Luis Ugalde

Moralmente inaceptable. De Luis Ugalde

Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes públicos nacionales y/o internacionales y las protestas cívicas.

LUIS UGALDE, Exrector de la Universidad Andrés Bello en Caracas, catedrático de Filosofía y Letras, Teología y Sociología; epecialista en Historia Económica y Social de Venezuela.

Luis Ugalde, 25 abril 2017 / EDH

Mensaje claro y valiente de espiritualidad encarnada. Nuestros obispos vuelven a decir que esta realidad es inaceptable y graves las recientes decisiones inmorales del Ejecutivo y el Poder Judicial, combinados para eliminar la Asamblea Nacional. Se ha puesto en evidencia que vivimos en un Estado con Constitución democrática pero secuestrado y violado por un Gobierno dictatorial. La anulación de la Asamblea no se produjo el 30-3-17con las decisiones 155 y 156 de la Sala Constitucional del TSJ, pues desde el día mismo (6D) del triunfo arrollador de la oposición, el régimen buscó anularla: eliminaron sin nuevas elecciones a los diputados del Amazonas, cancelaron el Referéndum Revocatorio, suprimieron las elecciones de gobernadores de 2016, anularon toda legislación de la Asamblea con cincuenta decisiones del TSJ, aumentaron los perseguidos, exiliados y presos políticos y el anticonstitucional empeño de mantener el “Plan de la Patria” con su economía destructiva y sembradora de miseria, inflación y escasez. Todo ya era dictadura antes del 30 de marzo, pero ahora el Ejecutivo nos ha hecho el gran favor de ponerlo más en evidencia nacional e internacional.

La Fiscal rápida y claramente denunció la ruptura del orden constitucional. Las reacciones de gobiernos, ex-presidentes, organismos internacionales como Mercosur Y OEA, asustaron al gobierno y este quiso esconder el rostro dictatorial ordenando a la sumisa TSJ maquillar con “aclaratorias”, para Maduro decir que se había “superado el impasse”. Afortunadamente la Asamblea Nacional, con la valiente y acertada conducción de su presidente Julio Borges y el conjunto de dirigentes, no cayó en la trampa y la OEA tampoco: mientras no se restituyan plenamente los poderes constitucionales de la AN, hay dictadura. El país y el mundo ahora están más claros: la democracia ha sido violada con un golpe mortal contra la soberanía del pueblo cuyos votos han sido quemados en la hoguera de los usurpadores… Este grave delito tiene delincuentes que deben ser sancionados “y los funcionarios y funcionarias públicas que lo ordenan o ejecutan incurren en responsabilidad penal” (Const. Art. 25) ¿Qué espera el Defensor del Pueblo para cumplir con sus deberes constitucionales (Const. art. 281)? No hacerlo es complicidad con el golpe y una burla seguir diciendo que este es un régimen de soberanía popular cuando el régimen, con sus desacertadas y empecinadas políticas, le ha quitado al pueblo la comida, las medicinas vitales, las libertades, la seguridad y la Constitución…

La Presidencia de la Conferencia Episcopal el mismo día 31 dio a conocer su rotundo rechazo de este atropello dictatorial señalando que este poder trata de perpetuarse manipulando al pueblo y “olvidando que las necesidades reales de la gente reclaman otra visión de poder” (n.3) La autoridad es para servir al pueblo y no para oprimirlo. Los obispos rechazan estas decisiones “que desconocen e inhabilitan al órgano público (AN) que representa la soberanía popular”. “Desconocer la existencia del otro y sus derechos, sencillamente es destruir toda posibilidad de convivencia democrática y plural” (n. 5) y burlarse de todo diálogo.

No estamos ante una disputa de poderes y una diferencia interpretativa de juristas, sino ante un golpe que despoja al pueblo de su soberanía. Por eso los obispos recalcan que el golpe es contra la gente y afecta más gravemente a los más necesitados: “Más allá de las consideraciones jurídicas y constitucionales, la eliminación de la Asamblea Nacional, suplantándola por una representación de los poderes judicial y ejecutivo, es un desconocimiento absoluto de que la soberanía reside en el pueblo y de que a el le toca, en todo caso, dar su veredicto. Una nación sin parlamento es como un cuerpo sin alma. Está muerto y desaparece toda posibilidad de opinión divergente o contraria a quienes están en el poder. Se abre la puerta a la arbitrariedad, la corrupción y la persecución, un despeñadero hacia la dictadura siendo, como siempre, los más débiles y pobres de la sociedad los más perjudicados. Por estas razones, repetimos, esta distorsión es moralmente inaceptable” (n.4). La “democracia participativa y protagónica” está muerta y si el Poder Moral si calla será cómplice inmoral. Afortunadamente la AN enfrenta el golpe, así como los dirigentes políticos democráticos, las asociaciones y las mil formas de la sociedad civil, las universidades, las academias, los países…. ¿Dónde está la Fuerza Armada democrática? Es un deber de conciencia rechazar el golpe y la Constitución llama al pueblo de Venezuela a desconocer cualquier decisión que la viole (art. 350). Los obispos hacen un “urgente llamado a tomar conciencia y a actuar de manera pacífica pero contundente ante la arremetida del poder. No se puede permanecer pasivos, acobardados ni desesperanzados. Tenemos que defender nuestros derechos y los derechos de los demás. Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes públicos nacionales y/o internacionales y las protestas cívicas.”(n.6) Nos invitan a vivir los actos religiosos de la Semana Santa, conmemoración de la pasión y resurrección de Cristo, “con un contenido social que nos ayude a mantener la esperanza, la alegría y la solidaridad…”.

No somos chinos. De Luis Ugalde

LUIS UGALDE, Exrector de la Universidad Andrés Bello en Caracas, catedrático de Filosofía y Letras, Teología y Sociología; epecialista en Historia Económica y Social de Venezuela.

LUIS UGALDE, exrector de la Universidad Andrés Bello en Caracas, catedrático de Filosofía y Letras, Teología y Sociología; epecialista en Historia Económica y Social de Venezuela.

Luis Ugalde, 13 diciembre 2016 / EDH

Los comunistas chinos tomaron el poder e implantaron una dictadura integral, política, económica, cultural… Luego de medio siglo con poder total tuvieron que admitir su miseria económico-social y la incapacidad de mejorar económicamente con su modelo estatista integral sin libre iniciativa en economía. Los soviéticos les habían precedido en el derrumbe del régimen, pero el Partido Comunista chino vio que sus homólogos rusos en el cambio perdieron también el dominio político; por eso los comunistas chinos pensaron que para afianzar su dictadura política y conservar el poder les convenía cambiar la economía abriendo las puertas al capitalismo: promoviendo enormes inversiones capitalistas extranjeras con su tecnología y desarrollando el capitalismo chino, siempre que acataran la dictadura política. Han establecido una dura y exitosa economía capitalista de gran potencia y han fortalecido la dictadura política de su partido único. Los inversores capitalistas saben que gozan de libertad para sus negocios siempre que se sometan a la dictadura política. Los posibles diálogos internacionales en China son para lograr algunos avances en apertura cultural y religiosa y algo de humanización del régimen político, que sigue siendo de partido único con monopolio dictatorial.

En Venezuela la situación es distinta. Nuestra Constitución es democrática y en una épica votación en 2007 los venezolanos con votos derrotamos al régimen que quería implantar una constitución dictatorial cubanoide; pero el gobierno, en la práctica y con leyes anticonstitucionales, continuó avanzando hacia la dictadura. Al contrario de China, ha llevado al país a una total ruina económica y a un régimen dictatorial rechazado por 80 % de la población. Aquí las negociaciones en curso no pueden ser para afianzar ese secuestro de la Constitución vigente y de los derechos humanos, sino para reconstitucionalizar el país y cambiar el régimen de pobreza y miseria que sufre todo el pueblo.Es lo que está en la Constitución y en la voluntad de la inmensa mayoría en 2016 y por Constitución estamos obligados a defenderla (art.350 y 333).

En Nicaragua muchos empresarios pragmáticamente están plegados a una vergonzosa política dictatorial que va acompañada de significativos logros económicos (con importante crecimiento del PIB, poca inflación y mejoras sociales) y buenos negocios empresariales. Por el contrario en Venezuela el régimen jugó a hundir a la empresa privada y lo ha ido logrando en parte. Aquí es imposible lo que tardíamente quiere hacer el régimen: reforzar y consolidar la dictadura política y mejorar la economía incluso dando un respiro temporal a la empresa privada.

¿Por qué no es posible?

La profunda crisis económico-social de Venezuela no puede resolverse con el actual gobierno y su dictadura, desprestigiada nacional e internacionalmente, pues aunque hable de diálogo no está dispuesta abrirse en serio a un nuevo modelo económico indispensable. Sin apertura a una amplia ayuda internacional (medicinas, comida) y garantías para la necesaria inversión millonaria, sin refinanciar la deuda y conseguir no menos de 40 millardos o 50 millardos de dólares en préstamo, crear confianza, garantías jurídicas y estímulo a la inversión (nacional y extranjera) con nuevo sentido y espíritu de productividad, con oportunidades, elevación del trabajador productivo y del poder adquisitivo salarial…, sin resolver el terrible déficit fiscal, frenar de raíz la inflación, no saldremos de este infierno. El actual régimen con su empeño dictatorial, con violación de la Constitución y de derechos humanos, con sus presos políticos y persecución a los opositores… no puede ni debe lograr apoyo internacional y mucho menos la confianza nacional para la reactivación económica. Es falsa la propuesta de: “Ayúdame primero a salir de la crisis económica y luego yo te restituyo la democracia política”. El respiro que buscan es para fortalecer la dictadura al mismo tiempo que “dialogan”. Pero, sin cambio político no es posible toda la movilización de nuevos recursos y actitudes para la recuperación económico-social. Es importante que los demócratas tengan claridad y defiendan esto en la mesa de negociación, en la calle, en la AN y en todas las instancias internacionales y que ayuden a que los facilitadores así lo entiendan. No se trata de humanizar la actual usurpación anticonstitucional disfrazada, sino de cambiar con votos democráticos el gobierno que viola la Constitución y los derechos humanos y unir al país para la urgente y difícil reconstrucción.

Hace décadas un líder político-sindical para justificar la falta de seriedad lanzó aquella sentencia “no somos suizos”. Hoy necesitamos estar convencidos de que “no somos chinos” y persuadir a quienes de fuera nos quieren ayudar, que estén alerta pues el régimen “dialoga” al tiempo que va dando pasos para consolidar la dictadura. “No somos chinos” que se conforman con la dictadura política si nos alivian algo de la miseria económico-social, somos demócratas bajo un régimen que usurpa los derechos humanos y viola la Constitución.

Tiempos enfrentados. De Luis Ugalde

LUIS UGALDE, Exrector de la Universidad Andrés Bello en Caracas, catedrático de Filosofía y Letras, Teología y Sociología; epecialista en Historia Económica y Social de Venezuela.

LUIS UGALDE, Exrector de la Universidad Andrés Bello en Caracas, catedrático de Filosofía y Letras, Teología y Sociología; epecialista en Historia Económica y Social de Venezuela.

Luis Ugalde, 25 agosto 2016 / EDH

El gobierno necesita tiempo para que la gente no lo pueda cambiar con votos luego del referéndum revocatorio. Para ello hay que estirar los tiempos y retrasar las fechas. Por el contrario, la agonía de la gente con inseguridad de muerte, desabastecimiento e insuficiencia de ingresos para comer, con falta de medicinas vitales y de insumos médicos… está urgida de tiempos más cortos que reduzcan sus sufrimientos. Es necesario acercar lo más posible las fechas de referéndum para poder empezar el cambio de gobierno atendiendo las emergencias humanitarias de millones (de todo color político) y abrir el indispensable diálogo para la reconstrucción nacional. Urge activar, de verdad, verdad, la producción nacional con verdaderos estímulos a centenares de miles de empresarios-productores y millones de trabajadores-productores con condiciones para una productividad superior.  Cuanto antes mejor.

diario hoyEl CNE estaba en una encrucijada entre escoger tiempos máximos o acelerar el revocatorio a los tiempos mínimos. Como era de suponer, se impusieron los tiempos que quiere el gobierno y se dio una bofetada a los tiempos que pide la agonía política, social y económica del país; solo la dignidad de un directivo del CNE razonó y salvó su voto. De paso y como si fuera algo insignificante, también desplazaron para mediados de 2017 las elecciones regionales para evitar, por ahora, la manifestación contra el régimen con una votación abrumadora.

El despliegue de tiempo y de palabras que hizo la Presidenta del CNE no logró ocultar el hecho de que entre dos posibilidades estaba escogiendo la que le convenía al gobierno y no a la gente. Daba la impresión de que no consideraban o despreciaban la pregunta ¿cómo va a aguantar la gente el terrible malestar desde agosto a febrero de 2017? ¿Se hace esta pregunta el Ejecutivo y el CNE? ¿Se la hace el Ministro de la Defensa ahora con doble responsabilidad sobre el desabastecimiento y el hambre? ¿Escuchan el clamor que sale de las entrañas de la mujer que dice “si no consigo esta medicina me muero”? ¿Y el de los niños que se desmayan en el aula o simplemente no van porque no tienen comida, ni en la casa ni en la escuela? ¿Saben multiplicar esos gritos por millones que pasan hambre, o agonizan en los hospitales por falta de medicina e insumos? ¿Será que los intereses creados y la corrupción de unos cuantos cientos de capos son mucho más poderosos que la vida de millones de venezolanos? ¿Puede la sociedad entera permitirse el lujo y la irresponsabilidad de correr la arruga seis meses? ¿No va a estar todo peor en febrero de 2017 y la reconstrucción más difícil? ¿No es verdad que en cualquier país democrático una situación así llevaría a la renuncia del Presidente y a nuevas elecciones para nuevas políticas? Desde luego la renuncia no ocurre en gobiernos comunistas, ni fascistas, ni en dictaduras mesiánicas; para ellos los opositores son perversos enemigos de la patria. Lamentablemente así está Venezuela. ¿Bajo qué principios se le da una larga prórroga al comienzo de una solución de la emergencia nacional? ¿Por qué se prolonga la impúdica corrupción pública, la violación de los derechos humanos y de la Constitución, la existencia de presos políticos sin causa ni sentencia, la partidización de la Fuerza Armada y el empeño en anular la Asamblea Nacional?

Todo el mundo ve (menos el que quiere ocultar) que la grave situación de Venezuela hoy, es más difícil que hace un año o hace seis meses, y que en diciembre será peor; que la reconstrucción mañana será más grave, difícil, compleja e imposible sin importantes y prontas negociaciones nacionales e internacionales.

Triste, muy triste la situación y el desamparo humano de Venezuela. Hace falta unidad de la sociedad en la tragedia, unidad  que superando las barreras políticas,  pueda responder inmediatamente a la emergencia sociopolítica y activar la producción de manera sostenida y sólida. Este avión vuela herido de muerte y necesita un aterrizaje de emergencia sin estrellarse, de manera que pueda levantar vuelo otra vez, pronto y con nueva tripulación en condiciones seguras para no caer de nuevo. Es tan evidente la emergencia que no la pudo ocultar la lluvia de palabras de quienes dominan el CNE, desde dentro y desde fuera. Los tiempos del dolor de la gente y del rescate de su esperanza están enfrentados a los tiempos que le interesan al gobierno. Por ahora se han impuesto estos, que prorrogan el poder y multiplican los muertos. Ya hay respuestas.