Evo Morales

El derecho a la perpetuación. De Héctor E. Schamis

Esta nota sobre Bolivia hay que leerla pensando en lo que está asando en Honduras, donde un presidente de derecha, Juan Orlando Hernández, actúa igual que Evo Morales: pervertir el orden constitucional para poderse reelegir.

Segunda Vuelta

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Héctor E. Schamis, politólogo de la Universidad de Georgetown.

Héctor E. Schamis, 3 diciembre 2017 / EL PAIS

Llegó a la presidencia en 2006 por un período sin reelección, pero él no se conformaría con ello. En febrero de 2009, entonces, consiguió que se promulgara una nueva constitución con cláusula de reelección inmediata por un segundo período. Una disposición transitoria en el nuevo texto especificaba que el período anterior—bajo la previa constitución—se tomaría en cuenta.

Fue así reelecto en diciembre de aquel año con el 67 por ciento de los votos para cumplir un último período. Pero para el presidente tampoco era suficiente.

En 2013 se postuló a un tercer mandato, siendo habilitado por el Tribunal Constitucional. La justificación fue que anteriormente había sido presidente de “otro” Estado. Es que la nueva constitución consagra el Estado “Plurinacional” Boliviano. La alquimia constitucional habrá sido burda pero fue por demás efectiva: volvió a ser reelecto en 2014. Se trata de Evo Morales, desde luego, otro líder imprescindible.

el paisAún así, él quiere más. Al concluir el primer año de su tercer gobierno, abrió un proceso de reforma del artículo 168 de la constitución, el cual limita la reelección. Ello incluyó un referéndum el 21 de febrero de 2016 por el cual se preguntó a los ciudadanos si apoyaban una nueva reelección. El “no” fue vencedor de la consulta, siendo la misma de carácter vinculante y de vigencia inmediata y obligatoria de acuerdo a la ley. Cosa juzgada, asunto archivado. Para todos menos para Evo Morales.

En septiembre pasado el Tribunal Constitucional, políticamente adepto al gobierno, dio entrada oficial a una demanda del gobierno por la inconstitucionalidad de cuatro artículos de la constitución, incluyendo el que se invocó para llevar a cabo el referéndum en 2016. Bolivia se desliza así por una pendiente demasiado conocida en América Latina: la de las alteraciones graduales, y la posible ruptura, del orden constitucional.

El oficialismo invoca una supuesta incompatibilidad entre el artículo 168 de la constitución con el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en lo relativo a los derechos a elegir y ser elegido. Curioso que Evo Morales apele a la OEA, habiendo sido la propia OEA la institución que observó y certificó el proceso de reforma constitucional de 2009 al igual que el referéndum de febrero de 2016. Es que el derecho a ser elegido nunca puede transformarse en un derecho a eternizarse en el poder.

Someterse a una instancia supranacional además supone respetar su opinión, y eventualmente acatar su decisión, independientemente del resultado. No se trata de hacerlo solo cuando se está de acuerdo. El tema es central para Bolivia, siendo que el Tribunal Internacional de La Haya es donde está localizada la demanda a Chile por la salida al Pacífico. El intento de perpetuación bien puede convertirse en un boomerang de credibilidad internacional.

Pero hay más sinsentidos en esta historia. El gobierno también reivindica el derecho del presidente a postularse sin limitaciones porque “en Europa lo hacen”. Ello es muy cierto, pero Morales soslaya la crucial diferencia de régimen político—parlamentario o presidencial—y las consecuencias que ello tiene en términos de la concentración de poder en el largo plazo.

En el sistema parlamentario el Jefe de Gobierno no es Jefe de Estado. El Ejecutivo es creación del Legislativo. Solo es necesario un voto de no confianza para hacer efectivo el principio de la alternancia. El gobierno se disuelve y uno nuevo se forma, ya sea en el Parlamento o por medio de elecciones anticipadas. En consecuencia, las veces que se postula un líder parlamentario es trivial. Su poder está institucionalmente limitado de antemano.

El presidencialismo, por su parte, una post-revolucionaria invención americana—de Estados Unidos, esto es—fue un arreglo institucional de compromiso para satisfacer a los monárquicos. Nótese, el presidencialismo fusiona al Jefe de Gobierno y al Jefe de Estado en una misma persona, lo elige de manera directa, a menudo lo plebiscita y luego le otorga capacidad de legislar, ello a su vez acompañado de desproporcionados vetos y prerrogativas.

El secreto del presidencialismo reside en la norma—originalmente, no escrita—de un máximo de dos períodos y afuera. Fue Roosevelt, al quedarse más de lo pensado, quien obligó a escribir dicha norma: la Enmienda 22 de la Constitución. Pensado como una alternativa a la monarquía, un presidencialismo sin límites de tiempo en el poder—es decir, sin alternancia—termina siendo exactamente eso, un régimen monárquico y con rasgos marcadamente despóticos.

La estrategia se repite en América Latina: de un período a dos, de dos a tres y de tres a la reelección indefinida. Quienes persiguen la perpetuación han ideado la mejor de las coartadas institucionales: la reelección indefinida, atributo de un sistema parlamentario, pero en un sistema híper-presidencial. Lisa y llanamente, esa fórmula consagra un régimen autoritario.

@hectorschamis

La Razón/Bolivia: El No a la reforma constitucional gana con un margen apretado, según encuestas

Las empresas Mori e Ipsos publicaron los resultados del referéndum de reforma constitucional. Los datos de Ipsos dan al No el 52,3% y al Sí el 47,7%, mientras que Mori el 51% al No y el 49% al Sí. El oficialismo ve un empate técnico y la oposición celebra.

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21 febrero 2016 (20.39 horas), LA RAZON

Screen Shot 2016-02-21 at 10.40.18 PMLos resultados de las encuestas de las empresas Ipsos y Mori dan una victoria apretada del No a la reforma constitucional de repostulación. Los datos de Ipsos para la red ATB  dan un 52,3% al No y un 47,7% al Sí, mientras que Mori para la red Uno da la victoria al No con el 51%, mientras que el Sí obtiene solo 49%. La oposición celebra y el oficialismo ve un empate técnico.

El ministro de Autonomía, Hugo Siles, consideró que los resultados son preliminares y que debe esperarse los finales y oficiales, aunque adelantó que es un empate técnico. El opositor Samuel Doria Medina consideró que los resultados no variarán y que la población optó por el rechazo a la reforma constitucional de repostulación.

Según Ipsos, en Santa Cruz el Sí obtuvo 41,5% y el No 58,5%; en Beni, el Sí 39% y el No 61%; en Pando, el Sí 46,9% y el No 53,1%; en Tarija, el Sí 39% y el No 61%; en Chuquisaca, el Sí 42,4% y el No 57,6%; en Potosí, el Sí 40% y el No 60%; en Oruro, el Sí 50,1% y el No 49,9%; en La Paz, el Sí 55,9% y el No 44,1%; y Cochabamba, el Sí 52,1% y el No 47,9%.

El conteo final no oficial es del 47,7%  por el Sí y 52,3% por el No. Siles insistió que es un empate técnico y que debe esperarse los resultados finales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para conocer la suerte de la reforma.

Los movimientos sociales afines al oficialismo plantearon la reforma constitucional para ampliar de una a dos las repostulaciones continuas. De ganar el Sí, el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García estarán habilitados para terciar en las elecciones de 2019, mientras que de ganar el No concluirán con su mandato en 2020 sin posibilidad de repostular.

«Quiero saber si el pueblo me quiere o no me quiere», afirmó el presidente Evo Morales en distintos medios de comunicación en la fase previa al referendo, frase que fue repetida este domingo minutos antes de que emita su voto en Villa 14 de Septiembre, en el trópico cochabambino.

Dos semanas antes del referendo, el Mandatario fue involucrado en una denuncia de corrupción con tráfico de influencia a favor de su expareja Gabriela Zapata en la empresa china CAMC, con la cual el gobierno firmó al menos siete contratos para distintos proyectos. El oficialismo acusó a la oposición de guerra sucia y cerró filas en torno al Jefe de Estado. El miércoles una turba atacó y quemó la alcaldía de El Alto con el saldo de seis muertos, hecho que precedió la consulta.

Morales ganó por primera vez las elecciones presidenciales de 2005 con el 53,72%. En enero de 2006 asumió el cargo en medio de un llamado a la Asamblea Constituyente que se instaló en agosto de ese año.

En 2009, fue reelecto con el 64,22% de los votos bajo el paraguas de una nueva Constitución. Volvió a presentarse en los comicios de 2014 y logró el 61.36% de la votación.

La oposición celebra resultados de encuestas, que dan victoria apretada al No

VP García ve empate técnico y confía en drástica reversión de resultados

«Eso no está bien». De Cristina López

Cristina LópezCristina López, 13 julio 2015 / EDH

No sería descabellado pensar que, después de la semana pasada en que tuvo al Papa Francisco de visita, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, debe sentirse un tanto desilusionado. El contexto: Correa ha visto sus números caer varios puntos porcentuales –los únicos números que importan a cierto tipo de mandatarios ego-autoritarios– los de las encuestas de popularidad, que es la sangre que hace latir el corazón del populismo.

Una de las causas era posiblemente nuevas tasas impositivas (entre ellas, a las herencias) que el mandatario pretendía meter por la garganta a la sociedad ecuatoriana, que salió a manifestar su descontento a las calles.

Correa, para combatir el malestar de la población, recurrió a la carísima propaganda «marketera» (oxígeno del populismo), contestando las protestas no con soluciones, sino con brillantes pancartas supuestamente alusivas a la visita papal, en que aparecía la efigie de Francisco I acompañada por citas del Papa referentes a la pobreza y la distribución de la riqueza.

Brillante idea, pues en la emoción que despertaba la visita del Papa, pintar la oposición a una política pública impopular y de dudosa eficacia como oposición a las palabras del Papa, le servía a Correa para continuar ahondando su discurso divisivo de dicotomías falsas y monstruos imaginarios, como el capital come-niños, el imperialismo yankee, o el que convenga en el momento.

Y quién sabe qué tamaño habrá tenido la desilusión presidencial al ver que el mensaje de Bergoglio en nada le hacía la palanca en su política pública: el Papa se dedicó a hablar de la defensa de la familia diciendo al respecto que «el mejor vino está por venir» y haciendo énfasis en la unión, el diálogo y la necesidad de incluir a los que no piensan igual. Según un análisis de la abogado y comunicadora política ecuatoriana, Ana Belén Cordero, «Basta con leer con atención Laudato Si y Lumen Fidei para, al menos, deducir que el Papa Francisco asumió con mucha prudencia algunas de las interpretaciones tergiversadas de la Doctrina Social de la Iglesia por parte de la forzada técnica discursiva de Rafael Correa, para constantemente señalar puntos de encuentro entre su pensamiento y el del líder de la Iglesia«.

Algo parecido pretendió hacer Evo Morales, regalándole al Papa un Cristo… crucificado en la hoz y el martillo, buscando la foto y usando, nuevamente la religión como trampolín para defender ideologías. El Papa Francisco no se dejó y corto y severo, contestó «eso no está bien»: claro que no está bien, ambos simbolismos superpuestos resultaban más disonantes que Kim Kardashian en una conferencia de física cuántica.

El mismo guión intentó usar la administración Funes en El Salvador, cuando manipuló la imagen de Monseñor Romero para pretender validar su narrativa divisiva y pedántica. Haciendo a un lado la laicidad constitucionalidad del Estado, estos gobernantes oportunistas pretenden explotar las creencias de la población para su beneficio político: populismo religioso, nada más y nada menos.

Pero no hace falta ser Correa, Morales o Funes, muchos usan a la Iglesia para pretender hacer palanca para sus discursos divisivos, pretendiendo usar las creencias – que no deberían dejar el ámbito personal – como argumento en retórica de odio en la esfera pública. Probablemente el Papa Francisco les diría también, «eso no está bien».

@crislopezg

¿Le dio miedo al papa el crucifijo comunista? De Juan Arias

El regalo que le dio Evo Morales al Papa Francisco tiene una gran fuerza simbólica, casi antagonista.

CRUCIFIJOJuan Arias, 11 julio 2015 / EL PAIS

El Presidente de Bolivia Evo Morales no es comunista, pero sabía muy bien que al regalarle al papa Francisco la imagen de madera de un crucifijo adornado con el símbolo de la hoz y el martillo su gesto tendría repercusión mundial. Fue, sin duda una genial y eficaz baza publicitaria.

Ambas figuras, la cristiana y la comunista juntas, tienen en efecto una gran fuerza simbólica que afecta a millones de personas y aparecen casi antagonistas y provocadoras.

Quizás de ahí, la cara fea de extrañeza y casi de susto del papa Francisco frente al curioso y poco artístico regalo que tardó en coger en sus manos y soltó enseguida, como si dijera: “¡Pero qué es esto!”

Francisco cambió de cara cuando Morales le contó que aquel crucifijo comunista era obra del sacerdote español Luis Espinel, que fue asesinado en 1980 lo que lo convertía en un símbolo, ya que recordaba las persecuciones a los seguidores de la Teología de la Liberación considerados comunistas.

Hay quién vio en la cara de extrañeza y casi malestar de Francisco la sospecha de que aquel crucifijo pudiera significar que también él era visto como un “papa comunista”, o como un “teólogo de la liberación”. Es como si ante aquel Cristo Francisco se mirase en un espejo y pensara: “¿Será que me ven así?”. Podría haber pensado: “¿Al papa alemán Ratzinger le hubieran regalado semejante crucifijo?

Es cierto que el papa jesuita está reivindicando a los teólogos de la liberación condenados por su antecesor el Papa Benedicto XVI, pero siempre ha querido distinguir entre el empeño de dicha teología en la defensa de los más pobres y humillados de la sociedad, y su posible ideología comunista.

Quizás por ello, el papa, reaccionó enseguida ante la posible carga simbólica de aquel crucifijo, y le recordó a Morales que el sacerdote había sido asesinado porque “predicaba el evangelio y eso incomodaba”.

Recuerdo que en el Concilio Vaticano II se dijo “el comunismo no hubiese surgido
si la Iglesia no hubiese abandonado al mundo del trabajo”

Era como decir: “Yo soy un papa del Evangelio” y nada más. Todas las otras etiquetas son ajenas a mi misión.

He querido ver cómo la foto de la cara extraña del papa ante el crucifijo de Morales, fue comentada en las redes sociales. Y como me imaginaba, ha despertado desde comentarios chistosos sobre la fealdad artística de “aquella cosa que dio miedo al papa”, a los más complejos. Un comentario decía que ambas imágenes estaban muy bien juntas, ya que tanto la Iglesia con la Inquisición, como el Comunismo con sus purgas, “causaron muerte y dolor en el mundo”.

Recuerdo que en el Concilio Vaticano II, que supuso una revolución en la Iglesia y que se celebró aún con obispos y cardenales encarcelados por el comunismo soviético, los Padres Conciliares admitieron que quizás “el comunismo no hubiese surgido si la Iglesia no hubiese abandonado al mundo del trabajo”.

De Jesús se decía que había sido el “primer socialista” de la Historia. El primer cristianismo era esencialmente comunitario. Los primeros cristianos se dejaban matar por defender el Evangelio de los pobres.

Después, la Iglesia se aburguesó e imperializó y hasta persiguió a los teólogos que querían volver a los orígenes del cristianismo cuyos secuaces “ponían todo en común”. Aquel “comunismo cristiano” duró poco, quizás porque era utópico y la Humanidad no puede vivir sólo de utopías.

Quizás en el salto de la utopía a la realidad ambos comunismos, el cristiano y el soviético, acabaron fracasando.

Aquel “comunismo cristiano” duró poco,
quizás porque era utópico y la Humanidad
no puede vivir sólo de utopías

En aquel crucifijo feo de Morales podría leerse también la tragedia de las mejores utopías cuando se convierten en ideología y conquista del poder.

Francisco regaló a Morales algo que él mismo calificó con fina ironía de “más sencillo”. Sin duda más bello artísticamente: la imagen bizantina de la Virgen Marìa con el Niño Jesús de los orígenes del cristianismo que puede admirarse en la Basílica de Santa María Mayor de Roma.

La figura de Francisco, amada hoy por creyentes y agnóstico por su ejemplo de vida y su entrega a la defensa de la paz y de los derechos de los más débiles, se conjuga mejor con la imagen evangélica y materna de María que recuerda al cristianismo que aún no se había mundanizado, que con el severo e ideológico crucifijo comunista de Morales.

¿Dónde Francisco colocará el crucifijo que casi le dio miedo?

Quizás no le quepa en la sencilla habitación del hotel Santa Marta donde vive y que prefirió a los lujosos palacios vaticanos.