Jorge Alejandro Castrillo Hidalgo

La brigada de monumentos del MOP. De Jorge Alejandro Castrillo Hidalgo

, 4 junio 2016 / EDH

Fue una especie de broma que desarrollamos con mi hija durante los meses que duró la puesta a punto del monumento (¿?) sobre la calle que de Santa Tecla conduce para San Salvador, antes de llegar a la Basílica de Guadalupe. El resultado final no es de nuestro gusto, para decirlo delicadamente, pero el proceso de su elaboración sí que nos entretuvo por semanas.

Tratábamos de adivinar qué resultaría finalmente de las rocas que allí vimos llevar, distribuir, apilar, desparramar, volver a apilar, tallar, girar sobre su eje y finalmente, ya cansada nuestra imaginaria brigada (o agotada la partida presupuestal con la que pagaban sus afanes), inaugurar la obra un día que ya nadie recuerda.

diario hoyLa “Brigada de monumentos del MOP”, como la bautizamos para nuestra diversión, llamó nuestra atención desde que empezaron a proliferar los monumentos construidos durante la gestión del ministro actual. Desde entonces, es decir, hace ya más de siete años iniciamos nuestras inocentes elucubraciones (2. imaginar sin mucho fundamento, RAE) alrededor de la brigada. La gran ciudad, al finalizar el período del funcionario tendrá, entre otros, el “Complejo del Principito” (Merliot), el “Monumento a la reforestación” sobre la Jerusalén Sur; el “Monumento a la construcción”, (cerca de Casa Presidencial); el “Monumento a la reconciliación” sobre la Autopista Monseñor Romero (obra vial que brindó oportunidad para pasar a la memoria popular al opuesto expresidente con su “les guste o no les guste”). Al consultar el diccionario de la RAE, uno entra en duda si podríamos seguir llamando a nuestra ficticia Brigada así como la bautizamos. ¿Se puede llamar monumentos a tales creaciones? Las distintas acepciones del diccionario (no tengo espacio acá para consignarlas) incrementan estas dudas.

Por otra parte, las movedizas aguas del arte, dan para que cualquiera se ahogue. En el icónico Centro Georges Pompidou, París, estos ojitos que se comerán los gusanos vieron expuesto alguna vez –como obra artística- un inmenso, feo y desnudo tubo de llanta apoyado contra una descolorida, raída y sucia tela. – ¿Arte? pregunté a mí mismo. -Moderno, me respondió sin inmutarse ni detener su paso. Por tanto en ese aspecto, el ministro puede dormir tranquilo: “para gustos, los colores”. Lo que no le ha ganado favor entre los artistas plásticos es la manera poco participativa como fueron asignados esos monumentos. ¿No habría sido más movilizador para la identidad y creatividad nacional haber organizado concursos abiertos para el diseño de tales obras? Pero acá prefiero no opinar. Quizás el inolvidable y malcriado berrinche dictatorial acerca del nombre ganador de “la Diego de Holguín” lo curó para siempre de convocar a concursos públicos, adicionales a los de estricta ley.

Volviendo a nuestra imaginaria brigada, nos quedará también la duda de cómo se habría conformado. ¿La conformaron artistas, paisajistas, picapedreros, obreros de la construcción? ¿Estaba considerada en algún organigrama? Como decía al inicio, nuestra Brigada, ya entrañable a estas alturas, daría para divertirse de lo lindo, hasta que uno se pone a pensar que, en verdad, sus integrantes deben o debieron ser pagados, que de algún lado debieron salir esos salarios y que, de alguna manera, debió calcularse su monto.

El mismo diccionario de la RAE da un hálito de esperanza a la posibilidad de existir de nuestra Brigada de Monumentos. Luego de la peligrosa acepción final (7. Coloq. Persona de gran belleza y bien proporcionada físicamente) ofrece una especie de tabla de salvación cuando añade, casi sin querer: ~ nacional. 1. m. Obra artística o edificio que toma bajo su protección el Estado.

¡Salve nuestra brigada, señor ministro, “albañil del pueblo”! ¡Tome bajo su protección estatal tales obras! Así podremos argumentar que, independientemente a sus méritos artísticos, cada una se ha convertido en monumento nacional. Pero, ¡entonces sí!, cuídenlas y protéjanlas. Aunque eso solo signifique que, una vez cada tres o cuatro semanas, cortarán la maleza que crece a sus alrededores.