Roberto Cañas

Realidad nacional: ¿ya tocamos fondo? De Roberto Cañas

El Salvador tiene solución. Es indispensable ser optimistas, ser incondicionalmente constructivos, creer que un país mejor es posible. No estamos condenados a vivir siempre con miedo.

Roberto Cañas, ex-candidato a alcalde de San Salvador y firmante de los Acuerdos de Paz

Roberto Cañas, ex-candidato a alcalde de San Salvador y firmante de los Acuerdos de Paz

Roberto Cañas, 1 julio 2015 / EL MUNDO

De manera fría, sin catastrofismos, con seriedad y responsabilidad, los salvadoreños debemos darle respuesta a la pregunta: ¿Si en la situación que vive actualmente la Nación ya tocamos el fin del abismo?  Siempre se puede estar peor, pero nunca estuvimos peor como ahora.

Es brutal, vivimos tiempos de locura. Ya llegamos al fondo del abismo. Hay suficientes elementos de juicio para hacer una afirmación tan grave. Los datos de la realidad son contundentes, la realidad no se puede ver como uno quiere, hay que ver la situación como es. Para Eugenio Chicas, la escalada de violencia que vive el país es la “crisis de inseguridad más significativa” desde la firma de los Acuerdos de Paz. Según Dagoberto Gutiérrez: “Vivimos el momento más oscuro del país”.

Es difícil ser optimista cuando se cometen crímenes tan monstruosos como la violación y el asesinato de una niña de seis años en San Vicente. Cuando el director del Instituto de Medicina Legal declara que el número de víctimas de homicidio en junio podría sobrepasar las 700. Cuando hay más de 30 policías muertos, 13 militares asesinados y más de 2800 homicidios en lo que va del año.

En el campo económico las noticias tampoco son alentadoras: el Banco Central de Reserva anunció que revisará a la baja la previsión de crecimiento del PIB para este año y la verdadera realidad es que estamos en una trampa de bajo crecimiento y El Salvador es el que menos ha crecido en los últimos 13 años en la región latinoamericana. Las apuestas estratégicas para sacar adelante el país no se ven por ningún lado.

En el gobierno a pesar que el rumbo que ha tomado el país es incierto, la mayoría de los funcionarios públicos de primer nivel, tienen seis años de estar administrando el aparato del Estado, los resultados de su gestión son modestos. No hay expectativas ni de cambio de estrategia, ni de cambio de funcionarios. El comisionado presidencial para la seguridad, Hato Hasbún, dijo: “hay cambios tácticos pero la estrategia de Seguridad sigue siendo la misma” y el presidente Sánchez Cerén, señaló que no realizará, por el momento, ningún cambio en el Gabinete de Seguridad y es más al terminar el primer año mantuvo sin cambios todo el gabinete de gobierno.

En términos de liderazgo El Salvador en este momento no cuenta con un grupo de personas visionarias que tengan colectivamente la conducción del país, que sean inspiradores, generen confianza, seguridad, optimismo y contagien de una visión positiva y esperanzadora.

En las actuales circunstancias es perverso que algunos partidos políticos le apuesten a la teoría de “cuanto peor mejor” y busquen sacar ventajas electorales a futuro. Ya se dijo: “el fracaso de este gobierno es el fracaso del país, si este gobierno no sale adelante heredará al próximo una situación aún más precaria que la actual. Donde los que siempre sufren más son los más pobres, los que tienen menos recursos para enfrentar las crisis.

La buena noticia es: que si ya tocamos fondo sólo queda mejorar. Claro, siempre y cuando se empiece a trabajar de inmediato y se tome en serio la necesidad de tener una visión compartida de país como aspecto fundamental para salir del precipicio.

El Salvador tiene solución. Es indispensable ser optimista, ser incondicionalmente constructivo, creer que  un país mejor  es posible.  No estamos condenados a vivir siempre con miedo, agobiados por la violencia y la delincuencia. No es obligatorio que una economía esté forzada a estar estancada con tasas bajas de crecimiento que no generan la riqueza ni el empleo que necesita el país. No debemos estar secuestrados por la desigualdad, la pobreza, la exclusión social de por vida.

Lo que nos queda es desarrollar un proyecto de país, no electoral, elaborado por la inteligencia de la nación que contenga una propuesta, que con lucidez, dé una solución a los principales problemas del país y logre en torno a ella una extraordinaria movilización social.

Es tiempo de acudir a la reserva moral de la nación, recordar verdades de carácter universal que conviene no perder de vista: la delincuencia, la violencia tienen un límite y ese límite lo marca la gente, cuando se da cuenta que no es suficiente la acción del gobierno y toma nota del déficit en el accionar de los partidos políticos y se decide a utilizar el enorme capital social que tiene acumulado; que le permitió en el pasado superar desastres naturales como los terremotos de 1986 y 2001 y una guerra civil.