Eugennio Chicas

Debate sobre «desestabilización» y «golpes de estado». Con Eugencio Chicas y Paul Steiner

Desestabilización ¿Quién gana? ¿Quién pierde?

Eugenio Chicas, ex presidente del Tribunal Electoral, actualmente secreteraio de comunicación de la Presidencia

Eugenio Chicas, ex presidente del Tribunal Electoral, actualmente secreteraio de comunicación de la Presidencia

Eugencio Chicas, 18 agosto 2015 / ELMUNDO.SV

En los últimos meses se ha debatido sobre la existencia o no de un proceso de desestabilización política en el país, que pueda desencadenar eventualmente en un golpe de estado -tradición antigua- o en un “golpe suave”, como han sido comunes en el periodo de postguerra fría. Para el análisis debemos empezar por nuestra historia, la que desafortunadamente ha sido muy prolífica en estos males.

En el siglo XIX se registraron en El Salvador cinco golpes de estado (1883, 1885, 1890, 1894, 1898); en el XX, siete (1913, 1931, 1944, 1948, 1960, 1961, 1979) y mientras éstos llegaban habían elecciones fraudulentas. Por supuesto en aquellos momentos carecíamos de institucionalidad electoral, sistema de libertades democráticas y pluralismo político e ideológico; teníamos un sistema de partidos y estado de derecho endebles. El Salvador funcionaba mediante decisiones ejecutivas, juntas de notables y, fundamentalmente, por la incidencia y control del poder económico y dictatorial de la época. Parte de esto nos condujo a la guerra civil, capítulo que fue superado con la suscripción de los Acuerdos de Paz, hecho de mayor trascendencia después de nuestra independencia patria.

En el periodo de posguerra fría cobró notoriedad mundialmente Gene Sharp, teórico ultraderechista promotor de nuevas modalidades de desestabilización, golpes de nuevo tipo y gestor de las nuevas guerras de este siglo, cuya propuesta es usurpar el poder de gobiernos legítimamente constituidos mediante operaciones enmarcadas fuera de convencionalismos tradicionales. Sus recetas están publicadas a los ojos de todos y son ávidamente estudiadas en alguna escuela de comunicaciones del país.

Como parte de ese diseño, la Primavera Árabe inaugura una nueva etapa de disputa del poder político que combina diversos ingredientes, que van desde la acción militar quirúrgica y la efervescencia social, hasta procesos de desestabilización política. Como núcleo de esta estrategia por recomponer correlaciones está el análisis, seguimiento, estímulo y potenciación de los conflictos internos de cualquier tipo, incluso el delincuencial-criminal, según los textos. A esto se agrega el uso de tecnología, comunicación –convencional y no convencional–, sumado a un neo oenegismo disfrazado de sociedad civil.

En América Latina esta diabólica aplicación tiene mayores componentes políticos, mediáticos, exposición en redes sociales y participación de grupos, hasta transnacionales, de una supuesta sociedad civil articulada coincidentemente con injerencia diplomática. Hay un fuerte componente comunicacional para estimular el desaliento, malestar y movilización antigubernamental, erosión de la institucionalidad policial y de las fuerzas armadas, descalificación sistemática del liderazgo institucional, boicot a programas de beneficio social y el consecuente bloqueo de toda iniciativa gubernamental progresista de corte social, así lo reflejan los estudiosos.

En El Salvador es notorio y demostrable un proceso de desestabilización política contra la institucionalidad de gobierno, en la que coinciden en tiempo y espacio tanto la oposición política partidaria de derecha, un sector empresarial ideologizado y un agrupamiento de medios de comunicación, acuerpados por sectores de derecha latinoamericana, bajo la complacencia de algunos diplomáticos extranjeros. Este proceso de desestabilización coincide –y esto no significa de ninguna manera responsabilizar a los referidos– con la agresión criminal pandillera, sabotaje económico vía extorsión, boicot al transporte, terror sistemático, rumores, bloqueo a obras y acciones del Estado en muchos territorios; lo que aunado a la desinformación y la invisibilización de las obras y acciones del gobierno, que se impone desde los mismos medios, produce desaliento y desesperanza absoluta en la población, generando un odio tal que llega al límite de identificar como única salida al problema de seguridad, la muerte de cada miembro de pandillas, no importando cómo.

Se agrega a esta situación la gestión en redes sociales exacerbando el descontento, estimulando el desbordamiento y la sedición dentro de las filas de la policía y del ejército, así como la permanente deslegitimación del actuar de los órganos de seguridad. Además, la movilización de sujetos que asumen el rol de portavoces de la sociedad civil promoviendo mecanismos que vulneren, por la vía de comisiones internacionales, la institucionalidad surgida de los Acuerdos de Paz y que terminan estimulando de manera artificial una agenda de reivindicaciones sociales, con el objeto de propiciar un permanente clima de malestar social. Otro factor es el bloqueo permanente del principal partido de oposición a toda iniciativa gubernamental desde la Asamblea Legislativa y en todo espacio de diálogo multisectorial, lo que podrá parecer normal por su rol natural pero contribuye en el escenario descrito.

El Salvador cuenta con un equilibrio a favor de las fuerzas revolucionarias democráticas y progresistas, somos producto del proceso de nuestra propia historia, lo que como país nos da la fortaleza de contar con la institucionalidad constitucional, política y social para defender las conquistas que tanto sacrificio costaron a nuestro pueblo y para enfrentar cualquier aventura  desestabilizadora de quienes se resisten a comprender que somos una nueva sociedad y no estamos dispuestos a retroceder.

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Mi respuesta a Eugenio Chicas

PAUL STEINER, tuietro y miembro del 'Movimiento Democracia Limpia'

PAUL STEINER, tuietro y miembro del ‘Movimiento Democracia Limpia’

Paul Steiner, 19 agosto 2015 / ELMUNDO.SV

Con todo respeto, Señor Chicas, yo no estoy tratando de “desestabilizar” su gobierno ni estoy asumiendo un “rol de portavoz” de la sociedad civil. Permítame explicarle un par de cosas desde el punto de vista de un ciudadano:

Si su gobierno estuviese dando resultados en la lucha contra los asesinatos, las extorsiones y la corrupción política no estaría ni yo ni miles de otros salvadoreños de todas las ideologías, clases sociales y credos buscando la creación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador.

Si su gobierno reconociese que SU “rol” es de escuchar a la población y representar sus anhelos como es la labor por la cual se le PAGA a funcionarios públicos, hace ratos nos hubiésemos sentado todos a explorar puntos en común entre todos y creado una visión de país que TODOS entendiéramos y compartiésemos

Si lo que usted busca es desviar la opinión pública para que no culpemos a su gobierno de ine-fectividad, de ineptitud en su cargo y de tener instituciones inestables y enfocadas al beneficio de otros que no son los ciudadanos honrados, entonces busque otro tipo de excusas, porque este movimiento, Democracia Limpia, no descansará hasta que la clase política regrese al ciudadano a ser el verdadero fin del Estado.

El ciclo de la partidocracia y el dominio del Estado por la clase política para servirse y no beneficiar al ciudadano está llegando a su fin. Los chanchullos, los abusos y los privilegios de los pocos pronto serán cosa del pasado y usted con ellos.

¿No le parece irónico que hoy la ciudadanía le está diciendo al gobierno de los exguerrilleros las mismas palabras que ustedes le dijeron a los oligarcas?

Abra sus ojos, Señor Chicas, reconozca que usted se ha vuelto parte de la desesperanza que la clase política de todos los partidos ha causado en el pueblo.

Un pueblo que ha sufrido bajo ya todos los partidos políticos existentes en su respectivo turno en el poder y está trazando una línea en la arena y diciendo, “¡Ya estuvo!”