Mes: febrero 2018

Mi voto razonado. De Paolo Luers

paolo luers caricaturaPaolo Luers, 28 febrero 2018 / SEGUNDA VUELTA

En la elección de diputados no voy a votar por bandera. En todas las planillas hay diputados actuales y candidatos nuevos que no deberían ser diputados. Votar por bandera significa apoyar a todos los candidatos por igual, además confirmando el orden que tienen en su planilla. Para evitar esto, hay que votar selectivo, o sea por cara, apoyando solo a los candidatos que merecen confianza.

Para votar selectivo, primero hay que identificar quienes son los candidatos que merecen el voto, sean diputados que han hecho buen trabajo, o caras nuevas que se perfilan como honestos, idóneos, capaces, con espíritu de servicio, no corruptibles y tampoco dóciles ante la cúpula de sus partidos. No importa que sean pocos. Estos pocos tienen que entrar a la Asamblea y hacer una diferencia.

Por ejemplo, si analizo la planilla de ARENA para San Salvador, donde me toca votar, hay tres categorías: algunos (entre diputados y nuevas caras) que estoy vetando. No los quiero en la nueva Asamblea. Sobre ellos escribo abajo. Hay otros que no son de mi preferencia, pero no tengo razones de objetarlos. Tampoco necesitan de mi voto. Voy a reservar todo el peso de mi voto para los pocos que realmente quiero ver en la Asamblea.

Votaré por 3 en la planilla de ARENA: José Andrés Hernández (#9), Luz Fonseca (#16) y Federico “Lico” Mejía (#19). Los últimos dos solo entran si acumulan mucho más votos por cara que los demás. Recomiendo marcar sus caras.

Voy a razonar mi voto: José Andrés Hernández es un candidato fuera de serie. Fue candidato a alcalde de Mejicanos en 2015. Casi fue electo, a pesar del voto de castigo contra ARENA por la pésima gestión de su alcaldesa saliente. Me convenció, porque hizo algo muy inusual para candidatos: Siguió con su sistemático trabajo en las comunidades durante los tres años entre elecciones. Es un hombre con gran vocación de servicio, y muchos en su propio partido han intentado bloquearlo por su criterio de independencia ante imposiciones indebidas de la cúpula. Será un buen diputado, que se concentrará en desarrollo local y creación de empleos.

Luz Fonseca fue electa concejal en la alcaldía capitalina. De toda la bancada de ARENA, es la que más ha dado dolor de cabeza a Bukele. Es la concejal que lo señaló como el bully que es, denunciando en público el caso del “manzanazo”. Si defendió a una concejal del FMLN contra su propio alcalde, hará lo mismo en la Asamblea y en su fracción. Va a luchar por legislación que promueva la instalación de guarderías en empresas, en los mercados y en las comunidades, para fortalecer las familias y sus oportunidades de empleo.

“Lico” Mejía es uno de muchos profesionales y empresarios hartos de la mala política que produce malos servicios para los ciudadanos. Decidió lanzarse de candidato para introducir a la Asamblea (y a ARENA) racionalidad, humanismo, profesionalismo y sensibilidad por los problemas sociales. Necesitamos de diputados-ciudadanos para renovar la política.

Votaré cruzado. Le daré mi voto de preferencia al abogado Raul Betancourt, quien ocupa la casilla #1 del PDC. Será un diputado incorruptible, con principios humanistas y valentía a enfrentar la corrupción en todas sus formas. Un defensor de la independencia judicial, de los contrapesos y controles al poder ejecutivo, de la libertad empresarial, pero también de los derechos sociales. Tengo dudas del PDC actual, pero confianza en Betancourt, quien se identifica con la Democracia Cristiana europea y su concepto de la economía de mercado social.

Mi último candidato se llama Jorge Mario Meléndez, es un economista egresado de la ESEN – y socialdemócrata. Va en la casilla #1 del PSD. Aunque tengo dudas si el PSD tendrá la capacidad de constituir una genuina fuerza socialdemócrata independiente tanto de la izquierda autoritaria del FMLN como del populismo de Bukele, daré el beneficio de la duda a este joven que se propone intentarlo. Me gusta la idea de un socialdemócrata en la Asamblea.

Entonces, esta es mi planilla personal para San Salvador: Jorge Andrés Hernández (#9/ARENA), Luz Fonseca (#16/ARENA), Lico Mejía (#19/ARENA), Raul Betancourt (#1/PDC) y Jorge Mario Meléndez (#1/PSD).

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Si votaría en La Libertad, solo marcaría la cara de dos mujeres, ambas de ARENA: Felisa Cristales (#5), quien retomaría la lucha de Juan Valiente por la renovación de ARENA y de la Asamblea. Y Karla Hernández (#2), quien como diputada ha mostrado valentía y criterio de independencia.

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Si fuera habitante de Antiguo Cuscatlán, apoyaría al candidato propuesto por CD/FMLN, Luis Rodríguez. Al fin alguien reta a la alcaldesa eterna Milagro Navas de ARENA con propuestas audaces y sin tinte ideológico.

Si votaría en San Vicente, lo haría por Roberto Angulo (#2), el candidato del PCN en la coalición ARENA/PCN. Es un político de la vieja escuela, pero más abierto a la renovación que muchos de los jóvenes. Y más que los candidatos de ARENA en este departamento. Si votaría en Santa Ana, lo haría por el #4 de ARENA: Josué Godoy (#4 de ARENA) y Javier Palomo (#2/ARENA).

En los demás departamentos, no me atrevo dar recomendaciones, porque no conozco a los candidatos.

Los candidatos que he recomendado representan 4 partidos diferentes, pero que tienen mucho en común: racionalidad, honestidad, coraje, y compromiso social. Que viva el pluralismo político.

***

Al lector inteligente: El poder del voto de castigo. De Paolo Luers

Estimado amigo:

Ayer publiqué una columna titulada “Mi voto razonado”, pidiendo que su voto sea selectivo – y dando mis recomendaciones por quiénes votar. Pero el voto selectivo también tiene otro componente: el castigo a los malos diputados y candidatos.

Hay una serie de personajes en la Asamblea que tienen la responsabilidad de la mala imagen de este órgano del Estado y por las malas políticas que resultan de sus decisiones. Hay que identificarlos con nombre y apellido, y castigarlos negándoles el voto. El voto por cara nos da el poder de hacerlo.

Malos diputados hay en todos los partidos. No es una cuestión de ideología, sino de la falta de integridad personal.

Francisco Merino ha sido protagonista de todos los chanchullos en la Asamblea. La forma de castigarlo: Votar inteligente. Si usted es votante del PCN en el departamento de Santa Ana, vote con orgullo por su alcalde azul, pero no por la planilla del PCN. Su partido saldrá más fuerte sin Chico Merino.

Guillermo Gallegos está haciendo la campaña más tóxica de todos, jugando con los sentimientos y miedos de la gente. Aboga por más violencia, la pena de muerte, por armar grupos de exterminio. Además es corrupto, como demuestra la donación de medio millón de dólares de fondos públicos a una ONG fantasma de su esposa. La receta para quitarle poder tiene que ser radical: Ningún voto por GANA.

Milagro Navas es alcaldesa de Antiguo Cuscatlán y miembro del COENA. Maneja su alcaldía como un feudo personal – y su poder en el partido para bloquear la renovación. Los que tienen el poder -y la responsabilidad- de castigarla son los votantes de ARENA. O votan por Luis Rodríguez, quien va por la coalición CD/FMLN (pero no es cuadro del Frente) – o si no tienen el valor de marcar la bandera del FMLN, usen el voto nulo o en blanco para mandar un mensaje claro a su partido. Apoyen a los mejores candidatos a diputados de su partido, pero nieguen el voto a Milagro Navas. Esto se llama voto inteligente.

Si usted es votante del FMLN, sabrá cuales son los candidatos nuevos que pueden recuperar la confianza en este partido. Voten selectivamente por ellos. No voten por los dirigentes que son responsables del descrédito que la gente tiene por su partido: Nidia Díaz, José Luis Merino, Blandino Nerio, el Diablito Ruiz, Zoila Quijada. No voten por fracasados como Benito Lara o Jorge Schafick Handal jr. Ustedes sabrán cuales de los candidatos nuevos pueden hacer un mejor trabajo.

Si usted es votante de ARENA, use el voto por cara para castigar a los personajes que más daño han hecho a su partido. Está en sus manos quitarles el poder a quienes han abusado de el para bloquear la democratización de su partido, como Alberto Romero y César Reyes. Está en su poder eliminar de la fracción de ARENA a diputados como Gustavo Escalante, Ricardo Velásquez Parker y Bonner Jiménez, quienes a ustedes mismos les dan vergüenza ajena. Está en sus manos que tampoco lleguen a su fracción diputados nuevos como Guillermo Portillo, promovido por los dinosaurios para fortalecer su control.

Su voto tiene el poder de castigar y de premiar. Úsalo, es el único poder que tiene. Saludos,

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Carta a Howard Cotto: Tiempo de renunciar. De Paolo Luers

paolo luers caricaturaPaolo Luers, 1 marzo 2018 / MAS! y El Diario de Hoy

Señor director de la PNC:
Usted no es cualquier funcionario. Cuando un director general de la policía se equivoca, están en juego vidas. Y cuando no logra mantener el control de su institución, está en juego la credibilidad del Estado.

Usted hubiera tenido que renunciar cuando se hizo evidente el grado de descomposición en el cuerpo élite de la PNC, el Grupo de Reacción Policial GRP. El hecho que un policía le pegue un tiro a una mujer policía puede ser un hecho aislado. Pero cuando los compañeros y jefes de este miembro del GRP le facilitan no solo la fuga, sino el secuestro de la víctima herida; cuando el hechor puede regresar al cuartel del GRP sin que lo detengan; cuando el fiscal general tiene que reclamarle al jefe de la policía la negligencia de no incluir al fugitivo en la lista de los más buscados; cuando durante dos meses la PNC no ha dado ni con la víctima, ni con el victimario, entonces estamos ante un problema de la institución. Y para este problema tiene que asumir la responsabilidad su jefe.

logos MAS y EDHHoy nos enteramos del ridículo que usted hizo en el cementerio de San Francisco Javier. Lo vimos en televisión explicando porqué estaba seguro que ahí se encontraba el cuerpo de Karla Ayala, la agente policial desaparecida y supuestamente asesinada. Usted dijo en televisión que la PNC había investigado las circunstancias del entierro que se efectuó en este cementerio días después de la desaparición de Karla Ayala, y que los dolientes eran familiares del agente prófugo. Usted dijo tener pruebas que no hubo velorio ni ceremonia de sepultura, y que por esto iban a exhumar el cuerpo y comprobar que ahí estaba enterrada Karla Ayala.

Pero el día después vimos en televisión videos de la sepultura de Paula Castro Lobo, proporcionados por la familia doliente. Y lo vimos a usted diciendo que definitivamente el cuerpo encontrado no era de la agente desaparecido. Entonces, ¿qué dice esto de la calidad de investigación que hizo la PNC en San Francisco Javier? En un pueblo, al investigar si hubo o no una sepultura, es imposible no encontrar testigos.

Usted se fue simplemente con la suposición. Como la familia de Paula Castro, la anciana enterrada en San Francisco Javier, tiene lazos familiares con el agente fugitivo, usted dio por hecho que esta familia había escondido el cuerpo de Karla Ayala, fingiendo el entierro de su abuela.

Todo lo que ha pasado desde la fatal fiesta de fin de año en el cuartel del GRP es una sucesión de encubrimientos, complicidades y decisiones equivocadas. Para investigar bien, la única solución es que se aparten los que han fracasado en aclarar los hechos. Y el principal responsable de tanto encubrimiento y fracaso es usted. No puede quedar dirigiendo la policía, y mucho menos las “investigaciones” del caso GRP.

Aquí hay solo dos explicaciones: Usted es parte del encubrimiento, o es incapaz de garantizar que dentro de la PNC se haga justicia. En ambos casos, tiene que renunciar o ser removido.

De todos modos, no entiendo cómo usted aguantó mirarle la cara a la hija de doña Paula, luego de la exhumación, sin mostrar la más mínima muestra de compasión y pena.

Saludos,

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La lógica de la nueva economía. De Manuel Hinds

Manuel Hinds-05Manuel Hinds, 28 febrero 2018 / EDH-Observadores

En esta semana he publicado dos artículos sobre lo suicida que es inyectar el odio en la sociedad, de clases o de cualquier otro tipo. En este tercer artículo sobre el tema cambio el enfoque hacia el nuevo orden social que es compatible con la nueva Revolución de la Conectividad que está creando la economía del conocimiento. Para poder sobrevivir en el nuevo mundo de la Revolución de la Conectividad tendremos que abandonar confrontaciones y cooperar entre todos para sacar adelante el país. Si no lo hacemos, no saldremos adelante y nuestros problemas se multiplicarán.

observadorAsí como la Revolución Industrial multiplicó el poder del músculo (con la máquina de vapor, la de combustión interna, los carros, los aviones y los cohetes, la electricidad, etc.), la nueva revolución está multiplicando el poder de la mente a través de conectar computadoras con seres humanos y todos entre sí, en tiempo real, a través de todo el mundo. Esto ha permitido coordinar tareas muy complejas a distancia. Esto ha revolucionado la producción al permitir a las empresas quebrar las líneas de producción, para producir las diversas partes de sus productos en los lugares en los que es más barato producirlas. Esto ha formado cadenas de producción internacionales en las que un diseño puede hacerse en un lugar, asignando la producción de sus partes a distintos países, para luego juntarlas en otros lugares cerca de los lugares de consumo.
En estas cadenas de producción el éxito está en integrarse a ellas con componentes de alto valor agregado, que proviene del grado de educación de la fuerza de trabajo. Mientras más alta dicha educación, mayores son los salarios que pueden pagarse y mayores son las utilidades que pueden lograrse. De esta forma, el éxito de las empresas cada vez depende más de que sus fuerzas de trabajo estén bien educadas y en buena salud y vivan en ambientes seguros y sanos.

No es que la educación no importara antes, en la lógica de la Revolución Industrial. Al contrario de lo que mucha gente piensa, trabajar con un obreros ignorantes, con salud precaria y con bajo desarrollo es muy caro porque su productividad es muy baja. Personas en estas condiciones producen mucho menos, cometen muchos más errores y arruinan más las máquinas que los obreros en los países desarrollados, que son más educados, tienen mejor salud y viven en circunstancias seguras. Eso se refleja en los salarios. Pagar los mismos salarios en nuestros países que los que los obreros ganan en los países desarrollados no es rentable, porque producen mucho menos. Si los obreros de aquí producen la mitad, el costo de mano de obra es el doble. Por eso es que la inversión extranjera es mucho más alta en los países desarrollados que en los en desarrollo, aunque los salarios sean mucho más altos en los primeros.

Invertir en países con baja productividad del trabajo es cada vez menos atractivo en la nueva economía del conocimiento, porque no hay manera de que bajándole el salario a una persona que apenas sabe leer y escribir se pueda compensar el hecho que no es un técnico competente o un ingeniero—que son el tipo de trabajos que pagaran salarios y utilidades consistentes con la sociedad en la que queremos vivir. En realidad, muchas de las empresas que trabajan en sectores de bajo valor agregado pueden perder totalmente su competitividad frente a empresas trabajando en países desarrollados usando robots en vez de humanos en su producción. Para competir, tendrían que usar robots también, con lo que el desempleo y la pobreza aumentarían sustancialmente. Si seguimos enfocados en el mismo tipo de producción de bajo valor agregado, las empresas se verán tarde o temprano frente a la cruel disyuntiva de o quebrar o sustituir a los humanos con robots.

Por suerte, la misma revolución tecnológica proporciona medios para poder acelerar la educación y la entrega de servicios de salud y seguridad a costos más bajos que antes y con potencial de llegar a más personas. Pero para tomar ventaja de estas posibilidades tenemos que entender que la lógica de la nueva economía no es la misma que existía antes. Nos estamos moviendo hacia una sociedad de redes de comunicación y de coordinación en la que todos dependemos de todos. Si no logramos educar a la población y darle mejor salud y seguridad, las empresas se ahogarán porque no podrán generar los productos con alto valor agregado que la economía mundial está demandando. Otra vez la economía mundial nos dejará atrás, con menos ingresos y más pobreza y más problemas sociales.

Esto crea un incentivo cada vez más urgente para que las empresas se involucren en la comunidad para asegurarse no solo de que la salud, la educación y la seguridad de sus trabajadores sean adecuados sino también de que mejoren con el tiempo. Lograr este objetivo requiere cooperación entre los empresarios, los trabajadores, los ciudadanos en general y los distintos niveles de gobierno. Es una tarea cara, pero es más caro no hacer nada y ver el estándar de vida del país disminuyendo paulatinamente hasta llegar a ser un pueblo realmente pobre.

El gueto genera odio y violencia. De Paolo Luers

paolo3Paolo Luers, 28 febrero 2018 / EDH-Observadores

Voy a comentar y ampliar dos columnas que mi colega y amigo Manuel Hinds publicó: El Cambio en el corazón y El odio de clases y las maras. Cuando en su segunda columna menciona la crítica que ha recibido “desde la izquierda” a su primera columna, se refiere a un email que le mandé. De paso sea dicho: Me honra que por lo menos los serios pensadores de la derecha, por ejemplo Manuel Hinds, todavía me identifican como “de izquierda”.

Esto no es una controversia. Coincido plenamente con la tesis principal de Hinds: Sembrar odio, y en especial odio de clase, es dañino para la sociedad – o como concluye Hinds: Sembrar odio de clase, o cualquier otro odio, lejos de resolver los problemas que enfrentamos, los complica y puede hacer imposible resolverlos. Totalmente de acuerdo.

Odio de ambos lados

observadorMis observaciones son para complementar los argumentos válidos de Hinds. Por ejemplo: Si hablamos del odio de clase como fenómeno en el conflicto que se convirtió en guerra en los 80, es necesario decir que hubo odio de clase de los dos lados. No solo se expresó en las consignas y acciones de los insurgentes, también, y durante décadas, en los discursos u acciones de la derecha. La marginación y la represión de amplios sectores populares también fue expresión de odio de clase. El 32 fue una explosión de odio, y tanto la derecha como los comunistas haciéndolo peor con sus inyecciones letales de odio de clase. Esto confirma le tesis de Hinds que sembrar odio de clase empeora los conflictos sociales existentes. Los asesinatos de sindicalistas y los masacres de campesinos en los años 70 fueron expresión de odio de clase, igual que los secuestros y asesinatos de empresarios. Y tanto los mensajes del mayor D’Abuisson como de las FPL de Marcial potenciaron este odio llevaron al país a la guerra.

Muchas veces, el odio nace del miedo. Los que en el 32 masacraron a miles de campesinos, tenían miedo a una insurrección de los indígenas. Tenían miedo, porque sabían que los habían maltratado, generando una bomba de tiempo. Tiene toda la razón Manuel Hinds en decir que donde ya hay conflictos sociales, resentimientos y miedos, sembrar odio de clase hace explotar estas bombas.

La violencia que nace del gueto

Hablando del conflicto actual, lo que se expresa en la violencia de las maras no es odio de clase. Las maras no hacen guerra contra otra clase. Matan casi exclusivamente a otros igual de pobres. Es violencia entre pobres. ¿Pero de dónde nace este odio? ¿De dónde nace esta disposición a la violencia? Guste o no, hay que decir que nace de la percepción de exclusión, generalizada en muchas comunidades. Y al decir esto, no se está inyectando odio de clase a una situación ya complicada, sino señalar la raíz del problema es necesario para entender por dónde hay que buscar soluciones, más allá de la aplicación de la ley y las respuestas policiales y represivas.

Es cierto, y siempre hay que aclararlo, que la violencia y el odio no nacen de la pobreza. Nacen de una situación de gueto. Esa es una situación social donde la pobreza está acompañada de la percepción de exclusión: del desarrollo, de las oportunidades, de los servicios básicos del Estado. Cuando una comunidad se siente colectivamente excluida, genera una identidad peligrosa, con reglas sociales y morales propias. Una vez que esto pasa, situarse fuera de la ley, aunque no es automático, sí es un paso más fácil, con pocas barreras. Es el paso que dan los que se unan a maras.

Cierto, esta percepción de exclusión tiende más a expresarse en violencia, cuando en el país existe la tradición y la continuidad de un discurso político de odio de clase, como lo sigue manejando el FMLN. Esto confirma la tesis de Manuel Hinds que sembrar odio de clase en un conflicto social lo profundiza y hace más difícil resolverlo. Pero ojo: El discurso de odio de clase no es el origen del sentimiento de exclusión y tampoco de su transformación en violencia. El origen es la realidad. Y esta realidad hay que cambiarla. Hay que romper la realidad de gueto, en la cual vive un gran porcentaje de los sectores populares, tanto en las ciudades como en el campo.

Change of heart

Me parece interesante el planteamiento de Manuel Hinds sobre la necesidad de un “change of heart”. Pero agregaría que no puede ser un cambio solo espiritual, o un cambio de discurso. Si el «change of heart» del resto de la sociedad no incluye la disposición de atacar la situación de gueto y de transformar los barrios y sus condiciones de marginación, esta situación no va a cambiar. Y la violencia, con todas sus expresiones de odio, no va a superarse.

Esta es la gran deficiencia de las políticas de seguridad que han empleado los gobiernos, tanto de ARENA como del FMLN, desde que se vieron confrontados con el fenómeno de las maras.

Hagamos el “change of heart”, y actuemos. No podemos simplemente pedir a los que se sienten marginados que tengan un «change of heart», requiere de algo más serio y tangible.

Haciendo estas consideraciones no significa justificar la violencia de las maras. La violencia no es justificable. Pero tenemos que entender dónde y porqué nace y se reproduce. Ya sería un paso correcto que la sociedad ya no permita que sus funcionarios, como el actual presidente de la Asamblea Legislativa Guillermo Gallegos, sigan sembrando odio. Pero requiere de mucho más. El odio que se manifiesta en los conflictos sociales del país no es sembrado, tiene raíces en la realidad. Y estos hay que atacarlos. Esta sería la solución radical al problema.

Las dos columnas de Manuel Hinds:
El Cambio en el corazón
El odio de clases y las maras

 

El odio de clases y las maras. De Manuel Hinds

Manuel Hinds-05Manuel Hinds, 26 febrero 2018 / EDH-Observador

La semana pasada escribí una nota que condenaba las inyecciones de odio que han destrozado al país (El cambio en el corazón, EDH, viernes 23 de febrero de 2018). El artículo resumía su argumento al final en estos dos párrafos, hablando de los crímenes de la guerra civil y de las maras:

“Ningún argumento filosófico puede negar que en el fondo de ambas violencias hay un principio común: la idea de que hay personas que merecen ser asesinadas por pertenecer a ciertos grupos, clases sociales o maras. Lo único que varía entre los crímenes cometidos por el odio de clases y los cometidos por el odio entre maras, o por el desprecio a los que no son de ninguna mara, es el motivo que supuestamente legitima el crimen. Esto va contra el cristianismo, contra el desarrollo social, económico político, y contra todo lo que es civilizado.

Esto es lo que hay que abandonar, lo que hay que reconocer que fue un error y revertir con toda la energía que la sociedad pueda reunir. Los que llaman al odio pueden predicar lo que quieran, pero el pueblo debe dejarlos hablar solos. Ya han hecho demasiado daño.”

observadorAlgunas personas de la izquierda me comentaron que la nota pecaba de superficial si no se mencionaba que la derecha, no solo la izquierda, había realizado actos de odio, que los mareros no actúan motivados por odio de clase y que la contrapartida del odio (en uno y otro caso) es la “exclusión”. En realidad, aunque el odio de clases es un concepto marxista (que conste que no de toda la izquierda), yo nunca mencioné que solo la izquierda marxista ha actuado con odio en el país, ni siquiera que solo los marxistas han sembrado odio; tampoco dije o impliqué que los mareros actúan motivados por odio de clases.

Es obvio, sin embargo, que actúan motivados por odios, y que, como digo en los párrafos citados arriba, justifican sus crímenes con la misma idea que los que cometen crímenes y los justifican con la guerra de clases: que hay personas que merecen la muerte porque pertenecen a un grupo que ellos odian. El odio es un instrumento del mal, y no importa por qué motivo se inyecta en la sociedad, toma vida propia y puede ser ocupado por grupos diferentes con objetivos distintos de los que motivaron a los que lo inyectaron inicialmente. Si el odio se justifica como motivo de acciones, puede usarse para justificar que musulmanes maten a cristianos, para que nazis maten a judíos y otras razas que ellos consideran inferiores (obviamente incluyéndonos a nosotros), para que comunistas maten a capitalistas, para que no-comunistas maten a comunistas, para que un adolescente resentido mate a 17 de sus compañeros, para que las maras que viven en un barrio maten a los del barrio vecino. Todos pueden usar el mismo argumento para justificarse: “eran mis enemigos (de clase o de barrio o de raza) y los odiaba”.

La idea que defiendo es que el odio es una emoción negativa, que lleva a crímenes injustificables, que no sirve para resolver problemas sociales, políticos o económicos, que en realidad los vuelve peores, que los que lo inyectan con un propósito se vuelven responsables de que se use para otros propósitos, y que debe erradicarse de la sociedad.

Hablar de la “exclusión” es muy elegante pero justificar los odios y los crímenes de las maras como una respuesta a ella no sólo va en contra de los principios de la civilización sino también es un concepto vacío porque va en contra de lo que se observa en la realidad. Para ver esto basta recordar que los que están llenos de odio dirigen sus crímenes hacia las personas que odian. Así, durante la guerra y antes de ella, los grupos llamados “revolucionarios” secuestraron y asesinaron a personas que ellos odiaban por pensar que eran sus “enemigos de clase”. Pero, ¿alguien podría decir que las personas que los mareros matan (otros mareros, alumnos de secundaria y de la universidad, personas que se niegan a pagarles renta, vecinos de áreas dominadas por otras maras) son personas que los excluyen a ellos o que han creado una sociedad excluyente?

Como lo escribí en mi artículo anterior, las inyecciones de odio se hacen con el pretexto implícito de que llevará al bien, que eliminará la “exclusión”, que generará mayor desarrollo, con la promesa de que los crímenes que se cometan en su nombre van a resultar en un mundo mejor. Con esa idea se ha llegado, como también lo escribí en el articulo anterior, a tratar de convertir el cristianismo, la religión del amor, en una religión del odio.

Como escribió el poeta entonces soviético Naum Korzhavin contemplando los veinte millones de víctimas que el comunismo y su guerra de clases habían asesinado en su país: “!El mal en el nombre del bien! / ¿Quién pudo inventar tal sinsentido? / Aún en el día más oscuro, / aun en la lucha más sangrienta / si el mal se fomenta / él triunfa en la tierra— / no en el nombre de algo / sino en el suyo propio”.

En este poema, solo sustituya el odio por el mal, dos palabras que van siempre muy asociadas, y entenderá el mensaje que quiero traspasar al decir que el pueblo no debe ya aceptar ningún mensaje de odio.

Con esto, por supuesto, no quiero decir que no haya problemas sociales, políticos y económicos en el país. Los hay, y muchos. Lo que digo es que sembrar el odio basado en esos problemas no solo no los resuelve sino que los complica enormemente, causando tragedias espantosas y retrocesos en todos los aspectos de la civilización. La sociedad debe resolver estos problemas, no llenarse de odios que van a volver imposible resolverlos.

La primera columna de Manuel Hinds sobre el tema:
El Cambio en el corazón

Una columna de Paolo Luers sobre el tema:
El gueto genera odio y violencia

Carta a los colegas periodistas: Cuidado, no son loros. De Paolo Luers

paolo luers caricaturaPaolo Luers, 27 febrero 2018 / MAS! y El Diario de Hoy

Estimados colegas:
El sábado pasado desayuné con el siguiente titular de La Prensa Gráfica: “ALTO MANDO MILITAR LIGADO A CRÍMENES”. Al abrir el periódico, encuentro la nota, esta vez titulada así: “ESCUADRÓN DE EXTERMINIO EN LA FAES CON AVAL DEL ESTADO MAYOR”.

Para que un periódico acuse al Alto Mando y al Estado Mayor de la Fuerza Armada de esta manera, tiene que tener buenas razones y buenas pruebas.

Pero lo único que tenían fueron alegatos de la fiscalía, en el caso contra tres oficiales de la Fuerza Armada recién detenidos. Repitieron el error usual: Asumir las acusaciones de la fiscalía como hechos, y las pruebas presentadas por la fiscalía como comprobadas.

Hubieran tenido que titular así: FISCALÍA ALEGA QUE…

logos MAS y EDHAl leer la nota completa, uno se da cuenta que los oficiales son acusados de “asociarse con civiles, para favorecer a ocho miembros del área de inteligencia del Ejército que privaron de libertad y torturaron a dos jóvenes en Apaneca.” O sea, la fiscalía acusa a los 3 oficiales de encubrimiento, pero aprovecha el escrito de acusación para hablar de un grupo de exterminio, de asesinatos – y de la complicidad del Estado Mayor y del Alto Mando en todo esto.

Es raro, ¿verdad? Debe llamar la atención a un periodista que la fiscalía dice tener pruebas de algo tan insólito que un escuadrón de muerte militar que opera con aval de la cúpula de la Fuerza Armada, pero sin acusar a nadie de este delito grave. Esta es la primera incongruencia que un periodista debiera haber señalado.

En esta circunstancia, sin que exista una acusación formal de la fiscalía sobre tales delitos, salir con un titular que señala al Alto Mando militar de estar ligado a crímenes y haber avalado operaciones de exterminio, es una decisión editorial muy atrevida. Y muy irresponsable.

La maña de muchos fiscales de meter en sus alegatos de contrabando acusaciones que van mucho más allá de lo que formalmente acusan, y que además comprometen a personas que no están siendo acusados ante los tribunales, debería llevarnos a los periodistas a señalar esta práctica y pedir explicaciones a la Fiscalía General. Es inaceptable que los medios lo reportan como si fueran hechos comprobados. Si un medio asume estos señalamientos de la fiscalía, y los reporta de forma afirmativa, se hace culpable de calumnia.

Ningún periodista se fijó en el hecho que nuevamente la fiscalía estaba violando la ley que prohíbe usar grabaciones obtenidas por intervención telefónica fuera del plazo que la ley establece. Por suerte la jueza sí se fijó y desechó todas las grabaciones. Ella puso en libertad a los tres oficiales, y solo admitió la acusación de encubrimiento.

Habrá un juicio, pero no será contra el Alto Mando, tampoco contra el Estado Mayor, tampoco por la existencia de un grupo de exterminio avalado por la cúpula militar. Precisamente los alegatos que LPG convirtió, de manera afirmativa, en titulares ya quedan desechados por la jueza. Lo mínimo que debería hacer este medio es rectificar su error.

Y lo mínimo que los periodistas tenemos que hacer es ser responsables con tanta cosa que la fiscalía nos quiere servir en bandeja de plata.

Saludos,

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“Yo solo quiero pegar en la radio”, versión diputados. De Cristina López

Cristina LópezCristina López, 26 febrero 2018 / El Diario de Hoy

Cualquiera que estaba en edad de discoteca, o con solo haber tenido acceso a la radio allá por 2003, sabe exactamente qué sigue después del estribillo pegajosísimo de aquella canción del grupo colombiano, Bacilos: “Yo solo quiero pegar en la radio, para ganar mi primer millón”. Lo que desarmaba de la canción, y probablemente lo que la hizo tan inmensamente popular más allá del ritmo y la tonada, era lo desarmante de su letra. El sincerísimo aspiracionalismo de estos cantantes (antes de eso medianamente desconocidos fuera de la región, si dejamos a un lado su primer éxito, Tabaco y Chanel) de querer ganarse su primer millón de dólares, algo tan lejano para tantos de nosotros, era parte de lo que hacía la letra tan simpática.

EDH logDejé de darle seguimiento a las carreras de los Bacilos desde hace mucho, pero no me parecería demasiado extraño que hubieran logrado amasar ese primer millón que tanto querían. Lo que busco resaltar en esta columna es que en la canción detallaban los pasos que darían para ganarse su primer millón, y el primero era, innegablemente, “pegar en la radio”. Es decir, no esperaban que el millón les cayera del cielo, ni buscaban quitárselo a otros: querían merecerlo, ganárselo a brazo partido, produciendo música que fuera lo suficientemente buena como para ser popularizada en las radios de la región y que “pegara”. En este contexto no pude evitar preguntarme, si a los diputados salvadoreños les tocara escribir una canción así, ¿qué dirían en vez de “pegar en la radio”?

Lo digo ante la reciente publicación de un periódico digital nacional que expuso su investigación de los patrimonios de nuestros diputados (según lo declarado por los funcionarios y su grupo familiar ante Probidad) en un infográfico fácil de explorar. No deja de llamar la atención que en nuestro país, un lugar donde el PIB per capita es de 4,223 dólares y donde las mayores industrias son las de el café y el azúcar, sea en el rubro de la legislación (en el que los sueldos andan un poco arriba de los $4,000 mensuales) donde se encuentren concentrados tantos millonarios. Según lo declarado a Probidad, el 14 % del total de diputados en la Asamblea tienen más de un millón de dólares en patrimonio. Un 9 % tiene patrimonios arriba del medio millón de dólares. Si los diputados fueran realmente un reflejo representativo de la ciudadanía, el 23 % de la población salvadoreña tendría patrimonios mayores a un medio millón de dólares, casi comparable con naciones petroleras que no conocen la miseria.

Claro, no toda correlación implica causalidad, y la Asamblea Legislativa y sus beneficios (gastos de representación, los sueldos más altos de Centroamérica, viajes y un fuero conveniente que permite incurrir el riesgo de acrobacias legales) no son necesariamente la razón que volvió millonarios a tantos diputados. Muchos probablemente venían con patrimonio previo ganado antes del servicio público a base de haber “pegado en la radio” en sus respectivos rubros profesionales; del patrimonio que permite auto-financiarse campañas, o del que da la tranquilidad de poder dedicarse al servicio del país sin poner en riesgo la manutención de la familia. Otros, quizás heredaron su patrimonio de parentela con medios que se encuentra disfrutando del descanso eterno. Si estos son los casos del 14 por ciento, lo sabrán demostrar y lo sabrá Probidad ya. No merecen crítica alguna pues la riqueza obtenida honorablemente no es pecado ni vergüenza alguna. Pero si sin haber tenido otro empleador que el Gobierno de la República o la buena fortuna de una parentela con medios, lograron cumplir el sueño de los Bacilos, nos deben a la ciudadanía una explicación, ya sea en forma de canción o enseñando los recibos, de cómo lo lograron.

@crislopezg

Los impresentables. De Erika Saldaña

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Erika Saldaña, colaboradora de la Sala de lo Constitucional

Erika Saldaña, 26 febrero 2018 / El Diario de Hoy

Hay que ir a votar. Si no un grupo de impresentables que dicen pertenecer a un partido republicano, viceministros cuestionados, personas incapaces o vividores del Estado llegarán a alcaldías y diputaciones. Este ha sido el mensaje que muchos columnistas y ciudadanos hemos tratado de transmitir a la gente. Solo seleccionando a los mejores candidatos de cada partido es que se puede empujar el tan necesario relevo generacional en la política.

Pero así como hay buenos candidatos, también hay personas a las que le queda grande el título de representante de los salvadoreños. Este 4 de marzo vote, pero no por los impresentables que ni su partido ni el Tribunal Supremo Electoral se atrevieron a depurar.

EDH logEn El Salvador hay figuras que tienen que salir de la política. Como voluntariamente no lo han hecho, usted puede negarles el voto y evitar que sigan desgastando las instituciones o aprovechándose del cargo. Como ciudadanos no podemos seguir manteniendo como funcionarios a personas ineficientes, que no han presentado resultados, presuntos corruptos, gente que engaña a la población con sus juegos de palabras y que han hecho de la política una forma fácil de sobrevivir.

Impresentables hay muchos. Personas que se han convertido en caciques de la Asamblea Legislativa, con décadas siendo diputados y resultados escasos. Un ejemplo de caciquismo a nivel municipal es la alcaldesa de Antiguo Cuscatlán, Milagro Navas. Desde hace 30 años ocupa la silla edilicia de un municipio que ha avanzado por iniciativa privada de su gente. No ha sido capaz de ofrecer respuesta a los problemas descontrolados de tráfico, parqueo y alumbramiento del municipio. No hizo nada por la reforestación ambiental y se ha disparado la contaminación visual a punta de vallas y mupis. Algo preocupante es que subestime la capacidad intelectual de las personas, manifestado que “su debate es con la gente no con su competencia” o que la “mejor alternancia ha sido la comunicación con el pueblo”. Hay que librarnos de quienes se aferran ilimitadamente a un puesto.

Otro que podemos clasificar como impresentable es José Luis Merino, candidato a diputado del FMLN, a quien congresistas estadounidenses han solicitado que se investigue por supuestos vínculos con narcotráfico y lavado de dinero. Merino, si es electo, mantendría la protección que le brinda el fuero constitucional; lo obtuvo al ser nombrado viceministro y ahora quiere ser diputado; si es acusado formalmente, será difícil juzgarlo. Además, sin ningún tipo de vergüenza manifestó que les iban a “mentar la madre” a los magistrados de la Sala de lo Constitucional si frenaban su candidatura. ¿Así se respetan las instituciones? Poco republicanismo y buena dosis de autoritarismo.

Merino también manifestó “que la gente se siente más segura en los barrios y las colonias”; así se sumó a otros impresentables como Misael Mejía, candidato a diputado por el FMLN, quien a finales del año pasado dijo que no era cierto que en El Salvador había zonas en las que se impedía entrar. O viven en una burbuja o deliberadamente dicen algo que cualquier salvadoreño sabe que no es cierto. Por cualquiera de las razones no pueden continuar en la vida política.

En la línea de alentar la polarización y sacar provecho de discursos radicales está el diputado Ricardo Velásquez Parker, otra vez candidato por ARENA, quien tacha de “hacerle los mandados al FMLN” a gente de su partido que tiene posturas distintas y promueve reformas constitucionales discriminatorias. Súmele la portación retadora de armas que, aunque legal, ilustra un carácter matón; o ser captado haciendo caricaturas del Presidente en la Asamblea, refleja pobreza de discurso y acción política, que nada colabora a solucionar los problemas del país.

Además, es preocupante que un abogado y miembro de la Comisión de Puntos Constitucionales ignore las sentencias de inconstitucionalidad sobre forma y tiempos para impulsar una reforma constitucional y aun así la proponga.Hay personas que no deberían ser funcionarios públicos; los primeros culpables son los partidos por mantener en sus filas a gente que aporta poco y contribuye al desgaste de la política salvadoreña; después la culpa es del TSE por no ejercer filtro ni depurar candidaturas que riñen con las leyes y la Constitución. No se convierta usted en parte de los culpables al votar por gente impresentable. Los ciudadanos también son un filtro. Vote, pero vote bien. Diga no a los impresentables.

 

Una dictadura, necios. De Javier Marías

Hay generaciones que no saben lo arriesgado que era levantar no ya un dedo, sino la voz, en España entre 1939 y 1975.

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Javier Marias, escritor español

Javier Marías, 25 febrero 2018 / El PAIS Semanal

Contaba Juan Cruz en un artículo que, en un intercambio tuitero con desconocidos (a qué prácticas arriesgadas se presta), alguien lo había conminado a callarse con esta admonición, o semejante: “Estás desautorizado, perteneces a una generación que permitió a Franco morir en la cama”. Que algún imbécil intervenga en estas discusiones ha de ser por fuerza la norma, pero Cruz añadía que se trataba de un argumento “frecuente” o con el que se había topado numerosas veces, y esto ya trasciende la anécdota, porque supone una criminal ignorancia de lo que es una dictadura. En parte puede entenderse: cuando yo era niño y joven, y oía relatar a mis padres las atrocidades de la Guerra, me sonaban, si no a ciencia-ficción, sí a lección de Historia, a cosa del pasado, a algo que ya no el paisocurría, por mucho que aún viviéramos bajo el látigo de quien había ganado esa Guerra y había cometido gran parte de las atrocidades. Pero sí lograba imaginarme la vida en aquellos tiempos, y los peligros que se corrían (por cualquier tontería, como ser lector de tal periódico o porque un vecino le tuviera a uno ojeriza y lo denunciara), y el pavor provocado por los bombardeos sobre Madrid, y el miedo a ser detenido y ejecutado arbitrariamente por llevar corbata o por ser maestro de escuela, según la zona en que uno estuviese. Me hacía, en suma, una idea cabal de lo que no era posible en ese periodo.

También hay frívolos “valerosos” que reprochan a los
españoles no haberse echado a la calle para parar
el golpe de Tejero el 23-F, olvidando que los golpistas
utilizaron las armas y que había tanques en algunas calles.

Tal vez los que pertenecemos a la generación de Cruz no hayamos sabido transmitir adecuadamente lo que era vivir bajo una dictadura. Hay ya varias que sólo han conocido la democracia y que sólo conciben la existencia bajo este sistema. Creen que en cualquier época las cosas eran parecidas a como son ahora. Que se podía protestar, que las manifestaciones y las huelgas eran un derecho, que se podía criticar a los políticos; creen, de hecho, que había políticos y partidos, cuando éstos estaban prohibidos; que había libertad de expresión y de opinión, cuando existía una censura férrea y previa, que no sólo impedía ver la luz a cualquier escrito mínimamente crítico con el franquismo (qué digo crítico, tibio), sino que al autor le acarreaba prisión y al medio que pretendiera publicarlo el cierre; ignoran que en la primera postguerra, años cuarenta y en parte cincuenta, se fusiló a mansalva, con juicios de farsa y hasta sin juicio, y que eso instaló en la población un terror que, en diferentes grados, duró hasta la muerte de Franco (el cual terminó su mandato con unos cuantos fusilamientos, para que no se olvidara que eso estaba siempre en su mano); que había que llevar cuidado con lo que se hablaba en un café, porque al lado podía haber un “social” escuchando o un empedernido franquista que avisara a comisaría. También ignoran que, pese a ese terror arraigado, Franco sufrió varios atentados, ocultados, claro está, por la prensa. Que mucha gente resistió y padeció largas condenas de cárcel o destierro por sus actividades ilegales, y que “ilegal” y “subversivo” era cuanto no supusiera sumisión y loas al Caudillo. O ser homosexual, por ejemplo.Tampoco saben que, una vez hechas las purgas de “rojos” y de disidentes (entre los que se contaban hasta democristianos), la mayoría de los españoles se hicieron enfervorizadamente franquistas. Se creen el cuento de hadas de la actual izquierda ilusa o falsaria de que la instauración de la democracia fue obra del “pueblo”, cuando el “pueblo”, con excepciones, estaba entregado a la dictadura y la vitoreaba, lo mismo en Madrid que en Cataluña o Euskadi. De no haber sido por el Rey Juan Carlos y por Suárez y Carrillo, es posible que esa dictadura hubiera pervivido alguna década más, con el beneplácito de muchísimos compatriotas. Estas generaciones que se permiten mandar callar a Juan Cruz no saben lo temerario y arriesgado que era levantar no ya un dedo, sino la voz, entre 1939 y 1975. Que, si alguien caía en desgracia y tenía la suerte de no acabar entre rejas, se veía privado de ganarse el sustento. A médicos, arquitectos, abogados, profesores, ingenieros, se les prohibió ejercer sus profesiones, entrar en la Universidad, escribir en la prensa, tener una consulta. Hubo muchos obligados a trabajar bajo pseudónimo o clandestinamente, gente proscrita y condenada a la miseria o a la prostitución, qué remedio.

También hay frívolos “valerosos” que reprochan a los españoles no haberse echado a la calle para parar el golpe de Tejero el 23-F, olvidando que los golpistas utilizaron las armas y que había tanques en algunas calles. Cuando hay tanques nadie se mueve, y lo sensato es no hacerlo, porque aplastan. Hoy las protestas tienen a menudo un componente festivo (la prueba es que no las hay sin su insoportable “batucada”), y quienes participan en ellas se creen que nunca ha habido más que lo que ellos conocen. Reprocharles a una o dos generaciones que Franco muriera en la cama es como reprocharles a los alemanes que Hitler cayera a manos de extranjeros o a los rusos que Stalin tuviera un fin apacible. Hay que ser tolerante con la ignorancia, salvo cuando ésta es deliberada. Entonces se llama “necedad”, según la brillante y antigua (retirada) definición de María Moliner de “necio”: “Ignorante de lo que podía o debía saber”.

Carta a Zapatero. De Laureano Márquez

En Venezuela ya es difícil que algo cause extrañeza. Nuestra realidad ha alcanzado unos niveles de surrealismo, que cualquier cosa puede suceder.

El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.

El expresidente del Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero. Foto: Juanjo Martín EFE

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Laureano Márquez, humorista, columnista y politólogo venezolano

Laureano Márquez, 22 febrero 2018 / EL PAIS

Señor Rodríguez Zapatero:
En Venezuela ya es difícil que algo cause extrañeza. Nuestra realidad ha alcanzado unos niveles de surrealismo, que cualquier cosa puede suceder. Leo —sin asombro alguno— que el Consejo Nacional Electoral le propone a usted como coordinador de una misión de observación para las elecciones presidenciales del próximo mes de abril. Si acepta, la tendrá usted fácil, porque salvo que el candidato se haga fraude a sí mismo, no habrá mucho más que observar.

el paisMe gustaría proponerle otra misión de observación: véngase un día, de incógnito, como quien no quiere la cosa y observe lo que está sucediendo en los hospitales de Venezuela con la gran cantidad de niños que pierden la vida al nacer.También están los que mueren de desnutrición o por comer una variedad de yuca— lo más barato que hay —que llaman amarga y que envenena; niños que empiezan a ser abandonados por algunos padres porque tienen que escoger, como en “La decisión de Sofía” (no la reina, sino la película de Pakula protagonizada por Meryl Streep), a qué hijo salvar. Es una dolorosa tragedia. Sería bueno que observara lo que está sucediendo con los medicamentos, porque mucha gente está perdiendo la vida por no tener medicinas esenciales para sus tratamientos. Debería observar el estado de los hospitales que, como el Clínico Universitario, han dejado de hacer cirugías porque no tienen cómo.

Tendría que observar el paso fronterizo entre Venezuela y Colombia, para que vea la cantidad de venezolanos que abandonan el país. No tiene que volar tanto para ello, en Madrid mismo puede usted notarlo, camine por las calles y pregunte. Pregúnteles a tantos venezolanos cómo y por qué llegaron hasta allá. Se habla de que cerca del 10% de la población ha emigrado, como luego del año 39 por allá. Observe, señor Rodríguez Zapatero, las aulas de las universidades nacionales, el sueldo de nuestros profesores no sobrepasa los tres o cuatro dólares mensuales. Profesores que pierden peso y muchos que se van, alumnos que no pueden llegar a las aulas porque no hay manera de transportarse o de comer. Venga y observe en las calles lo que sucede en torno a las bolsas de basura, los anaqueles de los supermercados. Observe la morgue y la cantidad de muertos por violencia que ingresan cada día.

Hay demasiado dolor, señor Zapatero, solo que nuestros guernicas no explotan, son silenciosos e invisibles para el que no los quiera ver.

Si usted hiciera una observación profunda de Venezuela, una observación que le permita toparse con esta catastrófica situación que se nos viene encima y cuya gravedad exponencial se percibe a diario en la angustia de la gente que no sabe qué hacer, quizá comprendería por qué la oposición luego de dos décadas (¡medio Franco, para que se entienda mejor!) no puede suscribir acuerdos con quien no está dispuesto a respetar ninguna norma, ningún principio ni palabra empeñada. ¿Me dirá usted qué sentido puede tener firmar un acuerdo, si mientras las partes discuten garantías de transparencia electoral —lo que prueba que no existen—, una de ellas convoca unilateralmente a elecciones? Anhelamos con urgencia unas elecciones, sin duda, pero de verdad, que estén planteadas para que se exprese la voluntad popular y no —justamente— para lo contrario, para desconocerla. Señor Rodríguez Zapatero, que este régimen lo promueva como observador electoral imparcial debería decirle a usted mucho acerca de cómo se le percibe, pero también acerca de cómo se le percibirá luego del 22 de abril. El mundo entero, la Comunidad Europea, Canadá, Estados Unidos, nuestros hermanos latinoamericanos —a excepción de su buen amigo Evo Morales— han denunciado estas elecciones. ¿Cree usted que todos se han confabulado en la maldad cuando unánimemente condenan lo que aquí sucede? Solo le invito —respetuosamente— a que medite en ello. Al fin y al cabo, cada uno de nosotros con sus acciones y con aquello que cohonesta o no, está construyendo su propia memoria histórica.