Alberto Valiente Thoresen

Sobre ética, economía e inversiones offshore. De Alberto Valiente Thoresen

Como consecuencia de la publicación de los “Paradise Papers”, ha habido una intensa discusión sobre el hecho de que la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) colocara alrededor de 50 millones de USD en un fideicomiso “offshore” de inversión domiciliado en Bermudas.

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aíses con agentes económicos nombrados en los «Paradise Papers». Fuente: Wikimedia Commons. Por JayCoop 2017 (Elaboración propia del autor) CC BY-SA 4.0 .

valiente thorensen.pngAlberto Valiente Thoresen, 17 noviembre 2017 / EL FARO

El director del periódico digital El Faro, José Luis Sánz, medio que inicialmente publicó la noticia el 5 de noviembre de 2017, escribió después una columna apologética el 8 de noviembre, titualada «El Faro no hizo bien su trabajo». En esta columna, Sánz lamenta que el periódico no haya sido lo suficientemente riguroso en el tratamiento de la noticia. El director se hace completamente responsable de un trabajo que llama “excesivamente simplista”, lo cual ha dado lugar a especulaciones basadas en “importantes errores de método periodístico y forma”.

Luego, el periodista responsable del artículo original y Jefe de Redacción de El Faro, Ricardo Vaquerano, publicó en redes sociales una respuesta a esta columna, en la cual Vaquerano mostraba su desacuerdo con algunas de las aseveraciones de su director.

el faroAdemás, uno de los fundadores y antiguo director del mismo periódico, Carlos Dada, se involucró en la discusión, publicando también en redes sociales su opinión al respecto. A esto siguió un editorial en El Faro el 13 de noviembre, en el cual se recalcan las actitudes críticas del periódico al proceder de FUSADES, a pesar de las advertencias hechas por el director de este medio con respecto a la noticia presentada.

En términos coloquiales, puede decirse que el medio ha optado por lavar la ropa sucia afuera, para que todos puedan verla, con todo lo bueno y malo que esto pueda implicar. Porque, por un lado, demuestra que El Faro es un periódico con apertura, lleno de discusiones autocríticas, y que da espacio a sus periodistas para expresar sus opiniones libremente. Esto es muy bueno y saludable. Pero por otro lado, y desafortunadamente, porque esto depende de las percepciones de los receptores de esta información, realizar esta discusión en público también contribuye a cuestionar los procesos de redacción internos del medio.

Antiética

Independientemente de estas discusiones en El Faro, también se han sumado otras voces a la cuestión. Por ejemplo, José María Tojeira, director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA), dedicó su columna del Diario CoLatino del 14 de noviembre al tema, explícitamente posponiendo o sustituyendo su tradicional columna anual de noviembre, que normalmente trata sobre los sacerdotes jesuitas que fueron asesinados en la Universidad Centroamericana (UCA) el 16 de noviembre, hace 28 años. El rector de la UCA, Andreu Oliva, también ha opinado al respecto por la radio, entre otros. Además, organizaciones sociales presentaron un “aviso de investigación” contra FUSADES ante la Fiscalía General de la República (FGR), para que investigue la posible evasión fiscal y lavado de dinero por parte de FUSADES

Sin embargo, tanto El Faro, como FUSADES y otros de los participantes en la discusión, han dejado claro que la noticia publicada no implica que FUSADES haya violado ley alguna. FUSADES se defiende aseverando que su organización está exenta de los impuestos a los que sus actividades hubieran estado sujetas, debido a la forma en que fueron adquiridos esos 50 millones de USD, ya que se trata de una organización de utilidad pública.

De todas formas, los críticos coinciden en que el proceder de FUSADES es al menos antiético. De acuerdo con el último editorial de El Faro al respecto:

“¿En qué se ha beneficiado el país con las inversiones de Fusades en el extranjero, que ascienden a más de $50 millones? ¿En qué con la exención del pago de impuestos por la venta de Propemi? ¿Por qué, si no pagan impuesto sobre la renta en El Salvador, decidieron los directivos de Fusades llevarse su dinero a otro lado? ¿Por qué no lo invirtieron en El Salvador, el país al que pretenden ayudar a desarrollarse?”

La lógica ética parece ser, en otras palabras, que si no pagan impuestos y tienen dinero, al menos debieran invertirlo en el país.

Dicha ética pone de manifiesto la aceptación de un imperativo categórico mercantilista para todo salvadoreño con dinero, preocupado por el desarrollo de su país: “invertirás tu dinero en tu país”. De acuerdo con esta lógica, hacer lo contrario menoscaba la intención de desarrollar o ayudar al país, por lo que resulta antiético.

Lógica económica

Detrás de ese imperativo categórico mercantilista, se esconden una serie de argumentos económicos, que trascienden consideraciones periodísticas. Conviene analizar tales argumentos, para ver qué hay de cierto en el trasfondo de los planteamientos éticos.

El postulado fundamental de los argumentos económicos de El Faro y demás críticos, es que el país se beneficiaría con las inversiones de FUSADES que están en el extranjero, si estas estuvieran en el país.  Es obvio que es preferible que se invierta en el país a que no se haga. Pero es menos cierto que las inversiones obligadas, por imperativos categóricos que no se basen en una consideración mesurada del riesgo y los posibles rendimeintos de las inversiones, beneficien a una economía de la misma forma que las inversiones que se hacen con exclusiva prudencia económica.

Para probar la firmeza de la lógica económica del postulado fundamental de los críticos de FUSADES, la pregunta inmediata que debe hacerse a tal postulado es quién se hubiera beneficiado entonces con inversiones de FUSADES en el país, y seguidamente, cómo se hubiera beneficiado el país con eventuales inversiones de FUSADES en el país.

No sabemos qué tipo de inversiones en el país son las que demandan los críticos de FUSADES. Pero para hacer las cosas sencillas, supongamos que se trata de una inversión relativamente segura, como una cuenta bancaria en el país. En este caso, los que directamente se beneficiarían de esta inversión serían el banco respectivo con sede en El Salvador y los prestamistas salvadoreños, quienes tendrían acceso a estos 50 milliones de USD en forma de créditos a un costo más bajo. La misma lógica es válida, si FUSADES decidiera invertir directamente en una empresa o consumidor salvadoreño. Tal inversión proporcionaría en todo caso crédito barato al agente económico prestamista.

Pero es importante resaltar que esto no quiere decir que, estos 50 milliones de USD, no estén a disposición de prestamistas salvadoreños actualmente, aunque los fondos se encuentren domiciliados formalmente en Bermudas. En un sistema financiero como el actual, con libre entrada y salida de capitales, si los actores financieros de El Salvador no tienen liquidez para prestar, esta puede conseguirse fuera del país. Es simplemente que, si los fondos estuvieran en manos de agentes financieros salvadoreños en un principio, o invertidos directamente en agentes económicos salvadoreños, sería más probable, barato y práctico acceder los fondos en El Salvador. En otras palabras, el beneficio que los agentes económicos salvadoreños dejan de percibir, cuando los fondos están domiciliados en Bermudas en un fondo de inversión internacional, es el menor costo de acceso a esos mismos fondos.

Y si los prestamistas salvadoreños hubieran tenido acceso a estos 50 milliones de USD a un costo más bajo, no es inmediatamente seguro que tales préstamos a un costo más bajo hubieran implicado beneficios indiscutibles para el país, más allá del beneficio individual para los prestamistas iniciales. Dichos prestamistas hubieran tenido en teoría la libertad de decidir cómo invertir o consumir esos 50 millones de USD. Podrían haber optado por sacar el dinero del país, ya sea importando productos, algo muy probable en la estructura actual de la economía salvadoreña, o colocándolos en cuentas extranjeras. Alternativamente, los prestamistas podrían haber invertido el dinero en actividades económicas riesgosas, que impliquen grandes pérdidas, o en actividades que incrementen los niveles de riesgo en el país. Todo depende de las condiciones para ese consumo o esas inversiones, y una valoración balanceada, debe tomar en cuenta todas las posibilidades.

En definitiva, si los 50 milliones de USD estuvieran invertidos en El Salvador, no sería dinero que estuviera disponible para los salvadoreños de manera gratuita. También tendría un costo prestar ese dinero. Y si se prestara, no hay garantías sobre cómo ese dinero se usaría. Cuando el dinero está invertido en el extranjero, el dinero sigue estando disponible para la economía salvadoreña, aunque de una manera diferente, porque hay libre entrada y salida de capitales. La diferencia es que para que el dinero regrese al país, debe compensarse el riesgo relativo que se asume al traerlo de regreso, comparado con posibles inversiones en otros países.

Puede verse de inmediato entonces que lo único que diferencia la situación que tanto se critica de una hipotética situación, con los fondos domiciliados e invertidos en El Salvador, es la valoración de riesgo de invertir en El Salvador, y cómo esto se compara con el riesgo de invertir en otros países.

Riesgo

En términos financieros, el riesgo tiene una relación directamente proporcional con la probabilidad de que algo ocurra y el tamaño de las consecuencias de ese hecho. Así, si es muy probable que se pierda o gane mucho dinero con una inversión, se consdiera una inversión muy arriesgada. Alternativamente, si es muy probable que se pierda o gane poco dinero, se consideraría una situación menos arriesgada. En términos generales, los elementos clave que rinden elevado riesgo son probabilidades elevadas de que algo ocurra e incertidumbre grande sobre las consecuencias económicas de ese hecho. Por ejemplo, en la Cataluña se dice que ha aumentado el riesgo económico las últimas semanas, porque hay una mayor probabilidad de una prolongada crisis política y una mayor incertidumbre sobre cómo esta crisis afectará la economía.

En El Salvador, muchos coincidirán en decir que existe y ha existido un elevado riesgo económico relativo, cuando la situación se compara con otros países con menor probabilidad de hechos que aumenten la incertidumbre económica. Tal riesgo relativo mayor puede explicarse por los niveles de violencia, desastres naturales o la situación de las finanzas públicas, por mencionar algunos ejemplos. Si los inversionistas extranjeros asignan una alta valoración a estos riesgos, reflejarán esta valoración en los costos de prestar dinero a agentes económicos El Salvador. En términos más inmediatos, puede decirse que la tasa de interés para prestar a El Salvador será relativamente mayor, porque los inversionistas extranjeros demandarán una mayor compensación por el elevado riesgo percibido que asumen al invertir en El Salvador. Sin embargo, si el capital que hay en El Salvador no se saca del país por motivos mercantilistas, es posible prestar este dinero en el país sin reconocer al inversionista por este elevado riesgo relativo que asume.

Las especulaciones que han sido alimentadas por la cobertura de El Faro, es que actores económicos como FUSADES han sacado el dinero para evadir impuestos que la institución asegura que no debía pagar, aún cuando los fondos parecen estar debidamente declarados en los estados financieros de la institución, y prácticamente todos coinciden en que la organización está exenta de impuestos. Pero pocas voces han dado a la organización el beneficio de la duda, y no se ha considerado mucho el rol que la valoración de riesgo de la organización ha jugado en su decisión de sacar los fondos a una cuenta en el extranjero. Sin embargo, una valoración justa y abierta del asunto requiere que también se considere esta posibilidad, la cual debe reconocerse como muy probable, desde la perspectiva de FUSADES, se esté o no de acuerdo con las posturas ideológicas de la organización. Es un ejercicio que requiere de empatía organizacional.  Porque además de las valoraciones económicas de riesgo que cualquier inversionista hace al decidir dónde meter su dinero, una organización como FUSADES tiene que tomar en cuenta el riesgo político de sus actividades, y cómo asegurar su independencia. En un país con el pasado político reciente de El Salvador, se entenderá que no son valoraciones que puedan tomarse con ligereza, o descalificarse, cuando se hace una apreciación ética del proceder de una organización activa en la vida política.

Costos del riesgo

Prestar dinero en condiciones de alto riesgo justifica pagar una mayor tasa de interés relativa. Este es el caso, porque quienes brindan ese dinero en calidad de empréstito pueden demandar un mayor rendimiento relativo, para compensar por el mayor riesgo asumido. Claro está, se tratará de un mayor rendimiento, si les pagan su dinero de regreso. Si el proyecto para el que el dinero ha sido prestado fracasa, podría tratarse de una mayor pérdida. Si los inversionistas y prestamistas siguen una lógica meramente ecónomica, que considere el riesgo y los rendimientos/pérdidas, los costos de prestar dinero reflerjarán en mayor medida el riesgo de invertir y prestar dinero.

Pero este no es el caso para inversionistas que operan desde la lógica del imperativo categórico mercantilista, el cual dice que “invertirás tu dinero en tu país”, cueste lo que cueste. Dichos inversionistas deben estar dispuestos a recibir un menor rendimiento por el riesgo asumido, por ejemplo, que el que exigirían prestamistas que pretenden maximizar sus beneficios, por la misma inversión. Porque la decisión de los inversionistas mercantilistas no se basa en una valoración prudente de riesgos y rendimientos, lo cual sería meramente económico, sino que responde a una motivación de dejar el dinero en el país por otros motivos bien intencionados menos inmediatos.

Cuando se exige que cualquier inversionista deje su dinero en El Salvador, incluso cuando su propia valoración de riesgo y la compensación de ese riesgo dice que haga lo contrario, se está pidiendo a ese inversionista incurrir en un costo de oportunidad, por no tener su dinero en un lugar que el inversionista perciba como más seguro. En sistemas de control de capitales, este costo de oportunidad se impone por el Estado a quienes intentan sacar capitales del país. El propósito de dicha imposición es equiparar el beneficio de sacar el dinero del país con el de dejarlo en él. Como no se incurre en un costo de oportunidad al sacar el dinero del país, cuando el riesgo de dejar el dinero en el país es elevado, el impuesto intenta hacer que ambas acciones sean equivalentes. En la práctica, dichos sistemas de controles de capitales son muy difíciles de implementar, porque los controles a los capitales deben adaptarse a percepciones de riesgo muy cambiantes. Además, si los riesgos percibidos de violar los controles de capitales son menores que los de dejar los capitales en el país, dichos sistemas promueven la creación de mercados negros. En un sistema como el de El Salvador, existe en teoría la libertad legal de evitar este costo de oportunidad.

¿Control o libertad?

Como con muchos otros temas económicos complejos, los especialistas no pueden ponerse de acuerdo sobre si es más conveniente en términos generales tener controles de capital o libertad de movimiento de capitales. La respuesta suele ser que depende del caso. Tendrá también mucho que ver con el tipo de controles de capitales en cuestión y las condiciones en las que se impongan. De igual forma, tampoco pueden asegurarse beneficios seguros para la economía en cuestión, con o sin controles de capitales.

Por ejemplo, Joseph Stiglitz ha escrito extensamente, sobre cómo la falta de cierto tipo de controles de capitales ha agudizado ciertas crisis económicas, por ejemplo, en el sudeste asiático a finales de los noventa. Pero esto no quiere decir que todo tipo de controles de capitales son preferibles al libre movimiento de capitales, en todas las condiciones posibles. De igual forma, aunque haya argumentos válidos para el libre movimiento de capitales, por ejemplo, que habrá mayor crecimiento mundial, si el capital puede libremente buscar el rendimiento más apropiado, no quiere decir que esto siempre sea lo mejor, en todas las condiciones posibles.

A pesar de estas reservas, los críticos de FUSADES parecen haber concluido que siempre es más beneficioso para una economía que sus ciudadanos inviertan en su país, incluso si estos ciudadanos consideran que en un momento dado esta no sea una decisión prudente. Hay una serie de cuestiones éticas que se desatienden, si esta conclusión se alcanza de manera absoluta.

Un ejemplo

Para ilustrar por qué, podemos postular una situación hipotética. Imaginemos un empresario sirio, que ha trabajado toda su vida por mejorar su país, y además, ha logrado ahorrar relativamente bastante dinero. Comparado con sus vecinos, es una persona muy rica.

Tiene muchas opciones para hacer algo con su dinero. Podemos concentrarnos en tres: Primero, puede sacar el dinero del banco, y guardarlo bajo su colchón. Segundo, puede dejar el dinero en un banco sirio, para que se preste a otros compatriotas sirios. Tercero, puede sacar su dinero de Siria a un banco extranjero.

Supongamos que la decisión sobre qué hacer con este dinero ocurre justo antes de que la situación política en Siria se deteriore completamente, y que tenga implicaciones negativas para la economía siria, en forma de recesión, hiperinflación y devaluación de la libra siria. El empresario es consciente de estos riesgos. ¿Cuál de estas alternativas es la éticamente correcta?

Si escoge la primera, el empresario puede argumentar éticamente que lo hace para resguardar los intereses de su familia y seres quieridos. Además, pretende no dar su dinero a bancos que contribuyen a financiar el esfuerzo bélico en su país. Pero arriesga que los billetes que tiene bajo su colchón pierdan su valor, debido a la muy probable inflación y devaluación de la libra siria. Incluso, en una situación política de guerra civil, es posible que hasta entren a su casa a robarle el dinero, y que lo pierda todo.

Si escoge la segunda opción, es posible que su dinero sea prestado a otros sirios a un costo más bajo, que lo que costaría prestar en general en Siria, si deja su dinero bajo el colchón. Pero no hay garantías sobre cómo se usará el dinero. Puede ser incluso, que su dinero se preste a un bajo costo por empresarios que contribuyen al esfuerzo de guerra, o que se preste por otras personas, quienes de igual forma acaben sacando el dinero de Siria. Además, con el elevado riesgo de mayor inflación y devaluación de la moneda, es posible que de igual forma pierda todos sus ahorros, si los deja en un banco sirio en moneda siria.

Si escoge la tercera opción, hará que otros compatriotas sirios tengan que pagar más para acceder a sus fondos como préstamo. Porque los inversionistas extranjeros exigirán una mayor compensación por el mayor riesgo que implica invertir en Siria. De igual forma, no hay garantías sobre cómo se usarán los fondos. Pero un banco extranjero, que no esté sujeto a la situación crítica que vive su país, probablemente tendrá mayor posibilidad de elegir en qué invertir el dinero. Además, si pone el dinero en moneda extranjera más estable, no corre el riesgo de perder todo, si el sistema financiero de su país quiebra, la moneda de su país se devalúa mucho, o si la inflación se vuelve insostenible. Desde una perspectiva patriótica, también puede argumentarse que al elegir la tercera opción, el empresario está contribuyendo a preservar los activos de su país, al ubicarlos en un lugar estable. Dichos activos podrán ingresar a su país cuando el riesgo sea menor, en un momento futuro. De hecho, parece ser que los bancos sirios y la economía de ese país han evitado un colapso total gracias a activos en el extranjero. Estos activos son dirigidos con objetivos políticos a Siria, primordialmente procedentes de Irán y Rusia, quienes asumen ese gran riesgo de invertir en el país bajo las condiciones actuales.

Como podemos ver, todas estas alternativas presentan dilemas éticos complejos, y no es posible decir con facilidad cuál de estas opciones es absolutamente más ética que la otra. Con unas menores modificaciones, es posible trazar paralelos de este mismo ejemplo con casi cualquier decisión de inversión que implica riesgos. Sin embargo, los críticos de FUSADES, parecen haber decidido sin matices que la alternativa absolutamente más ética es solamente la segunda. Porque FUSADES eligió la tercera alternativa, y califican esto como antiético.

Inversión extranjera

Aunque este tema no haya sido mencionado directamente por los críiticos de FUSADES, parece relevante hacerlo, porque ya que se critica como antiético que una entidad coloque fondos en el extranjero, debe tamién ser el caso que es antiético que entidades extranjeras coloquen fondos en El Salvador. Recordemos, que también hay personas con grandes necesidades en los países más ricos y otros países de renta media, porque generalmente también son desiguales. Investigaciones recientes han arrojado más luz a este hecho. Pero no parece ser que esta sea la valoración de quienes critican a FUSADES.

Efectivamente, muchos de quienes invierten legalmente en El Salvador, lo hacen porque se libran legalmente de costos de sus países de origen, que los llevan a maximizar sus rendimientos, los cuales se acoplan a su valoración de riesgo. Desde ciertas perspectivas, librarse de estos costos, puede considerarse antiético. Pero desde otras, también puede argumentarse que proporcionan importantes recursos al país, sin los cuales el país no se beneficiaría y tampoco sería viable el desarrollo.

De hecho, pocos o ninguno de los países a los cuales acordaríamos en llamar “desarrollados” han alcanzado tal condición sin que sus ciudadanos puedan adquirir activos en el extranjero. Parece una lógica mercantilista desfasada, suponer que el desarrollo se alcanza obligando que los actores económicos mantengan sus ahorros en el país, a la fuerza de imperativos basados en un entendimiento simplista de las complejidades económicas.

Ética y ley

Parece también injusto, que el trabajo de algunas personas honestas e íntegras, que nada tienen que ver con la decisión de donde guardar el dinero de su organización, se pueda poner en tela de juicio, sobre la base de tal entendimiento de la economía, la ética y una serie de etiquetas prejuiciadas, las cuales no conviene repetir. No debiera importar si se está de acuerdo ideológicamente con una institución o no. No puede acusarse de criminal a alguien por el simple hecho de usar la misma institución de la que hacen uso presuntos criminales. Es como acusar a los clientes de un banco de criminales, porque otros clientes son acusados de lavar dinero en ese banco. Con esta lógica, cualquier persona podría en algún momento u otro acusarse también de criminal, sin haber violado ley alguna.

Está muy bien que se condene a quienes sacan dinero del país para violar la ley. Si esto puede probarse para el caso de FUSADES, felicidades para quienes hayan realizado este servicio cívico. También es muy importante discutir los aspectos éticos de cuestiones económicas. Pero no es válido condenar con absoluta superioridad moral, cuando la base de la condena se encuentra en una formulación simplista de una realidad económica más relativa, matizada y compleja.