación en twitter, donde sentí que el ambiente de la discución se estaba volviendo demasiado cargado y negativo. Parece predominar la controversia, el morbo y los ataques, por sobre una conversación de ideas constructivas.
Por una coyuntura bien específica me volví a aventurar en la twitosfera salvadoreña este fin de semana , y he quedado con un sabor bien amargo. Tanto así que después de casi un año de no escribir, sentí necesario escribir estas palabras.
De lo primero que me saltó ha sido el frecuente uso del termino “Social-Confuso” para atacar a aquellos que, como yo, no encajamos en los paradigmas tradicionales de la política salvadoreña. Cuyas ideas no encajan cómodamente ni en la izquierda ni en la derecha, y quienes cuestionamos ciertos “absolutos” en el pensamiento político. Si bien nadie me ha dirigido el término a mí directamente, lo he visto utilizado libremente para desacreditar a muchos con quienes comparto ideas. Inclusive, para justificar cerrarle las puertas de participación política a jóvenes con muchísima capacidad, talento, y con pensamiento de avanzada. Por esta razón, tomo como propio el término, y quisiera aclarar algunas facetas de mi pensiamiento, que creo muchos otros “Social Confusos,” como nos dicen hoy, compartimos.
El tema más ácido es el tema del aborto. Nos califican de “anti-vida” y “pro asesinato.” De verdad que me duele mucho ver que gente, que sé son buenas personas, muy capaces, y con los mejores deseos para nuestro país, nos lancen descalificativos tan absurdos. Les explico un poco más mi posición sobre el tema para no caer en tales caricaturas del pensamiento.
En lo personal, en ningún momento creo que se deba promover el aborto como una solución o una alternativa. Considero que la vida humana es lo más preciado en la existencia. Pero también creo que en el mundo las cosas no son tan blanco o negro. Creo que a veces las personas se encuentran en circunstancias de gran dificultad y presión psicológica y emocional. Creo que hay situaciones de gran sufrimiento y dolor en la vida de las personas, y que eso los puede llevar a tomar decisiones que otros no podamos entender. Considero que encarcelar a una mujer, aún si se está en absoluto descauerdo con la decisión que ha tomado, no es una solución. No veo cómo la sociedad se beneficie de que una mujer esté presa por ello.
Lo que si quisiera ver, es que aquellos que nos atacan y llaman “pro asesinato” a los que quisieramos tener una debate sensato sobre el tema, en vez de dedicarle tiempo a vilificarnos, lo dedicaran a organizaciones que apoyen integralmente, de forma emocional, psicológica y económica, a aquellas mujeres embarazadas que están viviendo momentos dificiles y quienes puedan por ello estar considerando abortar. La mejor forma de prevenir el aborto no es encarcelando a mujeres y atacándonos a nosotros, sino apoyando a las mujeres que más lo necesitan. Eso es algo que yo apoyaría 100%.
También creo que como seres humanos debemos ser abiertos, más que solo tolerantes, hacia aquellos que son diferentes a nosotros. Ya sea por raza, género, religión, ideología, u orientación sexual. Todos somos seres humanos, todos merecemos ser tratados con respeto. Todos tenemos la obligación de ser respetuosos los unos con los otros. La realidad es que no existe un modelo único en la familia moderna. ¿Cuántas familias en nuestro país no son líderadas por un padre o madre únicos, por las razones que sea? Ante todo, los seres humanos necesitamos de amor, comprensión, inclusión y oportunidades. Es mucho más importante poder contar con ello, que la forma en que esto sea proveído.
Aquellos con valores más tradicionales tienen todo el derecho de promover su pensamiento. De inculcarle a sus hijos sus valores familiares. De promover en su entorno su forma de vivir y de construir comunidad. Los valores familiares tradicionales son valores muy positivos que han sumado mucho a la sociedad. Lo que personalmente considero que nadie tiene el derecho de hacer es atacar a aquellos que ven al mundo de forma distinta y denigrar a quienes viven de forma diferente. No es necesario que convivamos todos juntos y que pensemos todos de la misma forma. A lo que estamos obligados todos es a respetarnos mutuamente, y si bien estemos en desacuerdo, por lo menos aceptar que somos todos seres humanos con el derecho a buscar nuestra propia felicidad.
La realidad es que, más allá de estos dos temas, tenemos muchísimo más en común de lo que nos diferencia. Nuestro país sufre bajo la ineptitud y la corrupción de ciertas élites políticas que se han hecho de los aparatos estatales y las estructuras políticas para extraer de la sociedad y de los ciudadanos los recursos con los cuales hoy se dan vidas de lujo. Nuestras energías y esfuerzos deberían estar dirigidos en construir un mejor país, no en desacreditarnos los unos a los otros por pensar diferente.
Esta intolerancia de pensamiento que estoy viendo, a mi me es sumamente dificil de entender. Me entristece. Y no es solo en una dirección, sino en varias.
Por ello, les quisiera pedir de corazón lo siguiente:
A aquellos que piensan como yo, los “progres social-confusos,” un humilde consejo. Cuando nos ataquen y descalifiquen, no respondamos con los mismos ataques. Nada ganamos nosotros, nada gana el país, con regresar descalificativos igual de ácidos. A los librepensadores siempre alguien nos atacará por no comprender la forma en que vemos el mundo. El contraataque no vale la pena. Enfoquémonos por el contrario en construir. En construir ideas. En construir movimientos. En construir empresas. Construyamos aquello que inspirará a otros a ver el mundo como nosotros lo vemos.
A quienes nos califican de “social confusos”: el enemigo es otro. No somos parte de alguna conspiración. Nos apasionan nuestras ideas, y queremos promover un mundo diferente. Pero antes que nada, al igual que ustedes, lo que queremos es deshacernos de la ineptitud y la corrupción que ha dirigido este país por demasiado tiempo. Eso es el enemigo. Y logrargemos mucho más acercándonos y trabajando juntos, que dedicándole energías a descalificarnos los unos a los otros.
La intolerancia es de los peores enemigos del progreso, venga de donde venga. Así como exigimos que la sociedad no caiga en ello, tengamos cuidado de no caer en ello nosotros tampoco. Construyamos una visión más amplia. El futuro ya no será definido entre izquierdas y derechas monolíticas, sino entre movimientos y pensamientos abiertos y aquellos cerrados.
Y bueno, si me toca aceptar esa etiqueta de “progre social-confuso,” lo haré con orgullo, sabiendo que lo que promuevo es el pensamiento liberal que a través de la historia ha sido el motor principal del progreso.