Edmundo Jarquín

Los límites del poder orteguista. De Edmundo Jarquín

A Ortega le habrán resonado en el oído las palabras de Obama en su gira por África, dirigiéndose a los autócratas: “Cuando un líder intenta cambiar las reglas en mitad del juego para seguir en el cargo, se arriesga a desencadenar una situación de inestabilidad y lucha…..”

Edmundo Jarquín candidato a presidente por el MRS, en el 2006. El cantautor Carlos Mejía Godoy fue su compañero de fórmula.

Edmundo Jarquín candidato a presidente por el MRS, en el 2006. El cantautor Carlos Mejía Godoy fue su compañero de fórmula.

Edmundo Jarquín, 1 agosto 2015 / CONFIDENCIAL

“Entonces -dijo mi interlocutor, ya un poco inquieto, casi exasperado- si como vos decís, Ortega no es de izquierda, demostrame que es de derecha”.

Conversábamos alrededor de la mesa de un desayuno-tertulia de viejos luchadores panameños, quienes se reúnen periódicamente para reverdecer laureles adquiridos en la primera línea de combate político de su país, y de otros países latinoamericanos.

“No, le contesté. Tampoco es de derecha”, y a continuación, anticipándome a lo que imaginé exhalación aliviada de sus laureles izquierdistas ya marchitos (“ah, entonces es de centro”), le agregué: “Ortega es un proyecto de poder por el poder, de poder por el dinero, y del dinero por el poder”.

El recuerdo de esa conversación se me vino a la mente, al escribir este artículo, por hechos de los últimos días que corroboran mi afirmación.

El Presidente de la Unión Nicaragüense de Productores de Leche (Unileche) dijo “aquí hemos tenido una, dos, tres, cuatro reuniones con el MAG (Ministerio Agropecuario), pero poco resuelve (…). Aquí hay que poner a los ministros a trabajar”.

En la semana también se anunció que se había nombrado a los Ministros y Viceministros del Ministerio de Economía Familiar, Cooperativa, Comunitaria y Asociativa (MEFCCA), después de varios meses de vacancia en esos cargos. Y en el contexto de la noticia se recordó que a ese curioso ministerio se le han asignado y quitado facultades tantas veces, en un verdadero vértigo de cambios que deja desorientado a cualquier ciudadano, empresa y organismo que trate de saber ante quien realizar una gestión.

Los empresarios del sector turismo siguen sin confirmar si la Ministra del ramo ha sido o no destituida, pero a la cabeza del Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur) no hay quien tome decisiones.

Tomar decisiones, y coherentes…esa es la clave, lo que nos lleva al punto de partida: las declaraciones del Presidente de Unileche.

La “privatización” del Estado por el poder de Ortega y su círculo es de tal envergadura, y su contrapartida, la arbitrariedad personal tan ilimitada, que resulta natural que ministros y funcionarios no tomen decisiones porque no hay un gobierno de leyes y políticas públicas definidas a las cuales atenerse, sino una caprichosa, y por tanto cambiante, voluntad de poder centralizada frente a la cual el riesgo de equivocarse es mayúsculo, y las consecuencias terribles.

La inacción e ineficiencia son solamente un resultado del proyecto de poder de Ortega. Hay otras. Si una persona quiere fundar un negocio, primero tiene que preguntarse si alguien del círculo de Ortega está en el giro, y decidir si buscar una asociación o, con escrúpulo cívico, buscar otro giro de actividad….hasta que alguien del círculo orteguista se le acerque y le diga que “quiere ser parte de su éxito”. Porque el orteguismo, arriba, y cada vez más hacia abajo, a los cuadros intermedios, pero no hasta las masas empobrecidas porque el pastel no da para tanto, es también un proyecto de dinero.

Ortega hará lo que sea necesario para conservar y consolidar su poder. Mantener políticas macroeconómicas responsables, fiscal y monetaria, porque sabe las consecuencias de la escasez e hiperinflación, no porque convenga a la economía de mercado, que detesta; conservar apariencias electorales, porque ya no cabe la idea de partido único, que le fascina; tramitar leyes, porque son para los demás y según su interpretación, no porque lo limitan; luchar contra el narcotráfico, porque es prioridad de los Estados Unidos, aunque la dinámica del poder judicial y policial abre espacios territoriales, institucionales y sociales al mismo; consensuar con los empresarios, porque son un factor de poder, aunque la dinámica del propio va reduciendo los márgenes para consensuar.

Entonces, ¿cuáles son los límites del poder de Ortega? Lo que estamos viendo: inacción; contradicciones, ausencia de políticas públicas sectoriales que concilien o resuelvan conflictos de intereses, como entre comerciantes y aduanas, entre mataderos y ganaderos; ocultamiento de información estadística, y consecuente desorientación de los agentes económicos; corrupción desbordada; impunidad indignante.

La dinámica de este proyecto de poder es centrípeta, hacia adentro, concentradora, y por tanto excluyente, hasta que un día los excluídos, que somos cada vez más, nos veamos a la cara y nos reconozcamos como tales.

A Ortega le habrán resonado en el oído las palabras de Obama en su gira por África, dirigiéndose a los autócratas: “Cuando un líder intenta cambiar las reglas en mitad del juego para seguir en el cargo, se arriesga a desencadenar una situación de inestabilidad y lucha…..”.

Ese día llegará en Nicaragua.

@mundoj1