Mes: octubre 2017

Carta a los más papistas que el papa: No hagan de la transparencia una nueva religión. De Paolo Luers

Paolo Luers, 31 octubre 2017 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

paolo luers caricaturaEstimados principistas:
Pelear por la transparencia es una lucha importante. La transparencia es el antídoto más adecuado contra la corrupción. Un arma eficaz en manos de la prensa y de los movimientos ciudadanos para enfrentar malos gobiernos y partidos corrompidos.

Pero esta lucha justa está en peligro de pervertirse, si la convertimos en una nueva religión, olvidando que, como todo, también la transparencia tiene que tener límites impuestos por la racionalidad. Nada peor para las causas justas que el absolutismo.

EDH logLuego de 3 años de hacerle caso a la Sala de lo Constitucional, y bajo la amenaza de que esto les iba a costar la codiciada “deuda política”, los diputados legislaron sobre la transparencia de las donaciones de personas y empresas privadas a los partidos. Decidieron que tienen que ser públicos los nombres de cualquier persona que dona más de $1,500 al año, y de las empresas que donen más de $5,100 al año.

Se desató una tormenta de indignación el redes sociales y entre activistas de movimientos ciudadanos: ¿Cómo se atreven los partidos a no revelar todas las donaciones, por más mínimas que sean? El alcalde y autonombrado candidato presidencial Bukele, siempre buscando de ponerse a la cabeza de causas populistas, exigió que los partidos tienen que rendir cuentas hasta por donaciones de $0.01.

¿Pero por qué hemos luchado por transparentar el financiamiento de los partidos? ¿Por que la Sala ordenó que no puede quedar en lo oscuro? ¿En serio se trató de saber si un ciudadano aporta con $100 dólares a su partido? ¿Necesitamos saber si nuestros vecinos donan $50 dólares al FMLN o a ARENA? ¿Existe el peligro de corrupción si un empresario manda mensualmente $400 dólares a un partido? ¿De esto se trata la transparencia?

No. Se trata de la sospecha de que un partido comprometa sus decisiones políticas a grupos del poder económico. Y de la sospecha que fondos provenientes de actos de corrupción o crimen organizado compren favores políticos. Ambas sospechas tienen fundamento. Por esto es esencial que estas transacciones sean transparentes.

Pero ningún ciudadano va a corromper a un partido con donaciones que no pasen de $1,500 al año, y ninguna empresa con aportes anuales que no lleguen a $5,000.

¿Cuál es el interés público que nos obliga a insistir que cada ciudadano o pequeño empresario tenga que revelar donaciones modestas? ¿Y no queremos que los partidos, en vez de financiarse haciendo compromisos con el gran capital, tengan un financiamiento horizontal de pequeños donantes y de sus propios militantes?

Sospechar de los partidos es sano y necesario. Pero esto no puede convertirse en una oda, y mucho menos en una cacería de brujas. Solo les pido que piensen antes de protestar. Saludos,

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Partidos indecentes. De Erika Saldaña

Los ciudadanos no nos podemos dar por vencidos en la lucha por un mejor país. No involucrarse, no ir a votar o comerse la papeleta no es opción si queremos que las cosas cambien.

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Erika Saldaña, colaboradora de la Sala de lo Constitucional

Erika Saldaña, 30 octubre 2017 / EL DIARIO DE HOY

Los partidos no quieren hacer política decentemente. Ello los está llevando a su decaimiento. No es algo bueno porque, quiérase o no, los partidos políticos son un medio importantísimo de representación de la ciudadanía dentro del manejo del Estado. Esa falta de voluntad de actuar decentemente se refleja en los casos de corrupción en que se ven involucrados, en la negativa de dar información sobre su financiamiento, en su indiferencia a resolver los problemas de la ciudadanía. Lo anterior ha impulsado la creación de movimientos y candidaturas independientes que buscan incursionar en el ámbito político del país.

EDH logEn El Salvador ha habido varias experiencias de escisiones dentro de los partidos políticos, que ante la discrepancia de ideas, decisiones y acciones internas, han pretendido formar grupos de representación diferentes, aunque de ideología similar. Por ejemplo, de la separación de Facundo Guardado del FMLN surgió el Partido Movimiento Renovador; de igual manera, con la salida de Joaquín Villalobos del mismo partido surgió el Partido Demócrata, idea que fue retomada en los últimos años como Partido Social Demócrata por Jorge Meléndez, también disidente del FMLN. De la separación de Gloria Salguero Gross de ARENA surgió el Partido Popular Republicano. Ninguno de estas separaciones alcanzó el desarrollo político que pretendían.

Y aunque la historia no les haya favorecido mucho, es probable que la creciente desconfianza en los partidos tradicionales les brinde a los movimientos que ahora se pretende crear (los que se conocen hasta ahora son los de Johnny Wright y Nayib Bukele) una oportunidad de desarrollarse en el espectro político salvadoreño. Todo dependerá de la calidad de sus propuestas y la habilidad de canalizar constructivamente la apatía y el descontento ciudadano.

Los nuevos movimientos políticos que surjan deben tener claro que el solo rechazo a los partidos políticos tradicionales no es motivo para endosarles un apoyo a ciegas. Con el simple repudio a la forma tradicional de hacer política no ganamos nada, eso no resuelve problemas ni nos da una guía de un plan creíble a seguir. No busquen que la gente reproduzca un mensaje que no conocen o que no existe; si quieren tener el apoyo de la sociedad es urgente que su organización vaya más allá de replicar descontento, concretando programas que involucren a la ciudadanía, presenten propuestas y respuestas concretas a los problemas.

Abrir nuevos espacios de expresión y representación política es sano para la democracia. Si a los partidos políticos tradicionales no les gusta, estos deberían enfocarse en hacer mejor su trabajo y no en cerrar las puertas mediante leyes que obstaculizan la competencia política. Recuerden que esta necesidad de renovación ha surgido de las malas experiencias que nos han dejado ARENA, FMLN y el resto de partidos desde la firma de los Acuerdos de Paz. No han sabido convertirse en una opción política viable, con la que la gente se identifique o sienta deseo de pertenecer.

En un país con tantos problemas y necesidades, la participación de la mayor cantidad de personas en la construcción de respuestas es más que necesaria. Los partidos políticos, si quieren mantenerse dentro del ámbito político y recuperar la confianza perdida, deberían renovar sus formas de dirigencia, aumentar la participación en la toma de decisiones y trabajar desde adentro para que sus simpatizantes no tengan que ver hacia otros lados por la decepción que sienten al ver las estructuras arcaicas en que se han convertido.

A pesar del descontento y decepción que la política trae, los ciudadanos no nos podemos dar por vencidos en la lucha por un mejor país. No involucrarse, no ir a votar o comerse la papeleta no es opción si queremos que las cosas cambien. Aunque cueste, hay que explorar y analizar detenidamente las opciones que se nos presenten en las próximas elecciones y votar por los candidatos que de verdad presenten propuestas y no solo palabrería.

No ir a votar o anular el voto lo único que hace es entregarle la decisión al voto duro de cada partido, a ese grupo de personas que muchas veces no piensa y actúa por inercia; o al otro grupo del voto duro, el que tiene un interés específico y no el bienestar común. Sacar adelante a este país no es tarea solo de los partidos políticos. Nos toca involucrarnos a todos.

Una Sala de cheros. De Max Mojica

La tentación de tener un Poder Judicial manejado por compadres no es solo propia de tiranos y de dictadores, sino también de gobernantes electos democráticamente, incluso en un país con una larga tradición republicana como los Estados Unidos.

max mojica-xMax Mojica, 30 octubre 2017 / EL DIARIO DE HOY

“Una Sala de cheros” es lo que parece que todas las fracciones políticas en la Asamblea Legislativa están buscando, una Sala de lo Constitucional integrada por cheros de ellos. Gente que “ayude” y que no “estorbe”. Nombrar “compadres” que de una vez por todas sustituyan a esos molestos “Cuatro Magníficos” quienes, desde que llegaron al puesto, han estado emitiendo sentencias cuyo contenido ha incomodado a muchos políticos y de forma especial, al gobierno socialista actualmente en el poder.

EDH logQue un gobernante quiera contar con un Órgano Judicial, no digamos sumiso, pero al menos “no molesto”, no es una tentación recurrente únicamente para los gobernantes salvadoreños; la vivió Argentina con Perón y Kirchner; Cuba con Castro; Chile con Pinochet; Perú con Fujimori; Nicaragua con Ortega y Venezuela con Chávez, solo por citar algunos ejemplos latinoamericanos. Es que si en algo se parecen los dictadores de izquierda y de derecha es en desarrollar esa afición tan adictiva al poder absoluto. Eso de pesos y contrapesos republicanos, del cual un Órgano Judicial independiente forma una parte esencial, para ellos es una burgués sutileza.

Lo que resulta interesante al revisar la Historia es que la tentación de tener un Poder Judicial manejado por compadres no es solo propia de tiranos y de dictadores, sino también de gobernantes electos democráticamente, incluso en un país con una larga tradición republicana como los Estados Unidos. Ese fue el caso del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt.

“Teddy” Roosevelt fue electo presidente en 1932, en plena Gran Depresión. Llegó al poder gozando de un importante apoyo popular, en un momento que una cuarta parte de la mano de obra estaba desempleada y cuando, por primera vez en décadas, un porcentaje importante de las familias norteamericanas vivía en pobreza. Adicionalmente, el Partido Demócrata que lo había llevado a la presidencia gozaba de mayoría de integrantes en el Congreso y el Senado, lo que le brindaba al presidente los votos necesarios para aprobar un “paquete legislativo” para impulsar el “New Deal”, que requería reformas a leyes existentes o creación de nuevos cuerpos legales, que permitirían hacer realidad sus promesas de campaña.

La piedra en el zapato consistía en que muchas de las leyes sobre las que se basaba el programa tenían problemas constitucionales, por lo que acabaron sometidas al control jurisdiccional del Tribunal Supremo, el cual, para molestia del presidente, escapaba a su control e influencia. El Tribunal, luego de un examen de las normativas, las declaró inconstitucionales.

Debido a la enorme popularidad adquirida por Roosevelt, derivada de los decretos presidenciales que concedían beneficios económicos a la población, éste no estaba dispuesto a que un “tecnicismo constitucional” detuviese sus ambiciosos planes políticos, por lo que empezó a atacar a los miembros del Tribunal Supremo en sus alocuciones radiales periódicas (¿les suena conocido?), acusándolos de “incapaces” y de adjudicarse ilegítimamente en su rol de jueces, las funciones de otros órganos del Estado en perjuicio del Ejecutivo y, en última instancia, del pueblo…si no hubiera aclarado que era Roosevelt, de hecho, hubiéramos pensado que se trataba de Chávez o de alguno de nuestros actuales gobernantes.

Ante la reacción negativa del Tribunal Supremo, el presidente consideró que era hora de “inyectar sangre nueva al Tribunal”, considerando que los actuales jueces (que casualmente eran los que habían decretado como inconstitucional el paquete legislativo propuesto), estaban “sobrecargados de trabajo” y esa carga laboral era excesiva para “personas de su edad”. Claramente, lo que buscaba el presidente era que los senadores destituyeran a los actuales miembros del Tribunal Supremo para elegir de dedo a nuevos integrantes, esta vez asegurándose que los nuevos jueces, fuera menos críticos a sus programas y menos “quisquillosos” a la hora de considerar que esta y aquella ley tuviese o no defectos constitucionales.

Ni la Cámara de Representantes ni el Senado -a pesar de existir en ambos una mayoría del Partido Demócrata- apoyó a Roosevelt en ese arriesgado juego político de “tomarse” el Órgano Judicial, ya que entendieron que la misma esencia de la vida democrática de la nación estaba en juego: el control constitucional independiente es esencial para que haya los pesos y contrapesos propios de una república, lo cual, a su vez, constituye la esencia de vivir bajo el imperio del Derecho y de la vida en democracia.

La lección que nos deja esta historia debe ser tomada muy en cuenta por el CNJ y eventualmente por la Asamblea Legislativa: caer en la tentación de nombrar magistrados de la Sala de lo Constitucional sumisos a los poderes fácticos en nuestro país será el tiro de gracia al contenido de los Acuerdos de Paz que tanta sangre nos costó alcanzar. Nombrar “una Sala de Cheros” sería una traición imperdonable a nuestro pueblo.

@MaxMojica

Transparencia en el financiamiento electoral. De Cristina López

Continúan escondiendo a los donantes que consideran minoritarios cuando la transparencia absoluta sería tan beneficiosa para el país. ¡Hacer públicos y auditables los orígenes de todos los donativos a partidos políticos explicaría tanto!

Cristina LópezCristina López, 30 octubre 2017 / EL DIARIO DE HOY

La semana pasada, con mayúsculas y todo, el alcalde capitalino se quejó vía Twitter de que todos los partidos políticos habían aprobado una ley que prohibía que movimientos ciudadanos como el que él recientemente lanzó recibieran donaciones. No era cierto: si bien un par de diputados dieron declaraciones al respecto, en la Asamblea no pasó dictamen alguno que prohibiera donaciones a movimientos ciudadanos.

EDH logY no debería: estarían arremetiendo contra la Constitución violentando la libertad de contratación, de asociación, y si se observa el tema desde el punto de vista de la jurisprudencia comparada, en otras jurisdicciones, la capacidad de otorgar fondos a entidades con fines políticos se entiende como parte de la libertad de expresión. Es así como lo declaró la Corte Suprema de los Estados Unidos en un caso histórico, conocido como Citizens United. Por supuesto que al Estado no le corresponde intervenir en lo que cada individuo libremente decida hacer con su dinero.

Si bien es cierto que nuestro sistema jurídico no contempla aún un mecanismo legal para transparentar el uso y auditar los fondos que recibe un individuo interesado en lanzar una candidatura para la presidencia de la república, al final del día donarle a un movimiento ciudadano no es distinto a una donación entre particulares. Quien recibe, debería legalmente declarar lo donado al Ministerio de Hacienda, puesto que sería para efectos prácticos renta gravada, y la ausencia de personería jurídica del movimiento ciudadano implicaría que los donativos no gozarían de exención tributaria.

Si bien no terminaron aprobando ninguna ley con este carácter particular, la mera discusión le dio municiones al alcalde para continuar victimizándose y empujar la falsa narrativa de la golondrina sola, tratando de hacer verano mientras todos le tiran piedras. Si lo que los partidos políticos tienen es miedo a la competencia, intentar frenar, no sólo al alcalde, sino a cualquier otro aspirante que no sienta que los partidos existentes son un vehículo potable para aspirar a un puesto de elección popular por medio de la regulación del financiamiento electoral no solo es coquetear con una inconstitucionalidad, es también bastante estúpido. Estúpido porque continúa poniendo en evidencia las tendencias semiautoritarias de solidificar la partidocracia existente, que a tantos está desencantando.

Mientras tanto, continúan escondiendo a los donantes que consideran minoritarios cuando la transparencia absoluta sería tan beneficiosa para el país. ¡Hacer públicos y auditables los orígenes de todos los donativos a partidos políticos explicaría tanto! Serviría para entender por qué ciertos diputados defienden tan férreamente ciertos intereses industriales, y quizás también podríamos explicar con números el servilismo humillante con el que el FMLN trata cualquier tema relacionado con la dictadura venezolana.

Pero claro: estas aspiraciones dependen de que en el servicio público haya quienes se deban a la transparencia y a una mejora para el país, y por el momento son más los diputados que se deben primero a su partido antes de a su gente. Esperar que de la Asamblea en la que continúa reinando la partidocracia surja un empujón hacia la transparencia en el financiamiento de los partidos políticos sería casi tan absurdo como esperar que Lance Armstrong, ciclista que cayó de la gloria deportiva al revelarse sus hábitos de dopaje, sea un buen regulador de substancias prohibidas en competencias deportivas.

@crislopezg

Un grito. De Alberto Barrera Tyszka

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Fotografía de Helena Carpio.

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ALBERTO BARRERA TYSZKA, GUIONISTA, NOVELISTA Y COLUMNISTA VENEZOLANO

Alberto Barrera Tyszka, 29 octubre 2017 / PRODAVINCI

La mujer se asomó a la ventana. Tenía puesta una bata sencilla, sin mangas. Aunque no se le veían, podían adivinarse unas chancletas de plástico medio desencajadas debajo de sus pies. Su cabello se desordenaba apenas hasta el cuello. Su rostro estaba cruzado por una mueca que, con dificultad, contenía un alarido. Lo aguantó durante pocos segundos. La mujer se asomó a la ventana y lanzó un grito: ¡que se vayan todos a la mierda! Y sin que le faltara el aire prosiguió: ¡que se vayan todos al mismísimo carajo! ¡Son unos farsantes, unos sinvergüenzas, unos grandes coño e madres! Sus palabras se colaron entre las casas y las veredas, retumbaron en los escalones, siguieron sonando más allá, a lo lejos. Luego hubo un silencio tenso, irritado. Una rabia muda.

prodavinciEl desespero ya no necesitan nombres. Hay muchos destinos para la indignación en este tiempo, en este mapa ¿Cómo puede sentirse cualquier venezolano cuando ve cómo Maduro nombra a sus candidatos derrotados como “protectores” de los Estados donde fueron, democráticamente, rechazados? ¿Qué siente el ciudadano común cuando escucha a Henry Ramos Allup tratando de disfrazar sus maniobras, mintiendo, pretendiendo salirse por la tangente con juegos de palabras? Cualquiera siente exasperación. Siente dolor, humillación. Siente impotencia. La política se ha convertido en una ficción muy violenta.

¿Qué puede representar Tibisay Lucena para la mayoría de los habitantes de este país? La misma figura que obstaculizó e impidió cualquier evento electoral el año pasado es ahora quien, con idéntica serenidad y armonía, facilita y organiza de manera express unos comicios para el próximo mes de diciembre. En su actitud no solo hay engaño, la voluntad de intervenir a favor del poder los procesos electorales, sino también hay cinismo. El cinismo del fariseo que, cuando comete un delito, actúa como si estuviera ejecutando una virtud. El CNE no representa ni protege a la ciudadanía. El CNE ni siquiera ya se representa a sí mismo. Ha perdido cualquier majestad institucional. Es absurdo que, después de todo lo ocurrido, la oposición se plantee –tan siquiera- participar o no en una nueva elección. El fraude ya ha quedado expuesto, de manera evidente. El fraude ya es un modo de producción. Es la única suma que tiene el gobierno, la manera de contarnos y de someternos.

Hasta ahora, el principal elemento de la ANC ha sido, en la práctica, proponer la eliminación de la democracia protagónica y participativa de nuestra Constitución. El nuevo modelo del oficialismo es otro. Más opaco, más chantajista, más extorsionador. La acción contra Guanipa en Zulia es zarpazo salvaje en contra del poder del pueblo. En el fondo, el oficialismo, por iniciativa propia, se está encargando de decirle al mundo que este gobierno no es democrático porque –precisamente- suprime o pervierte los mecanismo democráticos para poder cambiarlo. Y, mientras esto sucede, mienten. Todo el tiempo. Siguen hundiéndose, y hundiendo al país, en un engaño sin límites, en una estafa suicida. Elvis Amoroso, hace pocos días, aseguró que si no existiera Dólar Today “los venezolanos comeríamos lomito todos los días”.

Esta semana leí dos artículos extraordinarios sobre este mismo tema. Un magnífico y puntual recuento del historial de mentiras oficialistas escrito por Sebastiana Barráez y un agudo texto donde José Rafael Herrera nos recuerda que, en la política, “decir la verdad es una cuestión absolutamente necesaria”. Es inevitable. La versión oficialista de la vida, además, se empeña en producir fantasías enloquecidas. Nunca antes un gobierno estuvo tan separado de las necesidades reales de la gente. La oposición está obligada a deslindarse. La oposición tiene el desafío de la transparencia. ¿Cuánto niños mueren por desnutrición este domingo en Venezuela?

Una mujer se asoma a la ventana y lanza un grito.

La fragilidad de la política. De Máriam M. Bascuñán

El ejercicio de victimización de Puigdemont y su respuesta a las delirantes “155 monedas de plata” del tuitstar Rufián quedarán en la retina.

 

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Máriam M. Bascuñán, catedrática de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid

Máriam M. Bascuñán, 27 octubre 2017 / EL PAIS

Ocurrió, ya lo saben. La retórica que ha dominado la conversación pública, plagada de acusaciones cruzadas y acentuada por el subterfugio político de la culpa, alcanzó el clímax. Han fingido una victoria disfrazados de impecables justicieros, paladines del bien escapando de la ficticia persecución de las diabólicas fuerzas del mal. Quedará en nuestra retina el ejercicio de victimización universal de Puigdemont y su respuesta, tan católica, a las delirantes “155 monedas de plata” del tuitstar Rufián.

Deberíamos saberlo: la dialéctica del resentimiento sigue la lógica del escarnio y se modula apelando a una catarsis colectiva bajo el paraguas de ese absurdo “mandato heroico” tiznado por el voto secreto. Lo lógico hubiera sido escapar de la moral y entrar el paisen el barro de la política, especialmente quienes tanto la reclamaban. Pero olvidaron la lección de Russell: erigirse en oprimidos no les convierte en virtuosos, ni es en absoluto necesario “para la exigencia de igualdad”. Conocemos el consolador efecto de fijar un solo foco, origen de todos los agravios, al que se opone una única salida indiscutible. Sin grises o tensiones dolorosas, se elude el deber de juzgar políticamente las situaciones.

El lenguaje de la culpa es antipolítico porque impide pensar los conflictos en términos de responsabilidad e invoca una respuesta defensiva. El peligro es que interiorizamos los dilemas políticos como injurias personales que emergen como una herida que supura. La culpa nos estanca en el pasado; la responsabilidad proyecta futuros que es necesario articular colectivamente, abandonando la concepción del individuo marcado por los pecados cometidos.

Avanzar hacia el futuro era la única garantía para cerrar las cicatrices del pasado. Es de ahí de donde surge la solidaridad política, antes que de la apelación a una suerte de hermandad religiosa. Esta presupone una acrítica alineación homogénea sobre tradiciones heredadas; aquella, compromiso entre los diferentes. Porque la solidaridad nos vincula a proyectos vivos que miran al futuro. Es tan firme como frágil, pero sin ella jamás nos emanciparemos de los grilletes del pasado. No es tarde para hacerlo.

@MariamMartinezB

Peor que los malos líderes son los malos seguidores. De Moisés Naím

Es necesario disminuir la impunidad de quienes socavan nuestras democracias.

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Moisés Naim, escitor y columnista venezolano

Moisés Naím, 22 octubre 2017 / EL PAIS

El mundo tiene un problema de líderes. Hay demasiados que son ladrones, ineptos o irresponsables. Algunos están locos. Muchos combinan todos estos defectos. Pero también tenemos un problema de seguidores. En todas partes, las democracias están siendo sacudidas por los votos de ciudadanos indolentes, desinformados o de una ingenuidad solo superada por su irresponsabilidad.

el paisSon los británicos que al día siguiente de haber votado a favor de romper con Europa buscaron masivamente en Google qué significa eso del Brexit. O los estadounidenses que votaron por Donald Trump y ahora están a punto de perder su seguro de salud. O quienes le creyeron cuando prometió que no gobernaría con las élites corruptas de siempre y ahora ven cómo lobistas que representan voraces intereses particulares ocupan importantes cargos en la Casa Blanca. Son los ciudadanos que no pierden el tiempo votando ya que “todos los políticos son iguales” o quienes están seguros de que su voto no cambiará nada. Seguramente usted conoce gente así.

Por supuesto que hay que esforzarse en buscar mejores líderes. Pero también hay que mejorar la calidad de los seguidores. Ciudadanos mal informados o políticamente apáticos los ha habido siempre. Al igual que aquellos que no saben por quién están votando —o contra quién—. Pero ahora las cosas han cambiado y los votos de los indolentes, los desinformados y los confundidos nos amenazan a todos.

Internet hace más fácil que los peores demagogos, oscuros intereses y hasta dictaduras de otros países manipulen a los votantes más desinteresados o distraídos. La Red no es solo una maravillosa fuente de información, sino que también se ha convertido en un tóxico canal de distribución de mentiras transformadas en armas políticas.

En Internet todos somos vulnerables, pero lo son más quienes por estar muy ocupados o por simple apatía no hacen mayor esfuerzo por comprobar si es verdad lo que dicen los seductores mensajes políticos que les llegan.

Y no son solo los apáticos. En el polo opuesto están los activistas, cuyas posiciones intransigentes hacen más rígida la política. Quienes están muy seguros de lo que creen encuentran en la Red refugios digitales donde solo interactúan con quienes comparten sus prejuicios y donde solo circula la información que refuerza sus creencias. Más aún, las redes sociales como Twitter, Instagram y otras obligan a usar mensajes muy breves —los famosos 140 caracteres de Twitter, por ejemplo—.

Esta brevedad favorece el extremismo, ya que cuanto más corto sea el mensaje, más radical debe ser para que circule mucho. En las redes sociales no hay espacio, ni tiempo, ni paciencia para los grises, las ambivalencias, los matices o la posibilidad de que visiones encontradas tengan puntos en común. Todo es o muy blanco o muy negro.

Naturalmente, esto favorece a los sectarios y hace más difícil llegar a acuerdos.

¿Qué hacer? Para comenzar, cuatro cosas.

Primero: una campaña de educación pública que nos haga a todos menos vulnerables a las manipulaciones que nos llegan vía Internet. Es imposible lograr una completa inmunidad contra los ataques cibernéticos que, usando mentiras y tergiversaciones, tratan de influir en nuestro voto o en nuestras ideas. Pero eso no significa que la indefensión sea total. Hay mucho que se puede hacer, y divulgar las mejores prácticas de defensa contra la manipulación digital es un indispensable primer paso.

Segundo: es inútil ofrecer mejores prácticas a quienes no están interesados en usarlas. Una sostenida campaña que explique las nefastas consecuencias de la indolencia electoral es igualmente indispensable.

Tercero: hay que hacerles la vida más difícil a los manipuladores. Quienes orquestan las campañas de desinformación deben ser identificados, denunciados y, en los casos de abusos más flagrantes, demandados y enjuiciados. Estos manipuladores florecen en la opacidad y se benefician del anonimato. Por lo tanto hay que hacer más transparentes los orígenes, las fuentes y los intereses que están detrás de la información que consumimos. Es necesario disminuir la impunidad con la que operan quienes están socavando nuestras democracias.

Cuarto: impedir que las empresas de tecnología informática y de redes sociales sigan actuando como facilitadores de los manipuladores. La interferencia extranjera en las elecciones de EE UU o en otros países no hubiese sido posible sin Google, Facebook, Twitter y otras empresas similares. Hoy sabemos que al menos estas tres compañías se lucraron al vender mensajes de propaganda electoral pagados por clientes asociados a operadores rusos. Hay que obligar a estas empresas a que usen su enorme poder tecnológico y de mercadeo para proteger a sus consumidores. Y hay que hacerles más costoso el que sigan sirviendo de plataformas para el lanzamiento de agresiones antidemocráticas.

Twitter @moisesnaim

Carta al tío Rafa: ¡Estamos mejor! De Paolo Luers

paolo luers caricaturaPaolo Luers, 28 octubre 2017 / MAS! y EL DIARIO DE HOY

Querido Rafa:
Desde que te conocí, hace como 25 años, el ritual siempre fue el mismo: “¿Cómo estás, tío?” – “Mejor.” Nunca contestaste otra cosa, a menos que cambiaras a tu lengua preferida, el inglés: “Better.”

Así fue también durante las últimas semanas, vos ya postrado en cama, incluso en el hospital, días antes de tu partida para siempre. Para vos no fue solo un decir, no, expresaba la manera cómo enfrentaste la vida: nunca quejarse, nunca depender de nadie, nunca pedir ayuda, pero siempre buscar cómo ayudar a otros.

logos MAS y EDHSiempre fuiste un hombre solitario, privado, casi ascético. Odiabas el small talk. O se hablaba de asuntos importantes, o mejor te callaste. Pero no, como muchos, por amargado o agresivo. No, desde esta distancia que siempre marcaste, fuiste el más generoso y cariñoso de todos.

Conociendo tu modo tan privado, pensaba que a los pocos familiares iba a tocarnos solos velar y enterrarte. Mi sorpresa: La funeraria se llenó de gente, casi todos empleados o parroquianos del Mister Donut San Luis, donde vos pasaste buena parte de tus últimos 20 años, todos los días, hasta que te volviste del inventario.

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Rafael Heredia Reyes, al regresar de la guerra de Corea

Como te habías comprado un lugar de descanso eterno en un parque memorial muy retirado, en Soyapango, estaba convencido que ahí sí íbamos a estar solos despidiéndote. Pero las empleadas del Mister, como vos siempre lo llamaste, pidieron permiso, contrataron transporte, y aparecieron en pleno. Hablando con estas mujeres, fuimos a conocer una faceta de tu vida -y tu carácter- que nunca habíamos entendido a plenitud. Una tras otra de estas mujeres dieron testimonio cómo el tío Rafa había tocado, y en muchos casos cambiado y marcado su vida. Con consejos, con ayuda, cuando estaban enfrentando alguna crisis, o simplemente con tu forma de ser. La hija de una de las meseras, de 17 años, lloraba al abuelo que nunca tuvo, pero que lo encontró en vos, desde que nació. Alguien en quien confiar.

¿Qué hay detrás de esta relación extraordinaria de un hombre retirado, que luego de una larga vida militar y profesional en Estados Unidos regresó a su país, con las meseras de un restaurante de fast food y con docenas de clientes que también lo adoptaron como su segunda casa? No puede ser la calidad del café o de la comida que ahí sirven. Es expresión de cosas que a veces olvidamos en el mar de noticias malas, de violencia y desintegración social y familiar: la necesidad humana de ser parte de una comunidad; y la empatía que los salvadoreños tienen para personas con tal que sean decentes y amables.

Lo mismo detecté en el hospital Rosales, donde vos, ya muy viejito y débil, encontraste otros ángeles que te cuidaron con la misma compasión.

Si algo he aprendido de la historia de tu vida y muerte es que no estamos perdidos en El Salvador. Solo necesitamos oportunidades para actuar con humanidad y nobleza.

Goodbye, Rafa. Seguramente me dirás: Estoy mejor. Nos hiciste hombres y mujeres mejores. Te saluda

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La izquierda y el derecho de autodeterminación. De Nicolás Sartorius

Hoy, en ausencia de colonialismo y dentro de un país de la Unión Europea, el derecho a la autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, incluso involucionista, impropia de partidos o sindicatos progresistas.

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Nicolás Sartorius, cofundador del sindicato Comisiones Obreras

Nicolás Sartorius, 24 octubre 2017 / EL PAIS

El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba. El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba. El nacionalismo cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora, es un absurdo total”. Bertold Brecht

Desde el principio se sabía que el famoso “derecho a decidir” era un hábil eufemismo con el fin de enmascarar el inexistente, en condiciones de países democráticos, derecho de autodeterminación de “los pueblos”. Este derecho tiene una larga historia que merece algunas reflexiones.

Es conocido que la socialdemocracia internacional reconoció este derecho ya en 1896, en un Congreso celebrado en Londres, en el sentido de que se trataba de un derecho político a la independencia o secesión de la nación o imperio opresores. Este criterio lo adoptaron casi todos los partidos pertenecientes a la 2ª Internacional, incluyendo el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, del que el paisemanaría el partido bolchevique de Lenin. Con el triunfo de la revolución de 1917 —de la que se conmemoran los 100 años—, la libre autodeterminación y la posibilidad de formar un Estado separado se recogió en la declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia y, después, en la Constitución de 1924. No obstante, esta posición no fue nada pacífica en los debates de la época. Mientras Lenin, Trotsky, Kautsky y otros defendieron con ardor la consigna autodeterminista, otros como Rosa Luxemburgo, Bujarin y los llamados bolcheviques de izquierda se opusieron con igual empeño. Los primeros, argumentaban que el nacionalismo era una fuerza revolucionaria en la época de las colonias y de los imperios, “cárceles de pueblos”, mientras que los segundos sostenían que en la era de los imperialismos modernos era una antigualla defender las fronteras nacionales y, sobre todo, que el nacionalismo había estado en el origen de la espantosa guerra del 14, cuando incluso una parte de la izquierda había votado los créditos de guerra, costándole la vida al socialista francés Jean Jaurès al oponerse a ellos. Prevalecieron entonces las tesis de Lenin y de otros dirigentes de la izquierda, pues era cierto que la libre determinación tenía sentido en el proceso de descolonización e, igualmente, la independencia de naciones sojuzgadas por los imperios que fueron derrotados en aquella carnicería: el austro-húngaro; el de los zares; el otomano y el del káiser Guillermo. Quedaron en pie el británico y el francés que durarían unos años. En el fondo, las teorías de Luxemburgo y Bujarin se compadecían más con las de Marx, que en su análisis del desarrollo del capitalismo veía más conveniente para la causa de los trabajadores la federación de las naciones con el fin de lograr entidades políticas más fuertes.

«Cuando se trató el caso de Cataluña el presidente francés
Clemenceau solo dijo: ‘Nada de tonterías’ «

Cuando concluyó la Gran Guerra llegó a París el presidente Wilson con sus no menos famosos 14 puntos, entre ellos el derecho de autodeterminación, sobre todo de las naciones que conformaban el imperio de los Habsburgo. Wilson procedía de la tradición anticolonial de EE UU, no le gustaban los imperios europeos y tampoco le interesaba dejar esa bandera en manos de un bolchevique como Lenin. A París fueron en peregrinación todos los nacionalismos irredentos con la finalidad de que el presidente americano les diera su bendición. Aun así, se cuenta que cuando se trató, también, el caso de Cataluña, el presidente francés Clemenceau se limitó a decir “pas des bêtises” (nada de tonterías) y ahí acabó la discusión. El resultado de todo ello fue que el mapa de Europa quedó cual manta escocesa, surgieron múltiples pequeñas naciones y en especial en los Balcanes, origen de múltiples conflictos.

En la actualidad, las condiciones han cambiado radicalmente y sería trágico que la izquierda no se diera cuenta de lo que eso significa. Comprendo que, a veces, no es fácil entender los vericuetos de la dialéctica de los procesos, pero este es un ejemplo de cómo un derecho progresista o liberador, en una fase histórica, se puede transformar en su contrario en otra etapa diferente. Esta es la razón por la cual Naciones Unidas —donde no sé si abundan los dialécticos— ha concretado su doctrina sobre este tema señalando que debe respetarse la libre determinación sólo en los casos de dominio colonial o en supuestos de opresión, persecución o discriminación, pero en ningún caso para quebrantar la unidad nacional en países democráticos.

«Algunos deben superar inercias y concluir que
hoy es antisocial lo que antes era progresista»

En las condiciones creadas por la globalización, con mercados y multinacionales globales, inmersos en la revolución digital, cuando ya no existen situaciones coloniales generalizadas ni imperios “cárceles de pueblos”, el derecho de autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, impropia de partidos o sindicatos de izquierda. Todavía más involucionista si cabe en el supuesto de los países pertenecientes a la Unión Europea, inmersa en un proceso de integración cada vez mayor, imprescindible para poder medirse, desde la democracia, con los grandes poderes económicos y tecnológicos. Una transformación de actuales regiones o autonomías en Estados independientes haría inviable el futuro de una unión política europea.

Es verdad que durante el periodo de los movimientos anticoloniales, véase la posición contra la guerra de África del PSOE de Iglesias, o durante la última dictadura franquista, la reivindicación de la libre autodeterminación tenía un sentido y así se recogía en los programas de los partidos y sindicatos de izquierda españoles; eso sí, siempre en aquel contexto y supeditado a la unidad de los trabajadores. Pero en condiciones de democracia, en la mundialización y la construcción europea no hay nada más contrario a los intereses de los trabajadores que romper un país. Ese acto profundamente insolidario —en especial cuando los que quieren romper son de los más ricos— divide a los sindicatos; quiebra la caja única de la Seguridad Social, garantía de las pensiones; parte la unidad de los convenios colectivos y el sistema de relaciones laborales, en un espacio de mercado único que, de quebrarse, dejaría a la intemperie a trabajadores y empresas.

En consecuencia, los partidos y sindicatos de izquierda deberían revisar esta cuestión, superar viejas inercias y concluir que en las condiciones actuales lo que antaño era progresista hogaño es retrógrado y antisocial, propio de fuerzas nacionalistas radicales y/o populistas que no tienen nada que ver con los intereses de las mayorías sociales.

Nicolás Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas.

Propuesta para humanizar el conflicto. De Mario Vega

Se puede impulsar un esfuerzo para humanizar el conflicto. Una manera de hacerlo sería aplicando los Convenios de Ginebra, principalmente, el artículo 3, que es común a todos ellos y que se refiere a conflictos que no son internacionales.

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Mario Vega, pastor general de ELIM

Mario Vega, 27 octubre 2017 / EL DIARIO DE HOY

En la actualidad, la violencia ha adquirido dimensiones que no tenía dos años atrás. Es evidente que hoy se está librando un enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los miembros de pandillas. Esta es una situación que se venía mencionando desde que se comenzaron a dar los primeros indicios pero que se ha consolidado en los últimos meses.

En septiembre el Instituto de Derechos Humanos de la UCA denunció al Estado salvadoreño ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el uso de fuerza excesiva y ejecuciones extrajudiciales perpetradas por los cuerpos de seguridad.

Por su parte, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos ha informado que en el presente año ha recibido 20 denuncias de ejecuciones que suman un total de entre 40 a 50 víctimas.

Las pandillas han asesinado, al momento de redactar este artículo, a 39 policías, 21 soldados y 4 custodios de centros penales. Además, familiares de agentes y soldados han sido también alcanzados por esta nueva faceta de la violencia.

EDH logLos nuevos protocolos y medidas que la policía ha adoptado no han sido suficientes para proteger la vida de sus agentes. Si la medida de colocar vehículos artillados en las calles fue parte de una estrategia de disuasión de nuevos asesinatos, la idea no cumplió con su cometido, pues, el tiempo de la salida de las tanquetas coincide con el alza pronunciada de asesinatos de las últimas semanas. Si la intención era generar un sentimiento de seguridad en la población, ese impulso inicial fue pronto malogrado cuando la realidad homicida se impuso a los pocos días. Lo grave es que con ello se agotaron las demostraciones de fuerza simbólica con que el Estado cuenta.

Aunque el enfrentamiento no se puede clasificar todavía como una guerra convencional, se trata de un ciclo de venganzas que muestra una tendencia ascendente. De continuar estas condiciones, al país le esperan días más sangrientos y dolorosos.

Para mitigar la actual ola de venganza homicida se puede impulsar un esfuerzo para humanizar el conflicto. Una manera de hacerlo sería aplicando los Convenios de Ginebra, principalmente, el artículo 3 que es común a todos ellos y que se refiere a conflictos que no son internacionales, sino que surgen en el territorio de un Estado contratante. Las partes están obligadas a aplicar un trato humano a las personas que se encuentran fuera de combate aun cuando sean integrantes de una de las partes en conflicto. Prohíben el homicidio en todas sus formas, la tortura y las ejecuciones sin previo juicio. Para hacer esto posible se necesita de la mediación de una o varias entidades que puedan garantizar el cumplimiento de los convenios y lograr la observación de las normas de humanidad básicas.

Los convenios sugieren al Comité Internacional de la Cruz Roja para tales efectos. La idea supone asumir algunos costos políticos, pero eso es preferible a continuar con la debacle de seguridad en la que nos encontramos y que no permite que los planes de persecución del delito funcionen y mucho menos los planes de prevención.

Lo peor que puede ocurrir es no hacer nada y continuar la inercia guerrerista de las últimas décadas. En ese no hacer nada, la peor parte la seguirán pagando los pobres de ambas partes, que son los que sacrifican sus vidas por razones que no valen la pena, y eso merece la más solemne y enérgica censura moral.