Rodrigo Molina Rochac

Confesiones de un “#SocialConfuso”. De Rodrigo Molina Rochac

Como seres humanos debemos ser abiertos, más que solo tolerantes, hacia aquellos que son diferentes a nosotros. Ya sea por raza, género, religión, ideología, u orientación sexual. Todos somos seres humanos, todos merecemos ser tratados con respeto. Todos tenemos la obligación de ser respetuosos los unos con los otros.

Rodrigo Molina, publicista, ha sido miembro de la dirección de ARENA en el COENA anterior

Rodrigo Molina Rochac, 3 julio 2017 / rodrigomolinarochac.com

Yo no soy alguien que anda buscando la polémica en redes sociales. Es más, la evito. Me considero una persona bastante abierta en mi pensamiento y empática con las ideas y creencias de otros. Siempre trato de entender la perspectiva y las circunstancias de aquellos con quienes platico para tratar de comprender de donde viene su pensamiento. Eso me ha llevado a mantener amistades con personas con diversas formas de ver el mundo y la política. Siempre he considerado que el respeto va ante todo.

Hace más de un año me retiré del ambiente político. Eso inclusive incluyó mi participación en twitter, donde sentí que el ambiente de la discución se estaba volviendo demasiado cargado y negativo. Parece predominar la controversia, el morbo y los ataques, por sobre una conversación de ideas constructivas.

Por una coyuntura bien específica me volví a aventurar en la twitosfera salvadoreña este fin de semana , y he quedado con un sabor bien amargo. Tanto así que después de casi un año de no escribir, sentí necesario escribir estas palabras.

De lo primero que me saltó ha sido el frecuente uso del termino “Social-Confuso” para atacar a aquellos que, como yo, no encajamos en los paradigmas tradicionales de la política salvadoreña. Cuyas ideas no encajan cómodamente ni en la izquierda ni en la derecha, y quienes cuestionamos ciertos “absolutos” en el pensamiento político. Si bien nadie me ha dirigido el término a mí directamente, lo he visto utilizado libremente para desacreditar a muchos con quienes comparto ideas. Inclusive, para justificar cerrarle las puertas de participación política a jóvenes con muchísima capacidad, talento, y con pensamiento de avanzada. Por esta razón, tomo como propio el término, y quisiera aclarar algunas facetas de mi pensiamiento, que creo muchos otros “Social Confusos,” como nos dicen hoy, compartimos.

El tema más ácido es el tema del aborto. Nos califican de “anti-vida” y “pro asesinato.” De verdad que me duele mucho ver que gente, que sé son buenas personas, muy capaces, y con los mejores deseos para nuestro país, nos lancen descalificativos tan absurdos. Les explico un poco más mi posición sobre el tema para no caer en tales caricaturas del pensamiento.

En lo personal, en ningún momento creo que se deba promover el aborto como una solución o una alternativa. Considero que la vida humana es lo más preciado en la existencia. Pero también creo que en el mundo las cosas no son tan blanco o negro. Creo que a veces las personas se encuentran en circunstancias de gran dificultad y presión psicológica y emocional. Creo que hay situaciones de gran sufrimiento y dolor en la vida de las personas, y que eso los puede llevar a tomar decisiones que otros no podamos entender. Considero que encarcelar a una mujer, aún si se está en absoluto descauerdo con la decisión que ha tomado, no es una solución. No veo cómo la sociedad se beneficie de que una mujer esté presa por ello.

Lo que si quisiera ver, es que aquellos que nos atacan y llaman “pro asesinato” a los que quisieramos tener una debate sensato sobre el tema, en vez de dedicarle tiempo a vilificarnos, lo dedicaran a organizaciones que apoyen integralmente, de forma emocional, psicológica y económica, a aquellas mujeres embarazadas que están viviendo momentos dificiles y quienes puedan por ello estar considerando abortar. La mejor forma de prevenir el aborto no es encarcelando a mujeres y atacándonos a nosotros, sino apoyando a las mujeres que más lo necesitan. Eso es algo que yo apoyaría 100%.

También creo que como seres humanos debemos ser abiertos, más que solo tolerantes, hacia aquellos que son diferentes a nosotros. Ya sea por raza, género, religión, ideología, u orientación sexual. Todos somos seres humanos, todos merecemos ser tratados con respeto. Todos tenemos la obligación de ser respetuosos los unos con los otros. La realidad es que no existe un modelo único en la familia moderna. ¿Cuántas familias en nuestro país no son líderadas por un padre o madre únicos, por las razones que sea? Ante todo, los seres humanos necesitamos de amor, comprensión, inclusión y oportunidades. Es mucho más importante poder contar con ello, que la forma en que esto sea proveído.

Aquellos con valores más tradicionales tienen todo el derecho de promover su pensamiento. De inculcarle a sus hijos sus valores familiares. De promover en su entorno su forma de vivir y de construir comunidad. Los valores familiares tradicionales son valores muy positivos que han sumado mucho a la sociedad. Lo que personalmente considero que nadie tiene el derecho de hacer es atacar a aquellos que ven al mundo de forma distinta y denigrar a quienes viven de forma diferente. No es necesario que convivamos todos juntos y que pensemos todos de la misma forma. A lo que estamos obligados todos es a respetarnos mutuamente, y si bien estemos en desacuerdo, por lo menos aceptar que somos todos seres humanos con el derecho a buscar nuestra propia felicidad.

La realidad es que, más allá de estos dos temas, tenemos muchísimo más en común de lo que nos diferencia. Nuestro país sufre bajo la ineptitud y la corrupción de ciertas élites políticas que se han hecho de los aparatos estatales y las estructuras políticas para extraer de la sociedad y de los ciudadanos los recursos con los cuales hoy se dan vidas de lujo. Nuestras energías y esfuerzos deberían estar dirigidos en construir un mejor país, no en desacreditarnos los unos a los otros por pensar diferente.

Esta intolerancia de pensamiento que estoy viendo, a mi me es sumamente dificil de entender. Me entristece. Y no es solo en una dirección, sino en varias.

Por ello, les quisiera pedir de corazón lo siguiente:

A aquellos que piensan como yo, los “progres social-confusos,” un humilde consejo. Cuando nos ataquen y descalifiquen, no respondamos con los mismos ataques. Nada ganamos nosotros, nada gana el país, con regresar descalificativos igual de ácidos. A los librepensadores siempre alguien nos atacará por no comprender la forma en que vemos el mundo. El contraataque no vale la pena. Enfoquémonos por el contrario en construir. En construir ideas. En construir movimientos. En construir empresas. Construyamos aquello que inspirará a otros a ver el mundo como nosotros lo vemos.

A quienes nos califican de “social confusos”: el enemigo es otro. No somos parte de alguna conspiración. Nos apasionan nuestras ideas, y queremos promover un mundo diferente. Pero antes que nada, al igual que ustedes, lo que queremos es deshacernos de la ineptitud y la corrupción que ha dirigido este país por demasiado tiempo. Eso es el enemigo. Y logrargemos mucho más acercándonos y trabajando juntos, que dedicándole energías a descalificarnos los unos a los otros.

La intolerancia es de los peores enemigos del progreso, venga de donde venga. Así como exigimos que la sociedad no caiga en ello, tengamos cuidado de no caer en ello nosotros tampoco. Construyamos una visión más amplia. El futuro ya no será definido entre izquierdas y derechas monolíticas, sino entre movimientos y pensamientos abiertos y aquellos cerrados.

Y bueno, si me toca aceptar esa etiqueta de “progre social-confuso,” lo haré con orgullo, sabiendo que lo que promuevo es el pensamiento liberal que a través de la historia ha sido el motor principal del progreso.

Sobre el aborto, y mis otras blasfemias políticas. De Rodrigo Molina Rochac

rodrigo-molinaRodrigo Molina Rochac, 12 octubre 2016 / rodrigomolinarochac.com

Que cansado estoy de la hipocresía en la política. Nos hemos vuelto farsantes TODOS. Porque nos hemos creído políticos todos, y con ello nos hemos envuelto en las cadenas de lo “políticamente correcto.” Esta actitud de auto-engrandecimiento, de querer complacer y quedar bien con todo lo que hacemos, decimos y pensamos, de cuidar nuestra imagen política. Es una estupidez. Y previene que en nuestra sociedad exista un diálogo genuino sobre temas que tienen un impacto humano real.

Aprovechemos la coyuntura. El tema del aborto ha vuelto a relucir en la palestra mediática. Pero lastimosamente por todas las razones equivocadas.  Quienes lo promueven, no lo hacen con un interés genuino en promover el bienestar de los seres humanos que enfrentan estos temas en sus vidas. Lo hacen, por el contrario, con el propósito de promover la confrontación y polarización como una táctica distractora para beneficiarse políticamente. Lo mismo que cuando otros sacan a relucir el tema del “matrimonio gay” (como si fuera el matrimonio en sí el de la preferencia sexual.)

El uso político de estos temas lo único que logra es que los polos se atrincheren más aún, y que la problemática humana real quede olvidada. Y la tiranía de lo políticamente correcto obliga a las personas sensatez a callar en público sobre sus ideas y opiniones que difieren con los paradigmas de sus trincheras correspondientes.

Pues ya no más. Si queremos que las cosas cambien, primero debemos cambiar nosotros. Y no hay mejor forma de promover los cambios que con el ejemplo. Así que, sin alargar más la cosa, les comparto a continuación mis blasfemias políticas:

Despenalizar el aborto

Fuera un error decir que estoy “a favor” del aborto. No creo que alguien promueva un aborto como algo positivo. Pero, primero, como hombre, pero más aún como ser humano, ¿quién soy yo para juzgar las situaciones y realidades que una mujer pueda enfrentar? Me pesa el corazón pensando lo que una mujer enfrenta al tener que contemplar esa decisión. No. No soy quien para juzgar. Y menos lo son aquellos que promueven leyes con intereses políticos. Por eso, yo personalmente, si estoy a favor de despenalizar el aborto. Es necesario un debate sensato en nuestra sociedad al respecto.

Matrimonio entre parejas del mismo sexo

Mi posición sobre el tema es un tanto complicada. Considero que el Estado, y en particular los políticos, no tienen nada que estar haciendo en el tema del matrimonio. No creo en el matrimonio civil como tal. Por mí, el matrimonio debería ser una cuestión puramente social, regido por las instituciones sociales, de voluntaria participación, a las cuales les corresponde. Pero, dado que el matrimonio civil si existe, dado que este es un derecho que el Estado le confiere a ciertas personas, si se le otorga a unas personas, se le debe otorgar a todas. Es cuestión de justicia. Por lo cual, mientras el Estado siga metido en el negocio del matrimonio, no se le debería permitir discriminar en base a orientación sexual.

Privatización de los sistemas de Educación y Salud

Es una cosa decir el el Estado tiene la responsabilidad de asegurarse que toda la población tenga acceso a una educación de calidad y un buen sistema de salud. Es otra decir que es el Estado es el que mejor lo puede ofrecer. Seamos honestos, el Estado es pésimo en su oferta de salud y educación. La salud y educación pública en nuestro país es una desgracia, y es paja que cualquier político de izquierda o derecha lo va a solucionar. Lo que necesitamos son reformas y soluciones radicales. Claro, no se trata de privatizar solo por privatizar. Se necesitan esquemas que aseguren que toda la población tenga acceso a ellos. Pero la realidad es que lo que tenemos no sirve, y tenemos que tener el valor de decirlo.

Ingreso Mínimo Universal

¿Cuánto de nuestro dinero que se apropia el Estado creen que verdaderamente se utiliza en beneficio de la población? Si hacemos cuenta, más de la mitad de nuestros ingresos terminan pasando por las arcas del Estado por una vía u otra. De esto, la realidad es que la mayoría es utilizado con fines políticos y personales, ya sea por corrupción, clientelismo, puro populismo, burocracias infladas o simple ineptitud en su uso. El hecho es que nuestro dinero no es bien utilizado. ¿Qué si desmanteláramos toda esa inflada burocracia que despilfarra y roba nuestro dinero y le transfiriéramos esos fondos directamente a las personas que lo necesitan? Mejor dinero en sus bolsas que programas mal concebidos con objetivos propagandísticos (aparte de todo lo que se roban, claro.)

Límites a la Propaganda Política

Es absurdo cuánto dinero se gasta en este país en propaganda política. Completamente desproporcional al tamaño de nuestro país y nuestra economía. Entre el Gobierno y los partidos políticos, son cientos de millones de dólares que se van con fines de propaganda. ¿Y de dónde sale tanto dinero? Pues pocos serán los que invierten tanto sin esperar una ganancia en retorno. Permitir esta situación solo genera los incentivos para que existan cada vez más políticos que recurran a fuentes ilícitas de financiamiento (y que después busquen recuperar esa inversión ilícitamente). Si no se pone tope a lo que se puede gastar en propaganda, los que le pegan a la piñata buscarán sacarle cada vez más dulces.

Me disculpo por lo largo de este escrito, pero quería asegurarme de ofender por igual las sensibilidades de conservadores, socialistas, socialdemócratas, y estoy seguro que hasta a varios de mis amigos liberales. Y está bien. No estoy buscando el apoyo de nadie. No estoy tratando de convencer a nadie de estos temas. Solo siento que demasiadas veces dejamos de ser sensatos en público por ser políticamente correctos. Por no ofender a los otros miembros de nuestra “tribu”.

Tal vez con el ejemplo podemos empezar a quebrar estos paradigmas un poco. Quisiera retarlos a todos ustedes a hacer pública una posición, una idea, una convicción suya, que usualmente no comparten en público por no generar controversia dentro de sus propias tribus. Es tiempo que empecemos a botar las paredes de esas trincheras.

El futuro de la derecha. De Rodrigo Molina Rochac

Es evidente que la izquierda que hoy gobierna a El Salvador no ha podido hacerle frente a los grandes problemas que afectan a la población. Pero no es suficiente reconocer el fracaso de un Gobierno, es necesario tener claro cuál es su alternativa.

Rodrigo Molina Rochac es publicista y miembro del COENA de ARENA

Rodrigo Molina Rochac es publicista y miembro del COENA de ARENA

Rodrigo Molina Rochac, 1 julio 2015 / EDH

Es evidente que la izquierda que hoy gobierna a El Salvador no ha podido hacerle frente a los grandes problemas que afectan a la población. Pero no es suficiente reconocer el fracaso de un Gobierno, es necesario tener claro cuál es su alternativa. Lastimosamente la conceptualización del espectro izquierda-derecha está desfasada, y no es suficiente el título de «derecha» para establecerse como alternativa viable de poder. Está claro que nuestro país necesita un cambio de dirección, pero también está claro que la población salvadoreña quiere una visión clara de ese cambio antes de volverle a apostar a la derecha.

Dentro de esos amplios conceptos de «izquierda» y «derecha», existen diversas vertientes de pensamiento. La izquierda que hoy gobierna el país, no es la única izquierda, así como la derecha tradicional que hemos conocido, no es la única derecha. Si queremos definir una alternativa viable de poder que pueda volver a ganarse la confianza del pueblo salvadoreño y retornarle la esperanza de un futuro diferente, es necesario definir esa alternativa más allá de la simplificada conceptualización del espectro político que utilizamos regularmente. Si creemos que la derecha debe tener futuro en nuestro país, debemos redefinir, en términos concretos, las convicciones y los principios que la construirán, y así ofrecerán un futuro diferente para el país.

El futuro de la derecha se encuentra, no en la corrupción del pragmatismo político que ha destruido el gran potencial de nuestra nación, sino en la convicción de los principios liberales y republicanos que en el transcurso de la historia han construido a las naciones más prósperas y justas. El futuro lo construirá la sinergia de mentes nuevas e innovadoras con principios claros y perdurables. Lo construirá la valentía de reconocer los errores y las injusticias del pasado para abrir el camino de una nueva visión, de nuevos liderazgos y de una forma diferente de defender y construir nuestra patria.

El cambio y la evolución deben siempre ser constantes, no tímidos pasos a tomar según conveniencia. La fortaleza del pensamiento no está en su rigidez, sino en su capacidad de evolucionar, crecer y aprender. Igual debe ser en el actuar político. Hoy más que nunca se requiere de honestidad, humildad y madurez para quebrar la dinámica estéril de nuestra política nacional. El pasado deja lecciones importantes que debemos internalizar y comprender, pero con estas lecciones asumidas, es necesario pasar la página y dejar atrás sus prejuicios, rencores y conflictos. Se les debe gran reconocimiento y respeto a las generaciones que defendieron nuestra patria, pero es tiempo que una nueva generación construya los fundamentos del futuro.

Nuestro El Salvador tiene todo lo necesario para brillar. Su gente todo el potencial para crecer y prosperar. Nuestra nación puede y debe ser grande. Pero como toda construcción, requiere de trabajo para lograrlo. Es una camino difícil, pero necesario. Inicia con una voz clara que defienda la libertad, la vida y la dignidad de la persona. Una voz que defienda la democracia, la justicia y la república, y rechace rotundamente la corrupción del pragmatismo político. Una voz que enaltezca nuevamente los valores que nos unen como salvadoreños y que pueden sacar a nuestra patria del abandono, el retroceso y el desperdicio en que hoy se encuentra.

Esa es la voz que debemos asumir como derecha, alrededor de la cual nos debemos cohesionar si queremos representar un futuro diferente para el pueblo salvadoreño. Solo la claridad y coherencia de nuestros principios y acciones construirán la credibilidad, la solidez de esa voz la confianza, y nuestra perseverancia y entrega por la patria, el futuro.