Cortinas de Humo. De Manuel Hinds

manuel_hindsManuel Hinds, 1 junio 2016 / EDH-Observador

Hay dos cosas que son muy visibles en los dos años del gobierno actual. La primera es que es difícil encontrar en la historia del país ejemplos de gobiernos tan incompetentes como las dos administraciones del FMLN. Durante ellas, el gobierno ha aumentado los impuestos y se ha endeudado con una rapidez vertiginosa, mientras que la calidad y el volumen de los servicios públicos ha caído drásticamente, mientras la inversión pública ha disminuido, mientras la inseguridad ciudadana ha llegado a niveles nunca vistos y mientras las trabas burocráticas en todos los aspectos de la vida de los ciudadanos han aumentado.

La segunda es la frialdad con la que los del FMLN enfrentan estas situaciones que hubieran puesto a meditar profundamente a cualquier persona o partido responsable en cómo mejorar la situación, analizando sus errores y planeando cómo enmendarlos. Pero no. Tienen una manera de hablar que hace parecer que no hay problemas, que si los hay son culpa de otros y que su solución requiere que otros hagan algo. Saben tirar cortinas de humo.

observadorLa primera estrategia es pretender que no hay nada malo o anormal en el gobierno. Es bien fácil caer en esta manera suave de pensar aunque uno no sea parte del gobierno. El día de ayer, Salvador Samayoa hizo una evaluación de la situación económica del país a los dos años del gobierno de Salvador Sánchez Cerén. El título del artículo, «Economía: Más de lo mismo» resume su contenido, que sugiere que en realidad el problema del manejo de la economía por parte del gobierno actual no es que sea malo sino que es más de lo mismo que habíamos tenido bajo los gobiernos de ARENA.

¿Que la gente se queja? Son solo opiniones, dice el artículo, para luego citar algunas cifras de crecimiento que tienen poco sentido si no se acompañan de una evaluación de cómo el país se está acercando a una crisis que puede anular cualquier crecimiento anterior en un solo momento, como está sucediendo en Venezuela o como pasó en Brasil, en Ecuador o en Bolivia. El mantenerse creciendo a costa de alguna variable no sostenible – los precios del petróleo en Venezuela, o el endeudamiento excesivo en El Salvador – es una manera de llevar al país a la perdición. Creer que ese crecimiento es sano es como decir que la Venezuela de Chávez tuvo una buena política económica.

El artículo no menciona que hemos caído vertiginosamente en todos los indicadores medidos internacionalmente, lo cual hace una diferencia enorme. En 1997, incluido dentro de los 20 años de ARENA, el país obtuvo una calificación de grado de inversión en su deuda, una distinción que para fines del siglo era compartida solo por Chile. En los años del FMLN perdimos esta calificación y nuestra deuda es cada vez menos atractiva en los mercados. Igualmente, de ser uno de los países más competitivos en América Latina y con mayor libertad de mercados ahora hemos caído como sesenta puestos en la clasificación mundial en estos temas. Estos indicadores tienden a indicar la suerte de la economía en unos pocos años.

Pero habiendo ignorado todo esto, el artículo dice entonces que el problema es que no se ha logrado inventar un nuevo modelo de país.

«Creo que el presidente tenía la intuición de un paradigma para evitar que su gobierno cayera en la trampa de esa confrontación. Hasta ahora no lo desarrolló, en buena medida porque su propio partido no lo acompañó. Terminan así dos años de gobierno sin cambio de dirección. Y serán ya diez años de FMLN y 20 años de ARENA sin proyecto de nación.»

El modelo que el presidente había propuesto era en realidad un slogan copiado del Socialismo del Siglo XXI: el «Buen vivir». ¿Debemos creer que el FMLN, que no puede ni siquiera mantener las cuentas del estado equilibradas, sería capaz de inventar un nuevo modelo económico para que nuestro país lo adoptara?

La respuesta a esto es obvia. Pero en todo caso, el argumento subyacente del artículo es que en uno de los problemas más serios que tiene este gobierno, el manejo económico, ya está nivelado con los gobiernos anteriores. Lo único que no ha logrado es inventar un nuevo sistema económico. No hay problema. ¿De qué se quejan?

Luego el artículo pasa a determinar en qué sentido nos deberíamos de mover o dónde debemos buscar el modelo de país que queremos:

«El Salvador no puede transitar los senderos del capitalismo sin regulaciones, el de los profesores de Chicago, el de Thatcher, el de Reagan, el engendro neoliberal. No estamos cerca tampoco de su versión social, la de los Clinton y los Obama, la del estado de bienestar. Tampoco pensamos en el capitalismo de Estado, el de los grandes desarrollos de los últimos 20 años en Moscú, Beijing o Kuala Lumpur, el de las corporaciones apoyadas por el estado, pero con diseño y desempeño de empresa privada multinacional… Más cerca podríamos estar de la social-democracia europea, que por cuatro décadas completas llevó a niveles sin precedentes el desarrollo económico, los servicios públicos y la calidad de vida de los trabajadores en casi todos los países de Europa Occidental.»

Hay varias cosas que llaman la atención en este párrafo. Una es el gran desprecio que tiene hacia Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que iniciaron una revolución en toda Europa y en todos los países que el artículo luego menciona con admiración para reducir la regulación económica y liberalizar las economías en general. Hay mucha gente que no sabe esto, pero dentro de los 30 países con mayor libertad económica en el mundo se incluyen no solo Hong Kong y Singapur y Chile, sino también todos los países social demócratas que luego el artículo admira: Nueva Zelanda, Suiza, Australia, Canadá, Irlanda, el Reino Unido, Dinamarca, Holanda, Alemania, Luxemburgo, Islandia, la República Checa, Japón, Finlandia, Suecia y Austria. El lenguaje admirativo de las empresas estatales quedó en siglo pasado. En un discurso en Harvard en septiembre de 2015, el Primer Ministro de Dinamarca, uno de los países nórdicos, enfrentado con lo que él veía como ignorancia sobre lo que es su país, dijo que quería dejar una cosa clara: «Dinamarca está muy lejos de ser una economía socialista planificada. Dinamarca es una economía de mercado…una exitosa economía de mercado con mucha libertad para perseguir sus sueños y vivir su vida como lo desee».

Bueno. Otra cosa que llama la atención del artículo es que ponga como ejemplo de hacia donde queremos ir a China, que, como el autor dice, ha tenido un despegue económico sensacional. Eso es cierto. Lo que no cuadra con su argumento general es que China ha logrado hacer esto precisamente a través de hacer lo opuesto de lo que él propone. China estableció la economía más desregulada del mundo. Cuando era comunista no crecía nada. Ahora crece a tasas enormes. La diferencia la ha hecho el capitalismo, o como el artículo dice con tanto desdeño, el neoliberalismo.

Igualmente sorprende que el artículo dice que deberíamos considerar hacer como hacen Rusia y Malasia, que es tener petróleo. Es muy conocido ya por todos los lectores que los países que dependen del petróleo y otros productos primarios, como Venezuela, Rusia, Brasil, Malasia, Ecuador y Bolivia tuvieron grandes tasas de crecimiento en la década pasada, no porque tuvieran una gran coordinación estatal o un modelo innovador, sino porque los precios de estos productos estaban muy altos. Ahora están pasando por momentos muy duros para reajustar sus economías a tasas mucho más bajas o negativas de crecimiento. Nada que copiar allí.

Creo que el pueblo está tan insatisfecho no porque el FMLN no pueda configurarse en otro Marx para inventar un nuevo sistema económico, o más bien en un filósofo mejor que Marx porque el que él inventó fue un fracaso. Lo que quiere la gente es un gobierno razonable, que mejore los servicios públicos y la seguridad ciudadana, y que maneje las finanzas públicas prudentemente y no meta al país en una crisis fiscal, que no llene a la ciudadanía con trámites burocráticos, que invierta en salud y educación para que los salvadoreños encuentren su lugar en este mundo cada vez más competitivo y que no asuste continuamente a los inversionistas para que estos puedan crear crecimiento y empleo… Y que no le confisque los ahorros a los pensionado.

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