Leopoldo López

Los venezolanos estamos condenados a negociar. De Alberto Barrera Tyszka

Juan Guaidó, el líder opositor de Venezuela, se prepara para dar un discurso el 3 de mayo de 2019. Credit Manaure Quintero/Reuters
ALBERTO BARRERA TYSZKA, GUIONISTA, ESCRITOR Y COLUMNISTA VENEZOLANO

5 mayo / THE NEW YOTK TIMES

Los venezolanos creemos que la improvisación es un método. Tal vez eso pueda explicar lo inexplicable: la fallida rebelión contra un Estado fallido que se produjo el 30 de abril. A medida que pasan las horas, cada vez parece más difícil conocer realmente qué ocurrió. La ausencia de información y la falta de credibilidad en los diferentes actores implicados dejan al ciudadano común sin posibilidades de acercarse a la verdad. Más que datos ciertos, solo abundan las especulaciones. Como si, más que analizar la realidad, solo fuera posible imaginarla.

Quizás nunca se llegue a saber ciertamente ni qué pasó ni qué podría haber pasado esta semana con las fuerzas armadas en Venezuela. Esta opacidad, sin duda, es otro síntoma del enorme deterioro institucional del país. Pero lo ocurrido también demuestra, nuevamente, que ese vacío institucional no puede llenarse con violencia. Es otro recordatorio de que la democracia no se legitima con fusiles sino con votos.

Cuando apenas amanecía el martes pasado en Caracas, apareció Juan Guaidó en las redes sociales anunciando “el cese definitivo del gobierno usurpador” y la activación de los militares para consolidar la llamada Operación Libertad. El líder de la oposición estaba rodeado de soldados y, tras él, en primera fila, destacaba Leopoldo López, un preso político emblemático del gobierno chavista que se encontraba bajo arresto domiciliario. El hecho de que López estuviera también ahí, libre, sobre un puente, en medio de soldados, parecía ser una parte fundamental de la noticia.

En algunas oportunidades de su mensaje, Guaidó habló en pasado. Como si, de alguna manera, ya lo importante hubiera ocurrido. Las imágenes que se transmitieron después le sumaron más confusión al momento. En rigor, no se encontraban dentro de una base militar. Tampoco había ningún alto oficial dando la cara y haciéndose responsable de la rebelión ni hubo información sobre algún alzamiento militar en otras regiones del país.

La transmisión desde el puente se fue convirtiendo rápidamente en un espectáculo cada vez más pobre: imágenes de Leopoldo López sonriendo y abrazando a algún amigo, como si celebrara algo que nadie podía entender. Juan Guaidó se difuminó y el escenario épico del amanecer empezó a transformarse en un espacio incomprensible, lleno de movimientos erráticos y sin voceros dispuestos a declarar. La llamada Operación Libertad no parecía ni siquiera una operación.

Sin embargo, la ausencia de los altos funcionarios del oficialismo hizo posible que se pensara que algo estaba ocurriendo. Nicolás Maduro desapareció completamente. Las hipótesis de las conspiraciones se sostienen en el silencio. Ese martes 30 de abril nadie dijo nada definitivo. Hubo alguna declaración de algún ministro, denunciando un intento desestabilizador de la oposición, pero nada más. Los discursos articulados empezaron a llegar los días posteriores, cuando la marea bajó y el panorama comenzó a aclararse. Pero durante el día crucial la mayoría de los actores quedaron en silencio. En suspenso. A la espera.

Ni siquiera los otros líderes de la oposición se manifestaron abiertamente. Tampoco lo hizo de forma decidida y en bloque la comunidad internacional. Ni todos los funcionarios del gobierno ni todos los altos jerarcas militares. Es posible pensar que, en el fondo, todos estaban contenidos, atentos, calculando. En una situación límite, se sintieron obligados a esperar de qué lado, finalmente, se inclinaba la balanza. Nadie deseaba arriesgarse sin saber el resultado. Todos querían tener alguna certeza de que están apostando al ganador.

A esta ausencia de las élites, hay que sumar también la censura oficial que controla medios de comunicación y bloquea redes y plataformas. Frente a esto, el chisme termina siendo la única fuente de información. Los ciudadanos, finalmente, estamos obligados a aceptar que solo tenemos el rumor como forma de conocer e interpretar la realidad. Que si Leopoldo López y Juan Guaidó actuaron en solitario, traicionando al resto de la oposición. Que si había un plan acordado con altos mandos militares para forzar la salida institucional de Maduro, pero que los rusos intervinieron antes y lo impidieron. Que si había una conspiración en marcha pero, al final, todo se abortó por culpa del afán protagónico de Leopoldo López. Que si había un acuerdo entre el Departamento de Estado estadounidense y varios dirigentes cercanos a Maduro. Que si los cubanos evitaron que los militares traicionaran a la revolución. Que si sí. Que si no. Que si Rusia, que si los chinos, que si Donald Trump. Que todo puede ser mentira, que todo puede ser verdad. Que nunca hubo nada y que casi hubo un golpe. Que la intervención viene y se va cada día. Que la Operación Libertad continúa pero de otra forma. Que estamos igual pero no tan igual que ayer. Seguiremos informando.

Como si se tratara de un desquite infantil, dos días después, también al amanecer, Nicolás Maduro apareció en una transmisión obligatoria para todos los canales, rodeado de los jefe militares que le juraban lealtad. Esa era su respuesta al llamado rebelde de Guaidó. Pero también tenía algo de espectáculo patético e incomprensible. Parecía un mensaje para el interior de la propia institución castrense.

Probablemente, en un balance temprano de lo ocurrido esta semana, nadie quede bien. Ni la dirigencia de la oposición ni la del oficialismo. Tampoco los líderes internacionales. Parecen todos una élite errática que se echa la culpa, unos a otros, sin demasiados argumentos ni lucidez. Sobran las palabras grandes. Los discursos se desinflan. La apelación a la libertad, a la patria, a la soberanía… parece fatua. Todo son solo errores de cálculo. La improvisación no sirve para gobernar. El chavismo lo ha demostrado. Tras veinte años en el poder solo han logrado un récord de corrupción y la destrucción total del país. Pero del otro lado pasa lo mismo: tampoco la improvisación sirve para derrocar dictaduras.

Venezuela está cada día más débil. Incluso como noticia. Lo ocurrido esta semana también lo demuestra. Hay un agotamiento generalizado que cada vez se contagia más, la fragilidad de todos los poderes es cada vez mayor. Es obvio que Maduro no puede confiar en quienes lo rodean. Es evidente que la unidad de la oposición está fracturada. Ninguno de los dos bandos tiene la capacidad de derrotar y someter al otro. Ni el chavismo puede gobernar ni la oposición puede quebrar internamente a la fuerza armada. Ni los cubanos van a salir voluntariamente del país ni Trump va a invadir militarmente a Venezuela. Se acabó el tiempo de las consignas radicales. Los venezolanos estamos condenados a negociar. El problema es cómo hacerlo, con quiénes, bajo qué condiciones.

Ante una crisis económica que se desborda y adquiere una dimensión cada vez más aterradora, las decisiones políticas son también cada vez más costosas y determinantes. No es el momento de improvisar, sino de diseñar y de acordar un salida institucional. Esta semana ha vuelto a quedar claro que la violencia, de ninguno de los lados, representa un verdadero desenlace. Mientras no haya elecciones limpias y confiables, tampoco habrá futuro para Venezuela.

Carta sobre Venezuela: Todos conspirando con todos. De Paolo Luers

Juan Guaidó y Leopoldo López en frente de la base aérea La Carlota en Caracas, en la madrugada del 30 de abril

4 mayo 2019 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

Esto de Venezuela parece un campeonato mundial de conspiración política, militar y de inteligencia. Imagínense las escenas en aquella casa donde Leopoldo López guardaba arresto domiciliario, vigilada las 24 horas por agentes del temible Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN): entran generales del SEBIN y del ejército, a veces juntos, a veces por separado y se sientan con el líder opositor para instrumentalizarlo dentro de su plan de dar un auto-golpe. Quieren deshacerse de Nicolás Maduro, quien ya está quemado internamente e internacionalmente, pero necesitan que el nuevo régimen sea percibido como gobierno de transición y legítimo que cuenta incluso con el apoyo de líderes opositores.

Y por su parte, Leopoldo, quien me consta que no es ningún sencillo, tratando de instrumentalizar a los generales para que generen las fisuras que la oposición necesita dentro de las fuerzas armadas, para luego usar la movilización popular para hacer caer el debilitado edificio del régimen chavista…

Los generales venezolanos reportando a sus referentes cubanos, que controlan cada movimiento del SEBIN y de las fuerzas armadas —y los cubanos negociando con los agentes rusos, que llegaron hace pocas semanas para hacerse cargo de la operación de rescate— no de Maduro, sino del régimen. Porque ojo: Los cubanos y los rusos andan juntos en Caracas, pero no necesariamente tienen los mismos intereses…

En otro escenario, Moscú intercambiando mensajes con Washington. Ambos descaradamente lanzando campañas públicas de desinformación sobre la situación real en las calles de Venezuela, pero al mismo tiempo tratando de evitar que la situación se salga de control. Para Washington se trata de convencer a los chavistas que están dispuestos a mandar sus marines si algo le pasa a Juan Guaidó, al mismo tiempo que aseguran a los rusos que de ninguna manera van a intervenir militarmente.

Nada de esto lo vimos en televisión. Sólo vimos lo que pasó el 30 de abril en las calles de Venezuela: la sorpresiva aparición de Leopoldo López a la par de Guaidó, pero también flanqueado de miembros bien armados del SEBIN, de la Guardia Nacional y del Ejército. Los dos líderes más emblemáticos del país, encabezando una manifestación opositora, pero sin lograr detonar un levantamiento popular masivo que obligue a las tropas militares a tomar posición.

¿Qué pasó? Dicen que los planes (hechos para el 1 de mayo, tanto de un auto golpe para deshacerse de Maduro como el de Leopoldo y Guaidó de usar este autogolpe para de una sola vez hacer caer al régimen) se frustraron, porque otros efectivos del SEBIN, a lo mejor por orden de los cubanos, planificaron detener a Guaidó en la mañana del 30 de abril —lo que obligó a los conspiradores (de ambos lados) a adelantar sus acciones. La idea era que la concentración popular masiva del 1 de mayo coincidiera con la aparición de Leopoldo y con la operación del autogolpe militar. Esto se frustró —y ni los opositores ni los conspiradores militares consiguieron su objetivo. Maduro, aunque visiblemente asustado y debilitado, se mantiene en el Palacio de Miraflores…

La otra razón del fracaso es que la actuación de Estados Unidos carece de credibilidad. Nadie les cree la amenaza de intervención militar, ni los rusos, ni los cubanos, ni los chavistas, solamente los sectores más retrógrados dentro de la oposición venezolana. ¿Y cómo iba a ser diferente, si la Operación Venezuela de Washington está a cargo de un fanático veterano de la Guerra Fría como Elliot Abrams, quien depende de dos tigres de papel como John Bolton y Donald Trump?

Todo esto parece una novela mal lograda, escrita en partes por mentes bastante brillantes (como Leopoldo López y algunos generales jóvenes de inteligencia venezolana), pero en otras partes por trogloditas como Elliot Abrams y algunos adeptos de la anti-política dentro de la oposición venezolana. Para nosotros puede ser una novela de suspenso divertida, para los venezolanos sigue siendo una pesadilla.

Saludos,

Leopoldo López: ‘Si me censuro, la dictadura me derrota’. The New York Times

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Leopoldo López Credit Diana López para The New York Times

Tras meses de silencio, el dirigente político venezolano en arresto domiciliario habló en exclusiva con The New York Times sobre el futuro político del país, su experiencia y sus aprendizajes en la prisión militar y su esperanza de una salida a la crisis.

Carta a Leopoldo López: Tu hora llegará. De Paolo Luers

paolo luers caricaturaPaolo Luers, 3 agosto 2017 / MAS! y El Diario de Hoy

Leopoldo:
Es la tercera vez que te dedico una carta. Publiqué una hace más de 3 años, cuando te entregaste a La Guardia, en la plaza pública, puño en alto. Llamo La Guardia a la Guardia Nacional Bolivariana, porque de nacional y de bolivariano no tiene nada. Y porque aquí, en El Salvador, La Guardia es símbolo de la maquinaria de represión de la dictadura militar, de la cual sólo nos deshicimos luego de 12 años de guerra civil. Ahora vemos en Venezuela las mismas escenas de La Guardia reprimiendo estudiantes en la calle para defender un régimen militar contra la ira de su pueblo. Espero que a ustedes no les toque una guerra civil para conquistar la libertad.

masLa segunda carta te la dediqué cuando estabas en huelga de hambre en la cárcel militar Ramo Verde, pidiéndote que no sacrificaras tu vida. Desde que te conocí, en el 2008, cuando todavía eras alcalde de Chacao, nunca he tenido duda que Venezuela necesita líderes como vos que la conduzcan para adelante y no para atrás.

Cuando luego de más de 3 años de cárcel te dieron arresto domiciliario, muchos decían: A este hombre ya lo compraron, canjeó su semi-libertad por la desmovilización del pueblo en la calle… Sólo gente que no te conoce podía pensar esto.

Y ahora te encarcelaron otra vez, llegaron a medianoche como suelen hacer los esbirros de dictaduras militares, para sacarte de tu casa, de tu familia. Igual pasó a Antonio Ledezma, que es otro que no se ha callado. Sabiendo el costo que esto iba a tener, ustedes EDH logaprovecharon su arresto domiciliario, no para desmovilizar la resistencia, sino para darles ánimo a los miles y miles de estudiantes, amas de casa y gente de los cerros que ya pasaron más de 100 días enfrentándose en las calles a la maquinaria represiva de Maduro. La verdad es que a Maduro no le quedaba otra opción: vos sos demasiado peligroso para no tenerte en la cárcel. Te sacó para bajar la presión que ya no aguantaba, en la calle y en el teatro internacional – pero la presión no bajó. Continúa la lucha de la gente en la calle –y la presión de los gobiernos democráticos del mundo, porque su objetivo y motivación no es liberar a Leopoldo o Antonio, sino liberar Venezuela.

Está jodido Maduro: Sos demasiado peligroso para él fuera de la cárcel, pero aun más peligroso encarcelado. El poder de los líderes opositores crece en la cárcel. Igual Maduro que no se atrevió a suspender su Constituyente, aunque está dividiendo sus propias filas chavistas, porque hubiera sido un triunfo para la oposición y de la calle – pero realizar su proyecto de imponer una constitución cubana también lo está acercando aun más al abismo. Maduro no tiene opciones. Vos sí: Sólo tenés que sobrevivir la cárcel, y tu hora llegará, tarde o temprano. Creo que temprano.

Resistí, Leopoldo. Aunque te vuelvan a someter al más hermético aislamiento, nunca estarás solo.

Un abrazo, tu amigo

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Venezuela, una nación secuestrada. De Alberto Ruiz-Gallardón

JAVIER OLIVARES

En la madrugada de ayer, después de saltar las alarmas al saber que agentes del Sebin -la Stasi bolivariana- habían irrumpido violentamente en los domicilios de Leopoldo López y de Antonio Ledezma para ingresarlos en la prisión militar de Ramo Verde, llamé a los padres de Leopoldo. Él, en Madrid; ella, en Caracas. Ambos destrozados y, a la vez fuertes, valientes, determinados a seguir hasta el final con la lucha por la liberación de su hijo, de todos los presos políticos venezolanos y de su país. Y, una vez más, los dos me dijeron lo mismo: ¡Denúncialo! Que el mundo sepa el horror que la dictadura de Maduro ha impuesto en Venezuela.

Estas líneas son eso, un grito angustiado por la liberación -además de Leopoldo, Antonio y de todos los presos políticos- de una nación secuestrada por una dictadura terrible que reúne dos características insólitas. La primera, la tibieza de buena parte de la comunidad internacional, a la que parece incomodarle llamar a las cosas por su nombre, enfrentarse a la dictadura chavista con la misma contundencia con que lo hicieron antaño con las dictaduras de derechas que hubo en Hispanoamérica. Les cuesta anteponer la libertad de los venezolanos a los intereses económicos de sus países o de sus empresas.

el mundoY, con inmenso dolor, incluyo en mi queja por la equidistancia entre víctimas y verdugos al Vaticano. La Iglesia católica tiene una autoridad ética y moral en Venezuela como ninguna otra institución. Los obispos venezolanos han identificado desde el principio el dolor de su pueblo y han sido héroes frente al tirano. Pero Roma ha abordado el tema como si de una disputa sobre límites territoriales se tratara. La responsabilidad es mayor cuanta más capacidad de resolución se tiene. Fue del formidable código ético cristiano de quien aprendimos que es tan grave la falta por comisión como por omisión.

La segunda aberración de la dictadura venezolana es que tiene, además de la tibieza internacional, un apoyo explícito en España de un partido con ambición de poder: Podemos. Si algún partido en una democracia europea hubiese apoyado en su momento las dictaduras de Videla en Argentina o de Ceausescu en Rumania estoy convencido de que habría sido inmediata y rotundamente abandonado por sus votantes. No sé si los dirigentes de Podemos son libres para condenar la dictadura venezolana sin que les pongan sobre la mesa sus relaciones pretéritas. Pero sí estoy convencido de que, hasta el español más indignado, hasta aquellos que han creído la falacia de que la democracia parlamentaria es el problema y no la solución, no está dispuesto a permutar nuestra libertad y nuestra prosperidad por la miseria y el tenebrismo que ha impuesto el régimen apoyado por Podemos. Alguien en esa casa debería analizarlo. Si los españoles identifican que el modelo para España de Podemos es Venezuela, el desafecto electoral será dramático para ellos.

Por contra, el discurso del resto de los representantes políticos españoles -exceptuados los radicales- ha sido rotundo. El Partido Popular, el PSOE, Ciudadanos, han sido enérgicos en la denuncia de la deriva dictatorial de Maduro. El presidente Rajoy ha llevado a la Unión Europea la condena de la dictadura y su vergonzoso fraude electoral a través de la convocatoria de una inconstitucional y antidemocrática Asamblea Constituyente. Y se debe dar una condena similar desde Naciones Unidas.

Mención aparte merece el papel jugado por los presidentes González y Aznar. Cuando se cumplieron tres años del encarcelamiento de Leopoldo López, sus abogados les pedimos a ambos que comparecieran juntos para pedir su libertad. Lo hicieron con un profundo compromiso democrático. Por encima de todas las diferencias políticas lanzaron un mensaje único. Libertad para Venezuela. La vieja política hace emerger valores democráticos que deben ser modelo para las nuevas generaciones.

Ayer fue emocionante escuchar la conversación de Felipe González con la hija de Antonio Ledezma en Antena 3. Ella llorando. Él -identificando a todos los demócratas de España y de América- trasladando fuerza, enorme afecto y confianza en la victoria de la libertad.

Del presidente Zapatero quiero decir algo, mirando hacia delante y no hacia atrás. Por el papel que ha jugado es, en este momento, la persona cuya intervención, rotunda y definitiva, en favor de la libertad de Leopoldo, de Antonio, y de todos los presos políticos, más puede ayudar a desenmascarar la mentira de la dictadura. No es una deshonra haber sido engañado. Al contrario. Fue su confianza, que otros no tuvimos, en la disposición del régimen a una solución dialogada la que le permite ahora -y quizá le obligue- a denunciar la profunda corrupción moral de los dictadores venezolanos.

Desde un análisis jurídico, lo que el régimen bolivariano ha intentado es la institucionalización de la dictadura. A día de hoy es formalmente una democracia aunque de facto sea exactamente lo contrario. Desde que la oposición ganó las elecciones, el régimen militar anuló su capacidad legislativa utilizando a un instrumental Poder Judicial corrompido por el chavismo. Las instituciones que han intentado mantener su independencia han sido sistemáticamente atacadas. El fiscal que acusó a Leopoldo López está arrepentido y huido del país. La Fiscal General amenazada y, sin duda, próximamente destituida.

Lo que el régimen pretende ahora es dar cobertura legal a su dictadura mediante el fraude de la llamada Asamblea Constituyente para cuya convocatoria, incumpliendo lo establecido en la Constitución aprobada bajo el mandato de Chávez, no se ha convocado el referéndum previsto en la Carta Magna usurpando así el presidente Maduro la soberanía nacional al pueblo venezolano.

Con el encarcelamiento de Leopoldo López y de Antonio Ledezma no sólo se ha vuelto a privar de libertad a dos ciudadanos por el solo hecho de pensar distinto que el poder dominante, de alzar su voz en contra de un régimen opresor. Con su detención, se les ha secuestrado a ellos y con ellos a toda una nación. A la República hermana de Venezuela.

La reacción internacional debe ser rotunda y sin vacilaciones. No basta con condenar unas detenciones arbitrarias e ilegales. Es la dictadura quien debe ser excluida del espacio de las naciones libres y democráticas. Y con sanciones a sus dirigentes, no a los ciudadanos que antes que responsables son víctimas de los ocupantes del poder.

No. No puede ser esto una noticia que mañana o pasado mañana quede escorada por la siempre vertiginosa actualidad. Ya no hay excusas. No es sólo por solidaridad. Es por nuestra propia dignidad. Quien mañana calle -sea Gobierno, partido político o ciudadano- será cómplice no sólo de lo que les pasa a los venezolanos hoy; también de lo que nos ocurra a los demócratas en el futuro.

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los otros… guardé silencio, porque yo no lo era. Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie al que le importara ni que quisiera hacer nada por mí».

 

Edipo el tuerto. De Ernesto Pérez Zúñiga

La izquierda ciega tendría que arrancarse los ojos para ver de nuevo.

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 El líder opositor venezolano Leopoldo López muestra una bandera de Venezuela en su casa en Caracas. JUAN BARRETO / AFP

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Ernesto Pérez Zúñiga. Poeta y narrador español.

Ernesto Pérez Zúñiga, 10 julio 2017 / EL PAIS

La salutación de Alberto Garzón, en Twitter, al preso político venezolano Leopoldo López, calificándolo como “golpista”, después de que este haya recibido la rebaja de su condena en la cárcel, sustituida por un arresto domiciliario, hace pensar de nuevo en la impactante ceguera de una parte de la izquierda española, que sigue sin condenar los gobiernos totalitarios que le son afines ideológicamente, como ya hiciera con los de Stalin y Castro.

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Tras la cascada de respuestas asombradas, también en Twitter, la siguiente afirmación del líder Alberto Garzón es más sorprendente todavía: “No me gusta lo moral como el paiscriterio”. Estas palabras recuerdan, por opuestas, las que Max Aub escribió cuando logró regresar unos meses, al final de su vida, a la España de Franco, desde su exilio mexicano: “Para mí un intelectual es una persona para quien los problemas políticos son problemas morales”.

Habría que invitar a Alberto Garzón, si no a convertirse en un intelectual, al menos a reflexionar sobre las palabras de este escritor español que sí se vio obligado a luchar contra el fascismo y que padeció sus consecuencias como preso político y recibiendo el regalo del exilio. También habría que recordar a Garzón y a otros partidarios de la izquierda ciega que fue justamente la necesidad ética de otra realidad social la que propició la creación de los partidos políticos de inspiración marxista.

Habría que recordar a Garzón que fue la necesidad ética de otra realidad social la que propició la creación de los partidos políticos de inspiración marxista

Ahora no parecen percatarse de que la libertad y la justicia siguen siendo más importantes que los pesebres ideológicos, ni vislumbran que lo que ocurre hoy en Venezuela es la represión sistemática, por parte del Gobierno, a ciudadanos desesperados ante una situación insostenible en los servicios básicos, cuyo mantenimiento justificaría la existencia, precisamente, de ese y cualquier gobierno. La llamada oposición venezolana (en la que, por cierto, hay agrupaciones de izquierda) sintetiza, para los ciegos, el rostro que pertenece, en realidad, a miles de personas de todas las edades, no afiliadas a ningún partido, desde niños hasta ancianos, que salen cada día a las calles del país para protestar y defenderse de los abusos del Estado, un Estado que se ha parapetado en una máquina que asesina, amedrenta y encarcela, con el apoyo incontrolable de fuerzas paramilitares.

Por fortuna, las denuncias de organizaciones internacionales, la condena de múltiples periodistas y políticos en el mundo (por supuesto, también de izquierdas) están desenmascarando al Gargantúa venezolano, que, disfrazado de benefactor del pueblo, se articula en múltiples intereses económicos, incluidos, al parecer, los más oscuros.

Se trata, una vez más, del poder contra la gente. Al totalitarismo no le importa la máscara que debe ponerse para devorar la sociedad de la que se alimenta. Pero esa izquierda ciega no lo ve. Por ahora. La izquierda ciega tendría que arrancarse los ojos para ver de nuevo, como hizo Edipo cuando descubrió la injusticia de sus actos contra su propia madre. Se arranca solo el ojo derecho. Sin él, llora las otras barbaries. El de la izquierda sigue viendo lo que quiere ver.

Leopoldo López está en casa pero la tiranía continúa. De José Miguel Vivanco

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Leopoldo López saluda a sus seguidores luego de ser trasladado desde una prisión militar cerca de Caracas a su casa, donde permanecerá bajo arresto domiciliario por motivos de salud, según informó el Tribunal Supremo de Justicia. Credit Federico Parra/Agence France-Presse — Getty Images

JOSE MIGUEL VIVANCO

José Miguel Vivanco es director para las Américas de Human Rights Watch.

José Miguel Vivanco, 9 julio 2017 / THE NEW YORK TIMES

WASHINGTON – El 8 de julio, el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro trasladó a su preso político más prominente, Leopoldo López, hasta su casa a las 4:00 de la madrugada. El Tribunal Supremo de Justicia, controlado por Maduro, explicó, en un párrafo, que le concedía arresto domiciliario a López como “medida humanitaria” debido a su “situación de salud”. También mencionó “irregularidades sobre la distribución del expediente a un Tribunal de Ejecución”.

NEW YORK TIMESSin dudas, la excarcelación de López es una muy buena noticia para su familia. Su esposa, Lilian Tintori, así como sus hijos, padres y hermanas, han sufrido por más de tres años al ver que López era procesado por motivos políticos y condenado a casi 14 años de cárcel, todo con base en cargos falsos y evidencia fabricada, según me dijo el propio fiscal del caso. Durante su detención en la cárcel militar de Ramo Verde, López fue sometido a largos períodos de aislamiento y sus familiares han padecido muchísimas humillaciones y abusos. En los últimos 90 días, a López le negaron cualquier contacto con sus abogados.

La excarcelación también representa un gran triunfo para los miles de manifestantes que han salido a las calles a diario desde fines de marzo para expresar su rechazo frente a las tácticas antidemocráticas del gobierno, y para el número creciente de líderes latinoamericanos que piden la liberación de los presos políticos y el cese inmediato de la represión.

Dado que López es el preso político más conocido de Venezuela, es altamente probable que el gobierno quiera vender su “liberación” como prueba de que la situación del país está mejorando, que las críticas internacionales son injustificadas y que los reclamos de los manifestantes son ilegítimos.

Esa pretensión no podría estar más alejada de la realidad.

López está en su casa, pero no está libre. Está sujeto a arresto domiciliario. En la misma situación se encuentra el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma, que cumple arresto domiciliario desde hace más de dos años. A otro alcalde, Daniel Ceballos, que también fue encarcelado por motivos políticos, se le concedió arresto domiciliario por un año, pero luego lo pusieron nuevamente detrás de las rejas. Otros líderes políticos, como el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski, han sido inhabilitados arbitrariamente para postularse a cargos públicos por varios años.

El 5 de julio, día de la independencia en Venezuela, hubo un choque entre parlamentarios y grupos paramilitares partidarios del gobierno de Maduro, que buscaban invadir la Asamblea Nacional. Credit Fernando Llano/Associated Press

En Venezuela, hay más de 400 presos políticos, según datos del Foro Penal Venezolano, organización sin fines de lucro que representa legalmente a detenidos. Más de 350 civiles han sido juzgados en tribunales militares, una práctica propia de las dictaduras latinoamericanas de la década de 1970 que viola flagrantemente el derecho venezolano y el internacional. Muchas de estas personas están alojadas en prisiones militares, cárceles de máxima seguridad o sedes de los servicios de inteligencia en condiciones de reclusión crueles y degradantes.

A su vez, las fuerzas de seguridad, en complicidad con grupos armados partidarios del gobierno conocidos como “colectivos”, siguen reprimiendo brutalmente las manifestaciones contra el gobierno. Desde inicios de abril, más de 90 personas han sido asesinadas, más de 1.500 resultaron heridas y más de 3.000 han sido detenidas con motivo de las manifestaciones. Los altos mandos venezolanos deben responder por las violaciones de derechos humanos generalizadas y graves cometidas por sus subordinados, incluidos casos de torturas.

El presidente Nicolás Maduro saluda a simpatizantes chavistas durante una manifestación con empleados de Petróleos de Venezuela, el 8 de julio de 2017 Credit Reuters

A fines de junio, el presidente Maduro declaró que su gobierno jamás se rendiría ante sus opositores y que una futura derrota política terminaría en violencia. “Lo que no se pudo con los votos”, advirtió, “lo haríamos con las armas”.

Hace apenas unos días, el gobierno venezolano permitió que hampones armados irrumpieran en la Asamblea Nacional y golpearan a legisladores de oposición a plena luz del día. Esta agresión fue coordinada entre colectivos y miembros de la Guardia Nacional, según surge de grabaciones de audio que se difundieron el 7 de julio.

Ahora no es el momento de dejarse engañar y ser complacientes. Por el contrario, es indispensable más fiscalización y redoblar la presión para garantizar que López y Venezuela sean finalmente libres.

La crisis actual en Venezuela no es un conflicto entre dos ideologías o grupos políticos. Es una confrontación entre un régimen cívico-militar represivo que viola los derechos fundamentales de su pueblo e ignora descaradamente las garantías democráticas más elementales, y millones de venezolanos que se oponen a esta tiranía, incluidos muchos que antes apoyaban al gobierno.

La excarcelación de López es una señal de enorme debilidad de un régimen cada vez más aislado por la presión en las calles e internacional. Incluso la Fiscala General Luisa Ortega Díaz, quien antes apañaba al gobierno, ha criticado abiertamente a Maduro y la represión. Otro signo de la descomposición es que Ortega, justamente por sus críticas, hoy enfrenta un inminente proceso de destitución.

El arresto domiciliario de López es una notable concesión del gobierno venezolano. Pero es, muy probablemente, un repliegue táctico hecho con la intención de apaciguar las críticas y bajar la presión interna e internacional. Ahora no es el momento de dejarse engañar y ser complacientes. Por el contrario, es indispensable más fiscalización y redoblar la presión para garantizar que López y Venezuela sean finalmente libres.

Es hora de que México, Brasil, Argentina, Canadá y Estados Unidos exijan que el gobierno de Maduro autorice la visita de una misión de países representativos de la región, acompañada de miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para evaluar la situación in situ. Esta iniciativa podría darse dentro del marco de la OEA o fuera de ella si no se cuentan con los votos suficientes para autorizarla. La misión debería, específicamente, solicitar reunirse con todos los actores relevantes, incluyendo a los presos políticos, y notificarle al gobierno que las violaciones de derechos humanos no quedarán impunes. Un mensaje claro de estos países advirtiendo que los responsables de abusos deberán rendir cuentas por sus actos podría disuadir a policías y militares de que continúe la espiral de violencia, o que incluso se incremente.

«Un innegable triunfo del pueblo venezolano»: Sobre el regreso a su casa de Leopoldo López

El sábado 8 de julio, el dirigente opositor Leopoldo López arribó a su casa luego de que el Tribunal Supremo de Justicia le otorgara una medida cautelar de arresto domicialiario. La Mesa de la Unidad Democrática emitió un comunicado en el que celebran la medida y sostienen que fue “producto de la combinada presión nacional e internacional”. Asimismo, convocan a una “concentración masiva” para el domingo 9 de julio “por los 100 días de lucha y resistencia del Bravo pueblo venezolano”. A continuación reproducimos el comunicado.

8 julio 2017 / PRODAVINCI

Uno de los líderes fundamentales de la Unidad Democrática, nuestro hermano Leopoldo López, recibió el día de hoy una medida sustitutiva de libertad, y colocado en la condición de arresto domiciliario.

Leopoldo, quién nunca cometió delito alguno y estuvo injustamente encarcelado en una prisión militar por más de tres años, donde sufrió tratos crueles, inhumanos y degradantes, puede hoy al menos, sin recobrar su libertad plena, reencontrarse con su familia.

Para la Unidad Democrática, más que una concesión del régimen, la medida adoptada es el resultado de la insistente presión de calle que han ejercido los venezolanos desde hace ya 100 días, y de la solidaridad internacional para con nuestra lucha. En este sentido, y aunque parcial e incompleta, esto constituye un innegable triunfo del pueblo venezolano.

Este triunfo parcial debe ser para todos un estímulo para no sólo continuar sino intensificar la lucha democrática y pacífica que hemos venido sosteniendo, y que tendrá una nueva dimensión a partir del próximo domingo 16, en lo que va a ser el histórico Proceso Nacional de Decisión Soberana.

Este triunfo también es un impulso para continuar la batalla por la liberación de miles de venezolanos que permanecen detenidos por el único delito de pensar distinto. Por ellos y para ellos, nuestra lucha no se detiene, se refuerza.

Finalmente, esperamos que esta medida adoptada por el gobierno hacia Leopoldo, producto de la combinada presión nacional e internacional, pueda ser el inicio de un proceso de rectificación que conduzca a lo que toda Venezuela quiere, que es la búsqueda urgente y pacífica de un camino para la construccion de una solución politica a la tragedia que todos vivimos.

Su primer mensaje al llegar a la casa:
“Esto es un paso hacia la libertad. No tengo resentimiento alguno y tampoco voluntad alguna para claudicar en mi lucha. Mantengo firme mi oposición hacia el régimen y firme mi condición de luchar por una verdadera paz, cambio y libertad. (…) Si mantener mi convicción de lucha por la libertad significa correr el riesgo de volver a una celda en Ramo Verde, estoy más que dispuesto a asumirlo.
Hoy estoy preso en mi casa, pero también está así el pueblo de Venezuela. Lo que me mantuvo firme en los días más duros era saber que por más sufrimiento por el que yo pasaba, no era nada comparado con el de nuestro pueblo. Por lo tanto, hermanos y hermanas, les reitero mi compromiso de luchar hasta conquistar la libertad”.

 

En esa necesaria construccion, queremos agradecer a personalidades y países amigos de la comunidad internacional, quienes han mostrado reiteradamente su preocupación y solidaridad para con nuestro país, y les pedimos ser vigilantes y participantes activos de los acontecimientos por venir.

Desde la Unidad Democrática envíamos nuestro abrazo de solidaridad y afecto a Leopoldo, a Lilian, a sus hijos, su familia, y a nuestros hermanos de Voluntad Popular.

Y al pueblo venezolano, nuestro mensaje de perseverancia y resistencia. Estamos comprometidos, hasta con nuestras vidas, en la tarea historica, difícil pero hermosa, de rescatar nuestro país para comenzar a construir, entre todos, una Venezuela de futuro, con paz, libertad, justicia y bienestar para todos.

Aprovechamos para invitar a todos mañana domingo 9 a la concentración masiva en la Av. Francisco de Miranda en la ciudad de Caracas, así como en las capitales de estados de todo el país, por los 100 días de lucha y resistencia del Bravo pueblo venezolano.

Mesa de la Unidad Democrática 

8/7/2017 2:31pm

No hay mal que dure cien años. Ni cuerpo que lo resista. De Mario González

Mario González, editor subjefe de EDH

Mario González, 18 marzo 2017 / EDH

Es inconcebible cómo el régimen venezolano viola descaradamente los derechos humanos al mantener encarcelado a su principal líder opositor, Leopoldo López, y se niega a liberar al general Baduel pese a que ya cumplió siete años en la prisión.

El general Baduel, compadre de Hugo Chávez, encabezó la operación cívico-militar que restituyó en el poder a Chávez durante el Golpe de Estado de 2002. Mal le paga…

Sin embargo, es más inaudito el silencio cómplice de la llamada “comunidad internacional”, que no reacciona con la misma intensidad y vehemencia que procedió, por ejemplo, contra Pinochet hasta que falleció.

Tanto el caso de Leopoldo López como el del general Baduel y otros líderes de la oposición venezolana muestran a un régimen represivo que encarcela a personas solo porque el dictador de turno no puede soportar que protesten contra él y lo más fácil es callarlos.

En esto volvemos a la pregunta: ¿Por qué la corrupción, la persecución y la cárcel contra opositores eran condenables cuando eran obra de los militares de derecha, pero son puras y sacrosantas si las dirigen regímenes populistas de ultraizquierda?

Con el argumento de que no se permitía la libre expresión ni la disidencia ni la oposición política, países como El Salvador, Nicaragua y Guatemala fueron escenarios de cruentas y prolongadas guerras. ¿No es lo mismo que hace ahora el chavismo?

Por eso es decepcionante y repulsivo que funcionarios y autoridades salvadoreños le den su respaldo, cuando saben bien que es el régimen de Maduro es el causante de la debacle económica de su país, de la falta de libertades y de que la gente no tenga más remedio que buscar comida entre la basura.

Yo quisiera ver a los países democráticos levantando su voz como lo hicieron contra Somoza en Nicaragua, Ríos Montt en Guatemala, García Meza en Bolivia o Videla y Galtieri en Argentina, pero todos vuelven la vista a otro lado, en lugar de exigir cambios y respeto a los derechos humanos.

El chavismo es tan pernicioso y repulsivo como lo fueron tales regímenes y como repetidamente se denunció que actuaron los gobiernos militares en El Salvador.

Bajo el manto de populismo en que se arropan estas dictaduras se esconden la corrupción y una nueva forma de regimentación y esclavismo que se asientan precisamente en la inacción y la indiferencia no solo de los demás países, sino también de los mismos pueblos.

Es así como países enteros se han convertido en cárceles, como ocurrió con la Europa del Este, que más temprano que tarde vio la caída de tales despotismos con el Muro de la Ignominia.

Una vieja canción de protesta de Los Guaraguao decía que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Yo así lo espero para bien de Venezuela.

Leopoldo López: No podemos ser presa del miedo para desafiar a la dictadura

El líder de Voluntad Popular cumple tres años preso en la cárcel de Ramo Verde, donde vive en carne propia la descomposición de la justicia que padecen miles de venezolanos.

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Leopoldo López en el momento que en medio de una manfestación se presentó a la Guardia Nacional Bolivariana para que ejecuta su orden de captura. 18 de febrero 2014

el nacional19 febrero 2017 / EL NACIONAL

La restricción del derecho a la información que ha implantado el gobierno traspasa lo masivo. Ya no es solo censurar al emisor, CNN en Español y NTN 24, por citar apenas dos ejemplos. La censura está en el ámbito de lo personal, en el individuo. De eso puede dar fe Leopoldo López, que ha visto vulnerados todos sus derechos humanos y a quien en la cárcel de Ramo Verde, cuando le dan acceso a la prensa, muchas veces le llega el periódico recortado.

Esa censura también tuvo otra expresión. López no pudo contestar completo el cuestionario de 11 preguntas de El Nacional. Apenas dio respuesta a 5 de las interrogantes. Las otras se quedaron en el camino.

López cumple tres años preso en esa cárcel militar, aislado, y su cable a tierra, además de la visita de familiares y abogados, es la lectura de la prensa.

—¿Está de acuerdo con la reestructuración que se hizo de la MUD?

—Luego del robo del revocatorio por parte de la dictadura envíe una carta a la Unidad Democrática donde proponía que antes de que finalizara 2016 se diera un debate amplio y se aprobará una ruta de acción unitaria para la defensa de la soberanía, el voto popular y la reconquista de la democracia. El proceso que debe atravesar la MUD debe trascender al de una simple reestructuración. No se trata solo de revisar estructuras, procesos, funciones y personas. El objetivo central de la revisión debe ser ampliar el horizonte de la Unidad. Por eso propuse que debía pasarse de la Mesa de la Unidad Democrática al Movimiento de Unidad Democrática. A la Unidad de partidos debe unirse con una sola estrategia y propósito distintos representantes de la sociedad. La MUD fue una alianza de partidos que mostró un gran éxito ante coyunturas electorales y hoy nos guste o no, entramos en una fase distinta, en una fase de resistencia. Hoy ha sido cerrada la vía electoral por parte de la dictadura y para estos tiempos se requiere replantear la lucha y se requiere una unidad más amplia, no por incapacidad de los partidos, sino porque la responsabilidad de luchar contra la opresión es de toda la sociedad, no solo de los partidos políticos. También he insistido que una vez ampliada la Unidad hacia un gran Movimiento de Unidad Nacional debe discutirse una visión clara de hacia dónde vamos y asumir los riesgos para llegar allí. El cambio es urgente y debe ser nuestro único compromiso y agenda. Nuestra actitud ante esta dictadura violadora de los derechos humanos tiene que ser de permanente irreverencia, debemos desafiarla y promover un cambio profundo, un cambio democrático. La desesperanza vendrá si, dadas las circunstancias que vivimos, asumimos una timidez paralizante que impida que la oposición en su conjunto sea de manera creíble una opción de cambio. Ni mucho menos podemos ser presa de un miedo paralizante al momento de tomar decisiones que impliquen riesgos, que desafíen la dictadura y nos permitan avanzar en la lucha. Ese temor y la administración del terror por parte del régimen han sido elementos fundamentales de su permanencia en el poder. Si no logramos derrotar ese miedo, no se tendrá la capacidad de concebir y liderar un proceso de cambio.

—¿Cómo mantiene la conexión con los problemas de la gente si lo tienen tan aislado?

—Hace tres años dijimos claramente que había que cambiar a un régimen ineficiente, corrupto, antidemocrático y cuyos altos jerarcas estaban presuntamente ligados al narcotráfico. Por tener esa convicción fue que hicimos un llamado a los venezolanos a conquistar un cambio pacífico democrático y constitucional, que nos costó nuestra libertad. Estábamos preocupados por la situación del país y, más allá, seguros de que esa situación se agravaría a tal extremo que el colapso de este modelo equivocado haría pagar a nuestro pueblo la factura de su fracaso. Hoy esos problemas que denunciamos para nadie es un secreto que han profundizado y esa factura hoy la pagamos todos, menos la élite gobernante más corrupta e ineficiente de nuestra historia, la cual ha saqueado y robado las riquezas de los venezolanos. Cuando puedo tener acceso a la prensa, tengo el hábito de leerla absolutamente toda, aunque a veces me llega con noticias ya recortadas; es decir, censuradas. La prensa escrita tiene varias lecturas y es por eso que cuando puedo me gusta leer más de un periódico. La primera lectura es la noticia en sí misma, luego la línea editorial de cada periódico según la importancia que le dan a cada noticia y, comparando unos con otros, las omisiones o censura de algunas noticias. Luego está la lectura de las opiniones y de las caricaturas que logran captar en una imagen la noticia, llevada a una expresión artística. Leo la prensa casi completa, desde deportes, farándula, fotos, sucesos, internacionales. Asimismo, en ocasiones puede escuchar radio. Pero además de la prensa mis familiares y abogados me mantienen disciplinadamente informado de toda la situación política, social y económica del país. Aunque no pueden presentarme nada en físico, ellos siempre traen información que yo solicito.

—¿Pensaba que iba a durar tanto tiempo preso?

—Con mucha sinceridad te digo que al momento de tomar la decisión de presentarme y dar la cara no me fijé plazos. No podía hacerlo. Al alzar nuestra voz para desnudar a un régimen que además de corrupto e ineficiente se había convertido en una dictadura y convencido de que había que reaccionar, que había que despertar conciencias y que debíamos iniciar una lucha por un cambio, sabía que esto podía llevarnos un mes, dos meses, un año, dos, o tres. Si alguna destreza psicológica puede desarrollarse en la cárcel es la capacidad de estar en paz contigo mismo y a reconocer la mayor fuerza que debemos dominar para mantener la estabilidad emocional: el tiempo. El tiempo es un enemigo inagotable. Días convertidos en semanas, semanas en meses y meses convertidos en años. Al tiempo lo dominamos o nos domina. Por eso no me he fijado plazos, sé que voy a salir en libertad a luchar a brazo partido por la libertad y la democracia en Venezuela, Por sacar a tanta gente buena del ciclo perverso de la pobreza donde la ha encerrado el régimen de Maduro, y eso basta. Sé que voy a salir en libertad, no tengo dudas de eso y que cuando lo haga estaré más fuerte de alma, mente y cuerpo. Estar en esta situación también me ha llevado a adquirir nuevos compromisos y responsabilidades. Mandela dijo una y otra vez que no hay mejor defensor de los derechos humanos que aquellos a quienes les han violado sus propios derechos. Estar preso me ha acercado en carne propia a la descomposición de la justicia venezolana que padecen miles de venezolanos. La manipulación, el retraso procesal, la corrupción de jueces, la manipulación política de jueces y fiscales en su condición de provisorios que los hace dependientes, vulnerables, servidores de un sistema y no de la justicia son para mí mucho más que cifras y diagnósticos, representan una vivencia que me obliga a tener una responsabilidad moral y patriota para cambiarlo.

—¿Que mensaje le daría usted a sus carceleros?

—Mis carceleros van desde Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, pasando por la juez y los fiscales, hasta los custodios. En el fondo, soy víctima al igual que millones de venezolanos de un sistema corrupto e injusto. Ahora bien, en cuanto a los carceleros de Ramo Verde sé que no todos los funcionarios actúan de mala fe y que muchos son obligados a actuar por una frase nefasta y oscura que se repite en todas las instituciones: “Por órdenes superiores”. Aunque evidentemente esto no justifica ni los exime de sus responsabilidades, en mi corazón y mi alma los considero más que victimarios, víctimas de ese sistema. He tenido largas conversaciones con los funcionarios responsables de mi custodia, con comandos del Sebin, DGCIM; y cuando estuve en juicio, con los alguaciles del Palacio de Justicia. De todos recojo una frustración sobre la situación del país y con el nivel de complicidad del alto Gobierno con la delincuencia y otras actividades ilegales. Eso es una verdad a voces. Todos tienen historias de familiares o compañeros de trabajo que han sido víctimas del hampa. Durante el juicio y aquí en Ramo Verde he sido víctima de muchos abusos y cada uno de ellos es una nueva razón para afianzar el compromiso, nuestro compromiso con la justicia para Venezuela. No hay reforma más importante de las que nos toca hacer, que las del sistema de justicia venezolana. Hoy la justicia se vende al mejor postor y es utilizada al antojo por quienes están en el poder. Los jueces son simples marionetas del poder. Están allí para satisfacer las demandas de la injusticia y, mientras tanto, usan los casos para enriquecerse, para quitarle lo que no tienen a quienes nada tienen, para hacerse ricos con el dolor y sufrimiento de las víctimas y dejan como afectados directos a sus familiares. No hay razón para esto, es indignante ver la justicia enterrada debajo de toneladas de corrupción. Eso nos tiene que afianzar el compromiso con un cambio profundo para todos los venezolanos porque hoy nadie se escapa de la injusticia. Solo la élite corrupta es inmune a esta manipulación.

—¿Está dispuesto al perdón?

—Absolutamente. Sé que cuando salga estaré más fuerte de alma y mente y que saldré fortalecido y sin rencores; el odio y el resentimiento son las reacciones propias de quienes han llevado a nuestro país a esta crisis humana tan severa, y han intentado hacernos, física y espiritualmente, más pobres e infelices. Desde el poder se ha alentado a los venezolanos a tratarnos como enemigos por el solo hecho de pensar distinto. Eso ha destruido nuestra convivencia. Eso no puede continuar y mucho menos estimulado desde las funciones de gobierno. Recientemente pude escribir un artículo donde justo hablé sobre la reconciliación una vez superada esta coyuntura y recuperada la democracia y la libertad. Allí expuse claramente que el chance de recuperarnos como país es prácticamente nulo mientras estemos enfrentados a nosotros mismos. Aquellos que tenemos un rol de liderazgo afrontamos dos grandes responsabilidades. La primera, con las víctimas de la represión, las violaciones de los derechos humanos y la discriminación política. Con los familiares de quienes fueron asesinados, con los encarcelados, perseguidos o maltratados por el poder y por los grupos que actuaron bajo su sombra con la complicidad de un sistema de poderes secuestrados y una “justicia injusta”. Debemos alcanzar garantías para las víctimas y a sus familiares. Asegurarnos de que se harán todos los esfuerzos para descubrir la verdad y hacer justicia. Esto debemos hacerlo con una prudencia que nos permita entender que muchos de los que nos parecen cómplices del sistema han sido, en realidad, sus víctimas y que aquellos que ocuparon las posiciones más altas de poder deben rendir sus cuentas ante la sociedad, seguros de la existencia de un marco legal justo. Quiero vivir con mi familia y mis afectos en una sociedad sin afán de venganza, pero sí de seguridad y de justicia. Mi voluntad de reconciliación y entendimiento la he reiterado mil veces. Eso no implica que me identifiquen como quien cambia impunidad por paz. Aquellos quienes hayan violado derechos humanos deben ser responsabilizados y recibir, luego de un juicio con todas las garantías, su justo castigo por tales crímenes. La segunda responsabilidad que tenemos quienes asumen un rol de liderazgo es con la democracia y su futuro: debemos inaugurar una nueva etapa de convivencia democrática, con instituciones sólidas, que impida un retorno al autoritarismo. Es clara la necesidad de sentar las bases de un nuevo contrato social. Aceptar la pluralidad que nos define y que asegure la estabilidad democrática, el respeto a las minorías, la alternabilidad del poder, la que garantice a cada quien su vocación emprendedora y productiva y cumplir lo que señala nuestra Constitución: la subordinación del poder militar al poder civil.  Vamos a ratificar la voluntad de vivir en libertad viendo hacia el mañana, hacia el futuro, comprometidos con la paz, el progreso y el bienestar que otras naciones y pueblos ya han alcanzado.